martes, 30 de junio de 2009

Los Chupamedias, Kerry Kennedy, Solaín Pié y los homosexuales y lesbianas del arcoiris…




Del marxismo a la ortodoxia cristiana

Hasta para chupar medias hay que tener talento. Quien se dedica a esta creciente y ya influyente actividad que permea en chorrera sobre todo en los medios radiales, tiene que cuidar con esmero algunos detalles. El chupa medias no es un sobreviviente, sino un catalizador de oportunidades mediante la lisonja oportuna en el tiempo y el espacio...

De tal manera que en su labor succionadora jamás avergüence al propietario del calcetín. Este personaje, abundante entre los hombres, pues en la mujer casi siempre deviene en sutil y efectivo acoso, se desdobla con marcada frecuencia para alcanzar su objetivo. Mas allá de la virtud camaleónica, pasa con la velocidad del sonido del marxismo a la ortodoxia cristiana.
De la solidaridad con las minorías, al desprecio por los homosexuales de la defensa a la soberanía, PATRIA O MUERTE, a la búsqueda y apoyo frenético de los defensores a ultranza de la ilegalidad migratoria haitiana donde quiera que estén. Y SI SON GRINGOS, CANADIENSES O FRANCESES, mucho mejor.

La comunidad de los chupa medias crece aceleradamente en el país. Como la verdolaga, los vemos y escuchamos a diario en radio y televisión. Con lenguas que alcanzan importantes espacios en la prensa escrita. Las chupan local e internacionalmente. Y la paga se hace constante y sonante. De ahí los SÚPER en gran cantidad. Ya sea ministros, síndicos, directores, ejecutivos bancarios y, sobre todo, PRESIDENTES, a quienes lamben hasta el ahogo, agentes de los clanes familiares de poder norteamericano muy presentes en estos días por aquí. Desde los Kennedy hasta los Clinton. Pero hay desbordes. Inaceptables en este mundo succionador de calcetín. Esos pierden de vista el talento.

Y se les va la lengua. En español, ingles o patuá, que no llega a creole…
Y lo peor es que ya tienen suficiente dinero para vivir cómodo por lo que le queda de vida, y se les olvida que ya tienen visa norteamericana por 10 años y piensan que pueden picotear una “visita” recomendada por una gringuita bostoniana…

jueves, 25 de junio de 2009

Recordando mis viejos Amigos...

Rememorando...(El Listín costaba 5 cheles)
Ayer me comentaba un gran amigo, lo conocí iniciándose en su profesión de comunicador social al inaugurarse el novedoso diario El Siglo, del cual yo fui editor, un editor muy particular pues comencé un año antes de ver la luz publica este innovador diario que revolucionó el diarismo dominicano con un extraordinario diseño y una excelente impresión en una moderna rotativa sueca Sorna de 16 cuerpos que nos permitía imprimir 4 colores en 48 paginas tamaño Standard, gracias a un distribuidor o torre que reenviaba las paginas del cuerpo #16 al #1 sin ningún inconveniente permitiendo color en el tiro y retiro de los pliegos, esta tecnología conmovió a los dueños de los periódicos existentes.

Este amigo que estaba encargado de dos páginas o secciones “Religión”, novedosa por su contenido y tratarse de un tema tabú que pocos redactores se atrevían y tenían la capacidad de tratar y trabajar sobre este tema tan atrevido y delicado que le había hasta costado el poder a un Juan Bosch al inicio de la apertura democrática luego de la caída de Rafael Leonidas Trujillo Molina, esta página sello la caída de Bienvenido Álvarez-Vega del periódico “El Siglo” en parte por el liderazgo y vinculación con la iglesia protestante o cristiana y que a pocos días de ver la luz este diario, se publicó una información que se hacía eco de la inconformidad de los parroquianos o feligreses de la parroquia Santísima Trinidad del S.J. Lautico García, que por primera vez un periódico se atrevía a darle cabida a una muestra de protesta de un sacerdote católico de la dimensión del jesuitas Lautico. Y por otro lado una dinámica pagina “La Capital”, que recogía los reclamos de la enorme ciudad de Santo Domingo de Guzmán que tenía cercano a los 300 kilómetros cuadrados, al fraccionarla el PRD nos dejó en menos de 90 kilómetros cuadrados.

En esa época y a instancia mia “echamos” un pleito con unos vivos que aprovechándose del descuido de las “autoridades edilicias” y que el recodo que unía la Ave. Luperón con la Ave. Las Palmas se había convertido en un basurero, extendieron su verja en un triangulo que de seguro era parte de la zona verde del distribuidor del “kilómetro 9” de la Duarte y lo usurpaban como solar o garaje de camiones y equipos pesados, al salir nosotros de El Siglo cerraron la calle y se cojieron o adueñaron del “solar” sin papeles algunos y después que averigüen y construyeron un enorme y moderno edificio, como han hecho en muchos casos militares, policías, políticos y nuevos ricos “enllavados” con las autoridades de paso.

Arrastraba la experiencia de haberme iniciado en noviembre de 1962 en lo sería la reaparición del Listín Diario el 1 de agosto de 1963, de la mano de don Rafael Herrera, don Moisés Pellerano L.P., fue una gran experiencia laborar con don Jaime Lockward, Armando Álmanzar, Pablo Rosa, Tafneli, Diodoro Danilo Vicioso, Ernesto Puello Bello, “Ban Ban” Langa Mota, Susana Morillo, Aleyda Fernández, Pedro René Contín Aybar, Giovanni Ferrúa, Carlos Esteban Deive, Humberto Soto Ricart, Pablo Golibart, Marcio Veloz Maggiolo, Silvio Herasme Peña, Virgilio Alcántara, Luis Reyes Acosta, Luis González Fabra, Alejandro Paniagua Ortíz, Santiago Estrella Véloz, Antonio García Valoy, Eduardo Lockard, Eladio Guzmán (Güico), Eladio Guzmán (Lalín), Ciriaco Landolfi, Juan José Ayuso, Ramón de Jesús Lora, Luis Ovidio Sigarán, Manuel Severino, Félix Acosta Núñez, Pedro Caba, Pedro Gil Iturbides, Manuel Zorribas (corrector de pruebas, un portugués que llegó al país a la Marina de Guerra para hacer unas maquetas de sus navíos para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre en 1954 y se aplatanó) y mi gran amigo don Agustín (José Agustín Concepción Susana) criticaba a don Rafael y a mi porque aparecía en las páginas del Listín mi nombre sin H en su columna "Gazapos".
(no puedo olvidar a los dos mensajeros internos Tornillo y Ramoncito, el que prestaba a rédito) de seguro que se me olvidan muchos de los compañeros de la redacción del Listín en la 19 de marzo de esa primera camada, después ingresaron el hoy director del Listín Diario Miguel A. Franjul Bucarelly, Milciades Ubiera (como corrector de página y llegó a Jefe de Redacción), Octavio Mata Vargas, Marino Mendoza, José Romero Rojas, Napoleón Alburquerque, Francisco Álvarez Castellanos, Napoleón Leroux, Julio Pimentel Baralt. Julián Cabrera, Guillermo Gómez, Santiago Gómez, Rafael Rodríguez Gómez, Renán Pujols, Guillermo Perallón, Fabián Cabrera, Hugo Izalguéz, Antonio García Valoy, Augusto Obando Ramírez, Miguel Guerrero, Don Francisco Comarazamy, Emely Tueni, Pedro Caro, Julio César Montolío.

Al iniciarse la Revuelta y luego la Guerra Patria de abril, comencé a trabajar en el periódico “Patria” con Ramón Alberto Ferreras Manuel (el chino ferreras, mi director en el periódico 1J4 en el que colaboraba en las páginas centrales más famosas “Conozca los Calié”), Alfredo Manzano, Alberto Malagón, José Israel Cuello y Manuel María Caminero (a) Yulin, al mismo tiempo laboraba en La Nación bajo la dirección del doctor Alfonso Ovalles Martínez (un acicalado abogado que al terminar la revolución nunca más volví a ver), junto a Virgilio Alcántara, Luis Ovidio Sigarán, Manuel Severino, Luis González Fabra y Tavito Amiama (no, Amiama Castro, que fuimos compañeros en la Dirección de Turismo) un experto fotograbador que había laborado en este diario de Trujillo desde su fundación, con el pude aprender un poco de fotograbado, que erróneamente las personas llamaban Cliché que era un proceso fotopolímero que se pasaba a cartón para la matriz de impresión, ademas apreciar el excelente y organizado archivo fotográfico que existía en este diario del cual Amiama era un celoso guardián, razón principal de su presencia.

Después me enteré que al asumir el poder Joaquín Balaguer al pasar todas sus maquinarias y activos de la Editora La Nación (que murió reclamando su propiedad el brillante periodista Julio César Martínez) a la Secretaria de Estado Educación, Bellas Artes y Cultos, Rafael Bonilla Aybar, Pedro Álvaro Bobadilla, Mario Bobea Billini, Robinson Ruiz López, Pedro Gil Iturbides, Santiago Rey Perna y José Enrique Piera Puig habían trasladado todos los valiosos archivos de la Editora La Nación, S. A., no se sabe donde.

Recuerdo una “peña” en la calle Félix María Ruiz en la casa del poeta Ramón Lacay Polanco o Néstor Caro junto a intelectuales de esa época en la que yo participaba regularmente, en plena campaña de Joaquín Balaguer laborando para la “Revista Visión” de Danilo Vicioso Contín, “canchanchan” y protegido del comodoro Francisco Javier Rivera Caminero, de ese grupo salió Néstor Caro, jefe de presa del Palacio Nacional (que era como se llamaba el Director de Información, Prensa y Publicidad de la Presidencia y ahora se llaman Voceros o Spiker –que se oye más bonito- de la Presidencia de la República, regularmente con el rango de Secretario de Estado sin Cartera, y que no sabemos si cobra su jugoso salario como Director General, como Secretario de Estado o por los dos cargos ) en el primer gobierno de Balaguer en 1966.

Había trabajado en la Revista ¡Ahora! y el Nacional de ¡Ahora!, con el doctor Molina Morillo, Orlando Martínez y Freddy Gatón Arce, luego formé parte del equipo fundador con Virgilio Alcántara del periódico Hoy en 1982.

lunes, 22 de junio de 2009

Opiniones de un acaudalado y joven heredero, tal vez de la más grande fortuna existente en nuestro país


Por: Onorio Montás

Escuchaba un comentario de un amigo sobre las opiniones de un acaudalado y joven heredero, tal vez de la más grande fortuna existente en nuestro país, desde luego cuando me dijo de quien se trataba le dije lo que le pasa a ese joven es que a lo mejor no ha leído dos pequeños libros editados por Miguel Cocco y José Israel Cuello “La Fortuna de Trujillo” de Juan Bosch en cuatro ediciones y “Relación: Bienes e Inversiones Publica” de Tirso E. Rivera J.

Muchos jovenes de estas nuevas generaciones empresariales dominicana, que se han formado en excelentes academias y universidades en el exterior del país en la mayoría de los casos, con muy raras excepciones no conocen la realidad de nuestra nación y mucho menos nuestra historia, que gotea sangre por doquiera.

Las reflexiones de un acaudalado y joven heredero, tal vez de la más grande fortuna existente en nuestro país, son sumamente importantes y demuestran una preocupación, pero resulta que muchos de los sabedores de la historia y particularmente la reciente, de nuestro país conocemos el resultado que hemos vivido los dominicanos con las alianzas con el empresariado dominicano y sus consecuencias contra el patrimonio nacional.

Algunos han tenido tiempo de adaptarse y conocer nuestro medio lo cual los hace sabedores de que tiene que haber un cambio de mentalidad, para preservar sus riquezas y grandes inversiones en el país. Ya no son los tiempos de sus ancestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos. Estos se han compenetrado con la historiografía y bibliografía nacional, y se han preocupado por estar al día en la ultimas corrientes económicas y sociopolíticas modernas, lo que le permite entender y actuar sin lacerar el interés nacional.

Teorizar, alertar, advertir o prevenir al comunicar públicamente esa inquietud, que el 49%-51% es importante aunque antes con la Shell teníamos el 50% compartiéndolo hace 36 años, aceptándole como socio todas las imposiciones a que se habían acostumbrados desde 1919 cuando vinieron al país casi junto con la primera intervención norteamericana. Aunque si en medio de la intervención.

Pero peor aun seria bueno que ese acaudalado y joven heredero, tal vez de la más grande fortuna existente en nuestro país, pensara el Estado Dominicano para no irnos muy lejos. El Consejo de Estado, dictó la ley 5924, el 26 de mayo de 1962 la ley de Confiscación General de Bienes (que se refería fundamentalmente a los bienes de la familia Trujillo, descendientes, herederos, relacionados y testaferros) conjuntamente con el Tribunal de Confiscaciones, y conjuntamente se creo la Secretaria de Estado de Administración, Control y Recuperación de Bienes del Estado, se le safó y burlo la ley Germán Emilio Ornes Coiscou, quien mantuvo una enemistad abierta y publica con el Prof. Juan Bosch, hasta el extremo de conspirar y lograr su derrocamiento en 1963, como parte de los grupos que habían sido favorecidos entregándole las empresas de Rafael Leonidas Trujillo que detentaban como muchos de los que aparecían en los papeles del inventario realizado a instancia de María Martínez de Trujillo al secretario personal del dictador lic. Tirso E. Rivera J., en junio de 1961. Pero todavía tenemos príncipes herederos de la “Fortuna de Trujillo”, una corta lista de los nombres ligados a los negocios del tirano.

Prestanombres y testaferros de los Trujillo en sus diferentes inversiones y propiedades Lic. José Manuel Machado G., Yamil Isaías, Lic. Tirso E. Rivera J., José María Bonetti Burgos, general Arturo Espaillat, Germán Emilio Ornes Coiscou, Elías Gadala María, Zaida Simó de MacLaughlin, Irene MacLaughlin de Lovatón, Dr. Ramón Lovatón Pittaluga, Andrés Alba Valera, Manuel Moya Alonzo, Miguel A. Santelises.

A la mano del profesor Juan Emilio Bosch y Gabiño para que le diera el uso que el considerara llegó el inventario apresurado que realizó el licenciado Tirso E. Rivera J., antes de asumir la Presidencia de la República como primer presidente elegido libremente por el voto popular, luego de la caída de Trujillo, el 27 de febrero de 1963, siete meses después cae derrocado por un golpe de estado orquestado por esos sectores que se sentían temerosos por una Reforma Agraria que le devolviera a la gran mayoría de los campesinos un pedazo de tierra para cultivarla, una pregonada educación Hostosiana que le permitiera a la juventud dominicana salir del atraso total que nos había llevado la dictadura de Trujillo con enormes limitaciones y atrasado sistema educativo, la aplicación real de la ley 5924, del 26 de mayo de 1962 sobre la Confiscación General de Bienes y otras medidas prometidas como justas aspiraciones de los dominicanos.

La iglesia Católica con sus Movimientos de Reafirmación Cristiana y los empresarios e industriales lidereados por Horacio Álvarez Saviñón y apoyados por los sectores que se habían adueñado de los Bienes de los Trujillo y que finalmente lograron legitimarlo en complicidad con los políticos y gobernantes hasta el día de hoy. A través de la Secretaria de Industria y Comercio, la Corporación de Fomento Industrial, la Azucarera Haina, la Corporación Azucarera Dominicana, el Consejo Estatal del Azúcar, la Corporación de Empresas Estatales y finalmente la Comisión de Reforma de la Empresa Pública (CREP) la que resolvió a su manera lo que quedó de las empresas del “jefe” como Molinos Dominicanos, la Sociedad Industrial Dominicana y otras, además de crear esos monstruos de la “privatización o capitalización” a la manera de Antonio Isa Conde y su grupo de las EGE y EDES. “Privatización o Capitalización” que con suerte hasta nuestros biznietos pagaran las consecuencias de estas figuras novedosas de la modernización del Estado Dominicano.

OM



PALABRAS DE INTRODUCCIÓN

El pequeño libro que lleva el título de La Fortuna de Trujillo tiene una historia que comenzó al iniciarse el año 1959, época en la que el autor estaba viviendo en Venezuela desde que tuvo que salir de Cuba en abril de 1958 a raíz de haber sido detenido por la policía en cumplimiento de órdenes del comandante Ventura que figuraba en la galería de los jefes policiales batistianos más conocidos por sus crímenes.

Al comenzar ese año 1959 los pueblos de lengua española del Caribe estaban conmovidos por la agitación política. En enero de 1958 había sido derrocada en Venezuela la dictadura de Pérez Jiménez y en diciembre se habían celebrado elecciones que ganó Acción Democrática, cuyo candidato presidencial fue Rómulo Betancourt. Ese sólo hecho bastaba para enardecer los ánimos de las grandes masas venezolanas, pero apenas veinticuatro días más tarde Fulgencio Batista huía de Cuba y el 8 de enero siguiente entraba en La Habana Fidel Castro seguido por un mar humano que lo aclamaba en Cuba y por el entusiasmo de los pueblos de la región, entre los cuales estaba en primer lugar el de Venezuela.

Sucedía, sin embargo, que ese estado de ánimo ebullente generalizado en la región del Caribe daba paso, al mismo tiempo, a una pregunta que no hallaba respuesta: ¿Por qué en medio del estado de agitación que se vivía en el Caribe la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo se mantenía como una montaña de horrores y de opresión totalmente inconmovible?

La inmutabilidad de la dictadura trujillista preocupaba de manera especial a los revolucionarios y a los intelectuales democráticos de Cuba y de Venezuela, donde los exiliados antitrujillistas habían mantenido una constante denuncia de los crímenes que se cometían en nuestro país, y esa preocupación explica el hecho de que las autoridades de la Universidad Central de Venezuela le pidieran al autor de este pequeño libro que organizara un acto dedicado a conmemorar el 27 de febrero de 1959 el 115 aniversario de la separación dominicana de Haití. El acto se llevaría a cabo en el Salón de Conciertos de la Universidad bajo los auspicios de la Dirección de Cultura del alto centro de estudios y se me pidió que tratara de explicar en él, en la medida de lo posible, la historia dominicana y las causas de la solidez y la dureza de la dictadura de Trujillo. Esas líneas generales que me fueron propuestas están expresadas en el título del libro que a base de lo dicho en la conferencia del 27 de febrero escribí unos meses después —fue terminado el 16 de agosto de 1959—. El título era Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo.

De esa obra se hicieron en Venezuela dos ediciones, una en 1959 y otra en 1961; la última empezó a circular apenas dos meses y medio antes de la muerte de Trujillo. Otra edición se hizo en Perú y dos se hicieron en la República Dominicana a raíz de mi vuelta al país tras casi veinticuatro años de exilio.
Es posible que el lector no sepa algo qüe he dicho numerosas veces; y es que antes de 1969 yo no conocía a Marx y Engels, de quienes había leído, hacía muchos años, el Manifiesto Comunista, y en el caso de Engels, Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Si no está enterado de eso que acabo de decir, el lector pensará que yo era marxista cuando escribí Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo porque de otra manera no se explicaría que dijera en ese libro cosas como éstas:
"La tiranía trujillista fue consecuencia de los males dominicanos. Pero la perpetuación y el monstruoso desarrollo de esa tiranía obedecen a dos razones determinantes: una, que la arritmia histórica de Santo Domingo mantuvo al país al margen de las corrientes capitalistas, lo que le ofreció a Trujillo la oportunidad de convertirse en el empresario de un desenvolvimiento industrial y financiero que ya no podía demorar más; otra, que el clima económico y político internacional creado por el estado de guerra que se adueñó del mundo a partir de la invasión de Etiopía en 1935 le permitió al dictador desenvolver al máximo sus empresas capitalistas bajo un sistema de terror político internacionalmente protegido".

A ese párrafo seguían otros, de los cuales el segundo decía así:
"Lo que le ha dado consistencia y perdurabilidad al trujillismo no es su carácter de tiranía militar y política, sino la transformación del país en una empresa capitalista despiadada, de la que sólo Rafael Leonidas Trujillo es propietario, y a la cual sirven de instrumentos incondicionales el gobierno civil y las fuerzas armadas".

Esa tesis está expuesta en varias descripciones, una de las cuales es ésta:
"El país se ha convertido en un cartel financiero, industrial y comercial con apariencia de Estado soberano. Si la República Dominicana cambiara su nombre por el de Empresas Trujillo, C. por A., estaría mejor definida y su situación política quedaría fuera de discusión. El gobierno existe sólo como órgano legal y público de la empresa, y el ejército es la fuerza armada que ejecuta las órdenes de la empresa, defiende sus instalaciones y garantiza sus beneficios. A pesar de que están exclusivamente a su servicio, no es la empresa sin embargo quien paga el gobierno y la fuerza armada, sino el pueblo; de manera que la empresa tiene a su disposición gratuitamente un gobierno —con congreso, poder judicial, diplomacia y administración pública— y un ejército de tierra, mar y aire".

El libro Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo se componía de quince capítulos, una sección titulada Conclusiones y otra con la lista de los negocios que tenía Trujillo en 1959. De todo ese material para La Fortuna de Trujillo se han reproducido los capítulos XI, XII, XIII, XIV y XV, las Conclusiones y la lista de los negocios del dictador, material que en Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo (tercera edición, hecha en Santo Domingo en la impresora Arte y Cine de Luis Miura Baralt) ocupaba ochenta y una paginas, a las que se agregan ahora siete artículos que con el título común de La Fortuna de Trujillo se publicaron en Vanguardia del Pueblo, ediciones correspondientes al número 81 del 4 de mayo de 1977 hasta el número 87, del 15 de junio de 1977.

Aunque esos artículos aparecieron en Vanguardia sin firma, su autor fui yo, pero no podía firmarlos porque en esos siete números aparecían otros artículos míos que estaban firmados y no es de buen gusto que en un número de un periódico aparezcan dos artículos de la misma persona, y peor habría sido que se publicaran dos en cada edición durante siete semanas.

Lo que se decía en los primeros diez capítulos de Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo era historia anterior al establecimiento de la dictadura trujillista; historia que debía ser novedosa para los lectores no dominicanos del libro, y para ellos se escribieron puesto que el libro no podía circular en el país; pero no tienen interés para los que leen obras históricas nacionales, y en cambio, sí debe tener interés para los dominicanos lo que dije fuera del país en los últimos años de mí exilio y sobre todo los datos que se dan en esta nueva versión de aquel libro escrito en 1959 de lo que era el inventario de los bienes de Trujillo a la altura de ese año.
Ese inventario demuestra que es absolutamente cierto lo que he dicho más de una vez, y más de una docena de veces: Que Trujillo fue el autor del impulso desarrollador del capitalismo dominicano en sus aspectos industrial y financiero pero al mismo tiempo fue el monopolizador de los beneficios económicos generados por ese desarrollo.
Espero que el lector de este pequeño libro acabe su lectura compartiendo esa opinión.
Santo Domingo, 31 de mayo de 1985.


LA FORTUNA DE TRUJILLO

Los bienes que figuran en el informe fueron confiscados a raíz de la
muerte de Rafael Leonidas
Trujillo, pero todos los que conocieron
las empresas
del dictador y viven todavía sostienen que algunas
propiedades escaparon a la confiscación.



¿Cuál era la fortuna de Rafael Leonidas Trujillo?
Según un informe detallado hecho por el jefe o encargado de la llamada Oficina Particular del Generalísimo, el licenciado Tirso E. Rivera J., al morir el 30 de mayo de 1961 Trujillo tenía en la República Dominicana bienes a su nombre por valor de 55 millones, 110 mil 728 pesos con 28 centavos; tenía además inversiones y acreencias (dinero que le debían) por 69 millones 342 mil 176 con 87, y a nombre de María Martínez, 24 millones 358 mil 124 con 60, lo que hacía un total de 148 millones 811 mil 29 con 75.

El Monto y los Detalles

¿Pero era ése el monto de toda la fortuna de Trujillo?
No. Además de esa suma (le faltaban 189 mil pesos para llegar a 149 millones) que tenía en el país, a nombre suyo o :e su señora María Martínez de Trujillo y de sus hijos Ramfis, Radhamés y Angelita, Trujillo tenía dinero depositado en un sanco suizo (o tal vez en más de uno) por una cantidad mayor que esa. En mi libro Composición Social Dominicana se cuenta que "El día 8 de junio de ese año (1954), mientras el dictador se hallaba en Madrid, su señora envió a Suiza, para ser depositada a su nombre, una cantidad de dólares que pasaba de los cien millones". El relato de ese episodio me fue hecho por un testigo presencial que merece fe . La cantidad de dólares enviada a Suiza llegó a 150 millones. De manera curiosa, en el estado de cuenta hecho por el licenciado Rivera no figura la finca Fundación, aunque figuran terrenos en varios lugares del país, unos a nombre del dictador y otros a nombre de su señora, así como acciones y bonos por valor de varios millones de pesos a nombre de sus hijos Ramfis, Angelita y Radhamés. A menudo se dijo que Trujillo tenía propiedades en Puerto Rico y en los Estados Unidos, pero de ser así, esas propiedades no figuran en el informe a que estamos refiriéndonos.

Ese informe fue hecho, al parecer, inmediatamente después de la muerte de Trujillo, pues está fechado así: "Al 5 de julio de 1961", a los 36 días del histórico 30 de mayo en que e dictador perdió la vida. A pesar de que el poderoso millonario, el hombre más rico en toda la historia de la República Dominicana, estaba muerto hacía mes y medio, el informe fue encuadernado con tapas rojas y con una leyenda encabezada por las cinco estrellas de su rango militar. La leyenda dice: "Bienes e inversiones del Generalísimo Dr. Rafael L Trujillo Molina", y debajo la fecha mencionada.

El informe está dividido en varias partes; la primera se titula "Bienes e Inversiones a nombre de Su Excelencia e Generalísimo Dr. Rafael L. Trujillo Molina" y ocupa 17 paginas. En la primera de las 17 figuran las acciones de varias empresas con un valor total de 41 millones 965 mil pesos; e-la segunda y la tercera figuran varios deudores de Trujillo. por un total de 8 millones 882 mil 223 pesos con 68 centavos; la parte final de la tercera está dedicada al yate que figura valorado en 2 millones 130 mil 695 pesos con 13 centavos, y la tercera comienza con solares en la capital de a República por 1 mil 988 pesos con 55 centavos, y como trata de dos solares con 398 metros cuadrados, se llega a conclusión de que su precio por metro cuadrado era cs alrededor de 5 pesos; después se detallan 36 solares de Cambita Garabito con 7 mil 708 metros cuadrados con un valor de 6 mil 60 pesos con 3 centavos (menos de un peso el metro cuadrado).

A partir de ahí vienen "Haciendas y Propiedades Rurales" que empiezan por la finca de La Victoria (55 mil 762 tareas con un valor de 918 mil 28 pesos con 37 centavos, lo que da un valor de 16 pesos la tarea). En la parte final de la página número 5 y en la 6 y la 7 figura la finca La Estrella, con 97 mil 943 tareas por un valor de 619 mil 865 pesos con 67 centavos (a alguito más de 6 con 30 la tarea). Las páginas 8 y 9 están dedicadas a la colonia Angelita, en Hato Nuevo: 12 mil 285 tareas con un valor total de 240 mil 334 pesos con 1 centavo (a algo menos de 20 pesos la tarea).

Otras Tierras y Acciones

Después aparecen detallados terrenos en San Cristóbal (544 tareas por 3 mil 166 pesos con 98 centavos); terrenos en La Vega: 55 mil 363 tareas de pinares en Constanza, con un valor de 82 mil 921 pesos con 31 centavos (a más o menos peso y medio la tarea); 1 mil 107 tareas de tierra en Santiago con un valor de 5 mil 946 pesos con 88 centavos (a menos de 5 pesos y medio la tarea); terrenos en Maimón, Bonao: 1 mil 855 tareas por un valor de 2 mil 775 pesos con 78 centavos (a peso y medio la tarea); terrenos en Sabana Grande de Cotuí, que estaban en trato de venta a la Secretaría de Agricultura: 10 mil 683 tareas con un valor de 21 mil 558 pesos con 41 centavos (a dos pesos y centavos la tarea); en Maimón y Hatillo de Maimón, reservados para las minas de hierro de Hatillo: 437 tareas con valor de 1 mil 311 pesos con 90 centavos (a 3 pesos la tarea); en Chacuey y Zambrano, que estaban también en tratos para ser vendidos a la Secretaría de Agricultura: 33 mil 362 tareas con un valor de 36 mil 119 pesos con 83 centavos (a alguito menos de un peso y 10 centavos la tarea); terrenos en Quita Sueño, que estaban también en venta a la Secretaría de Agricultura: 77 tareas valoradas en 232 pesos con 44 centavos (a 3 pesos la tarea, terrenos en Ciénaga Azul, que estaban también en trámite de venta a la Secretaría de Agricultura: 11 mil 352 tareas con un valor de 26 mil 538 pesos con 61 centavos (a 2 con 33 la tarea); terrenos en San Blas, pendientes de venta a la Secretaría de Agricultura: 25 mil 24 tareas valoradas en 57 mi 371 con 15, o sea, a menos de 2 con 30 la tarea; terrenos en Los Ranchos, El Plátano y Yuna Arriba, en trámite venta a la Secretaría de Agricultura: 15 mil 873 tareas valoradas en 46 mil 554 pesos con 65 centavos (a unos 3 pesos la tarea); terrenos en Rincón y Monte Bonito, pendientes de venta a la Secretaría de Agricultura: 24 mil 759 tareas con un valor de 53 mil 830 pesos con 72 centavos (a menos de 2 con 20 la tarea); y terrenos en Sabana Larga, también tratos para ser vendidos a la Secretaría de Agricultura 3 mil 119 tareas en 7 mil 233 con 29 (a unos 2 pesos con 15 centavos la tarea). En total, los terrenos que Trujillo ten a. en Cotuí, que con la excepción de las 437 tareas de Maimón y Hatillo iban a ser vendidos a la Secretaría de Agricultura nadie sabe en cuánto, valían 250 mil 751 pesos y sumaban unas 124 mil 405 tareas.
En la Oficina Particular había en caja 2 mil pesos y muebles por valor de 979 pesos con 44 centavos. El valor tofo que aparece en esa primera parte del informe es, como dijimos, de 55 millones, 110 mil 728 con 28 centavos; y en s página 16 aparece toda esa primera parte resumida así:
Acciones, 41 millones 965 mil; otros deudores, 8 mil; c.. nes 882 mil 223 pesos con 68 centavos; el yate Angelita 2 millones 130 mil 695 con 13; solares, 6 mil 60 pesos con 3 centavos; haciendas y propiedades rurales, 2 millones 121 mil 770, y oficina particular, 2 mil 979 con 44.

II

La segunda sección del informe que sobre los bienes de su padre le presentó a Ramfis Trujillo el licenciado Tirso E. Rivera J. lleva por título Otros Bienes e Inversiones, ocupa 26 páginas, de la 17 a la 43, ambas incluídas, y en el encabezamiento de la página 17 se especifica que el informe llega hasta el 5 de julio de 1961. En el resumen, que figura en la página 43, se detallan esos Otros Bienes e Inversiones de la siguiente manera:
Acciones, 30 millones 305 mil 230 pesos; bonos, 14 millones 83 mil; cédulas hipotecarias, un millón 785 mil; depósitos de ahorros a plazo fijo, 19 millones 101 mil 156 con 72 centavos; pólizas de seguros, 2 millones 100 mil pesos; deudores por ventas de activos (esto es, personas o firmas que le debían a Trujillo por compras que le habían hecho), 326 mil 291 con 12; otros deudores, 302 mil 702 con 77; mensuras en proceso, 111 mil 632 con 57; solares, 27 mil 244 con 95; y propiedades rurales, 1 millón 199 mil 913 con 74, según detalle que daremos más alante.

El total de esos Otros Bienes e Inversiones de Trujillo a la hora de su muerte era de 69 millones 342 mil 176 con 37, cantidad que sumada a los 55 millones 110 mil 728 con 28 centavos cuyo detalle dimos en la parte primera de esta información, arroja la impresionante cantidad de 124 millones, 452 mil 905 pesos con 15 centavos. Podernos asegurar que en toda la historia del país nadie soñó acercarse siquiera a ser dueño de una fortuna tan gigantesca, y eso, que e:, suma era sólo una parte del fabuloso tesoro de Rafael L. Trujillo.

Acciones

Veamos ahora la lista detallada de las acciones que tenia el dictador, y por esa lista el lector podrá darse cuenta de cuáles eran las firmas o empresas en las cuales tenía Trujillo dinero invertido, aunque hay que hacer la salvedad de que en esta lista parecen faltar algunas de las empresas. El lector deberá tomar nota de que muchas de las acciones estaba a nombre de los hijos de Trujillo, y otras que estaban a nombre de terceros se hallaban en poder de Ramfis.

Esta es la lista:
Dominican Republic Setlement Association, Inc., de New York: Una acción de mil pesos a nombre del general Dr. Rafael L. Trujillo hijo (estaba depositada en la llamada Oficina Particular del Generalísimo); Industria Lechera, C. por A., 300 acciones de 100 pesos cada una, todas a nombre Lic. Tirso E. Rivera (estaban en poder del general Dr. Rafael L. Trujillo hijo); Comisiones en General, C. por A., mil 890 acciones de 100 pesos cada una, de ellas 350 a nombre del general Dr. Rafael L. Trujillo hijo, 200 a nombre del señor Yamil Isaías, 49 a nombre del Lic. Tirso E. Rivera J. y 1 mil 291 al portador. (De esas acciones habían sido recibidas mil 200 endosadas al portador, que no habían sido pagadas y se le habían reintegrado a Trujillo por la vía de la Oficina Particular 60 mil pesos). Todas las acciones estaban depositadas el 5 de julio de 1961 en la Oficina Particular.

Flota Mercante Dominicana, C. por A. (En el informe figura la siguiente explicación: De las acciones del capital social de esta compañía hay un certificado por 35 acciones de RD$1,000.00 cada una, depositado en el Banco de Reservas de la República Dominicana, por tener varios propietarios y del cual corresponde a la Oficina Particular la cantidad de 10 mil 500 pesos).
Astilleros Dominicanos, C. por A.: 6 acciones de RD$1,000.00 cada una, expedidas al Portador. (Estas acciones están en poder del general Dr. Rafael L. Trujillo hijo); Minera y Beneficiadora, C. por A.: 53 mil 463 acciones de 10 pesos cada una, expedidas al Portador; 8 mil 500 acciones de 10 pesos cada una, expedidas al Portador, compradas a 25 pesos cada una. (Estas acciones están depositadas en la Oficina Particular).

Importadora y Distribuidora, C. por A.: 247 acciones de 100 pesos cada una, expedidas al Portador; 3 acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Lic. José Manuel Machado G. (Estas acciones están depositadas en la Oficina Particular).

Aquí viene una empresa que llama la atención, sobre todo si se toma en cuenta que durante los años del trujillato se hicieron perforaciones en busca de petróleo y según noticias que circularon en esa época algunos de los pozos, en la región del lago Enriquillo, dieron señales de que había petróleo. Se trata de la firma Petrolera Dominicana, C. por A., en la cual Trujillo tenía cien acciones expedidas al Portador. (También esas acciones estaban depositadas en la Oficina Particular y estaban valoradas en un millón de pesos).

Y más Acciones

De la Distribuidora del Cibao, C. por A., tenía Trujillo 190 acciones de 100 pesos cada una, todas expedidas al Portador (estaban en la Oficina Particular); de Molinos Dominicanos, C. por A., 2 mil acciones de 100 pesos cada una, todas a nombre de Angelita Trujillo de León, y 2 mil acciones de igual valor a nombre del capitán Leónidas Radhamés Trujillo M. (Hay una nota que dice: "Estas acciones fueron entregadas por Molinos Dominicanos, C. por A., a sus beneficiarios", lo que equivale a decir que se les entregaron a Angelita Trujillo y a Rhadamés Trujillo).

Compañía Dominicana de Aviación, C. por A.: 10 acciones de 100 pesos cada una, a nombre de la señora Zaida Simó de MacLaughlin; 10 acciones de 100 pesos cada una a nombre de la Señora Irene MacLaughlin de Lovatón; 1 mil 955 acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Dr. Ramón Lovatón Pittaluga; 1 mil 230 acciones de 100 pesos cada una, a nombre del señor Charles A. MacLaughlin; 8: acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Dr. Luis Rafael Trujillo Molina; 10 acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Dr. Luis Ruiz Trujillo; 5 acciones de 100 pesca cada una, a nombre del Dr. Luis Ruiz Trujillo; 5 acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Lic. Juan Arce Medina 5 mil acciones de 100 pesos cada una, a nombre del Lic. Tirso E. Rivera J. Y la anotación siguiente: "Estas acciones están en manos del general Dr. Trujillo hijo". Obsérvese que el total de las acciones de la Compañía Dominicana de Aviación, C. por A., llegaba a 830 mil pesos.

Le sigue la Constructora Domínico-Canadiense, C. por A., con 1 mil 250 acciones de 100 pesos cada una, a nombra del Lic. Tirso E. Rivera J., con la nota de que esas acciones estaban depositadas en la Oficina Particular; y detrás figura la Explotación Minera de Cotuí, C. por A., con 50 mil pesca destinados a acciones que según una nota al pie "A la fecha no han sido expedidas las acciones".

Una empresa muy conocida, la Industrial Domínico Suiza, C. por A., figura en la lista con 1 mil acciones de 100 pesos cada una a nombre de Angelita Trujillo de León y 1 mil acciones de 100 pesos cada una, a nombre del capitán Leonidas Radhamés Trujillo M., y la nota siguiente: "Estas acciones están en poder de sus beneficiarios", lo que significa que las tenían los mencionados hijos del dictador.

Papel, Azúcar y Chocolate

Otra empresa muy conocida era la Industria Nacional del Papel, C. por A. de la cual Trujillo tenía acciones, 200 de 500 pesos cada una, libradas al Portador, y 100 de 500 pesos cada una, a nombre del capitán Leonidas Radhamés Trujillo M. Esas acciones, según dice el informe, le fueron entregadas al general Dr. Trujillo hijo

Después de la Industria Nacional del Papel le toca su turno en el informe a la más grande de las empresas que figuran en esta lista, la Azucarera Haina, C. por A., en la cual Trujillo tenía acciones por un total de 23 millones 829 mil pesos, distribuídas así:
7 mil 221 acciones de mil pesos cada una, a nombre del general Dr. Rafael L. Trujillo hijo; 7 mil 221 acciones de mil pesos cada una, a nombre de la señora Angelita Trujillo de León (lote igual al de Ramfis); 7 mil 221 acciones de mil pesos cada una, a nombre del capitán Leonidas Radhamés Trujillo Martínez (lote igual al de Ramfis y al de Angelita, con un valor individual para cada uno de 7 millones 221 mil pesos, o lo que es igual: 21 millones 663 mil pesos para los tres); 722 acciones de mil pesos cada una, a nombre del señor Francisco Martínez Alba (Paquito, hermano de la señora de Trujillo. Nótese que le tocaba el 10 por ciento de la cantidad que le fue adjudicada a cada hijo del dictador); 722 acciones de mil pesos cada una, a nombre del coronel Luis José León Estévez (esposo de Angelita, a quien le correspondió igual lote que al cuñado Paquito Martínez Alba, equivalente en pesos a 722 mil para cada uno); 722 acciones de mil pesos cada una, a nombre del señor Andrés Alba Valera.

Debajo de esos datos aparece la consabida nota de "Estas acciones están en poder del general Dr. Trujillo hijo"; e inmediatamente después figura la Azucarera del Norte, C. por A., en la cual Trujillo tenía acciones por valor de 1 millón 972 mil 700 pesos, en 19 mil 727 acciones de 100 pesos cada una, que estaban a nombre del Lic. Tirso E. Rivera J., y que según nota al pie se hallaban en poder de Ramfis.

De inmediato aparece en la lista la Chocolatera Industrial, C. por A., que había sido establecida en Puerto Plata, de la cual Trujillo tenía 10 mil acciones de 100 pesos cada una (1 millón de pesos en acciones), a nombre de su hijo Radhamés. (Esas acciones, de acuerdo con una nota al pie, estaban en manos de Ramfis).

Había acciones de dos empresas más, en cantidades pequeñas. Por ejemplo, de Laboratorio Químico Dominicano, C. por A., figuran en el informe 19 acciones de 100 pesos cada una, expedidas al Portador (también esas acciones estaban en poder de Ramfis); y había 115 acciones de 100 pesos cada una, libradas al Portador, que correspondían a la firma Luis E. Elmúdesi & Co., C. por A.

Como dijimos al comenzar esta segunda parte del informe, las acciones que figuran en esta lista alcanzaban, en pesos dominicanos (equivalentes a dólares), a 30 millones 305 mil 230. Distribuida a razón de mil pesos por familias esa cantidad de dinero hubiera alcanzado para 30 mil 522 familias, o lo que es igual, para 152 mil 615 personas s calculamos 5 personas por familia.

Cerca del 25 por ciento (la cuarta parte) de la fortuna que Rafael L. Trujillo tenía en la República Dominicana estaba representada por bonos, cédulas hipotecarias, depósitos de ahorros a plazo fijo y pólizas de seguros. Ese 25 por ciento equivalía a 37 millones 203 mil pesos, y la cantidad que figura en el informe del Lic. Tirso E. Rivera J. como total de bonos, cédulas hipotecarias, depósitos de ahorros a plazo fijo y pólizas de seguro alcanza a 37 millones 72 mil 156 pesos con 72 centavos.

En el informe del Lic. Rivera J. no se da cuenta del dinero en efectivo que Rafael L. Trujillo tenía, o debió tener en su casa, pero se cree, y no sin razón, que debió ser una cantidad importante. Los que conocían los hábitos de vida del dictador refieren que adonde quiera que iba, Trujillo llevaba con él un maletín de cuero dentro del cual había siempre una suma en dólares, en billetes de 1,000 y de 500, que no bajaba de 300 mil. Se cuenta que Trujillo dijo algunas veces a amigos íntimos que ese dinero podría servirle para solucionar cualquier problema difícil que se le presentara. Sin embargo, hasta el momento no se ha dado prueba alguna de que eso que se ha dicho fuera verdad ni se ha producido siquiera una declaración de alguien de los que vivieron cerca de Trujillo que le dé carácter de auténtica a esa noticia.

Pero debemos decir que la posesión de bonos, cédulas hipotecarias y depósitos de ahorros a plazo fijo, y hasta cierto punto también la de pólizas de seguros, equivale a la posesión de dinero en efectivo, porque se trata de documentos que representan dinero, no propiedades. Convertir una propiedad en dinero puede ser difícil en un momento dado y nunca puede hacerse con rapidez, pero no pasa lo mismo con esos documentos. En el caso de las pólizas de seguros, no pueden ser convertidas en dinero inmediatamente, pueden usarse como garantías de préstamos bancarios.

Habiendo hecho esa aclaración, los lectores de VANGUARDIA del Pueblo comprenderán que la posesión de documentos de ese tipo por valor de más de 37 millones de pesos convertían a Trujillo en el hombre más poderoso, en e; orden económico, de la República Dominicana en toda su historia, pero también en el más poderoso de muchos países, puesto que ni siquiera los bancos comerciales muy fuertes pueden disponer en un momento dado de tanto dinero.

Solamente en bonos, la cantidad que figura en el informe de Rivera J. es 14 millones 83 mil pesos; en cédulas hipotecarias, un millón 785 mil; en depósitos de ahorros a plazo fijo, 19 millones 101 mil 156 pesos con 72 centavos; en pólizas de seguros, 2 millones 100 mil pesos.

Por último, debemos aclarar que tanto los bonos como las cédulas hipotecarias como los depósitos de ahorros a plazo fijo pagan intereses anuales, y que las pólizas de seguro dan beneficios que a veces son muy altos, de manera que e monto de los más de 37 millones de pesos invertidos en eso.: valores se veía aumentado cada año por ei monto de esos intereses.

Los Bonos

El dinero; que invirtió Rafael L. Trujillo en bonos no fue a dar a manos de ninguna empresa extranjera, puesto que todos los que compró eran dominicanos y de manera directa o indirecta estaban garantizados por el Estado dominicano.

Así, por ejemplo, había 5 millones 600 mil pesos de bonos del Banco de Crédito Agrícola e Industrial, de ellos 6 de 500 pesos cada uno, 3 de 200 pesos cada uno y 20 de 100 pesos, y según una nota al pie, esos bonos vencían el 23 de octubre de 1976 y tenían intereses de 5 por ciento anual, pagaderos los días 23 de abril y 23 de octubre de cada año. La nota terminaba diciendo: "Están en poder del general Dr. Trujillo hijo."

Había 3 millones 396 mil pesos en bonos del Consejo Administrativo del Distrito Nacional, de los cuales mil 132 de mil pesos cada uno (con un total de un millón 132 mil pesos) estaban a nombre de Ramfis; una cantidad igual estaba a nombre de Angelita y otra similar estaba a nombre de Radhamés; y al pie del informe, el Lic. Rivera J. escribió: "Estos bonos vencen el 31 de diciembre de 1982; son redimibles por sorteos semestrales los días 30 de junio y 31 de diciembre de cada año y tienen intereses del 4 por ciento anual, pagaderos los días 30 de junio y 31 de diciembre de cada año. Los del general Trujillo hijo están depositados en custodia en The Bank of Nova Scotia y los restantes (esto es, los de Angelita y Radhamés) en The Royal Bank of Canada. Los recibos suscritos por dichos bancos están en poder de sus respectivos dueños."
A la lista de los bonos del Banco Agrícola e Industrial seguían los de la Corporación Dominicana de Electricidad, que sumaban en pesos 5 millones 87 mil, distribuídos también entre Ramfis, Angelita y Radhamés, de los cuales Ramfis era el que tenía menos, aunque en una suma relativamente pequeña (mil pesos menos que sus hermanos).
Los bonos de Ramfis eran 395 de mil pesos cada uno y 26 de 50 mil pesos cada uno, los dos tipos de la serie de 1985; en total, Ramfis tenía bonos de la CDE por valor de un millón 695 mil pesos, y sobre ellos decía el Lic. Rivera J. lo siguiente: "Estas bonos vencen el 1ro. de noviembre de 1985; son redimibles por sorteos anuales los días 1ro. de noviembre de cada año y tienen intereses del 6 por ciento anual pagaderos los días lro. de mayo y de noviembre de cada año. Están depositados en custodia en The Bank of Nova Scotia y el recibo suscrito por dicho banco está en poder de su dueño."

Los bonos de Angelita totalizaban un millón 696 mi pesos y eran 396 de la serie de 1985 por mil pesos cada uno y 26 de la misma serie de 50 mil pesos cada uno; al pie de su descripción aparece una nota exactamente igual a la que figura al pie de la de los bonos de Ramfis.
Los bonos de Radhamés eran 406 de la serie de 198E de mil pesos cada uno, 4 de 50 mil pesos de la misma serie 29 de la serie 1987 de 10 mil pesos cada uno y 16 de la serie de 1987 de 50 mil pesos cada uno. Esos bonos daban un total de pesos dominicanos igual al total de los de Angelito esto es, un millón 696 mil pesos, y al pie del dato había una nota en la que se decía que estaban depositados en The Royal Bank of Canada y que el recibo estaba suscrito por dicho banco y se hallaba en poder de su dueño, es decir, de Radhamés; y otra nota que explicaba que "los bonos Serie 1987 vencen el 1ro. de julio de 1987; son redimibles por sorteos anuales los días de julio de cada año y tienen intereses del 6 por ciento anual pagaderos los días 1ro. de enero y 1ro. de julio de cada año".

Para que el lector tenga una idea de lo que significaba un interés del 6 por ciento pagadero en 1985 o en 1987, debemos decir que el valor de los bonos que pagan el 6 por ciento anual se dobla cada 12 años, de manera que los bonos de
Corporación Dominicana de Electricidad estaban calculados para pagar a su vencimiento más de 6 millones por encima de los 5 millones 87 mil que representaban.

Cédulas Hipotecarias

En cédulas hipotecarias, Trujillo había distribuído entre sus hijos sumas iguales aunque las cédulas no lo eran. Lo eran en el hecho de que todas correspondían a una misma institución de crédito, que era el Banco Agrícola e Industrial, el cual además de garantizar sus cédulas hipotecarias con sus propios fondos y con las hipotecas que hacía sobre las propiedades agrícolas, urbanas e industriales que hipotecaba a cambio del dinero que prestaba, estaba a su vez garantizado por el Estado dominicano, porque se trataba de un banco oficial; pero había cédulas hipotecarias de mil pesos cada una correspondientes a la Serie II y las había de mil pesos correspondientes a la Serie III y las había de la misma cantidad de pesos y de la misma Serie III pero con fechas diferentes de vencimiento.
De esos valores le tocaban a Ramfis 595 mil pesos en 595 cédulas de mil pesos cada una, Serie III, vencederas el 1ro. de agosto de 1968, con cupones de intereses anexos al 5 por ciento anual, pagaderos los días 1ro. de febrero y 1ro. de agosto de cada año, y estaban depositadas en The Bank of Nova Scotia a nombre de su dueño.

A Angelita le correspondían otras 595 cédulas de la misma cantidad de pesos, todas de la Serie III, vencederas en las mismas fechas que las de Ramfis, con igual por ciento de interés anual pagadero en las mismas fechas, y estaban depositadas en The Royal Bank of Canada, que le había extendido a Angelita un recibo por ellas.

A Radhamés le tocaban 85 cédulas de la Serie III de mil pesos cada una, vencedero al 1 ro. de agosto de 1968 con intereses de 5 por ciento pagaderos también los días lro. de febrero y 1ro. de agosto de cada año; pero además había a su nombre 350 cédulas de la Serie II de mil pesos cada una, que vencían el 1ro. de marzo de 1968 y que tenían anexos cupones de interes al 5 por ciento anual, pagaderos los días 1ro. de marzo y 1ro. de septiembre de cada año; y por último había 160 cédulas de la Serie III, de mil pesos cada una, que vencían el 15 de octubre de 1969 con cupones anexos de interés al 5 por ciento anual, pagaderos los d ías 15 de abri, y 15 de octubre de cada año. En total, Radhamés era dueño de cédulas hipotecarias del Banco de Crédito Agrícola e Industrial por valor de 595 mil pesos, la misma suma que tenían sus hermanos Angelita y Ramfis. Esas cédulas de Radhamés quedaron depositadas en The Royal Bank of Canada a cambio de un recibo suscrito por el banco, y según informa el Lic. Tirso Rivera J., ese recibo estaba el 5 de julio de 1961 en manos de Radhamés.

En el próximo capítulo vamos a ver algunos datos que llaman la atención. Por ejemplo, en depósitos de ahorros a plazo fijo Trujillo tenía, como dijimos, más de 19 millones de pesos (que en esa época, repetimos, eran iguales a dólares), y todos vencían entre agosto, septiembre, octubre, noviembre del año 1961, y como el último certificado (de más de un millón de pesos) venció el 8 de noviembre, once días antes de la salida de Ramfis del país, debemos presurnque el hijo mayor del dictador tuvo tiempo de llevarse más de 19 millones depositados como ahorros a plazo que figuran en el informe del Lic. Rivera J.

IV

Tenemos razones para creer que al salir del país el 19 de noviembre de 1961 Ramfis se llevó los 19 millones 101 mil 156 pesos que su padre tenía depositados en The Royal Bank of Canada, el Banco de Reservas de la República Dominicana y The Bank of Nova Scotia a título de ahorros a plazo fijo; pero además de esa suma debe haberse llevado también los intereses correspondientes, y si se llevó todo ese dineral se lo llevó naturalmente en dólares, porque en esa época los pesos dominicanos valían tanto como los dólares norteamericanos. Ahora bien, con 19 millones de dólares de 1961 se compraban bienes que hoy no pueden comprarse con menos de 50 millones, de manera que en valores de hoy, los depósitos de ahorros a plazo fijo que tenía Rafael L. Trujillo cuando murió significaban por lo menos 50 millones.

De esos depósitos de ahorros a plazo fijo, que como explicamos en el capítulo anterior equivalian a tener en la mano dinero en efectivo, la mayor parte, más de 14 millones, estaban a nombre de Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, y la menor, más de 5 millones, a nombre de María Martínez de Trujillo y de Radhamés; es decir, que podía cobrarlos cualquiera de los dos.
¿Indica ese detalle una preferencia de parte de Trujillo por su hijo Radhamés en perjuicio de Ramfis?

Vean ustedes el detalle de esos depósitos de ahorros a plazo fijo:
En The Royal Bank of Canada había un certificado (en libreta) a favor de Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 20 de octubre de 1961 e intereses del 3 por ciento anual por valor de 2 millones 41 mil 759 pesos con 39 centavos.

En el Banco de Reservas de la República Dominicana estaba el Certificado No. 7, a favor de Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 26 de agosto de 1961 e intereses al 4 por ciento anual por valor de 4 millones; estaba además el Certificado No. 9, a favor de Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 31 de agosto de 1961 e intereses del 4 por ciento anual, por valor de 2 millones; y estaba el Certificado No. 10, a favor de Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 10 de septiembre de 1961 e intereses del 4 por ciento anual por valor de 6 millones.

Los depósitos de ahorros a plazo fijo colocados en los tres bancos comerciales del país a nombre de Radhamés sumaban, como se ve, 14 millones 41 mil 759 pesos con 36 centavos.
Ahora detallaremos los que estaban a nombre conjunto de Radhamés y de su madre, la señora María Martínez Trujillo. Esos sumaban 5 millones 59 mil 397 pesos con centavos; estaban depositados en The Bank of Nova Scotia eran los siguientes:

Depósitos y Pólizas

Certificado No. 10357 (depósito en dólares), a favor de la señora María Martínez y/o Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 16 de septiembre de 1961 E intereses del 3 y medio anual, de un millón 41 mil 421 con 34 centavos;
Certificado No, 10372 (depósito en dólares), a favor de la señora María Martínez de Trujillo y/o Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 23 de octubre de 1961 e intereses del 3 y cinco octavos por ciento anual, de 3 millones;
Certificado No. 10380 (depósito en dólares), a favor de la señora María Martínez de Trujillo y/o Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, con vencimiento al 8 de noviembre de 1961, e intereses del 3 y cinco octavos por ciento anual, por un valor de un millón 17 mil 976 con 2 centavos.

Los certificados sumaban 5 millones 59 mil 397 con 36 centavos, y debemos recordar que eran de depósitos en dólares. Como un detalle curioso, el Lic. Rivera J. escribió debajo de su descripción las siguientes palabras: "Estos Certificados están en poder de Su Excelencia".

¿A quién aludía Rivera al decir Su Excelencia?. ¿Sería a la señora de Trujillo?. Siempre que escribió su nombre en el informe que estamos publicando, Rivera J. lo hacía anteponiéndole el título de "La Excelentísima señora doña". Pero si se hallaban en manos de la señora del dictador, esos Certificados estaban en Madrid, que era donde se encontraba la viuda el 5 de julio de 1961, fecha del informe del Lic. Tirso E. Rivera, y si estaban en Madrid para esa fecha debieron ser traídos al país después porque para ser cobrados antes de la salida de Ramfís del país era obligatorio presentarlos en los bancos en que se hallaban depositadas las sumas que les correspondian.

En pólizas de seguros, Rafael L. Trujillo tenía 2 millones 100 mil pesos, de las cuales había cuatro que sumaban 2 millones, y llama la atención el hecho de que esas cuatro pólizas tuvieran señalada como fecha de partida para pagar las mensualidades que se establecen un mismo día, el 15 de julio de 1961, o, naturalmente, a su muerte, que ocurrió 46 días antes.

Las cuatro pólizas con un valor total de 2 millones de pesos estaban hechas a nombre del dictador, pero en favor de sus herederos, María Martínez de Trujillo, Ramfis, Radhamés y Angelita; las dos de 50 mil pesos cada una fueron hechas una a favor de Radhamés, para ser pagada como pensión vitalicia (o por toda su vida) a razón de 297 pesos mensuales a partir del 28 de mayo de 1973, y otra a favor de Angelita también como pensión vitalicia (o por toda su vida), que sería de 269 pesos cada mes.

También en este caso de las pólizas de seguro hay algo que llama la atención, y es el hecho de que todas ellas fueron hechas con compañías extranjeras, tres con la Confederation Life Associated (Confederación del Canadá) y dos con la Pan American Life lnsurance Company. Aunque la Compañía de Seguros San Rafael no figura entre los bienes de Trujillo, todo el mundo sabe que fue suya y que el nombre le fue puesto por esa razón (San Rafael, de Rafael). ¿Porqué, entonces, se aseguró la vida con firmas aseguradoras extranjeras?. ¿Era que a pesar de que dominaba todo el país tenía dudas de que su poderío pudiera llegar más allá del día de su muerte?. Es posible, porque como se lee en Composición Social Dominicana (Pág. 316), Trujillo decía que su dinero sólo estaba seguro donde él tenía sus ametralladoras. (De paso debemos decir que si es verdad, como se dice, que después de 1955 Trujillo tuvo pérdidas por más de 100 millones de pesos, puede darse como muy buena la estimación de que "en el mes de mayo de 1954 la fortuna del dictador estaba por encima de los cuatrocientos millones", según se relate en Composición Social Dominicana (Pág. No. 313).

Pólizas y Deudores

En lo que se refiere a las tres primeras pólizas de seguros, de las cinco que figuran en las páginas 25 y 26 del informe del Lic. Rivera J., se ve que Trujillo se había preparado para estar diez años seguidos recibiendo mensualmente 14 mil 740 dólares, o lo que es lo mismo, un millón 768 mil 800 dólares en esos diez años, y todo eso a partir del 15 de julio de 1961, y si no estaba vivo en esa fecha, como no lo estuvo, entonces ese dinero pasaría a manos de sus herederos, que eran su viuda, la señora María Martínez, y sus hijos Ramfis, Radhamés y Angelita.
Las pólizas eran la No. 1.124.696, por un millón de pesos; la No. 1.124.697, por medio millón, y la No. 1.124. 698, por otro medio millón, las tres de la Confederación del Canada (Confecieration Life Associated); las otras dos eran las de la Pan American Life Insurance Company por 50 mil pesos cada una, que estaban a nombre de Radhamés y Angelita.

A Trujillo le debían 628 mil 993 pesos con 89 centavos, de los cuales 326 mil 291 pesos con 12 centavos eran deudas por ventas de tierras que él había hecho, y el resto, 302 mil 702 con 77, deudas de dinero que había prestado. Según el informe del Lic. Rivera J., Amado García T. debía 14 mil 671 pesos con 79 centavos por resto del valor de la venta de 11 mil 194 tareas de terrenos dentro de la Parcela No. 670 del Distrito Catastral No. 2 de San José de Ocoa, y 13 mil 254 con 44, resto de la venta de 5 mil 751 tareas dentro de las Parcelas No. 568, 673 y 674-A, del Distrito Catastral No. 2 de Constanza; la Compañía Industrial Maderera, C. por A., debía 175 mil 181 con 85, resto del valor de la venta de 108 mil 323 tareas de terrenos dentro del municipio de Sn José de las Matas; Manuel Alfonso Núñez T., por resto del valor de la venta de 25 mil tareas dentro del Distrito Catastral No. 5 de Jarabacoa, debía 58 mil 750 pesos; la Explotación Maderera de Constanza, C. por A., debía 20 mil pesos, resto del valor de la venta de 14 mil 95 tareas dentro del Distrito Catastral No. 2 de Constanza; y José Delio Guzmán hijo junto con Víctor Santiago Infante debía 44 mil 433 pesos con 4 centavos, resto del valor de la venta de 27 mil 216 tareas de terrenos dentro del Distrito Catastral No. 2 de San Cristóbal; el agrimensor Aurelio A. Quezada lo hacía en la parcela No. 75 del Distrito Catrastral No. 8 del mismo municipio; Ulises García Bonelly, en la porción C de la parcela No. 122, en el Vedado del Río Bao y sus afluentes. Lo que se les había avanzado a esos agrimensores era poco (4 mil 84E pesos); en cambio lo que se le había avanzado a Camilo Casanova era algo más de 107 mil pesos por trabajos en el sitio de Manabao; en los Distritos Catastrales Nos. 3, 5, 13 y 19 de Guayubín; en el Sitio de Monterías de Joca; en el Sitio de Jumunucú y en el Sitio de Sabana Mula. Al agrimensor H. A. Columna se le habían adelantado 200 pesos por trabajo de partición de unas tierras que había tenido en Villa Altagracia José Trujillo Valdez, el padre del dictador.
En total, el dinero adelantado a los agrimensores era 11 mil 632 pesos con 57 centavos.

Solares, Terrenos y Pinares

En lo que se refiere a solares, en el informe hay estos datos:
Solares en la Capital, uno de 449 metros cuadrados en la calle Arzobispo Portes esquina Arzobispo Meriño, con valor de mil 244 pesos con 95 centavos a pesar de que tenía una casa de mampostería techada de zinc con anexos y dependencias. Con todo y esas mejoras, el valor del solar resultaba ser de 5 pesos el metro cuadrado; Tierra para solares en San Gerónimo (en la avenida George Washington a la altura de la calle Socorro Sánchez) 18 tareas y media con un valor de 26 mil 285 pesos con 40 centavos, esto es, más de once mil 500 metros cuadrados con un valor aproximado de 2 con 30 el metro cuadrado; Un solar en Santiago, en el Distrito Catastral No. 1, manzana No. 133, de 441 metros cuadrados con una casa de concreto y sus dependencias en la calle España No. 43, todo con un valor de 25 mil pesos.

(Todos esos solares estaban a nombre del Lic. Tirso E. Rivera, el autor del informe que estamos publicando).

Trujillo tenía también 2 mil 371 tareas de tierras en San Bartolo y La Viva, que según el informe eran “resto de los terrenos comprados a Julio José Gámez Salinas y Francisco Forestieri, de los cuales se han vendido (algunos) a diversas compañías petroleras para instalar sus tanques en Punta Torrecilla". Esos terrenos valían para el 5 de julio de 1961 47 mil 841 pesos con 13 centavos, unos centavos más de 20 pesos la tarea, o lo que es igual a menos de 12 centavos el metro cuadrado.

En Guerra tenía alguito más de 94 tareas y media, que valían mil 686 pesos con 5 centavos, es decir, a poquito menos de 18 pesos la tarea. Los títulos de esas propiedades de Guerra y de San Bartolo y La Viva estaban a nombre de Manuel Moya Alonzo.

En Hato Nuevo tenía Trujillo la llamada Colonia Angelita, con mil 550 tareas y un valor de 4 mil 978 pesos con 30 centavos; y a partir de ahí el informe se dedica a detallar las enormes cantidades de tareas de pinares que tenía el dictador en Constanza (255 mil 697 tareas con un valor de 373 mil 144 pesos con 75 centavos, o lo que es igual, a menos de peso y medio la tarea) y en San Juan de la Maguana (las Charcas de Garabito, Hato Nuevo, Guazumal y Yaque), donde tenía un millón 110 mil 250 tareas con un valor de 47 mil 833 pesos con 52 centavos, o sea, a menos de 4 centavos y medio la tarea. (Los títulos estaban a nombre del Lic. Rivera J.). Además de esas tierras medidas, en la misma jurisdicción tenía 1 mil 101 pesos de acciones de terrenos de pinares que había comprado a los hermanos Robiou en Los Ríos y 53 pesos con 33 centavos de acciones de terrenos, también en Pinares, en el lugar llamado Pasatiempo. Los dos lotes estaban a nombre de C. por A. 12 mil 476 tareas sembradas de pino a razón de menos de un peso la tarea, y encima les compró 1 mil pesos con 50 centavos de acciones de terrenos que con toda seguridad estaban también sembradas de pinos porque aunque el informe no dé el dato preciso, se hallaban entre las mismas tierras que compró por tareas, esto es, en La Diferencia, La Jagua y Manacla. En Junumucú les compró 839 tareas de pinares por 839 pesos (a peso la tarea), y 729 pesos con 60 centavos de acciones; en Pico Alto, 49 m 650 tareas y 120 pesos de acciones, todo por 47 mil 858 co94; en Los Pilones, 8 tareas por 8 pesos y en Los Montones 287 mil 715 tareas por 283 mil 957 pesos con 30 centavos es decir, a menos de un peso la tarea, y en E Carrizal, mil tareas, a nombre de Migue A. Santelises, por 961 pesos con 5 centavos.

Todavía no hemos llegado al punto final en lo que tierras de pinos de Trujillo se refiere, pero podemos adelantar que en ese renglón nada más, y contando las tareas y las acciones, estas últimas a razón de un peso en moneda por cada peso de acción de tierras de pinos, en el informe aparecen 778 mil 427 pesos con 84 centavos.

VI

En lo que se refiere a terrenos de pinos o pinares, todos los que aparecen después de los que se dieron en el capítulo anterior son pesos de acciones, salvo el caso de 12 cordeles y 30 varas castellanas puestas a nombre de Rivera y valoradas en 12 pesos con 30 centavos, esto es, a peso el cordel y a centavo la vara castellana. Ese terrenito estaba en Francisco López, lugar que no sabemos donde se halla. A partir de ahí tenemos 352 pesos de acciones en Palero, 220 pesos de acciones en Yerba Buena, 10 pesos en Guama, 867 pesos en Sabana Iglesia, 85 en Maguá, 28 en La Celestina, 1 mil 383 con 90 en El Rubio, 822 con 71 en Don Juan, 100 con 66 en Inoa, 68 con 50 en Los Asientos, 700 en La Meseta, 311 pesos en Guanajuma, 2 mil 32 en Janey o Polonés, 10 en Yaque, 20 en Marmolejos y 496 con 27 en Mao y Mao Adentro. Sumando esto a los pesos de acciones mencionadas en artículos anteriores, tenemos que Trujillo había adquirido acciones de terrenos pineros por 11 mil 860 pesos con 22 centavos.

¿Cuál era el valor real de esos llamados pesos de acciones?.
Eso dependía de varios factores; de que en los terrenos representados por esas acciones hubiera más o menos madera, pero también a su comunicación con centros económicos importantes. Por ejemplo, cuando se trataba de pinares, aunque un peso de acciones representara mil tareas de tierras, si los pinos que había en esas tierras no se podían sacar a un aserradero, esas mil tareas no valían nada.

¿Por qué, entonces, compró Trujillo esos pesos de acciones?...
Porque le daban derecho a usar la madera de grandes extensiones de tierra que apenas tenían valor debido a que la madera que había en ellas no podía sacarse de los sitios donde estaban los árboles que la daban.

¿Cuánto le costaba cada peso de acciones?
No lo sabemos. Ya dijimos que aunque esos pesos de acciones figuran en el informe como si fueran pesos en moneda, no era así. Por un peso de acciones había que pagar cien, quinientos, mil pesos. Pero lo que Trujillo pagara era muy poco comparado con lo que sacaría cuando los sitios donde estaban los terrenos quedaran comunicados con centros económicos importantes mediante carreteras o caminos que sólo podía hacer el gobierno, y decir gobierno era decir Trujillo; de manera que era él, y sólo él, quien podía darles valora los pesos de acciones de terrenos que compraba; y eso es lo que explica las carreteras a Constanza por La Vega,' y por Bonao y por San José de Ocoa, la carretera de Constanza a Manabao y la de Constanza a Pinar Bonito y a Río Grande, y varias más en el corazón de la Cordillera Central y muchos caminos de penetración hacia las regiones pineras a partir de la Carretera Internacional.

Cada una de esas carreteras y cada uno de esos caminos que se construían con fondos del Estado (es decir, del pueblo), hacían subir muchas veces el valor de las tierras pineras que Trujillo compraba por muy poca cosa, porque a partir del momento en que se hacían esas carreteras y esos camino: quedaba abierto el paso para establecer aserraderos en los pinares. Hecho el camino, el pino podía tumbarse y llevarse al aserradero, y convertido en tablas, listones, cuartones o vigas, esos productos podían ser !levados a Santiago, a la Capital, a las cabeceras de provincias donde podían ser vendidos a buenos precios.
¿Cuántos pinos tenía?

Con fondos del Estado, Trujillo abría caminos hacia los pinares que había comprado o cuyos derechos de explotación había adquirido al pagar pesos de acciones. Eso era una forma de acumulación originaria muy provechosa, y a fin de que se aprecien las proporciones de ese negocio debemos decir algo acerca de la industria de maderas aserradas en los tiempos de Trujillo.

¿Cuántos aserraderos había en el país en el 1930, año en que Trujillo tomó el poder?
En el censo agropecuario de 1950 aparecían casi 7 millones de tareas de montes y bosques (6 millones, 980 mil 747) y en el de 1960 esa cantidad quedó rebajada a unos 4 millones y medio (4 millones, 554 mil 48), lo que nos da base para pensar que en diez años se tumbaron por lo menos un millón de tareas de bosques. Según la Dirección General de Estadísticas, la producción maderera de los diez años que van de 1951 a 1960 fue de 34 millones 311 mil 200 pesos, de manera que a la de 1931-1950 debemos calcularle una suma igual, lo que nos daría 68 millones en los años del trujillato.

Para producir esos millones de pesos en madera aserrada hubo que poner a funcionar muchos aserraderos. En círculos madereros nos han asegurado que en los últimos años de la dictadura había 104, y podemos estimar que en 1930 no llegaban a 30. Así pues, en los años de la dictadura debieron establecerse unos 75 aserraderos, y los permisos para establecerlos tenía que darlos el gobierno, que es una manera de decir Trujillo, y el gobierno señalaba los lugares donde se montarían; y naturalmente esos lugares tener que ser aquellos donde Trujillo tuviera pinares o pesos de acciones en terrenos de pinares, por los cuales el gobierno había construído o iba a construir caminos. Por esas razones a los madereros de aquellos tiempos no podía sorprenderles enterarse de que además del impuesto de 16 pesos con 80 centavos que había que pagarle al Estado por cada millar de pies de madera que se aserrara, debían pagársele a Trujillo 15 pesos por millar de pies, cantidad que después subió a 18 pesos. El pago destinado a Trujillo debía hacerse en efectivo en la llamada Oficina Particular del Generalísimo, que estaba bajo la dirección del Lic. Rivera J.

En esos tiempos el promedio de pinos que se tumbaban medía de 9 a 10 pulgadas de diámetro (o grueso), y una vez aserrados daban de 800 a mil 100 pies de madera, y pinos de ésos debía haber varios en cada tarea de tierras de la Cordillera. Si había 10 por tarea, Trujillo recibía 120 pesos por tarea en los tiempos en que se le daban 15 pesos por millar de pies y 144 cuando se le daban 18 pesos en el caso de los pinos menos gruesos y 165 o 198 pesos en el de los pinos más gruesos.
Ahora bien, ¿de cuántos troncos de ésos era Trujillo dueño?.

En Constanza tenía 55 mil 364 tareas por un lado y por otro 255 mil 698; en San Juan de la Maguana (Las Charcas de Garabito, Hato Nuevo, Guazumal, Yaque), 1 millón 110 mil 251; en San José de Las Matas (La Diferencia, La Jagua o Manada), 12 mil 476; en Jamamú, 839; en Pico Alto, 49 mil 650; en Los Pilones, 8; en Los Montones, 287 mil 715; en El Carriza!, mil; de manera que en terrenos medidos tenía 1 millón 773 mil tareas, y en terrenos sin medir nadie sabe cuánto (Sitio de Bao, San José de las Matas, Sitio de Manabao, Sitio de Jumunuco, que estaban en mensura a la muerte de Trujillo).

¿Cuánto dinero Sacó?
Supongamos (porque no nos queda otro recurso que el estaba sembrado de pinos), y si en lo que quedaba (que era un millón de tareas) había un tronco de pino bueno para el corte en cada tarea (y bueno para el corte quiere decir de los que metidos en un aserradero daban de 800 a mil 100 pies de madera aserrada), lo que Trujillo podía recibir, o recibió, por concepto de corte y aserrado de madera de pino fue entre 15 y 18 millones de pesos, y si hacemos de esas dos cantidades un promedio sumándolas y dividiéndolas por dos, hallamos que fueron 16 millones 500 mil pesos.

¿Es posible que Trujillo sacara tanto difiero de sus pinares, y de los que sin ser suyos podía explotar porque había pagado el derecho de hacerlo comprando los pesos de acciones de que hemos hablado?
Sí, es posible; pero queda pendiente otra posibilidad: la de que si hubiera vivido diez años más, o veinte años más, habría reproducido esos beneficios porque detrás de cada pino que se cortaba llegaban a su madurez los que iban creciendo cerca de él.

VII

En la última parte del informe del Lic. Rivera sobre los bienes de Rafael L. Trujillo hay una parte larga dedicada a dar cuenta de una enormidad de terrenos que habían sido de la Grenada Company (subsidiaria de la United Fruit, más conocida del pueblo con el nombre de la Guineera), que pasaron a manos del dictador sin que sepamos si fue por compra o donación.
Hay algunos puntos oscuros en las relaciones de Trujillo con la Grenada. Por ejemplo, se habló mucho de que en los años que corrieron del 1949 al 1957 la Grenada le daba a Trujillo 25 centavos de dólar por cada racimo de guineo que sacaba del país, y si fue así, como los embarques eran más o menos de 200 mil racimos cada diez días, Trujillo estuvo varios años recibiendo de la Grenada 600 mil dólares anuales. Puede estimarse que en total la Grenada le dio alrededor de 16 millones de dólares hasta el 1959, año en que las siembras de guineo fueron afectadas por el mal de Panamá y comenzó el descenso en los embarques. Se dijo que Trujillo le había impuesto a la Grenada esa contribución personal (porque era para Trujillo y no para el Estado) como multa por el hecho de que la expedición llamada de Luperón (debido al punto en que desembarcó) había salido de una propiedad de las que la United Fruit tenía en Guatemala, lo cual no había sido cierto.

Entre los detalles que da el informe del Lic. Rivera al referirse a las tierras que habían sido de la Grenada hay los habituales (por ejemplo, el de que los títulos de esos terrenos estaban en poder de la Oficina Particular), y uno que se repite en cada caso, que es el de que se trata de "antiguos terrenos de la Grenada Company, para siembra de guineos y otros cultivos"; pero no se dice si fueron a dar a manos de Trujillo por compra o por donación, aunque este punto no debe llamarnos la atención porque en ningún caso se dice cómo, cuándo y por qué pasó a ser de Trujillo alguna de las propiedades que figuran en el informe como suyas. Tocará a los buscadores de datos históricos leer los archivos de las notarías para saber cómo se produjeron los traspasos de bienes a Trujillo, pero debe saberse que en vida del dictador corrían muchos decires de uno de los métodos usados por él, que era el de quedarse con la propiedad, a veces pagando una parte pequeña o muy pequeña de lo que valía y a veces sin pagar nada, pero haciendo figurar en la escritura notarial que había pagado bien y que el vendedor había recibido el dinero "a su entera satisfacción".

Como datos curiosos debemos destacar la anotación entre esas tierras de los Distritos Catastrales de Monte Cristi y Guayubín de cantidades de pesos de acciones de terrenos. Eso sucede en la lista de parcelas de los Distritos Catastrales de Guayubín números 5, 18 y 19, lo que indica que todavía para una época tan reciente como julio de 1961, cuando el Lic. Rivera hizo su informe, en un lugar mensurado catastralmente quedaban restos de formas precapitalistas de propiedad agrícola.
Sobre ese punto volveremos dentro de poco.

En Monte Cristi y Guayubín

En la sección de La Larga, Distrito Catrastral No. 4 de Monte Cristi, Trujillo tenía once parcelas con 22 mil 745 tareas y un valor de 40 mil 640 pesos con 40 centavos; en Las Salinas, Distrito Catastral No. 6 del mismo municipio, tenía cuatro parcelas con 64 mil 153 tareas que valían 114 mil 626 pesos con 46 centavos; en Bahía, Distrito Catastral No. 8, también de Monte Cristi, tenía ocho parcelas con 14 mil 413 tareas cuyo valor era de 25 mil 753 pesos con 58 centavos; en Manzanillo, Distrito Catrastral No. 9 de Monte Cristi, tenía ocho parcelas con 20 mil 853 tareas que valían 37 mil 259 pesos con 92 centavos; en Cequia, Distrito Catastral No. 17, también de Monte Cristi, tenía una parcela con 2 mil 277 tareas con un valor de 4 mil 68 pesos con 81 centavos.

Esos terrenos del municipio de Monte Cristi sumaban 124 mil 442 tareas, cuyo precio era, en promedio, de un peso con 77 centavos la tarea, demasiado bajo para terrenos destinados a la producción de guineos.

Los terrenos de Guayubín estaban en varios Distritos Catastrales de ese municipio; el No. 3, lugar de Doña Antonia, donde Trujillo tenía ciento catorce parcelas con 15 mil 334 tareas a las que el informe les atribuye un valor de 27 mil 397 pesos con 63 centavos; el No. 5, en Villalobos, donde tenía 23 parcelas con 6 mil 44 tareas que valían 10 mil 151 pesos con 55 centavos; en el No. 12, sitio de Guajaca, donde tenía seis parcelas con 2 mil 151 tareas cuyo valor era de 2 mil 697 pesos con 7 centavos; el No. 13, sitio de Hatillo Palma, donde tenía sesenta y cinco parcelas con 15 mil 306 tareas que valían 27 mil 24 pesos con 64 centavos; el 14, en Cercadillo, donde tenía dieciocho parcelas con 5 mil 211 tareas cuyo valor era de 8 mil 649 pesos con 39 centavos; el 15, en Piloto, donde tenía siete parcelas con 2 mil 122 tareas que valían 3 mil 791 pesos con 53 centavos; el No. 16, en Cana Chapitón, dieciocho parcelas con un valor de 14 mil 201 pesos con 42 centavos; el 17 de Cerro Gordo, donde tenía treinta y ocho parcelas con 7 mil 169 tareas cuyo valor era de 9 mil 584 pesos con 92 centavos; el 18, en Ranchadero, donde tenía 2 mil 757 tareas que valían 4 mil 925 pesos con 77 centavos, pero además tenía 28 pesos con 95 centavos de acciones de terrenos que valían 184 pesos con 38 centavos, lo que les daba a las propiedades de Ranchadero un valor total de 5 mil 110 pesos con 15 centavos; y por último en el Distrito Catastral de Guayubín No. 19, sitio de Hato del Medio, tenía once parcelas con 4 mil 145 tareas que valían 6 mil 613 pesos con 93 centavos, pero en el informe aparecen como valiendo 9 mil 742 pesos con 85 centavos porque en esa cantidad están incluídos 3 mil 128 pesos con 12 centavos que corresponden a 491 pesos con 15 centavos de acciones de terrenos, lo que da 6 pesos con 37 centavos en tierras (más o menos dos tareas al precio promedio) por cada peso de título.

En este asiento de 491 con 15 centavos de acciones de terrenos y en el anterior (28 pesos con 95 centavos de acciones de terrenos cuyo valor real -de los terrenos- aparece como de 184 pesos con 38 centavos, lo que da algo más de 6 pesos en tierras por cada peso en acciones), tenemos una respuesta a la pregunta que hacíamos en el artículo No. 6 de esta serie, aquella de ¿Cuál era el valor real de esos llamados pesos, de acciones?. En los dos casos relativos a las propiedades de Trujillo en el municipio de Guayubín, cada peso de acciones valía 6 pesos o algo más de 6 pesos en tierras; pero en otros casos el valor podía ser mucho más alto; y eso, sin duda, sucedía en lo que se refiere a pesos de acciones en terrenos de pinares. Si tenemos presente estos datos podremos comprender que en cuanto a tierras, la fortuna de Trujillo fue mucho más alta de lo que aparece en el informe del Lic. Rivera.

Los terrenos de Monte Cristi y Guayubín figuran en el informe valorados en 222 mil 348 pesos con 87 centavos los de Monte Cristi y 118 mil 351 con 15 los de Guayubín; en total, 340 mil 700 pesos con 2 centavos, y como eran en conjunto 190 mil 352 tareas, resulta que en promedio el valor de la tarea era de un peso con 79 centavos.

Los de la Señora

Ahora pasamos a los bienes que Rafael L. Trujillo tenía puestos a nombre de su esposa, la señora María Martínez de Trujillo, y comenzaremos por las acciones de empresas, de las cuales tenía 24 millones 112 mil 980 pesos.

De esa cantidad, 676 mil 980 pesos correspondían a 4 mil 108 acciones de la Compañía Anónima Tabacalera; un millón de pesos en mil acciones de la Compañía Anónima Tabacalera; un millón de pesos en mil acciones de la Cervecería Nacional Dominicana; 50 mil pesos en 500 acciones de la Domínico-Suiza y 22 millones 386 mil en 22 mil 386 acciones de la Azucarera Haina por mil pesos cada una.

Entre los bienes de la señora Martínez de Trujillo aparecen 212 tareas de tierra en Constanza valoradas en 59 mil 701 pesos con 42 centavos bajo el título de Residencia en Constanza, pero no hay descripción de vivienda o viviendas; en cambio hay dos en San Cristóbal bajo el título de Casa de Alquiler, y una, por valor de 8 mil 363 pesos con 40 centavos, tiene la dirección así: Calle Constitución No. 202, y entre paréntesis, bodega: y la otra, que valía 5 mil 205 pesos con 86 centavos, se describe como situada en la calle Constitución No. 185 y entre paréntesis dice: Fábrica de Cepillos y Escobillones.

También figuran en el informe de los bienes de la señora de Trujillo solares en Boca Chica (cuatro con una extensión de 3 mil 592 metros cuadrados y valor de 4 mil 490 pesos con 53 centavos); solares en San Cristóbal, uno de 999 metros cuadrados con valor de 805 pesos; varios en Villa Altagracia (Novilleros, Catarey), con 8 mil 495 metros cuadrados con valor de 8 mil 305 pesos y uno en Constanza con 617 metros cuadrados y valor de 100 pesos.

Además, tenía terrenos para solares en Honduras y San Gerónimo y Boca Chica por valor de 123 mil 205 pesos con 65 centavos; terrenos para cultivos en Haina (41 tareas y media con valor de 12 mil pesos) y en Hato Nuevo (782 tareas que valían 495 pesos con 15 centavos, que iban a ser transferidas a su hija Angelita), mil 450 tareas en varias parcelas y 22 mejoras en Novillero y Arbol Gordo, Villa Altagracia, con valor de 4 mil 345 pesos con 25 centavos; terrenos en Daz y Parra para cultivos (3 mil tareas con valor de 9 mil 234 pesos con 55 centavos) y terrenos de pinares en Constanza y Valle Nuevo (diez parcelas con 731 tareas con valor de 9 mil 593 pesos con 79 centavos), todo lo cual hace un total de 245 mil 144 pesos con 60 centavos en propiedades, cantidad que sumada a la que dimos como valor de las acciones (24 millones 112 mil 980) sube a un gran total de 24 millones 358 mil 124 pesos con 60 centavos.

Los bienes que figuran en el informe fueron confiscados a raíz de la muerte de Rafael Leonidas Trujillo, pero todos los que conocieron las empresas del dictador y viven todavía sostienen que algunas propiedades escaparon a la confiscación.

Los Negocios de Trujillo

Una lista de los negocios más importantes que explota Trujillo en el territorio dominicano, podría dar idea aproximada de hasta dónde su régimen de gobierno es, como hemos dicho, una empresa capitalista más que un sistema político. La situación se comprende mejor si se sabe que muy pocas de las firmas que figuran en esa lista estaban establecidas cuando Trujillo alcanzó el poder en 1930; y que las que funcionaban -como la Compañía Anónima Tabacalera, la Ferretería Read y la Cervecería Nacional Dominicana- se convirtieron en monopolios sólo después de haber pasado a manos del dictador.

Las empresas de Trujillo dan empleo a casi el cuarenta y cinco por ciento (45 %) de la mano de obra; activa del país, y como otro treinta y cinco por ciento (35 %) queda cubierto por las plazas gubernamentales -incluyendo en ellas las fuerzas. armadas y el sistema bancario,. eléctrico y hotelero operado por el gobierno-, resulta que casi el 80 % de las personas asalariadas en Santo Domingo dependen para su sustento de Rafael Leonidas Trujillo, puesto que nadie se atrevería a dar un empleo en la maquinaria pública o en los institutos autónomos del Estado sin consentimiento del dictador. Además, ninguna operación de préstamos, compra, venta, o movimiento de personal, en el sistema bancario, hotelero y eléctrico del gobierno, puede hacerse si no está autorizada por Trujillo. Lo mismo sucede con las funciones propias del gobierno.

Cualquier lector comprenderá fácilmente que el veinte por ciento (20 %) al restante de la mano de obra activa en la República Dominicana tiene ocupación en establecimientos de menor cuantía: pequeño comercio -pulpería-; artesanado -talleres de ebanistería, de carpintería, de mecánica, barberías, costureras, sastrerías, imprentas de remiendo-; transporte menor -taxis, embarcaciones pequeñas, camiones privados-; los cuales carecen, en conjunto, de poder económico o político. A ellos deben añadirse los sectores profesionales independientes -porque no trabajan como dependientes-, miembros de una clase media de poca fuerza económica y de casi ninguna fuerza política: médicos, dentistas, abogados, ingenieros, agrimensores.

El grueso de la actividad económica dominicana está en manos de Trujillo. Este predominio casi absoluto de la economía de un país por parte de una persona, no se da en ninguna parte, dentro del régimen capitalista. Los sindicatos de obreros no pueden funcionar, ni siquiera con un mínimo de libertad, allí donde el dueño -de las empresas es además el que emite la ley del trabajo y el que ordena a la fuerza pública cómo hacerla, cumplir; el comercio es un sometido en la tierra donde depende de una producción industrial monopolizada por la propia persona que manda en el Estado y en los cuerpos represivos; hasta los transportes marítimos y aéreos están en manos de Trujillo, de manera que con demorar el embarque de la mercancía que exporta un comerciante que no le es adicto, le basta para arruinarlo.

Por otra parte, el sistema bancario del Estado es de hecho un sistema establecido para financiar las empresas de Trujillo, no para servir al país; y ya hemos explicado que cuando una de sus empresas no le rinde lo que él espera, Trujillo acostumbra venderla al Estado, directamente o a través de los bancos estatales, por cantidades varias veces superiores a su inventario, para comprada inmediatamente por una parte minima de su valor real. Los institutos publicos encargados de favorecer el desarrollo económico nacional, como la Comisión de Defensa del Azúcar y Fomento de la Caña y la Comisión de Fomento, trabajan solo para Trujillo, aunque son organismos del Estado, pagados por éste.

Por ahora es prácticamente imposible saber a cuánto ascienden las entradas netas del dictador por razón de las empresas que maneja. Los beneficios de esas empresas son directos o indirectos, pues casi todas tienen personal pagado por el Estado -sobre todo a través de las fuerzas armadas- y a menudo, por una vía o por otra, son financiadas por el Estado. Frecuentemente un embajador dominicano es designado sólo para llevar a cabo un negocio llamado a aumentar los beneficios de alguna de esas empresas, y con asombrosa unanimidad, la legislación económica dominicana está determinada por las conveniencias del complejo industrial, financiero y comercial de Trujillo.

Hay un sinnúmero de negocios no organizados que Trujillo realiza a diario que no figuran en nuestra lista, así como tampoco figuran en ella sus bienes raíces o muebles, ni sus cuentas bancarias. Tampoco damos las empresas ni los bienes de sus numerosos familiares -hermanos, cuñados, sobrinos-, todos los cuales se dedican también a los negocios.

Como hemos dicho repetidas veces, para que el lector o lo olvide, el gobierno dominicano es un sirviente legal de las empresas comerciales de Rafael Leonidas Trujillo.

He aquí la lista de las empresas de Trujillo, agrupadas según el renglón que explotan, por orden alfabético de renglones:

Alcohol: Monopolio de producción y venta de Trujillo, desde luego subproducto de su organización azucarera véase Azúcar, en esta lista). Para asegurar más consumo del natural, la ley establece que la gasolina de automóviles debe ser ligada con alcohol. La fábrica que produce el alcohol, llamada Destilería Universal, C. por A., es actualmente propiedad del Estado -tras haberla obtenido por un alto precio de Trujillo-, pero está operada por Trujillo y trabaja con la melaza producida en los ingenios del dictador.

Alimentos para ganado vacuno, porcino y avícola: Subproductos de la planta de grasas (véase Grasas Comestibles). Lo mismo que en el caso de todos los demás monopolios de producción de Trujillo, está prohibida la importación de productos competidores.

Arroz: La producción de arroz no está monopolizada por el dictador, pero él es un productor importante y su grano tiene preferencia en el mercado exterior, cuando hay solicitud de compras de otros países. En la exportación de arroz opera a través de la Exportadora Dominicana, C. por A., y en el mercado nacional, a través de la Descascaradora de Arroz, C. por A.

Artículos de construcción, de ferretería y eléctricos: Única suministradora del Estado, y con privilegios en la liquidación de impuestos de todo tipo, aunque no monopolista, la Ferretería Read, C. por A., que controla la venta de estos artículos, es un antiguo negocio de Trujillo manejado a través de uno de sus cuñados, el Sr. Francisco Martínez. La firma gira con un nombre que ya existía cuando Trujillo alcanzó el poder.

Astilleros: Trujillo es el dueño de Astilleros Dominicanos, C. por A., empresa montada a cargo del Estado. Astilleros Dominicanos, C. por A., se halla actualmente en expansión para fabricar barcos destinados a otros países. Sus mayores entradas provienen de reparaciones a buques de guerra del Estado, a precios desproporcionados. Como promotor de negocios para Astilleros Dominicanos, C. por A., viajó por el Caribe en el año 1958 el general Arturo Espaillat, demostración de que hasta la alta oficialidad del ejército se halla al servicio de las empresas industriales y comerciales del dictador, a pesar de que cobran emolumentos y gastos de viaje en fondos de la hacienda pública.

Automóviles, repuestos y cauchos: La mayoría de las marcas de automóviles americanos y europeos que se venden en Santo Domingo es vendida por las siguientes organizaciones de Trujillo: Caribbean Motors Company, C. por A., Dominican Motors, C. por A., y Santo Domingo Motors, C. por A. Estas firmas venden también cauchos y repuestos de autos y camiones. No forman, sin embargo, monopolio en ninguno de los renglones en que comercian, pero igual que en todos los demás negocios de Trujillo, tienen privilegios en liquidación de impuestos de aduana y de beneficios y en créditos de bancos oficiales, con lo cual ejercen competencia ventajosa.

Azúcar: Trujillo es el productor más grande de este dulce, que es a su vez el renglón más importante en la exportación dominicana. El mercado interior se cubre con la producción de los ingenios de Trujillo, y todo el alcohol del país debe fabricarse con la melaza de los ingenios del dictador. En el mercado exterior -principalmente europeo-, el azúcar de Trujillo tiene privilegios sobre de sus competidores del país, que han quedado reducidos a dos. Trujillo se inició en el negocio del azúcar durante la última guerra mundial; entre 1944 y 1956, se convirtió en el propietario del ochenta por ciento (80 %) de los ingenios dominicanos; uno de ellos es el más grande del país, y varios tienen refinerías. En orden alfabético, he aquí sus plantas: Amistad, Barahona, Boca Chica, Catarey, Consuelo, Esperanza, Monte Llano, Ozama, Porvenir, Río Haina, Santa Fe, Quisqueya.

Banco: El préstamo de tipo usurario es un monopolio trujillista, manejado por el Banco Popular de Crédito, C. por A., cuyos préstamos se hacen al 3. 5% de interés mensual, más gastos de comisión y seguro. Una severa ley antiusuraria liquidó en todo el país hasta las casas de empeño y otra ley concedió permiso especial al Banco Popular de Crédito, C. por A. para prestar a empleados públicos con garantía de retención de la cantidad prestada por parte de las dependencias oficiales en que prestan servicios los interesados. El B. P. de C., C. por A. compra papeles de la deuda pública desvalorizados y los liquida a la par. Los préstamos de este banco no pueden ser superiores a RD$500.00, de manera que no tienen utilidad para fines productivos. Este es seguramente el negocio más leonino que funciona hoy en toda América.

Baterías de automotores y reencauchado: La fabricación y reparación de baterías de autos y camiones, así como la. operación de reparar gomas de autos y camiones -que usa la misma instalación industrial montada para fabricar los envases de las baterías- es otro monopolio trujillista, operado a través de la Fábrica de Baterías Dominicanas, C. por A.

Botellas y otros envases de cristal: Fabricación y venta monopolizadas por el dictador. Una ley del Congreso nacional prohíbe, bajo penas severas, usar más de una vez un envase de cristal, lo que supone un mínimo de producción y un máximo de venta para la firma fabricante. Esta firma es la Industria Nacional del Vidrio, C. por A.

Café: Como en el caso del arroz, Trujillo compite en la producción de café, con evidentes ventajas desleales sobre otros productores; mano de obra extraída de cuarteles y presidios, burla de impuestos y preferencia en el mercado nacional. En ventas al extranjero, el dictador tiene el monopolio a través de la firma Café Dominicano, C. por A.

Carne de res: Otro de los más antiguos negocios de Trujillo, organizado bajo el nombre de Ganadera Industrial Dominicana, C. por A., en combinación con la Hacienda Fundación -propiedad personal de Trujillo-, que compra y engorda ganado, el Matadero Industrial -único matadero que está autorizado a beneficiar reses para el consumo de la capital del país y para la exportación-, y la enlatadora Productos Cami, C. por A., esta última firma transforma la carne de los cerdos usados por la Sociedad Industrial Dominicana, C. por. A., en la producción de manteca animal. Los dos monopolios -el de la carne de vaca y el de la grasa animal o vegetal cuentan entre los más enérgicamente organizados y los que más pesan en la economía popular. la persona que sea sorprendida llevando a la capital de la República una tajada de carne que no proceda de la Ganadera Industrial Dominicana, se expone a toda suerte de atropellos; y las hay que han pagado ese crimen con la vida.

Cemento: Monopolio trujillista, ejercido a través de la Fábrica Dominicana de Cemento, C. por A., que fabrica el producto, y de la Distribuidora Dominicana, C. por A., su única distribuidora. En el país sólo puede venderse el cemento fabricado por Trujillo, y en caso de que deba importarse alguna cantidad extra, sólo puede hacerlo la Distribuidora Dominicana, C. por A., (Véase Industria de la Construcción, en esta lista).

Cerveza: Producción monopolizada a través de la Cervecería Nacional Dominicana, C. por A, uno de los más antiguos negocios del dictador, quien forzó a los fundadores a venderle la empresa. Fabrica, entre otras, la cerveza Presidente, llamada así por los viejos dueños de la fábrica en su empeño de congraciarse con Trujillo.

Cigarrillos: Monopolio de producción a través de la Compañía Anónima Tabacalera. C. por A., antigua firma que Trujillo se hizo traspasar por sus dueños. Simultáneamente con el apoderamiento de la Compañía Tabacalera, C. por A, el dictador disolvió sin contemplaciones otras empresas privadas productoras de cigarrillos. El monopolio fabrica cigarrillos negros y rubios de varias marcas.

Cigarros tipo puro: Fabricados por la Compañía Anónima Tabacalera, C. por A., este renglón no es sin embargo monopolizado por el dictador. Hay pequeños productores en el interior del país. De todas maneras, el mercado del cigarro tipo puro está principalmente dominado por las marcas de la fábrica trujillista.

Chocolate y derivados del cacao: Toda la manufactura del cacao dominicano, para la mesa o en forma de bombones, está monopolizada por la Chocolatera Industrial, C, por A., establecida durante la guerra mundial con el nombre de Chocolatera Sánchez para explotar el prestigio del cacao criollo, tipo Sánchez en el mercado mundial. La Chocolatera Industrial, C. por A., monopoliza la exportación de cacao semi manufacturado, mediante el expediente legal de exigir a la fábrica que pretenda exportar, determinadas maquinarias que nadie más puede montar en el país.

Dulces: La Industrializadora de Frutos Dominicanos C. por A., tiene el monopolio de ventas a las dependencias del Estado de los dulces fabricados con frutas nacionales, la I. F., C. por A., es desde luego, empresa trujillista.

Gases industriales: Negocio relativamente reciente en manos de Trujillo, la producción, importación y consumo de oxígeno, acetileno y oxígeno médico están monopolizados por su compañía Gases industriales Dominicanos, C. por A.

Grasas comestibles: Toda la grasa comestible que se consume en Santo Domingo procede de las plantas de la Sociedad Industrial Dominicana, C. por A., propiedad del dictador. El campesinado productor de maní y cerdos se ve forzado a venderlos al precio que estipula la única fábrica, y el consumidor tiene que comprar la grasa al precio de venta que el señala. Junto con el de la carne, este es un monopolio celosamente defendido por Trujillo, dada la facilidad para la producción casera de carne y grasa.

Industria de la Construcción: Aparte de la monopolización del cemento, que es general, Trujillo mantiene el monopolio de las compras gubernamentales en diversos ramos de la industria de la construcción, y ese monopolio funciona a través de las empresas siguientes; Alfarería Dominicana C. por A, fábrica de tubería y codos de barro vidriado, favorecida por una ley que exige la construcción de cloacas en todas las ciudades del país; la Asbesto Cemento, C. por A., que manufactura las planchas para paredes y techos de construcciones oficiales, así como tuberías de diámetro mayor; la Compañía Dominicana de Hormigón Asfáltico Caliente, C. por A., la Concretera Dominicana, C. por A., la Grancera Dominicana, C. por A., y la Gravilla Dominicana, C. por A., que sirven al gobierno los productos que les dan nombre. Todas las firmas mencionadas forman, con la Fábrica Dominicana de Cemento, C. por A., y con las que controlan el mármol y la madera nacionales (véase Madera y Mármol), así como el yeso (véase Sal) y los materiales importados a través de Ferretería Read, C. por A., un verdadero complejo industrial y comercial dominante en la industria de la construcción privada y pública de Santo Domingo. Todo ese complejo industrial es propiedad del dictador.

Leche y sus derivados: Este monopolio de Trujillo está organizado sobre dos escalas: la nacional, controlada por la Central Lechera Dominicana, en la cual Trujillo sólo se reserva el monopolio de la manipulación y la venta, pero los ganaderos proporcionan la leche cruda, y el monopolio de la ciudad capital, en el cual Trujillo aporta la leche cruda y controla la manipulación, y la venta. Este último está ejercido a través de la Industrial Lechera, C. por A., única firma autorizada, además, para exportar leche. Con la Industrial Lechera, C. por A., el dictador completa su dominio absoluto del mercado de la capital del país en todos los productos y los subproductos de ganado vacuno de carne y leche.

Madera: Este es tal vez el renglón de negocios de Trujillo más extendido por el país. La enorme riqueza de Santo Domingo en maderas de todo tipo, de construcción y muebles finos, se hallaba apenas explotada para una parte del mercado nacional cuando el dictador tomó el poder. La demanda mundial de maderas al iniciarse la Segunda Guerra Mundial lanzó a Trujillo a, este negocio. El aserrado, el secado, el transporte, la fabricación de puertas y ventanas, la elaboración de muebles para usos gubernamentales y la exportación de maderas, están desde hace años bajo el control de Trujillo. Con la excepción de los pequeños talleres de ebanistería atendidos por artesanos de clientela familiar, todo el negocio de la madera dominicana para la venta en el país y en el extranjero, es tributario de Trujillo. La lista de empresas madereras del dictador haría esta relación demasiado larga. Pero puede afirmarse que la centralizadora de esos negocios es la Casa Piña, C. por A.

Mármol: La producción es un monopolio trujillista, fundado para controlar las ventas de mármol al Estado, con motivo de las construcciones hechas para celebrar el centenario de la República en 1944. Actualmente los edificios de cierto valor tienen que usar un tanto por ciento de mármol, según ordena la Ley. La empresa que explota este renglón se llama Marmolería Nacional.

Medicinas e implementos médicos: Mediante el Laboratorio Químico Dominicano, C, por A., Trujillo monopoliza la venta de medicinas de producción nacional a dependencias del Estado, y mediante la Caribbean Medical Supply, C. por A., monopoliza la venta de implementos médicos y hospitalarios a hospitales y clínicas del gobierno.

Minerales: Extracción y exportación totalmente monopolizados por Trujillo a través la Compañía Beneficiadora Dominicana de Minerales, C. por A. En los últimos años esta compañía ha estado exportando oro, hierro y manganeso La extracción se hace con presos y soldados y el transporte hasta los puertos, con camiones de las Fuerzas Armadas.

Navegación aérea: Las líneas nacionales son un monopolio del dictador que maneja la Compañía Dominicana de Aviación, C. por A. Esta empresa hace también viajes al exterior, pero en vuelos al extranjero alterna con la Caribbean Atlantic Airlines, Inc., compañía fantasma, a fin de evita-las apariencias monopolísticas.

Navegación marítima: La navegación de altura –en importación y exportación- está mayormente servida por dos empresas de Trujillo: la Flota Mercante Dominicana, C. por A., y la Naviera Dominicana, C. por A. El personal de los buques de ambas líneas procede de la marina de guerra y cobra por esta rama de las fuerzas armadas; los buques son reparados con fondos de la marina de guerra y ésta paga también el petróleo y los lubricantes que consumen. La navegación de cabotaje no está monopolizada, y en ella se incluyen las rutas de lis Antillas Menores y del Caribe, siempre que sean servidas por goletas y balandras de corto tonelaje.

Pan: En este artículo y sus derivados, Trujillo tiene participación importante desde los primeros tiempos de su régimen, a través de la panadería más grande del país, la Quico, C. por A.

Periódicos, libros, impresiones: Varias empresas editoras son propiedad de Trujillo, entre ellas las dos más importantes del país: El Caribe, C. por A., editora del diario El Caribe y La Nación, C. por A., editora del diario La Nación. Todos los funcionarios públicos y empleados de las empresas del dictador están obligados a comprar los diarios que editan esas dos empresas. Para convertir este negocio en monopolio, Trujillo forzó la desaparición de diarios antiguos, como La Opinión y el Listín Diario.

Pescado: El mercado de la ciudad capital está monopolizado a través de la Pescadería Nacional Dominicana, única empresa, por otra parte, que puede vender pescado a los hoteles, los hospitales y los cuarteles del Estado. Con el monopolio del mercado de la Capital, Trujillo impide que su monopolio de la carne en la ciudad pueda ser penetrado mediante productores libres de pescado.

Petróleo: Desde hace años Trujillo viene concentrando el resultado de todas las investigaciones sobre petróleo en el país, y todas las posibilidades de concesiones, en manos de su compañía Petrolera Dominicana, C. por A. Esta firma trabaja estrechamente vinculada a organismos oficiales, como la Sección Petróleo de la Consultoría Geológica, dependencia de la Secretaría de Agricultura, gracias a lo cual recibe sin tener que erogar un centavo, los estudios hechos por compañías extranjeras y por los técnicos gubernamentales. Cola Petrolera Dominicana, C. por A., Trujillo se halla preparado para monopolizar la producción petrolera del país tan pronto se inicie.

Pinturas: Monopolio trujillista, favorecido por una la que obliga a los propietarios de inmuebles en todo el país a pintar sus casas por lo menos dos veces al año. El monopolio está ejercido a través de Pinturas Dominicanas, C. por A.

Política: Todos los funcionarios públicos tienen que ser forzosamente miembros del Partido Dominicano, y como tales deben entregar el diez por ciento (10%) de su sueldo mensual al jefe del partido, Rafael Leonidas Trujillo. El descuento es hecho en la Pagaduría General de la Nación y su monto es entregado al dictador. Se calcula que este región representa una entrada diaria de diez mil pesos (equivalentes a dólares) para Trujillo. De esta suma hay que deducir los gastos de oficinas y personal burocrático del Partido Dominicano, que probablemente alcancen al veinte por ciento (20%) de las entrado. En resumen, además de instrumento político, el Partido Dominicano es una fuente de ingresos para el dictador, con un balance favorable de no menos de dos millones de dólares por año.

Radio y Televisión: A través de la Voz Dominicana, C. por A., que aparece como propiedad de su hermano J. Arismendy Trujillo, el dictador monopoliza el negocio de radio del país a nivel nacional. La Voz Dominicana es bien conocida en varios países americanos por su papel perturbador. misma empresa tiene el monopolio de la televisión. Los comerciantes libres son forzados a anunciar en radio y televisión de La Voz Dominicana, bajo amenaza de maltrato y cárcel si no lo hacen.

Refrescos embotellados: Producidos por la Industrialización de Frutos Dominicanos, C. por A., los refrescos Trópico son los únicos que se consumen en las dependencias del Estado, aunque en los hoteles oficiales se venden los de otras marcas.

Rentas (por alquiler de casas): Es difícil saber cuál es el número de casas de alquiler que tiene Trujillo, pero es de tomar en cuenta que se había iniciado en ese negocio desde que era jefe del Ejército, antes de 1930. Se sabe que la mayoría de las embajadas dominicanas en Europa se hallan en casas de Trujillo, que deben pagarle renta alta, y que muchas de las que se alquilan a diplomáticos extranjeros en Santo Domingo son del dictador.

Sacos, cordeles y fibras tejidas: Monopolio de Trujillo que va desde la siembra de las plantas fibrosas hasta la manufactura y venta de los artículos que cubren todo el mercado nacional. La ley castiga severamente el uso, por más de una vez, de los sacos fabricados por el dictador. Los latifundios destinados a la siembra de las plantas fibrosas que surten a la fábrica son servidos por presos y soldados. Fue en esos latifundios donde funcionarios de la OIT comprobaron en 1957 la presencia de varios centenares de trabajadores esclavos, sin sueldo ni horario de trabajo. La firma que maneja este monopolio es Sacos y Tejidos Dominicanos, C. por A., coadyuvada por firmas subsidiarias, como la Fábrica Dominicana de Cordones y la Fábrica Dominicana de Guata.

Sal: Uno de los más antiguos y voraces monopolios de Trujillo. A fin de evitarse los inconvenientes atinentes a la producción, el dictador traspasó al Estado, hace algunos años, la posesión de las minas de sal y su manipulación, pero conservó el monopolio de la venta en el país y para el exterior, con lo cual asegura mayores beneficios, puesto que si hubiere pérdidas en la producción deberán ser absorbidas por el Estado. Actualmente el monopolio gira bajo el nombre de Sal y Yeso Dominicano, C. por A., o con su "s" a faltar-.
El yeso es un subproducto de las minas de sal gema de donde se extrae la sal.

Seguros: Todos los seguros que señala la ley para los trabajadores particulares y oficiales, así como los marítimos se hallan monopolizados por la San Rafael, C. por A., empresa que figura entre las primeras establecidas por Trujillo. Los lesionados asegurados en la San Rafael son atendidos en hospitales del Estado, incluyendo a empleados del gobierno militares, si bien, para cuidar las apariencias hay consultorios médicos que están al servicio de la empresa; en esos consultorios se hacen sólo curas elementales. Las indemnizaciones por muerte accidental rara vez son pagadas, y para evadir a responsabilidad civil se recurre al procedimiento de no dar asiento a las muertes en los registros oficiales. Los seguros ce vida no están monopolizados por la San Rafael, C. por A, se permite a algunas firmas extranjeras hacer algunos.

Tejidos de algodón: En sus formas hilada y de punto e incluso con el producto manufacturado en ropa, camisas medias, camisetas, el de tejidos de algodón es otro de los monopolios de Trujillo. Está manejado por varias firmas Algodonera, C. por A., que fabrica los tejidos; distintas sucursales de Camiserías Alma, que producen y venden camisas, y Miss América, que confecciona ropa de mujer.

Zapatos: Las compras del Estado -el mayor cliente de país, sobre todo a través del Ejército y la Marina- se hace-exclusivamente a la Fa-Doc, C. por A. (Fábrica Dominicana de Calzado), también favorecida por una ley que pena a los que no usen zapatos. La Fa-Doc es probablemente la empresa más antigua del cartel trujillista, y desde hace treinta años vende anualmente al Estado una cantidad de pares de zapatos destinados a los presos del país, que han sido sistemáticamente cobrados, pero jamás servidos.

Sorprendido por la multiplicidad de los negocios de Rafael Leonidas Trujillo, Daniel James, un periodista norteamericano, dijo que en Santo Domingo "es casi imposible comer, beber, fumar o vestir cualquier cosa sin beneficiar con ello de alguna manera al Benefactor o a su familia. El dominicano le paga tributo desde que nace hasta que muere."

Es cierto. Y ahí, precisamente, está la clave del dominio que tiene el dictador dominicano sobre su pueblo: Rafael Leonidas Trujillo no encabeza un régimen político: es el jefe de una organización económica monolítica e implacable, cuya voracidad se mueve estimulada lo mismo por un dólar que por diez millones; esa organización tiene a su servicio un gobierno y un ejército de mar, tierra y aire; y para vergüenza del sistema legal que vincula a los países de América, es recibida y tratada como si fuera la representación legítima del pueblo dominicano.

En este libro de Juan Bosch encontrará el lector respuesta a una pregunta que se han hecho muchos dominicanos, la de a cuánto montaba la fortuna de Rafael Leonidas Trujillo, el hombre que acumuló cientos de millones de pesos, pero no de los pesos de ahora, que valen a razón de tres por un dólar, sino de los de 1930 hasta 1960, años en los que el peso tenía el mismo valor que el dólar.

Solapa de la 4ta. Edición
En La Fortuna de Trujillo Juan Bosch sostiene que Trujillo convirtió a la República Dominicana en una empresa capitalista de su propiedad, y lo demuestra con la publicación de una lista de los negocios que tenía en el año 1959 y el inventario de los bienes que figuraban a nombre suyo, de la señora María Martínez de Trujillo y de sus hijos Rafael, Radhamés y Angelita.
El inventario de los bienes del dictador fue hecho por el licenciado Tirso E. Rivera J., hombre de toda la confianza en materia económica de Trujillo, y fue terminado 36 días después de la muerte del dictador ocurrida en la noche del 30 de mayo de 1961 cuando iba de viaje a San Cristóbal.
Ese inventario confirma la tesis expuesta repetidas veces por el autor de este libro cuando ha dicho que Rafael Leonidas Trujillo se convirtió, usando sus
poderes de dictador, en el hombre más rico que ha conocido la historia de nuestro país.