lunes, 6 de abril de 2015

Yo soy la patriota...

Respuesta a Edwin Paraison


Por El Día

Redaccion[@]eldia.com.do 12:05 am 
opinion 390
Hoy he decidido presentarme a Edwin Paraison: aquí estoy, soy “La Patriota” de su escrito en la página 10 del periódico EL DÍA del 12 de marzo, a quien usted hace referencia de forma despectiva por portar una pancarta que decía “No soy racista, pero no quiero haitianos en mi país”, esa soy yo, Dra. en Derecho, con post-grado y maestría en mi área, líder comunitaria, madre, hija, hermana, amiga, presidenta del Movimiento Cívico Los Hijos de Duarte, pero sobre todo DOMINICANA.


Históricamente han sido los haitianos los que han agredido esta nación. Varias batallas entre Haití y República Dominicana, dan fe y testimonio de ello.

Lo ocurrido en el año 1937 fue la respuesta de Trujillo a sus agresiones; al cruce ilegal de sus conciudadanos a nuestro territorio a robar, matar y agredir a los dominicanos; que conllevó la muerte de haitianos en cifra aún no determinada, pues hasta la fecha no se han encontrado fosas que permitan establecerla, situación que hoy en día solo se conoce por el informe de un sacerdote de una iglesia Anglicana prejuiciada, pues en esa época esta hacía en Haití y República Dominicana la misma función que hoy en día hacen los Jesuitas.

De esos hechos se desprende el informe 1936-1957 de la Misión Jesuita en la Frontera, con sede en Dajabón, suscrito por su director, el P. Antonio L. de Santa Anna y Grau, que relata la dominicanización fronteriza de la cual formaron parte, y extrañamente silencia la ocurrencia de todo hecho relacionado con esa denunciada matanza de haitianos presentada por el gobierno de Haití; que motivó la intervención de la Unión Panamericana y la firma en Washington del Acuerdo Domínico-Haitiano de 1938, que fuera convertido en el país en Ley n.º 1467 por el Congreso Nacional de la República Dominicana; acuerdo que recibió la mediación de los presidentes de Estados Unidos, Cuba y Méjico, mediante el cual ambos países se comprometieron en su Art. X a no permitir que ninguno de sus ciudadanos ingresara al territorio del otro de forma ilegal violando la frontera.

La trasgresión de Haití de ese Acuerdo, aún vigente conforme al Derecho Internacional Público, le conlleva pagar daños a la República Dominicana por cada nacional haitiano que lo haya hecho.

El mismo Art. X del Acuerdo determina claramente la deportación forzosa de todo aquel que se encuentre en condición de ilegalidad en territorio ajeno, y constituye la política pública que cada Estado debe aplicar en la frontera, evitando así la violación de la misma, el cual solo República Dominicana ha cumplido, pues sus ciudadanos han cruzado la frontera solo para ir en auxilio y ayuda de Haití en su desgracia, como lo fue el terremoto de enero de 2010, incluyendo su reconstrucción.

No ha sido historia que los dominicanos hayan cruzado la frontera a robar, matar y quedarse a vivir ilegal en Haití, pues, para ingresar en busca de una motocicleta robada en suelo dominicano por haitianos, los dominicanos deben hacerlo con visado y pasaporte en manos.

De no tenerlos, han sido sometidos a prisión en Haití, como sucedió el pasado año.
Los actores económicos binacionales a los que usted se refiere, solo buscan beneficio para su bolsillo y con su proyecto de unificar un mercado de 21 millones de consumidores, no contribuirán al bienestar de la mayoría dominicana presa de una inflación de precios que la empobrece; ni tampoco la haitiana; solo que los dominicanos hemos logrado, a pesar de la gran expoliación extranjera a que hemos sido sometidos, y la corrupción administrativa gubernamental que la ha propiciado, empujarla hacia una nación próspera, en donde la unión de todos nos ha permitido levantarnos y ponernos en marcha, sin esperar a que otros países nos resuelvan nuestros problemas, como lo hace el pueblo haitiano.

Esa prosperidad se ha estropeado y detenido por la ocupación e invasión programadas a nuestro país por sus ciudadanos, y con ella traen sus pobrezas, miserias y enfermedades a nuestro territorio; relajan el mercado laboral, consumen gran parte del presupuesto de salud y educación; y nos producen grave daño con su cultura de depredación de bosques y quema de carbón.

Sus desempleados defecan en nuestras calles y convierten nuestros espacios públicos en mercados ambulantes, traduciendo todo nuestro esfuerzo como nación en otro Haití anarquizado.

Bajo la presión geopolítica de los intereses extranjeros que lo propician, hasta la nacionalidad dominicana debemos otorgárselas violando nuestra Constitución y leyes de migración, y también violando el artículo 11 de su Constitución haitiana, que reza claramente que todo hijo de haitiano nazca donde nazca es haitiano.

Lo de las empresas mineras lo conocemos bien, y a los dos expresidentes de EE.UU. que están tras la riqueza minera de la isla a ambos lados de la frontera domínico-haitiana; y sabemos que los haitianos solo son el instrumento de las mega mineras y la comunidad internacional involucradas para apropiarse de todo, destruyendo para ello el Estado dominicano, pues el de ustedes ya no funciona; y una forma de evadir la responsabilidad de reconstruir a Haití es destruyendo nuestras fronteras jurídicas, la Constitución y nuestras leyes en materia de nacionalidad, dándoles derechos a sus haitianos a elegir y ser elegidos en nuestro país.

Los dominicanos no lo permitiremos.
Créame señor Paraison, que si usted hubiera invertido todo el tiempo que ha utilizado escribiendo y accionando en contra de la nación dominicana, a favor de Haití, quizás tendrían menos problemas económicos como nación y sus nacionales no estuvieran rodando por el mundo en donde nadie los quiere recibir, y los
expulsan cuando llegan, hasta en jaulas, como lo ha hecho recientemente Las Bahamas.

Le sugiero que invierta sus energías en ir en ayuda de su pueblo y deje el nuestro en paz.

Vaya y trabaje desde allá para sus conciudadanos con menos suerte que Ud., que prefiere vivir aquí, con las comodidades que todavía disfruta nuestra clase media.
No voy a terminar esta respuesta sin antes advertirle que conspirar contra la República Dominicana está penado por el Código Penal y la Constitución y por eso podemos procesarlo. Además deseo que recuerde algo, remontándolo a la historia de 1844.

Fue el pueblo que los sacó a Uds. de aquí, hombres y mujeres como yo, no un gobierno, pues el gobierno eran ustedes, recuerde eso muy bien, pues el 98% de los dominicanos no quiere haitianos en su país.

Ah, y lo de la fusión no es ‘mero invento electoralista’, pues el estandarte de la reciente manifestación de 500 conciudadanos suyos en Comendador, Elías Piña, fue la fusión de la isla.

*Por Gladys Féliz

Haití niega derechos que reclama en República Dominicana


Cuando un país se apropia de otro

Por Manuel Núñez Asencio

La reciprocidad jurídica

¿Qué ocurriría si en lugar de menospreciar la aplicación de nuestras leyes, pisotear nuestra Constitución, adoptáramos las  leyes y disposiciones que Haití aplica a todos los extranjeros en su territorio?
·                En primer lugar, de hacerlo los haitianos no podrían acusarnos—tal como están haciendo en todos los foros internacionales—de valernos  de leyes que quebrantan los derechos humanos. Porque si las disposiciones que ellos han establecido para los extranjeros en su país resultan  buenas a sus ojos, no podrían tacharlas de malas, cuando se le apliquen a ellos en el nuestro territorio, donde son extranjeros?

·                En segundo lugar,  estableceríamos un estatuto  de reciprocidad jurídica, en la que ninguno de los dos Estados tendrían derecho a desacreditar internacionalmente al otro, en vista de que en ambos países imperarían leyes semejantes. No sería entonces válido invocar al intervencionismo internacional, para que corrija las supuestas violaciones incluidas en el sistema jurídico dominicano.
Conviene que, examinemos, los derechos que tienen  los extranjeros  en el territorio haitiano. Porque resulta rotundamente indiscutible que los haitianos no deberían esperar fuera de sus fronteras un trato distinto del que reciben los extranjeros dentro de su país.  Bueno sería que aquellos que se han atribuido una supuesta magistratura para dar lecciones de moral,  hacer caricatura de nuestras leyes y disposiciones, los responsables de nuestra funestísima reputación internacional, comparen los dos sistemas jurídicos el haitiano y el dominicano.
¿Se contrapone la Sentencia TC168/13 a las disposiciones existentes en Haití con relación a la nacionalidad de los descendientes de extranjeros?. Desde luego que no.
A la luz del derecho,  la Sentencia 168/13 que ratifica lo que es un precepto de todas nuestras constituciones desde que se introdujo el jus solis en 1929 (otorgamiento de la nacionalidad por nacer en el territorio)  le reconoce derechos a los descendientes de extranjeros que le han negado siempre todas las Constituciones haitianas desde 1805 a 1986.
Veamos el contraste.

·      Los descendientes de extranjeros, residentes legales en República Dominicana, podrían optar por la nacionalidad dominicana, en caso de que no hagan valer expresamente la nacionalidad de sus padres. Exceptuados de esos beneficios se hallan los no residentes (en tránsito o plenamente ilegales) y los descendientes de diplomáticos. Son las disposiciones menos restrictivas que existen en el concierto de naciones del mundo.
·      Por el contrario, los descendientes de extranjeros, nacidos en territorio haitiano,  sin que importe su situación
jurídica, nunca podrían optar por la nacionalidad haitiana. Haití sólo reconoce el jus sanguini.  Se parte del principio  de que todo el que nace del vientre de una haitiana es haitiano, sin que importe demasiado el territorio en donde nace.
En una isla sobrepoblada como La Española, debería ser éste el principio imperante entre haitianos y dominicanos. Porque se fundamentaría  en la  reciprocidad jurídica y en las necesidades  de supervivencia que impone la naturaleza de las cosas.
En la actualidad,  la Sentencia TC168/13 le reconoce derechos a los descendientes de haitianos que residen legalmente en nuestro país, esos mismos derechos  Haití se los  niega a los dominicanos  que tengan en esa misma condición en territorio haitiano.
Pero los haitianos esas ventajas no resultan satisfactorias ni suficientes. Quieren que esos beneficios se otorguen a todo el que logre cruzar la frontera dominicana.
La maniobra haitiana consiste en victimizarse. En acusarnos  de racismo y de discriminación porque no le regalamos la nacionalidad.  ¿En cuántos países del mundo, los descendientes de haitianos que han ingresado ilegalmente  se convierten automáticamente en nacionales de esos países?  En ninguno  pertenecen al entronque de esas naciones.  ¿Por qué  el negarle la nacionalidad a los descendientes de extranjeros no residentes sería racismo y discriminación, cuando la apliquen cualquier país, incluyendo la República Dominicana, y no lo sería  cuando  Haití  se la niega a los descendientes de extranjeros residentes legalmente en ese país? ¿Por qué se batirían en los foros internacionales los haitianos contra la República Dominicana para que se le otorguen derechos en nuestro país que ellos les niegan a los extranjeros en el suyo?
La admirable Sudáfrica, país ejemplar en la lucha contra el
Zimbabuenses fueron expulsados de Sudáfrica
apartheid y la discriminación, no es la patria de los negros del mundo.  Deporta diariamente cientos de  ilegales procedentes de Zimbabue, de Namibia, del Congo y de otras fronteras. No les otorga la nacionalidad a los descendientes de inmigrantes no residentes o ilegales ni a los hijos  de diplomáticos ni a los hijos de extranjeros  empleados de los consulados y legaciones diplomáticas. A la luz de esa Constitución,  los hijos de haitianos que ingresaren allí ilegalmente, tampoco serían considerados como nacionales. ¿Acusarán a la Sudáfrica de Mandela de racista, de aplicar procedimientos nazis, de apartheid porque allí no se le regala la nacionalidad a los que ingresen en su territorio ilegalmente?
¿Qué hacer cuando un país se apropia de otro?
         Un país puede apropiarse de otro de dos maneras.
1.    mediante el mecanismo de la dominación colonial. En esa circunstancia, suprime la soberanía, ocupa militarmente el territorio, implanta sus leyes, su lengua y su cultura y ahoga la resistencia patriótica, sacrificando o exiliando a los responsables de la oposición a esa dominación oprobiosa. Fueron esas las características de la ocupación haitiana de 1822-1844.

2.             Pero  hay otras circunstancias en las cuales un país puede apropiarse de otro. Se trata de la mudanza de los pueblos, cuyos efectos pueden ser aún más devastadores, porque terminan por romper la cohesión nacional. Basándose  en la victimización que ha generado políticas de compasión, los haitianos han comenzado a apropiarse de la República Dominicana, sin que medie la ocupación militar y el dominio del Estado. Las características de esta apropiación se basan en factores que tienen efectos devastadores.

Fermín Acosta
1.   Desnacionalización de la mano de obra, la conquista de la agricultura y de la construcción y los servicios. Las declaraciones de  Fermín Acosta,  Presidente de ACOPROVI advierte que no deben deportarse los haitianos que trabajan en la construcción. De lo contrario, se cierran las actividades del sector. Don  Osmar Benítez,  Presidente de la Junta Agro empresarial,   proclama que le sean reservados a los millares de haitianos los puestos de trabajo de la agricultura. ¿cómo hemos llegado a esta catástrofe? Los partidos, ya sean de izquierda o de derecha,  han traicionado a los trabajadores dominicanos.

2.   La implantación de su lengua y su cultura en términos demográficos el creole haitiano es la lengua que mantiene la cohesión endrogrupal, y es la lengua que permite mantener unidos a los haitianos del oeste vinculados a los que han comenzado a colonizar el este. Se trata de una cultura entrópica, centrada en sí misma. Una comunidad de intereses, unida por la configuración religiosa, por la lengua, por los intereses jurídicos de proclamarse derechohabientes en la República Dominicana.

3.   La ocupación del territorio. Una gran proporción de los terrenos del Estado ha servido para fundar comunidades, más de cuatrocientos bateyes. En algunos casos, nos hallamos ante pueblos enteros, como ocurre en Verón ( Higuey) o en Troudille ( Oviedo) o en Ranchito ( La Vega). Los haitianos  ya ocupan las calles, las avenidas, los mercados.

4.   La ruptura de la frontera jurídica. Es decir, convertir toda la circunstancia anterior en un hecho irreversible, apoyado por la comunidad internacional, por las ONG, por una porción de la Iglesia y por los empresarios dominicanos, por la USAID y sus agentes locales, por una porción manipulada de  la sociedad civil y, desde luego, por el mando político que ha encontrado una coartada para enseñorearse con el poder.

5.   La destrucción psicológica del adversario. Mediante una campaña de descrédito emprendida por los grupos que
Osmar Benítez
promueven esta implantación extranjera,  se siembra estereotipos en la comunidad internacional que apoyen el despojo de los logros  sociales del pueblo dominicano y que conviertan esta conquista del territorio dominicano en un hecho irreversible.

6.   La anulación de la Independencia dominicana de 1844. Ocupado el territorio por una población extranjera,  que se ha proclamado en derechohabiente al destruir la frontera jurídica; conquistado los empleos que produce la economía; encorsetada la acción del Estado por organismos internacionales; la independencia del Estado dominicano quedaría en los hechos y en la forma  destruida. Sin autodeterminación no hay libertad. Sin libertad se desvanece la independencia.  Pero la tragedia no termina en esa declaración. Porque a partir de entonces comenzara irreversiblemente un proceso de degradación de todos los progresos que hemos logrado. Al importar sus enfermedades, destruimos la salud del pueblo nuestro; comenzará a imponerse el desorden haitiano y sus grandes problemas; quedará deshecho el turismo y la paz social. 

Cuando eso ocurra, los empresarios que apoyan esta tragedia podrán, como ha manifestado el abogado de empresas, José Luis Taveras  tomar sus aviones privados  y alojarse en sus mansiones de Miami. Los  políticos irresponsables que se han cruzado de brazos para contemplar el hundimiento del país y los traidores que promueven la desnacionalización podrán contemplar su obra. Habrán destruido todo lo que nos resulta hermoso.