domingo, 28 de febrero de 2016

La sociedad en su conjunto no confía en las Fuerzas Armadas dominicanas


Las estadísticas más recientes (al 2015) indican que
la República Dominicana es uno de los países latinoamericanos
con menos confianza en sus Fuerzas Armadas, 
solamente superada por Argentina (43%), El Salvador (42%),
Venezuela (37%) y Bolivia (36%) donde el nivel de confianza
en las Fuerzas Armadas es todavía menor. 



Por: José Amado Requena*

Fente a la gravísima amenaza que representa para la soberanía nacional de la República Dominicana el vacío de poder político en que lamentablemente ha caído la vecina República de Haití, ha circulado la noticia de que el Ministerio de Defensa desplegó 2,256 militares hacia la frontera.

En efecto, el Artículo 252 de la Constitución de la República Dominicana establece que “la defensa de la Nación está a cargo de las Fuerzas Armadas” y que por lo tanto, “su misión es defender la independencia y soberanía de la Nación, la integridad de sus espacios geográficos, la Constitución y las instituciones de la República…” Por consiguiente, en estos momentos, nadie en su sano juicio cuestionaría la necesidad y la pertinencia de tan acertada medida de política pública. Todo lo contrario, es precisamente en momentos como este que nuestras Fuerzas Armadas tienen la responsabilidad constitucional de salvaguardar la integridad de la frontera dominico-haitiana.

Lo que deberíamos cuestionar no es por qué el Ministerio de Defensa desplegó 2,256 militares hacia la frontera con Haití, sino por qué desplegó tan pocos militares y sobre todo dónde están los otros 48,712 militares que, sumados a los 2,256 desplegados en la frontera, componen la totalidad de las Fuerzas Armadas de la República Dominicana.
¿Por qué tan pocos militares en la frontera?
Según las estadísticas institucionales publicadas en la página web del Ministerio de Defensa, al mes de diciembre de 2014, la relación del personal militar activo de las Fuerzas Armadas (Ejército Dominicano, Fuerza Aérea Dominicana y Armada Dominicana) ascendía a un total de 50,968 militares. Si a esa cifra le sumamos los 5,225 “asimilados” e “igualados” que también figuran como pertenecientes a las instituciones castrenses, el número de militares activos resulta aún más alto. De lo anterior se desprende que, a pesar de compartir casi 400 km de frontera con el país menos estable, económica y políticamente, del hemisferio occidental, el Ministerio de Defensa apenas ha desplegado solo el 4.4% de sus militares hacia la frontera con Haití.
Lo anterior debería ser un serio motivo de preocupación para todos los dominicanos. ¿No es precisamente a lo largo de la frontera dominico-haitiana donde debería prestar servicio la gran mayoría de nuestros militares? Al fin y al cabo, con excepción de los conflictos armados librados en 1844 y 1965, la República Dominicana nunca ha estado en guerra. Todo lo contrario, la República Dominicana siempre se ha caracterizado por ser un país pacífico, amigo de sus vecinos, solidario con todos los pueblos y un importante socio comercial de numerosos países del mundo.
Partiendo de las estadísticas publicadas por el Ministerio de Defensa, un simple ejercicio de aritmética arroja que la República Dominicana cuenta con aproximadamente 105 militares activos por cada 100 km2 de territorio, o 5 militares activos por cada 1,000 habitantes. El ejercicio anterior excluye a los “asimilados” e “igualados”, cuya función específica en las Fuerzas Armadas no queda tan clara.
A nivel internacional, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (International Institute for Strategic Studies) publica un informe anual titulado “El Balance Militar” (The Military Balance) donde aproxima la capacidad militar de 171 países del mundo. Los datos que allí figuran son sumamente útiles pues se levantan utilizando una misma metodología estadística, lo que permite la elaboración de comparaciones entre los países y a lo largo del tiempo. Según este informe, en 2014, Colombia solo disponía de 41 militares activos por cada 100 km2 de territorio, o 10 militares activos por cada 1,000 habitantes. México, por su parte, disponía de 14 militares activos por cada 100 km2de territorio, o 2 militares activos por cada 1,000 habitantes. ¡La República Dominicana tiene casi 3 veces más militares activos por cada 100 km2 de territorio que Colombia, y casi 3 veces más militares activos por cada 1,000 habitantes que México! Claro está, contrario a la República Dominicana, Colombia es un país que sigue enfrascado en un sangriento conflicto armado de más de 50 años en contra guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes. México, por su parte, es un país donde las Fuerzas Armadas llevan aproximadamente 10 años batallando arduamente en contra de poderosos carteles del narcotráfico que, aprovechándose de la flexibilidad propia de las leyes de armas vigentes en los Estados Unidos, cuentan con armamento de todo tipo.


¿Dónde están los demás militares, aquellos que no prestan servicio en la frontera?
También ha circulado la noticia de que el Ministerio de Defensa mantendrá la labor de más de 3,500 militares que patrullan, concomitantemente con la Policía Nacional, en el combate a la delincuencia. Dado el clima de violencia e inseguridad ciudadana que vive nuestro país actualmente, la política de incorporar militares “activos” a las operaciones de patrullaje que ejecuta la Policía Nacional también pudiera justificarse. Sin embargo, los 2,256 militares que prestan servicio en la frontera, más los 3,500 que patrullan conjuntamente con la Policía Nacional, apenas representan el 11.3% de las Fuerzas Armadas dominicanas. ¿Dónde están, entonces, los demás militares activos? ¿Cuál es su función específica en los cuerpos castrenses de nuestro país? ¿Alguna vez han prestado servicio en la frontera dominico-haitiana? Lamentablemente, las estadísticas publicadas por el Ministerio de Defensa no responden las antemencionadas interrogantes.


Sin embargo, el Latinobarometro, una encuesta de opinión pública levantada anualmente en 18 países de América Latina y en España, parece arrojar un poco de luz sobre lo que lamentablemente ocurre con nuestras Fuerzas Armadas. La encuesta realizada en 2015 reveló que el 56% de los dominicanos no confiaba o confiaba muy poco en las Fuerzas Armadas, mientras que el restante 44% de los encuestados confiaba algo o mucho en las mismas. Más específicamente, frente a la pregunta de “¿Cuánta confianza tiene usted en las Fuerzas Armadas?”, un 37% de los encuestados respondió “Ninguna”, un 19% respondió “Poca”, un 23% respondió “Algo” y un 21% respondió“Mucha”. Los datos estadísticos demuestran que la gran mayoría de los dominicanos desconfía o confía muy poco en sus Fuerzas Armadas. De hecho, según la serie de encuestas históricas levantadas por Latinobarometro, el nivel de confianza de los dominicanos en sus Fuerzas Armadas ha venido deteriorándose significativamente durante los últimos 10 años: disminuyendo de 55% en 2005 a 44% en 2015. Inclusive, el nivel de confianza en las Fuerzas Armadas dominicanas se desplomó a 27% en 2011, el nivel más bajo de todos los países latinoamericanos durante ese año. Las estadísticas más recientes (al 2015) indican que la República Dominicana es uno de los países latinoamericanos con menos confianza en sus Fuerzas Armadas, solamente superada por Argentina (43%), El Salvador (42%), Venezuela (37%) y Bolivia (36%) donde el nivel de confianza en las Fuerzas Armadas es todavía menor. Por el contrario, en otros países como Ecuador, Chile, México, Brasil y Colombia, más de la mitad de los encuestados expresó tener confianza en sus Fuerzas Armadas.

¿A qué se debe, entonces, la desconfianza que tiene el pueblo dominicano en sus Fuerzas Armadas?
Que sea el lector el que saque sus propias conclusiones. Por nuestra parte, creemos que la falta de militares activos prestando servicio en la frontera dominico-haitiana tiene mucho que ver. Indiscutiblemente, la ausencia de suficientes militares activos atendiendo la que debería ser su prioridad número uno ha contribuido con el deterioro de la confianza que tiene el pueblo dominicano en sus Fuerzas Armadas. Claro, hay otros factores que también han quebrantado la confianza de nuestro pueblo en sus Fuerzas Armadas, tales como: el número exorbitante de generales y demás oficiales que forman parte de las mismas; el gran número de militares “activos” pero sin funciones que componen sus filas; el alto número de militares que figuran en las nóminas de las diferentes instituciones públicas y que frecuentemente se encuentran al servicio de los funcionarios; la falta de transparencia que históricamente ha caracterizado a los procesos de compras y contrataciones públicas en nuestro país; los pírricos salarios que devienen los militares activos, sobre todo los de menor rango, que si cumplen importantes funciones en materia de seguridad nacional; entre muchos otros factores que por razones de espacio no seguiremos enumerando. Reconocemos, sin embargo, que en los últimos años ha habido mejorías importantes, dentro de las que cabe resaltar la promulgación, por la presente administración, de la Ley 139-13 Orgánica de las Fuerzas Armadas y del Decreto 543-12 que reglamenta la aplicación de la Ley 340-06 de Compras y Contrataciones Públicas.
La presencia de nuestras Fuerzas Armadas en la frontera dominico-haitiana es indispensable, pues está en juego la seguridad del Estado dominicano y de todos sus ciudadanos. Los haitianos no tienen Fuerzas Armadas, ya que se vieron obligados a disolverlas luego de múltiples golpes de estado y décadas de interferencia militar en los asuntos políticos. Sin embargo, la frágil presencia de militares dominicanos en la frontera dominico-haitiana contribuye con la proliferación de actividades delictivas transnacionales como el contrabando, el tráfico de drogas, el tráfico de armas y el tráfico de personas. Se impone que el gobierno de la República Dominicana reestructure más eficientemente su gasto militar, fortaleciendo cuanto antes la presencia de nuestros militares en la frontera.

*es licenciado en Economía, Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales. Reside en Boston.

Fuentes:
Constitución de la República Dominicana, 2015. Disponible enhttp://www.poderjudicial.gob.do/documentos/PDF/constitucion/Constitucion.pdf
Redacción de Almomento.net. “Más de dos mil hombres en la frontera RD por conflictos en Haití.” Almomento.net [Santo Domingo] 6 de febrero 2016. Recuperado de http://almomento.net/mas-de-2-mil-hombres-cuidan-la-frontera-por-conflicto-haitiano/179212
Redacción de Almomento.net. “La República Dominicana moviliza tropas y helicópteros a la frontera.” Almomento.net [Santo Domingo] 16 de febrero 2016. Recuperado dehttp://almomento.net/la-republica-dominicana-moviliza-tropas-y-helicopteros-a-la-frontera/181604
Rodríguez, Ramón. “Las Fuerzas Armadas mantendrán a militares en labores de patrullaje.” Diario Libre [Santo Domingo] 16 de febrero 2016. Recuperado dehttp://www.diariolibre.com/noticias/sucesos/las-fuerzas-armadas-mantendran-a-militares-en-labores-de-patrullaje-BA2750605
Latinobarometro. Base de Datos en Línea. Recuperado de http://www.latinobarometro.org
Ministerio de Defensa de la República Dominicana. Estadísticas Institucionales. Recuperado dehttp://www.fuerzasarmadas.mil.do/transparency.aspx
(2015) Chapter Eight: Latin America and the Caribbean, The Military Balance, 115:1, 363-420, DOI: 10.1080/04597222.2015.996364. Recuperado dehttp://dx.doi.org/10.1080/04597222.2015.996364

domingo, 21 de febrero de 2016

La ocupación haitiana de Santo Domingo


 No hay solución dominicana para los problemas haitianos

Por Manuel Berges hijo
“Solo siendo dominicano, 
se siente lo que yo siento”

La ocupación militar haitiana de Santo Domingo en 1822 fue un período histórico que duró 22 largos años,  en el cual Haití gobernó la parte oriental de la isla, imponiéndose sobre el nuevo Estado de Haití Español, el cual fue dividido en dos Departamentos: situándose uno en la porción Norte el Cibao, y el otro en la porción Sur, el Ozama.
Los veintidós años de la ocupación haitiana de Santo Domingo,  son y serán recordados por los dominicanos y el mundo occidental, como un período de régimen militar tiránico y brutal, con excepción de la abolición de la esclavitud.
Los haitianos durante su férreo dominio,  llevaron a cabo expropiaciones de tierra a gran escala y no realizaron los esfuerzos propios para la producción de cultivos de exportación;  impusieron  el servicio militar;  restringieron  el uso de la lengua española;  y se trató de eliminar las costumbres tradicionales, tales como las peleas de gallos. 

Haití prohibió que  los ciudadanos de raza blanca tanto en el lado oriental como en el occidental de la isla, pudieran ser propietarios de tierras, y los terratenientes  de mayor renombre, se vieron privadas por la fuerza, de sus propiedades, emigrando hacia Cuba, Puerto Rico o a la Gran Colombia, por lo que los jefes y altos militares haitianos adquirieron abusivamente sus tierras.
Los haitianos, que asociaban la Iglesia Católica Romana con sus amos franceses, que les habían explotado antes de su independencia, confiscaron todos los bienes de la iglesia, deportaron a todos los clérigos al extranjero y los restantes miembros del clero rompieron los lazos con el Vaticano. 

La Universidad de Santo Domingo, la más antigua de América, fue cerrada por los haitianos.
Con el fin de recibir en aquel momento el reconocimiento diplomático de Francia, país que ahora rechaza e ignora su antigua colonia, y que con sus tropas,  frente a la MINUSTAH y los poderosos del Planeta Tierra, entrena el nuevo ejército de 15,000 hombres, Haití se vio obligado en aquel momento, a pagar una indemnización de 150 millones de francos a los ex-colonos franceses, suma que fue reducida posteriormente, a 60 millones de francos, tras lo cual Haití nos  impuso onerosos impuestos, para pagar esa absurda deuda. 

Como Haití no podía  mantener adecuadamente a su ejército, las fuerzas de ocupación en gran parte,  sobrevivieron confiscando a los dominicanos sus alimentos y suministros,  a punta de pistola.
Los intentos de redistribución de la tierra en conflicto por el sistema de terrenos comuneros que había surgido con la economía ganadera, y el resentimiento de los recién emancipados esclavos hizo que la administración haitiana que se sabe, era  era ineficiente,  dispusiera  aumentar los cultivos comerciales en virtud del Código Rural de Boyer, siendo sus efectos más notorios en nuestra ciudad de Santo Domingo, lo cual encendió el movimiento por la independencia.
Los terrenos comuneros surgieron debido a "la escasez de población, el bajo valor de la tierra, la ausencia de funcionarios calificados para el estudio de tierras y la dificultad para dividir el rancho de tal manera que cada individuo recibiría una parte de los pastizales, los bosques, arroyos, palmerales y las pequeñas parcelas agrícolas que sólo se combinan cuando se hizo posible la explotación del rancho”.
 
En 1838 nuestro Juan Pablo Duarte, fundó la sociedad secreta  La Trinitaria para intentar conseguir la independencia de Haití, y un año antes de la Independencia,  en 1843,  se aliaron con un movimiento haitiano cuyo objetivo era el derrocamiento de Boyer.
Al revelarse los dominicanos a sí mismos,  como revolucionarios que trabajaban por la independencia dominicana, el entonces nuevo Presidente de Haití, Charles Rivière-Hérard, exilió o encarceló a los principales trinitarios. 

Al mismo tiempo, Buenaventura Báez, un exportador azuano de caoba y Diputado en la Asamblea Nacional de Haití, negociaba con el Cónsul francés el establecimiento de un Protectorado francés.
En un levantamiento cuyo fin era anticiparse al acuerdo de Buenaventura Báez, el 27 de febrero de 1844 los trinitarios proclamaron la independencia de la República Dominicana con el apoyo de Pedro Santana, un rico ganadero de El Seíbo que comandó un ejército privado de peones que trabajaban en sus fincas.

Esta parte de nuestra historia debe de servirnos de aliciente para ratificar que nuestra amada Patria, nunca será esclava,  ni sujeta a mandatos foráneos y que debemos defender nuestra soberanía.
Mantengamos nuestro patriótico concepto de que:  
No hay solución dominicana para los problemas haitianos.
¡Viva la Republica Dominicana!

Haití en el Mes de la Patria

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La crisis haitiana actual es parte de la naturaleza de los haitianos



El orgullo de ser dominicano se ha debilitado
por la agresión que le han hecho los políticos a la familia,
 a la sociedad y al Estado con el trastrueque de los valores.
 Estos ahora son muy distintos a los que eran en el siglo XX.




Por Fabio Herrera Miniño

Mientras Haití se debate en una profunda crisis política de ingobernabilidad y de los más diversos intereses económicos, los dominicanos nos sumergimos en el mes del Carnaval y de la Patria para recordar los hechos que le dieron forma al Estado dominicano al separarse del dominio haitiano en 1844. Ellos desde 1822 estaban afincados en la parte oriental de la isla.

La crisis haitiana actual es parte consustancial de la naturaleza de sus gentes. Se manifiesta de las más diversas maneras sometidos a las más variadas dictaduras y feroces depredadores, que aun bajo la ocupación americana de 1914 a 1935, fue poco lo que se hizo para orientar al país por un sendero de civilización.


Distinto a lo ocurrido en Haití, en la parte oriental de la isla desde 1916 a 1924 se estableció un desarrollo primario con los norteamericanos estableciendo todos los instrumentos legales y prácticos de una organización burocrática del Estado que todavía perdura. Pero esa ocupación de ocho años dejó las simientes de lo que iba ser la feroz dictadura de Trujillo. Este se apoyó en las organizaciones dejadas por Estados Unidos para dominar y aplastar la población dominicana por 30 años.


La paz de los cementerios haitianos perduró durante los periodos de los Duvalier desde 1957 hasta 1986. Se inició en ese año la etapa de los golpes militares cavernarios sucesivos de corta duración. Al ser destituidos venían a refugiarse a Santo Domingo. Ellos, Namphy, Manigat, April, Cedras eran algunos de los militares que se entretenían turnándose en el poder haitiano. Entonces en 1991 el gobierno norteamericano inició su experimento democrático con Jean Bertrand Aristide que es un ex-sacerdote salesiano perturbado con su odio y rencores de juventud en contra de los dominicanos. Ese rencor se manifestó sin ambages en su insidiosa presentación en las Naciones Unidas.


Aristide fue depuesto poco tiempo después. Pero los norteamericanos lo reinstalaron en 1993 para concluir su mandato y traspasar el gobierno a Preval, que al concluir su periodo se lo traspasó a Aristide, que en el 2003 fue depuesto por los norteamericanos que impusieron una nueva intervención apadrinada por las fuerzas de las Naciones Unidas denominada la MINUSTAH. Con Preval de nuevo en la presidencia, que gobernó hasta el 2011, fue reemplazado por Michael Martelly, no sin antes sufrir la terrible tragedia sísmica de enero de 2010 que destruyó a Puerto Príncipe y causó unos 300 mil muertos.
El presidente Martelly pudo sostener su perturbador mandato bajo la sombrilla de las Naciones Unidas, hasta el pasado día 7 que concluyó su mandato. Mantuvo unas hipócritas relaciones con sus vecinos dominicanos a los cuales vivía humillando cada vez que tenía una oportunidad. Una de esas ocasiones fue el inútil encuentro de Barahona, que sin ton ni son se preparó en unas 72 horas sin resultados y los dominicanos salieron desilusionados por lo vacío del lenguaje protocolar.
Y es que se quedó sin resolver la prohibición haitiana para el ingreso por vía terrestre de 23 artículos dominicanos de intenso consumo en el vecino territorio occidental de la isla.

Los dominicanos, ya en el fragor de la campaña electoral y disfrutando de su carnaval de cuaresma, no le prestan mucha atención a lo que ocurre en el vecino estado occidental. Pero a final de cuentas las consecuencias las sufrirá el país. Nuestra población se tropieza en cada rincón de las ciudades y campos con la presencia de una masa humana de Occidente que invade cada rincón para encontrar a brazo partido su fuente de supervivencia.

Por eso es que, en este Mes de la Patria, aparte de conmemorar el bicentenario del nacimiento del Padre de la Patria Matías Ramón Mella, también nos aboquemos a reflexionar sobre el futuro de nuestro país. Estamos frente a la realidad de la presión indetenible de una nación fallida cuya única tabla de salvación, para asegurar su futuro, es arroparnos en nuestro territorio.

El orgullo de ser dominicano se ha debilitado por la agresión que le han hecho los políticos a la familia, a la sociedad y al Estado con el trastrueque de los valores. Estos ahora son muy distintos a los que eran en el siglo XX. No existen medios pacíficos y humanos para proteger nuestra identidad frente a la agresión externa verbal y de hecho que nos llega del Occidente de la isla.