miércoles, 27 de julio de 2011

Stanley Javier dice “acoso familiar” a prospectos de las GL ocasiona fracasos


Para el ex pelotero de Grandes Ligas y dirigente deportivo dominicano, Stanley Javier, uno de los principales motivos del fracaso de algunos prospectos de las “Mayores” es que son considerados por sus familiares como la “gallina de los huevos de oro”.

Javier indicó que la falta de educación y las malas inversiones de lo obtenido por los novatos y peloteros jóvenes son unos de los principales factores que impide que estos benjamines con perspectivas estelares, no logren posicionarse en la liga Norteamericana y sean despedidos por inconductas o bajo rendimiento de sus respectivas organizaciones beisbolistas.

El expelotero consideró que “una de las quejas que yo siempre he visto cuando en estos muchachos cuando van a llegar a Grandes Ligas es que la familia los engaña, les demanda mucho. Cuando yo era jugador de las Mayores veía que un jugador de eso su familia vivía con 15 mil pesos, pero después que los contratan ya los 15 mil no eran suficiente y necesitaban con 200 mil pesos. Y toda esa presión ayuda a que el muchacho no coja por el carril correcto”.

Entrevistado por los periodistas Onorio Montás, Susie Caraballo y Frank Núñez en el programa “Dejando Huellas”, que se difunde todas las tardes por las emisoras Dominicana FM y Radio Santo Domingo AM, el ex jardinero central dominicano que jugó en las Grandes Ligas de Béisbol durante 17 años.

Otra de las razones que llevan a la frustración a estos millonarios precoces es por la falta de valores sociales en sus entornos, como cuando “comienzan a andar con muchas mujeres, se compran una pistola, sacan una yipeta, andan con 15 amigos, hecho que los lleva a pensar que son unos caciques”, agregó Stanley Javier.

Sin embargo, Javier puntualizó que hoy en día existen una serie de organizaciones que se encargan de guiar a través de programas a estos muchachos, como el caso del Banco BHD que tiene un proyecto en el cual les enseña a estos jóvenes millonarios a invertir sus recursos.

El empresario y maestro de las nuevas generaciones del beisbol recalcó que esos son casos excepcionales, aunque se hayan ocasionado en los últimos años algunos casos de mala inconducta de parte de novatos y jóvenes prospectos, hecho que responsabilizó a los males sociales y actuaciones individuales que no refleja la realizada de los peloteros de la mejor liga de beisbol del mundo.

Asimismo, el expelotero informó que las organizaciones del Beisbol de las Mayores también están aportando en la educación y la formación de estos jóvenes a través de carreras técnicas, clases de inglés y de conocimientos generales.

Stanley Javier revela uso de anabólicos en el beisbol ocurre en las Ligas Menores

El ex pelotero de Grandes Ligas y dirigente de la Major League Baseball Players Association, Stanley Javier, reveló que diariamente suspenden jugadores de muchos países de las ligas menores por el uso de esteroides, hecho que ha despertado preocupación a lo interno de los equipos de beisbol de Norte América, debido a que se trata de la generación que relevará a los actuales jugadores del mejor beisbol del mundo.

Javier estimó que el uso de anabólicos en el caso del beisbol profesional se debe a múltiples factores, como por ejemplo el temor a fracasar como pelotero, el miedo a ser expulsado de sus equipos o el tratar de conseguir ventajas físicas en el juego mismo.

Indicó que el gran uso y abuso de estas sustancias prohibidas en el beisbol profesional de Estados Unidos ocurrió a finales de la década de los ochentas y en los noventas, debido a los exámenes de dopaje que se viene practicando Las Grandes Ligas desde hace algunos años.

El ex jardinero central dominicano que jugó en las Grandes Ligas de Béisbol durante 17 años hizo sus planteamientos en el programa Dejando Huellas, que produce Onorio Montás en Dominicana FM y Radio Santo Domingo AM en el horario de 4:00 a 6:00 de la tarde. Fue entrevistado por los periodistas Frank Núñez y Susie Caraballo.

El mayor problema que hay ahora mismo en la pelota son los muchachos jóvenes, que según reportes que recibe diariamente, suspenden hasta tres jugadores por día de ligas menores por uso de esteroides, aunque no aparezca en los medios de comunicación.

Javier puntualizó que el hecho de consumir esteroides no convierte a ningún pelotero en súper estrella, por “hay que darle a la bola”, aunque es una ayuda sobre todo si el jugador detenta buenas cualidades beisbolísticas.

Según el empresario deportivo de San Francisco de Macorís, el primer motivo que impulsa a los peloteros a usar esteroides es el mejoramiento del rendimiento físico. Otro de los factores que influye en el consumo de estos anabólicos es el ejemplo de grandes jugadores con cualidades físicas extraordinarias es un estímulo que mal influencia a los novatos y a quienes se encuentran en la etapa de crecimiento. Del mismo modo, Javier señaló que las lesiones conducen en algunos casos a que los peloteros ingieran sustancias prohibidas.

El ex jugador concluyó que la enorme presión que sienten los beisbolistas a lo interno y externo del terreno de juego y el temor al fracaso o a ser despedidos, sin la intención de querer justificar esta mala práctica según dijo, muchas veces podría empujar a estos profesionales del deporte al mal hábito de las drogas para mejorar el rendimiento.

Señaló que en los baños colectivos los más observadores y los veteranos se dan cuenta por muchas señales que producen estas sustancias encojimientos de los genitales, granulaciones en la piel, carácter introvertido.

Stanley Javier exhorta a integrarse al fomento de la industria maderera en el país


Santo Domingo.- Stanley Javier, expelotero de Grandes Ligas y empresario, exhortó a las distintas empresas e instituciones del país a que se involucren al proyecto del Fondo Nacional para el Medioambiente y Recursos Naturales (Fondo Marena), con el objetivo de fomentar y desarrollar programas que beneficien la preservación y el progreso sostenible con la naturaleza.

Javier explicó que esta es una legislación que favorece la inversión en el medioambiente, pero que no se circunscribe a la reforestación, sino que abarca la prevención de daños a los ecosistemas, la educación medioambiental y la investigación medioambiental.

En cuanto al marco legal de la producción maderera, Javier lamentó el hecho de que le país no cuente con una legislación que regule esta actividad comercial, que genera buenos índice de rentabilidad, lo que convierte atractivo este campo para la inversión tanto local como extranjera en el territorio nacional.

El caso de países centro y sudamericanos, en los cuales hay grandes empresas madereras, detentan buenos marcos normativos que garantizan el desarrollo sostenible, márgenes de ganancias y una mayor preservación y regeneración de la flora y fauna en los entornos a estas empresas arbóreas.

Dijo que es urgente que el congreso se avoque a dotar de un marco juridico la Ley de Fomento Forestal, pues es imposible lograr financiamientos a largo plazo para desarrollar grandes proyectos sin tener garantia de explotación de esas grandes inversiones que se requieren y que en muchos casos dependen de un permiso administrativo.

Ya se han integrado a este proyecto varias instituciones sin fines de lucro que trabajan en la protección y preservación de los espacios forestales del país, como son Ébano Verde y otras más que trabajan por la conservación de los ecosistemas.

El dirigente deportivo y empresario exitos es el director ejecutivo del Fondo Nacional para el Medio Ambiente y Recursos Naturales (Fondo MARENA) que dijo lo compone otros miembros del consejo de administración entre ellos recordó a Rolando Pérez, de la Secretaría de Estado de Hacienda; Ramón Chaede, de la Liga Municipal Dominicana; Luis Carvajal, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; Annete Tejada, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra; Patrick Raulín, del Consejo Nacional de la Empresa Privada; Eduardo Rodríguez, Sociedad Ecológica del Cibao; Yvonne Arias, del Grupo Jaragua; Kathia Mejía, de Sur Futuro; y Javier Santana, de EcoParque.

Entrevistado por los periodistas Onorio Montás, Susie Caraballo y Frank Núñez en el programa Dejando Huellas, que se difunde por las emisoras Dominicana FM y Radio Santo Domingo AM todas las tardes, el empresario, ex pelotero de Grandes Ligas y dirigente de la Major League Baseball Players Association, Stanley Javier, argumentó que el país ha sido afectado negativamente en cuanto a sus valores sociales y morales, que existe una indiferencia y hasta desprecio por la ecologia y el medioambiente.

Stanley clamó por que no veamos nuestra patria de manera egoísta, que pensemos en nuestros hijos y nietos que preservemos el medioambiente, que le inculquemos a las nuevas generaciones el valor de nuestra flora y faunas. Recordó que siempre recuerda a su abuelo, que era un campesino que apenas sabía leer y escribir pero siempre preocupado por darle una sólida educación a sus descendientes que solo se adquiere en las escuelas, que insistía que los valores se aprenden inicialmente en el hogar.

lunes, 25 de julio de 2011

Negros de mentira y blancos de verdad


Por Federico Henríquez Gratereaux


Haití es el otro lóbulo de nuestra historia. En los últimos 300 años todo lo que ha ocurrido en la parte oeste de nuestra isla ha repercutido sobre la vida de los dominicanos. No hay ninguna duda de que el problema de Haití ha sido –y es- el centro de la sociología política dominicana. Los historiadores y sociólogos haitianos no tienen ningún empacho en reconocer esta verdad incuestionable. Price-mars titula su famoso libro sobre la República Dominicana y la República de Haití: Diversos aspectos de un problema histórico, geográfico y etnológico.

A mi manera de ver, algunos de los artículos publicados con motivo de la reciente polémica sobre los haitianos indocumentados que viven en el territorio dominicano, han sido parciales o insuficientes. En primer lugar, no se trata de un problema racial; se trata de un problema cultural. En el Africa negra influida por los árabes es posible encontrar individuos –negros puros- que usan el albornoz, hablan la lengua árabe, son mahometanos, fuman el narguille. Su cultura es enteramente árabe aunque su piel sea completamente negra. No es lo mismo el negro biológico –piel, morfología, ángulo facial- que el negro biográfico –lengua, historia, costumbres-.

Las despoblaciones realizadas por el Gobernador español Osorio, en 1605 y 1606, dejaron la parte norte de nuestra isla a merced de los aventureros, filibusteros y bucaneros, que habitaban la Isla de la Tortuga. Los franceses normandos que poblaban esa isla (de la Tortuga) empezaron a trasladarse a la parte noroeste de La Española y formaron una colonia francesa.

En esa colonia se fomentaron plantaciones atendidas por mano de obra esclava. Estos esclavos procedían de diferentes lugares de Africa: bantúes, sudaneses, del Senegal, del Dahomey –y no hablaban una lengua común. Adoptaron como lengua franca el francés normando que hablaban los propietarios de las plantaciones-. Este francés normando es el origen del cróele haitiano que hoy se habla allí. Sobre este punto es interesante leer The Haitian People, del sociólogo norteamericano James Leyburn, quien da a conocer un trabajo filológico, publicado por Yale University Press, acerca de las particularidades lingüísticas del cróele.

En la Biblioteca Nacional (de Santo Domingo) se encuentran ejemplares de los libros de Jules Faine y Suzanne Silvain, quienes han hecho pormenorizado estudio de la gramática cróele, de su sintaxis y lexicografía. El cróele haitiano no es un patois del francés, o sea, una corrupción. Es una lengua en desarrollo, históricamente anterior al francés moderno, que ya tiene poemas, proverbios, gramática. Apunto todo esto para señalar que los haitianos constituyen un pueblo bilingüe. En la República Dominicana se habla una sola lengua: la lengua española. Y esta es la primera y básica diferencia entre el negro dominicano y el negro haitiano.

La esclavitud en las plantaciones de la colonia del oeste (hoy Haití) fue tan intensa que los esclavos apenas sobrepasaban siete u ocho años de vida útil. Esa espantosa explotación no permitía que vivieran muchos años. La consecuencia de esas muertes por agotamiento fue que los colonos franceses se vieran obligados a importar continuamente nuevos esclavos que sustituyeran a los caídos. De modo que siempre eran nuevos, pues esa explotación inmisericorde no permitía que nacieran en Haití, que se criaran criollos nacidos en la nueva tierra.

Cuando estalló la revolución haitiana (en 1793) la mayoría de los líderes que la dirigieron habían nacido en Africa. Ese es el caso de Biassou, Jean Francois, Dessalines. No es seguro que Bouckmann haya nacido en Jamaica, ni es seguro que Cristóbal naciera en Saint Kitts. Toussain fue el único líder de la revolución –el más viejo- que con toda seguridad sabemos nació en Haití. Si los esclavos morían rápidamente, y siempre eran importados nuevos esclavos de Africa, no es de extrañar que mantuviesen siempre una vinculación cultural con el Africa de origen.

En el Santo Domingo español hubo plantaciones en los primeros años de la colonia, pero el desarrollo económico posterior es de la ganadería. En lugar de plantaciones hubo hatos. Los esclavos dominicanos no estuvieron sometidos al duro trabajo de cuadrillas que se exige en las plantaciones. Es útil recordar que tanto Toussaint como Bouckmannn intentaron conseguir que en las plantaciones haitianas se suprimiera la pena de foete durante 3 días a la semana. Tres días sin foete se consideraba una importante conquista o mejora en las condiciones de trabajo.

En Santo Domingo los esclavos vivían ordeñando y arreando vacas; por eso no morían con la facilidad que morían los esclavos haitianos. Y por eso no había que importar nuevos esclavos “recién llegados” de Africa. De este modo entre los negros esclavos de Santo Domingo se fue atenuando la vinculación con Africa, y se operó un largo proceso de transculturación en sentido hispánico. Plantaciones y hatos es otra diferencia fundamental en el desarrollo social de los dos países. Lemonnier Delafosse, en Segunda Campaña de Santo Domingo, dice que los negros dominicanos de esa época exclamaban orgullosos “yo soy blanco de la tierra”, para indicar que habían nacido criollos y no en Africa, y creo que este aspecto es también básico para entender la diferencia cultural que separa a Haití de Santo Domingo.

Un poeta haitiano, León Laleau, escribió un poema que dice:

Ese corazón obsesionante que no corresponde a mi lengua o a mis costumbres, y sobre el que muerden, como un gancho, sentimientos prestados y costumbres de Europa... ¿sienten ustedes este sufrimiento y esta desesperación sin paralelo, de domeñar con palabras de Francia este corazón que me vino del Senegal?

Esta dualidad o conflicto cultural no existe en el negro dominicano que se siente instalado, de modo unívoco, en su lengua materna, que es la lengua española. El primer cultivador de la poesía negroide en Santo Domingo es Manuel del Cabral, un poeta vivo, esto es, reciente. Y no se trata de una poesía que provenga de una corriente social autónoma y nacional –como es el caso de Cuba- sino de influencias belgas, españolas y cubanas; quiero decir influencias extranjeras. La poesía negra dominicana está escrita por blancos, que en esos textos protestan por la infravaloración social de negro.

Santo Domingo no se independizó de España, como casi todas las naciones de América; se independizó de Haití. Y aquí hay otro aspecto importante de nuestra cultura no suficientemente subrayado. Las invasiones haitianas de 1801, 1805, 1822; después la dominación por 22 años; los muy impopulares impuestos establecidos por Boyer para pagar reparaciones a Francia y cobrables en Santo Domingo; luego diversas invasiones frustradas, fijaron el anti-haitianismo en la conciencia nacional dominicana.

El anti-haitianismo no es obra ideológica de los grupos superiores dominantes –como han dicho muchas personas-; es algo que penetró hasta en el folklore nacional. A comienzos de este siglo (siglo veinte) se asustaba a los niños diciéndoles: “Vete a acostar que ahí viene el haitiano”. Y el folklore, en resumidas cuentas, no es otra cosa que la cultura de los pobres. Los llamados “horrores de Dessaliness” están documentados nada menos que en el propio diario de campaña de Dessalinnes.

Toussaint no entendió nunca la razón por la cual los dominicanos negros no manifestaban tanto interés como los haitianos en la lucha por abolir la esclavitud. Tampoco lo entendió Dessalines. Price-Mars, el sociólogo y etnólogo, nos acusa de bobarismo, esto es, de creernos ser lo que no somos; unos negros que nos creemos blancos. Pensó el Dr. Price-Mars que se trataba de una manifestación hipócrita del pueblo dominicano. Es, en realidad, un problema de cultura. No somos blancos de verdad; somos negros de mentira; que son dos cosas de decir lo mismo: piel negra y lengua española. La autopercepción racial del dominicano –sea blanco, mulato o negro- lo revela poco menos que “desvinculado” culturalmente de Africa y atado a la cultura hispánica, todo ello sin sombra de hipocresía. Lo cual quiere decir que el pleito actual entre “africanistas” e “hispanistas” está mal planteado desde la raíz.

II

Durante gran parte del siglo pasado (siglo diecinueve) los dominicanos vivieron sobresaltados por el miedo a las invasiones haitianas. Este miedo era, al mismo tiempo, miedo militar, miedo económico y “miedo demográfico”. Haití poseía las armas de Leclerc, esto es, las armas de Napoleón, del imperio francés, las armas de la nación más poderosa de entonces. Es opinión aceptada que Haití era en aquella época la colonia más rica de Francia y tal vez del mundo. En 1790 Haití contaba con una población de 400.000 esclavos, 28,000 mulatos y 10,000 blancos (total: 438,000 personas). En cambio, Santo Domingo, según un censo realizado poco después de las emigraciones resultado del Tratado de Basilea de 1795, tenía una población de unas 73,000 almas. De este tratado, que nos cedió a Francia, dice Pedro Henríquez Ureña que fue recibido: “con dolor de los naturales y llanto de poetas”. Quiere decir que Haití tenía mayor población, reputación de mayor riqueza y mejores armas que los dominicanos. Ante un enemigo tan poderoso es explicable que se mantuviera vivo un anti-haitianismo militante entre los pobladores de la parte Este de la isla. Riqueza económica, poderío militar y población numerosa, causaban miedo a unos vecinos pobres y débiles.

Al ir desapareciendo esos tres factores de superioridad, es también explicable que haya menguado el anti-haitianismo y que haya sido substituido por una especie de dolorido idealismo pro-haitiano.

¿Por qué se empobreció Haití?

El Presidente Petión comenzó una reforma agraria la cual fue continuada por Boyer, su sucesor al frente del gobierno desde 1818. La plantación había sido considerada por Toussaint como la unidad económica de producción en Haití; pero a la vez las plantaciones fueron el símbolo de la esclavitud. Siguiendo las disposiciones de la reforma agraria de Petión se distribuyeron tierras entre la población campesina y se dividieron algunas grandes propiedades. Se pasó así del latifundio al minifundio. Los trabajadores que formaban parte de esa unidad coherente de producción que era la plantación, llegaron a ser cultivadores libres de conucos de subsistencia. Esto quiere decir que se arruinó la industria y Haití se convirtió en una nación de campesinos. Esa es una de las causas más importantes del empobrecimiento de nuestros antiguos ricos vecinos. Los comunistas haitianos de hoy llaman a este paso de su historia “el error revolucionario”.

La tasa de natalidad en Haití es una tasa elevadísima, la resultante final, que es la tasa de crecimiento de la población, ha sido más baja en Haití que en la República Dominicana. Aunque a finales del Siglo XVIII Haití tenía una población de casi medio millón de habitantes, y Santo Domingo no llegaba a los 100,000, al ser nuestra tasa de crecimiento más elevada, hemos casi alcanzado la población de Haití. A pesar de que el crecimiento poblacional es una progresión geométrica y de que Haití partió de una base mayor. Y ahí tenemos cómo ha desaparecido el “miedo demográfico” y el miedo económico. En cuanto a las armas de Napoleón, obtenidas tras la derrota de Leclerc –armas entonces poderosas-, el paso del tiempo las ha despojado de su importancia técnica y militar. Aquí está la fuente de nuestro cambio de actitud frente a los haitianos; en lugar de “los peligrosos haitianos” de ayer tenemos hoy a “los pobres e indefensos haitianos”.

Como es de todos sabido, a comienzos del siglo pasado (siglo diecinueve) –desde 1807- Haití tuvo dividido en dos estados independientes; una república en el Sur dirigida por Petión; y un reino en el norte, cuya capital fue el Cabo Haitiano de hoy, dirigida por Cristóbal, el célebre constructor de la Citadelle. A esa localidad se se llamó primero El Guarico, después Cabo Francés, más adelante Cabo Henry y, finalmente, Cabo Haitiano. Al matarse Cristóbal de un pistoletazo en el pecho, se aceleró la unificación de Haití en un solo Estado. Los soldados licenciados de Cristóbal también recibieron tierras en la continuación de la reforma agraria dirigida entonces por Boyer.

Todo esto ocurría en el año 1820, dos años antes de la invasión de Boyer a nuestro país. No debe olvidarse que en 1815, a la caída de Napoleón, se empezó a hablar en Francia de una posible restauración de los Borbones. En España los Borbones reinaban desde 1700, tras ascender al trono Felipe V. Los líderes haitianos temían que si se restauraba la monarquía en Francia, la presencia de España en la parte Este de la isla podría ser peligrosa, pues eso significaba que habría Borbones en París y Borbones en Madrid.

La independencia proclamada por Núñez de Cáceres en 1821 dio oportunidad a los haitianos de invadir la parte Este de la isla sin provocar a los gobiernos europeos. Y las nuevas tierras ocupadas ofrecieron la ocasión de ampliar una reforma agraria para beneficiar a miles de antiguos soldados del viejo régimen de Cristóbal.

Tal vez estos datos históricos no sean del todo inútiles para comprender el cambio de actitud mental de los historiadores contemporáneos con respecto a nuestros viejos historiadores tradicionales. Estos últimos eran todos anti-haitianos, puesto que recibían como herencia sentimental una larga historia de luchas contra los franceses: primero contra los “franceses blancos” , antes y después del Tratado de Aranjuez de 1777; y después contra los “franceses negros”, antes de ser liberados y también después de su revolución. Manuel Arturo Peña Batlle, nuestro gran historiador, nació en 1902.

La lengua es, entre todas las manifestaciones de la cultura de un pueblo, la más abarcadora y de más sutil influencia. El idioma es una psicología colectiva que “nos hace” por dentro; la lengua es la matriz fundamental de nuestra cosmovisión o manera de ver el mundo. Los modos económicos de producción y las guerras también dejan sus huellas como “formas de vida” o cicatrices existenciales.

Es claro que existen influencias africanas en nuestra cultura –en la música, en la comida, en la religión –pero todas ellas están incorporadas a un torso cultural básico que es hispánico.

Con seguridad los dominicanos no somos “blancos de verdad”, pero podríamos ser “negros de mentira”. Muchas naciones de América sienten su cultura “como problema”. En el Cuzco, algunos peruanos de hoy contemplan las construcciones incaicas como algo ajeno y miran las iglesias y los edificios de la municipalidad taimen como algo ajeno –nos dicen que fortalezas y calles incaicas fueron hechas por ellos-,; y miran las iglesias y los edificios de la municipalidad también como ajenos, construidos por ellos los españoles. Y esos peruanos no saben a que carta quedarse, a qué cultura adscribirse de todo corazón. ¿Hijos del imperio incaico o hijos de la colonización española? No aciertan encontrar su identidad antropológica.

El Santo Domingo español es plenamente una población de mulatos desde mediados del Siglo XVI; desde esa fecha la corona española tuvo que aceptar que los mulatos tuviesen cargos públicos. Eso contribuyó mucho entre nosotros a la atenuación de los prejuicios raciales. En Cuba, el gobiernos colonial español trazó una política racista que no pudo mantener en Santo Domingo. De todos los países birraciales de las Antillas, Santo Domingo es el que conserva menos prejuicios raciales. Jamaica, Martinica, Cuba, no pueden compararse con Santo Domingo. Haití, como es bien sabido, ha sufrido varias guerras raciales entre negros y mulatos.

Tiene razón Juan Bosch cuando dice que Santo Domingo nunca ha tenido una guerra social. Podemos añadir que tampoco nunca ha tenido una guerra racial. Los sociólogos e historiadores, desde luego, no nos explican por qué no han ocurrido ninguna de las dos cosas.

Sin embargo, estos asuntos culturales e históricos son tan sólo el marco dentro del cual podemos abordar los más peliagudos y recientes problemas económicos y políticos que existen entre la República Dominicana y la República de Haití.-

Santo Domingo, República Dominicana,
Octubre, 1994.



Periodista y ensayista dominicano.
Miembro de la Academia Dominicana de la Lengua y
Correspondiente de la Real Academia Española.
Premio Nacional de Ensayo.