sábado, 4 de julio de 2009

¿Gascue: Jardín Urbano o un Paupérrimo, Penoso y Bullicioso Barrio?

La Paradoja de Gascue

Omar Rancier*

La zona de Gascue ha sido estudiada en múltiples ocasiones por su valor ambiental y su desarrollo urbano que confiere a la zona una calidad de espacio caracterizada por la arborización pública y los grandes jardines de las casonas solariegas que habitaba una pujante burguesía comercial que , a finales del siglo XIX y a principios del XX, primero localizaron sus viviendas veraniegas en este sector y luego, producto de las seguidas asonadas militares, se aposentaron definitivamente en los grandes predios que una vez fueron propiedad de Don Francisco Gascue Oláiz, “Contador Real de Santo Domingo que fue hecho preso por falsificación de papeletas en 1784 y remitido a Caracas donde ya jamás se supo de él, dejándonos su apellido en uno de los barrios mas importantes para la creciente, estable y comprometida burguesía del siglo XX” ( Brea).

La forma urbana de este ensanche reproduce una retícula similar a la colonial pero con unas características muy diferentes a las que definen nuestra Ciudad Colonial, entre ellas y principalmente esos grandes jardines privados y la arborización de las calles que ya mencionamos; esto llevo a que se calificara en determinado momento a Gascue como “Jardín Urbano” ( Pérez Brown), característica que comparte con barriadas tales como Miramar en San Juan de Puerto Rico o El Vedado en La Habana, las tres con un legado de buenas muestras de arquitectura neo hispánicas y modernas; casas solariegas y conjuntos ambientales que confieren a estos barrios una valoración especial.

Justamente esa valoración, conjuntamente con su situación dentro de la ciudad, son los elementos que han desatado un boom inmobiliario desarrollista que está transformando la zona y mientras la ofertan como “ciudad jardín” o zona con unas especiales características ambientales, al mismo tiempo destruyen , con los proyectos que se realizan, esas características que ofertan.

Algunos despistados funcionarios municipales entienden que, dado la limitación de terrenos que se le confirió al nuevo Distrito Nacional, producto de la irracional atomización territorial a que se ha sometido la ciudad de Santo Domingo desde el 2000, el mismo debe densificarse permitiendo edificios en altura de una manera indiscriminada, sin entender que existen condiciones que deben evaluarse en términos de permitir o no mas densidad en una determinada zona. En otras palabras no todos los sectores pueden densificarse de igual forma, hay criterios que van desde los puramente técnicos como la capacidad de soporte del suelo, en términos estructurales y de servicios, la vialidad y las demandas energéticas, hasta los de valoración ambiental, arquitectónica e histórica, que determinan topes que deben ser respetados siempre que deseemos una ciudad organizada, espacialmente amable y social y económicamente sustentable.

Otros han tratado de manejar como conceptos antitéticos la densidad poblacional y la densidad constructiva, tratando de justificar a partir de esta contradicción, de por si inexistente, la mayor densificación, sin definir criterios de justificación y considerando la total isotropía social del Distrito Nacional, un territorio diversificado y fragmentado tanto en lo físico como en lo social.
Lo cierto es que todo suelo tiene límites para soportar determinadas acciones sobre el mismo, incluyendo la densificación urbana.
Algunos promotores enarbolan la bandera del progreso, que miden en números de pisos,un progreso que algunos llaman “desarrollismo” y cuya característica principal es que coloca las ganancias sobre cualquier otro criterio, incluyendo la equidad social y la preservación histórica, cultural y social , para justificar sus acciones y desmanes en Gascue (y en toda la ciudad) y proponen torres de hasta 20 niveles en zonas que hasta hace poco eran zonas de casa unifamiliar, en algunas ocasiones demoliendo, sin el menor escrúpulo, obras de gran valor arquitectónico, histórico y ambiental y que han sido clasificadas como “a preservar” en un inventario que se ha realizado para cualificar las propiedades de este agredido sector.
Sin embargo, el corrupto maridaje entre ediles y promotores inescrupulosos, han descalificado las propuestas consensuadas entre la Oficina de Planeamiento Urbano del ADN y la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental, para tratar de preservar esa calidad ambiental que ha definido a Gascue y que la andanada incontrolable y devoradora de los intereses más descastados está poniendo en peligro.
Estos promotores, defensores de su “derecho” a depredar la ciudad, verdaderos urbanofagos, son los autores de la paradoja de Gascue: ¿Como promocionar para la venta un sector de la ciudad a partir de unos valores que estamos desmontando?


*Omar Rancier
Arquitecto; Presidente del Comité Dominicano del ICOMOS,
Presidente del Grupo Nuevarquitectura y
Director Técnico del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos.

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