domingo, 12 de julio de 2009

Tierra desgarrada golpe a golpe y Las honduras de Honduras según Juan Bolívar Díaz



Honduras
Tierra desgarrada golpe a golpe

Adolfo Pérez Esquivel

El gobierno de facto en Honduras, busca justificar lo injustificable al detener y expulsar del país al Presidente Manuel Zelaya. Vuelvo a insistir en que, no podrían dar el golpe de Estado sin el consentimiento del Pentágono y la CIA, que actúan más allá del Presidente Barack Obama.

Acabo de recibir noticias desde Honduras de periodistas y dirigentes sociales que han logrado ocultarse para evitar la represión y poder continuar informando sobre lo que ocurre en el país. Los dictadores han impuesto la censura a todos los medios y han secuestrado equipos y apresado a periodistas; continúan los allanamientos por fuerzas armadas, en viviendas y lugares considerados opositores violando los derechos humanos.

El Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza no obtuvo los resultados esperados en su viaje a Tegucigalpa y han aplicado sanciones a Honduras.

Los dictadores no quisieron escuchar la voz de los presidentes que reclaman la restitución en el gobierno del presidente Manuel Zelaya; por el contrario, han endurecido su posición amenazando ponerlo preso si regresa al país. Han desatado una fuerte represión contra las marchas en apoyo al regreso del Presidente, provocando cientos de heridos y detenidos. El gobierno de facto es responsable por la vida y seguridad y de lo que pueda ocurrir al Presidente Zelaya y a la población.

Se agudiza la preocupación cuando vemos que el Presidente Obama, asumió posiciones débiles para defender la democracia en Honduras, mientras los mandatarios latinoamericanos en la OEA, pedían que se exprese en defensa de la democracia y contra el golpe militar.

Los hechos demuestran que una cosa es decir y otra hacer, negándose Obama a recibir al Presidente hondureño Manuel Zelaya

Es un hecho negativo y preocupante que pone en evidencia la complicidad del gobierno de los EE.UU. en el golpe de Estado, que debemos considerar una experiencia piloto de imponer nuevamente gobiernos antidemocráticos, lo cual provoca un grave y peligroso antecedente para todo el continente latinoamericano. Debemos recordar los intentos de golpes de Estado en Venezuela, Bolivia y Haití, como el conflicto de baja intensidad con el ataque de Colombia y EE.UU. contra Ecuador.

El interrogante que surge, es si Obama, estaba o no enterado del golpe militar en Honduras, país que tiene una larga y dolorosa historia de dominación norteamericana, basta recordar al “virrey” John Negroponte, embajador de los Estados Unidos en Honduras y su activo rol en demoler gobiernos y apoyar a la contrainsurgencia contra la Revolución Sandinista, en Nicaragua, El Salvador y Guatemala y en la preparación, financiamiento y penetración de los Contra y grupos paramilitares y policiales en la región, como la instalación de bases norteamericanas en territorio hondureño.

La herencia recibida por Obama del gobierno que le precedió es pesada y llena de dificultades, como las guerras en Irak y Afganistán, donde lo único que ha dejado la invasión a esos países es hambre, destrucción y muerte. Pérdidas cuantiosas, destrucción de la capacidad económica y cultural, y el saqueo de los recursos naturales y bienes de esos países son el resultado de la impunidad jurídica de las fuerzas armadas de EE.UU., responsables de crímenes de lesa humanidad.

El gobierno de Obama no pudo, hasta la fecha, avanzar en sus intenciones y promesas electorales de erradicar la práctica de la tortura y la degradación humana en las cárceles en Abu Graib, en Irak y en Guantánamo, Cuba y cerrarlas definitivamente.

Es evidente que no tiene capacidad de revertir las políticas implantadas por el gobierno de George Bush, y de otros gobiernos que le precedieron, ni la posibilidad de cerrar esas cárceles que son una ofensa a la humanidad.

Los escenarios han cambiado en el continente. Los gobiernos latinoamericanos en la OEA asumen su responsabilidad de fortalecer los procesos democráticos. Es necesario respaldar a los mandatarios que han decidido acompañar a Zelaya a Honduras y reclamar sus derechos.

Las Naciones Unidas y la comunidad internacional han repudiado el golpe de Estado en Honduras y reclamado el regreso de Zelaya. Es necesario que las organizaciones sociales, sindicatos, iglesias, movimientos estudiantiles e intelectuales, medios de comunicación y redes sociales e informativas, se sumen solidariamente para impedir la instauración en Honduras o en cualquier otro país de dictaduras militares.

Lo que ocurre hoy en Honduras nos afecta a todos y todas. Es necesario redoblar los esfuerzo y reclamar a organismos financieros como el BM- FMI-el BID y la Unión Europea, bloquear toda ayuda a la dictadura hondureña, hasta la reposición en su cargo del presidente Zelaya.

Los golpistas deben ser llevados ante la justicia, tanto civiles como militares, empresarios y religiosos que son cómplices y han avalado el golpe militar

El presidente Obama tiene aún muchas asignaturas pendientes con los pueblos. Sabemos de las dificultades que tiene para lograr cambios en la política de los EE.UU. Si no los asume con coraje y decisión, terminará actuando como aquellos a quienes ha criticado y han llevado a la grave situación que hoy vive ese país, y al daño provocado a otros pueblos en el mundo. En la situación hondureña se pondrá en evidencia si está dispuesto defender la democracia y a asumir los cambios prometidos o si todo fueron palabras vacías de contenido.

La iglesia católica debe pronunciarse con claridad y no con actitudes de doble sentido, como lo expresado en nombre de la Conferencia Episcopal Hondureña, por el Obispo Auxiliar y vocero de Tegucigalpa Mons. Pineda, que recomienda que Zelaya no viaje a Honduras y las evasivas sobre lo que se debe hacer frente al golpe de Estado. El doble discurso y la falta de coraje esta presente en la jerarquía eclesiástica.

Jesús siempre tuvo posiciones claras y concretas frente a las injusticias. Los obispos debieran aprender del Maestro.

La tierra atormentada de Honduras reclama la solidaridad de los pueblos de América Latina y el mundo. Es necesario resistir en la esperanza.


Buenos Aires, 5 de julio del 2009


Adolfo Pérez Esquivel
(Buenos Aires, Argentina el 26 de noviembre de 1931)

Ha publicado los libros Caminando junto al pueblo (1995),
Una Gota de Tiempo, Crónica entre la Angustia y la Esperanza (1996),
en los que reflexiona acerca de la importancia de la memoria histórica
y relata su experiencia con la lucha no-violenta en América Latina.
Es autor, además, de numerosos artículos sobre la política internacional
actual, que se han traducido a idiomas como alemán, francés e inglés.
En todas sus obras, Pérez Esquivel, expone con gran maestría la situación
de dominación que sufre América Latina bajo el mando de la Globalización.
Así pues, denuncia y arte se entremezclan dejándonos visible el verdadero
panorama de los países menos "desarrollados".


Casado con Amanda Guerreño. Artista y pacifista argentino.
Se dedicó a la escultura,
actividad que complementó con la docencia en la Universidad de La Plata,
donde ejérció como profesor de arte. Tras haber recibido un amplio reconocimiento
merced a su actividad artística, a partir de 1971, tras una crisis espiritual, se
alineó junto con los seguidores de Gandhi y de la no violencia. Fundó en 1973
el periódico Paz y Justicia, que pronto se convirtió en adalid del movimiento
pacifista y de defensa de los derechos humanos en el área de influencia latinoamericana.
Perseguido por la dictadura argentina, en 1980 se le concedió el Premio Nobel de la Paz.
Años después fue designado miembro del comité ejecutivo de la asamblea permanente de
las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.
Adolfo Pérez Esquivel es un escultor, arquitecto y pacifista argentino.

En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la defensa de los Derechos
Humanos en Iberoamérica. Es uno de los más activos en las protestas contra el Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA).
Pérez Esquivel estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Nacional
de La Plata, donde fue formado como arquitecto y escultor. Más tarde, se convirtió en profesor
de arquitectura. Durante 25 años enseñó en escuelas primarias, secundarias y en la Universidad,
además de trabajar como escultor.

El Nobel tiene ascendencia gallega, ya su padre nació en Combarro, en la localidad pontevedresa
de Poio (España).

En los años 1960s, Pérez Esquivel empezó a trabajar con grupos latinoamericanos cristianos pacifistas.
En 1974 decidió renunciar a su trabajo docente y fue elegido coordinador general para una red de
comunidades latinoamericanas para promover la liberación de los pobres a través de la No-violencia.

Con el golpe de estado militar de Jorge Rafael Videla en Argentina en 1976 y con la represión posterior,
contribuyó a la formación y financiación de los enlaces entre organizaciones populares para defender los
Derechos Humanos y apoyar a los familiares de las víctimas de la Dictadura. El "Servicio de Paz y Justicia",
que él fundó, evolucionó en este contexto y sirvió como instrumento para la defensa de los derechos humanos
promocionando una campaña internacional para denunciar las atrocidades cometidas por el régimen militar.

En 1975, Pérez Esquivel fue detenido por la policía militar brasileña; fue encarcelado en 1976 en Ecuador junto
con obispos latinoamericanos y estadounidenses; y en 1977, en Buenos Aires, fue arrestado por la Policía Federal
Argentina, torturado y retenido sin juicio durante 14 meses. Mientras duró su encarcelamiento recibió, entre otras
distinciones, la Memoria de Paz del Papa Juan XXIII.

En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en defensa de los Derechos Humanos. Continuó su
trabajo viajando por la mayor parte de países de Iberoamérica, Estados Unidos y Europa, denunciando los graves
crímenes contra los derechos humanos en el continente americano. Fue recibido por parlamentarios de diversas
naciones europeas. Gracias a su iniciativa se iniciaron procesos penales contra la dictadura militar argentina en Italia,
España y Alemania.

Desde 2003, es presidente del Consejo honorario de la Fundación Latinoamericana del Servicio de Paz y Justicia y
de la Liga Internacional para los Derechos Humanos y la Liberación de los pueblos, con base en Milán, Italia, y
miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos. Es miembro del Comité de Honor de la Coordinación internacional
para el Decenio de la no-violencia y de la paz. Es también presidente honorífico de la Fundación Universitat Internacional
de la Pau de Sant Cugat del Vallés (Barcelona).

Desde el 2004 forma parte del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Nuremberg, que cada
dos años otorga un premio a organizaciones o personas que se destacan en la promoción y defensa de los derechos
humanos en el mundo, aun con el riesgo de su propia vida.

http://alainet.org/active/31464


5 Julio 2009

Hay honduras en la Crisis de Honduras

La intolerancia y la miseria institucional han llevado a Honduras para lo hondo de una crisis política de repercusiones internacionales y derivaciones económico-sociales
JUAN BOLÍVAR DÍAZ ( juanbolivardiaz@gmail.com)

Por más vueltas que se le dé no hay explicación política ni racional para que los poderes fácticos hondureños decidieran la chapucería del golpe de Estado del domingo 28 a sólo 5 meses de las elecciones presidenciales, sumiendo a Honduras en una crisis de graves repercusiones internacionales.

Como tampoco se puede entender con qué racionalidad se empeñaba el presidente Manuel Zelaya Rosado en realizar una consulta sin amparo constitucional que no contaba ni siquiera con un mínimo de apoyo en su propio partido pero sí con el rechazo del sistema judicial, el Congreso y las fuerzas políticas y sociales tradicionales.

Gran atraso y pobreza

Sólo el atraso político, la escasa cultura democrática y la miseria institucional de los principales actores y de la sociedad hondureña pueden explicar el intento del presidente Zelaya de realizar una consulta no prevista legalmente y sobre todo la chapucería del golpe de Estado militar-congresional que genera una crisis de gran magnitud.

Honduras aparece invariablemente entre los cuatro o cinco países más atrasados en términos económicos, políticos y sociales de los 35 que integran el sistema interamericano. Compite con Haití, Nicaragua y Bolivia en los informes sobre desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y en la generalidad de evaluaciones internacionales.

Con una población menor que la dominicana, estimada de 7.8 millones de 5habitantes, asentados en un territorio montañoso de más de 112 mil kilómetros cuadrados, más del doble que República Dominicana, es un país de escaso protagonismo internacional, ya sea en la política o la diplomacia, en la literatura, las artes o los deportes.

Los informes del PNUD y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe indican que casi dos tercios de los hondureños viven en niveles de pobreza, llegando al 85 por ciento en la zona rural que alberga el 53 por ciento de la población. Tiene una de las más altas tasas de crecimiento poblacional del continente. Su capital, Tegucigalpa, está virtualmente petrificada, hasta el punto que el impulso desarrollista se ha desplazado hacia San Pedro Sula que con un millón 600 mil habitantes la supera en 300 mil.

Como casi toda América Central y el Caribe, Honduras ha sido signada por la inestabilidad política y la debilidad de sus instituciones democráticas, aunque tenía 31 años de haber superado una cadena de golpes de Estado. El último había sido en 1978, cuando el general Policarpo Paz García depuso al coronel Juan Alberto Melgar Castro, quien había alcanzado el poder 3 años antes derribando al coronel Osvaldo López Arellano, que a su vez había encabezado el golpe de estado que el 3 de octubre de 1963 derribó el gobierno liberal y progresista de Ramón Villeda Morales.

Los sueños de Zelaya

Manuel Zelaya, 57 años, de una familia acomodada, ganó la presidencia en el 2005 postulado por el Partido Liberal, uno de los dos que se han disputado el gobierno hondureño por décadas. Inició su gestión en enero del 2006 con éxitos que determinaron un relativo crecimiento económico. A finales del 2007, atraído por los beneficios de Petrocaribe, cuando la carga del petróleo se hizo demasiado pesada, se acercó al eje que hegemoniza el presidente venezolano Hugo Chávez, se declaró de izquierda y prosocialista y amistó con Cuba, lo que lo distanciaría progresivamente de los poderes fácticos hondureños, representados por Fuerzas Armadas, Iglesias, terratenientes, empresarios.

Ese salto pareció una ruptura en una sociedad muy conservadora, donde el pragmatismo represivo apenas guardó las formalidades democráticas, aunque no se envolvió en la guerra civil que afectó a sus vecinos Nicaragua, El Salvador y Guatemala en las últimas cuatro décadas del siglo pasado. Con una base militar norteamericana, su territorio usado para el entrenamiento y la retaguardia de “los Contras” financiados por Estados Unidos para enfrentar al gobierno sandinista de Nicaragua.

En la medida en que se acercaban las elecciones presidenciales programadas para noviembre próximo, Zelaya fue corroído por el virus político del continuismo, pero tropezaba con un amarre constitucional desproporcionado que prohíbe la reelección, y no deja posibilidad a modificarla en ese sentido, llegando a sancionar a quien lo proponga. De ahí que se haya considerado inconstitucional el referendo convocado por el presidente Zelaya que no era todavía para modificar la constitución, sino para que el pueblo dijera si se podía realizar una consulta sobre ello, con una boleta adicional en la elección presidencial de noviembre.

Desde aquí no se entiende qué ganaba Zelaya, pues de ninguna forma se podría repostular en noviembre. Peor aún que insistiera en realizar la consulta del domingo 28 después de la prohibición de la misma por parte de la Corte Suprema, del Consejo Electoral y de la Asamblea Nacional, de los jefes militares e incluso con la hostilidad de su propio partido y de los poderes fácticos que lo acusaban de populista. Aparentemente un cierto respaldo popular le hizo perder las perspectivas y aferrarse al criterio de que en la democracia ninguna consulta al pueblo puede considerarse delictiva. Pudo basarse en la jurisprudencia colombiana donde la Suprema Corte autorizó una boleta adicional para una consulta que abrió las puertas a la elección de una asamblea constituyente en 1991.

Un peor absurdo

Si la persistencia presidencial en su consulta o “encuesta” como él le llamó, podría ser absurda y hasta ilegal, caía en el plano jurídico y podría ser dilucidado en una corte constitucional, en la Suprema Corte o en la Asamblea Nacional, escenarios en los que sus opositores tenían las de ganar. Eso procedería sobre todo en caso de que el mandatario consumara el acto inconstitucional intentando aplicar el resultado de una encuesta que no era realizada por el organismo electoral.

Pero el imprudente absurdo político presidencial fue respondido con un acto muchas veces peor, cuando se ordenó secuestrar al presidente Zelaya de su residencia, meterlo en un avión y deportarlo para Costa Rica, sin siquiera dejar que se cambiara la pijama de dormir. No sólo se violaron los derechos constitucionales del mandatario y se rompió con la fuerza militar el orden jurídico, sino que también se violaron los derechos de la población que lo eligió y se impuso una censura sobre los medios de comunicación, cortaron la energía eléctrica y los servicios de telecomunicaciones y se suspendieron derechos ciudadanos universales.

Eso y la posterior actuación del Congreso demostró que el golpe político-militar no estaba inspirado en la preservación del orden constitucional, sino en el deseo de salir precipitadamente y a cualquier costo de Zelaya. Hay quienes creen que allí confluyeron diversos intereses regionales que de esa forma querían golpear no solo al mandatario hondureño sino también a sus nuevos aliados, especialmente al presidente Chávez.

Todo fue tan absurdo e irreflexivo que el Congreso Nacional “aceptó la renuncia” del presidente Zelaya en base a una carta falsa leída en la sesión cuando ya hacía horas que el mandatario deportado denunciaba el golpe de estado desde Costa Rica. Designado sucesor, Roberto Micheletti llegó a decir que la actuación militar obedeció a una orden judicial, improvisando así un nuevo ordenamiento constitucional.

La Carta Democrática

Es obvio que en la crisis hondureña faltó capacidad para medir las consecuencias de los actos tanto en el presidente Zelaya como en los golpistas, sumiendo a esa nación pobre en una crisis política que puede conllevar también consecuencias sociales y económicas si no se rectifica atendiendo al contexto internacional.

Los golpistas para nada tuvieron en cuenta los compromisos contenidos en la Carta Democrática Interamericana que en su artículo 19 sanciona “la ruptura del orden democrático o una alteración del orden constitucional que afecte gravemente el orden democrático en un Estado Miembro”.

Para nada pensaron que el contexto internacional imponía sancionar un golpe de Estado, como lo hicieron de inmediato el Sistema de Integración Centroamericana, el Grupo de Río, la Organización de Estados Americanos, la Asamblea de las Naciones Unidas, la Unión Europea y todos los gobiernos e instituciones democráticas.

No será fácil que los golpistas cedan, ya que su actuación tiene una carga emocional, subjetiva e irracional significativa. Al fin de cuentas los poderes tradicionales apenas habían sido amagados por el gobierno. Puede esperarse que persistan en la vía ya anunciada por Micheletti: simplemente salir del lío adelantando las elecciones de noviembre. Pero en cuánto tiempo pueden precipitarlas, si sólo faltan poco más de 4 meses, el tiempo preciso para poder organizarlas en un país pobre y de instituciones débiles. Con el agravante de que la alternativa constitucional de sucesión quedó comprometida y quemada con el golpe.

En Honduras se han metido en honduras, porque tampoco será fácil para la OEA lavarse las manos, sobre todo teniendo a Chávez y su Alba a la ofensiva, y es obvio que Estados Unidos no quiere dejar ese espacio al beligerante y carismático gobernante venezolano.



Juan Bolívar Díaz Santana
Periodista.
Fue Secretario General del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales, durante varios
años hasta la formación del Colegio Dominicano de Periodistas, que no pudo llegar
a ser su presidente, y entonces formó junto a un grupo de profesionales de la comunicación
la Sociedad de Periodistas Profesionales, estuvo vinculado a la Federación Latinoamericana
de Periodistas (Felap) al llegar al poder
Salvador Jorge Blanco abandonó el gremialismo y es
nombrado durante el período 1982-86.
Embajador Dominicano en la República de Perú y Bolivia.
Fue director de los diarios El Sol y El Nuevo Diario. Es director de Servicios Informativos de Teleantillas, canal 2 y fundador
de Participación Ciudadana.

juan.diaz@codetel.net.do

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