lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Cuál será el porvenir?...


Las ilusiones Perdidas; las esperanzas Rotas


Por Manuel Núñez Ascencio

En las vísperas del  Año Nuevo del  2016,  hacemos un balance de todos los desafíos por los atraviesa nuestro país. Nos formulamos sobre  
las preguntas acerca  de las nuevas contiendas  que nos pondrán ante un cambio de mandos el 15 de mayo del año que se inicia con pies de plomo.  Nos enfrentamos, igualmente, ante la incapacidad de prever cuáles serán las consecuencias de las decisiones que se han tomado en el presente.  Decisiones gravísimas que  llevan ya dos años.
·      La prohibición de las deportaciones de ilegales por el decreto 327/13, que ha  desmoralizado a las autoridades encargadas de ejercer el control migratorio
·        La aprobación sin referéndum de  la ley 169/14 que asumió como dominicanos a los hijos de extranjeros no residentes, y entregó residencia a 288.466 indocumentados haitianos en flagrante violación de la legislación migratoria.
Ante un Gobierno que le ha dado la espalda al control migratorio,  que se ha olvidado de las conquistas sociales del pueblo dominicano,  de los yacimientos de empleos y de  su derecho al gobierno propio,  ¿Cuál será  el porvenir?
Con semejantes antecedentes , ¿podremos sustentar la independencia de 1844 dentro de veinte años? ¿cuál será el futuro de los campesinos dominicanos, excluidos del empleo masivamente? ¿Qué haremos con los trabajadores de la construcción, sin seguridad laboral, de resultas de la introducción masiva de haitianos? Contamos con estadísticas de cómo se excluye, copiosamente, al dominicano de todas las actividades laborales, informaciones extraídas del Ministerio de Salud explican con cifras,  las proporciones del  cuantiosísimo presupuesto que se invierte en esta migración (supera el 30%) , y lo propio se ha producido en educación y en atenciones a la niñez en las distintas instituciones que se ocupan de esta población.
En una circunstancia de crisis que mantiene a una buena porción de dominicanos  en la pobreza extrema, la colonización del territorio por parte de una población extranjera no contribuye al bienestar del conjunto de la sociedad. Antes al contrario, vuelven aún más precario el empleo cuyos montos salariales no crecen; se vuelven escasos; y lanzan al dominicano más pobre, a la descomposición social.
La inmigración haitiana se halla en el corazón de todas las políticas sociales. No puede establecerse una política de empleo,  con fronteras abiertas y sin un estricto control de la población extranjera diseminada ilegalmente en el país. No puede sustentarse una política de salud, que consolide nuestros logros y mantenga el turismo, base de la economía nacional, importando enfermos del país con mayores cantidades de enfermedades del continente.
 No es verdad que destruyendo todas las  conquistas sociales de los dominicanos más pobres, contribuyamos al desarrollo y progreso de nuestro país.  No  es verdad, que para ser altruistas,  que para ser humanitarios  debamos entregarle la soberanía a esta inmigración: los empleos, las escuelas, el territorio, los bosques y finalmente,  permitir que se suplante a nuestro pueblo en el registro civil. Es decir, actuar con suprema inhumanidad contra nuestro propio pueblo.
Los cínicos plantean que esta inmigración enriquece a la República Dominicana.  Vale decir, que el ejercicio del vudú, estructura mental y trascendente de esta población,  la zombificación y sus hábitos de vida, en los que echa de ver, una lucha brutal contra el medio ambiente y un comportamiento  depredatorio que se ha mantenido inalterable, desde  el proceso de su independencia en 1804, tiene repercusiones positivas en la sociedad dominicana.
Enfrentados a los propósitos de los haitianos, metidos en el remolino de su descomposición nacional y sin sustento para su población , no cesamos de preguntarnos  ç¿tiene el pueblo dominicano derecho a la felicidad, a disponer de su destino sin que la barbarie exterior se inmiscuya en su destino ? ¿ Cómo será  el porvenir? Es la pregunta que se hace Jacques Attali ( Peut on prevoir l`avenir, Paris, Fayard, 2015). Ante los hechos, nos encontramos con dos tipos de predicciones políticas.
·      Los que pronostican un mundo ideal, salido de la aplicación de ideologías milagrosas o de los experimentos sociológicos que se hallan en su imaginación.
·      Los que predicen catástrofes, esperando que  el vaticinio ayude a evitar lo peor; son las predicciones que movilizan; los pronósticos que nos hacen pensar en las consecuencias que afrontarán las generaciones  venideras.
Dejando  de lado las estafas de la futurología, de  la astrología y otras supercherías, el pensamiento del autor queda compendiado  en algunas recomendaciones breves, como las palabras de los gurús del Oriente. Según esto,  Hay tres tipos de previsiones: prever por sí y para su familia; prever para su comunidad y su empresa; prever para el Estado y la nación. En lo que toca a nuestro país, puede condensarse en cinco factores:
1)  ¿Cuáles son los elementos de nuestra personalidad: valores, creencias: nuestra identidad como pueblo? ¿Que hacemos para sustentar la sociedad y la nación, cuál es  el porvenir de nuestra demografía?
2)   Identificar los agentes que influyen en nuestra vida. ¿ cuál es su proyecto? ¿ qué harán los amigos y los enemigos a favor o en contra de nosotros?
1)   ¿Cuáles son los acontecimientos más verosímiles que ocurrirán en mi entorno? ¿cuál es el  proyecto del Gobierno con relación al país? Una nación que no tiene una visión de lo que será en veinte años se convierte en juguete de la historia. la ausencia de proyectos contribuye a vaciar la política de su contenido. ¿cómo será el país del 2026?

Mirada la cuestión desde otro punto de vista, descubrimos nuevas luces, nuevas anticipaciones. Según Edgar Morin ( Sociologie peut elle prevoir, Toulouse, 2000) podemos prever ; no predecir. Contamos con encuestas, sondeos, estudios que pueden constituirse en mecanismos de explicación que  desvanezcan las especulaciones.  Hay, sin embargo,  dos ideas que se han derrumbado.
1.    La creencia en el progreso de la humanidad, la idea según la cual a pesar de  los tumbos y retrocesos, la sociedad siempre avanzarían irreversiblemente hacia  un porvenir mejor se ha desmoronado  completamente. El movimiento ascensional de la historia de la humanidad se ha vuelto obsoleto. El socialismo soviético y las sociedades industriales quedaron perturbadas por el desempleo, las crisis económicas y finalmente el derrumbe de la Unión Soviética. Como dice Alcestes, los dioses nos reservan muchas sorpresas y lo que llega es el imprevisto.
2.    Podemos decir que el porvenir se halla en germen en el presente. Hay unas tendencias que anuncia el futuro. ¿ cómo conocer lo que se fermenta en el futuro? ¿ Podemos prever la decadencia, el desastre?  Hay siempre un retraso de la conciencia para interpretar los acontecimientos. El conocimiento del pasado esclarece el presente. El sentido de los acontecimientos se modifica con el paso del tiempo. En el presente nos hallamos ante transformaciones rápidas y ante la falta de soluciones.
¿ Qué ocurrirá con los habitantes de una isla superpoblada por dos naciones, de las cuales hay un Estado fallido, colapsado, con su territorio devastado, que para sobrevivir traslada su crisis al otro extremo de la isla, es decir, a nuestro país? ¿ Cuáles serán las consecuencias demográficas para nuestra población?¿ podremos  sobrevivir al ataque que supone la importación de todas sus enfermedades: malaria, cólera, SIDA,  al enjambre de  enfermedades producidas por los vectores  el  agua, los  insectos y los animales? ¿ Seremos sepultados por la tragedia? Tenemos un conocimiento fragmentario de todas estas causas que interactúan en el presente : libramos al mismo tiempo una batalla jurídica para mantener el control de nuestro destino; una guerra diplomática, para mantener nuestro reconocimiento internacional como nación independiente; una contienda social que preserve las estructuras de nuestra sociedad; una cruzada por el medio ambiente  que salvaguarde  los bosques , los ríos y el territorio; todos esos factores de incertidumbre actúan al mismo tiempo, y podrían llevarnos a nuestra disolución.
El pueblo  dominicano asiste a los funerales de su declaración de Independencia. El proyecto de nación que ha asumido el Gobierno y los partidos se ha olvidado de la soberanía. La desintegración del mundo campesino , la importación de la deforestación de Haití, el narcotráfico, el tráfico de armas, la inseguridad, el deterioro de Estado nación sigue en pie, la misión que ha asumido todo estos grupos es liquidar el Estado nación, en vista de ello, se han asociado los grupos económicos, en el famoso Plan Quisqueya,  con inversiones que anulan la fronteras entre ambos países.  La integración como fórmula federativa será ,paradójicamente, una desintegración. La impotencia de la comunidad internacional para solucionar la crisis haitiana convierte a esta población en una amenaza al destino dominicano. Al  pueblo dominicano se le están imponiendo políticas en contra de su existencia como nación independiente.
La tragedia que viene ha sido anunciada hace tiempo.  Por más que ignoremos estos hechos,  las causas que mueven, en secreto, los grandes acontecimientos no desaparecerán. Actuar con suprema inconsciencia refuerza el sentimiento de inseguridad y de abandono que ya sienten los dominicanos. Ante el desafío que nos plantean los tiempos, la respuesta ha sido la impotencia, la irresponsabilidad, la ambigüedad, la indecisión, el aplazamiento sine die de una política de defensa diplomática.
El porvenir se les va de las manos a los actores, en el momento en que se niegan a conocer y a interpretar las realidades que se hallan delante de sus ojos. El futuro se construye en un presente de  renuncias y abandonos. Cuando en  un mismo territorio se desvanecen las fronteras entramos en la confrontación. Tal es lo que ocurre entre israelíes y palestinos, la ausencia  de fronteras  que defina el espacio de la soberanía de cada nación  los ha llevado a un conflicto permanente, y cuando eso ocurre la única salida, al parecer,  es la guerra civil.










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martes, 15 de diciembre de 2015

¡Ofrézcome!



La homosexualidad es una desviación de la sexualidad...

Como la pedofilia, la necrofilia, el bestialismo, 
el sadomasoquismo y muchas otras, etc.,
 es como decir que las enfermedades
son otra manera de ser y de existir.


Reynaldo Vargas*

     Parece que las sociedades, la política y la ciencia pasan por un ataque de nervios, un brote sicótico colectivo o algo por el estilo; quizás, experimentando una enajenación o viviendo una realidad paralela en un mundo bizarro en modo historieta de Supermán, al volvernos protagonistas de un poco gratificante espectáculo. Como un sarcasmo de la vida, nos vemos, sin saber cómo ni desde cuándo ni por qué, remolcando un raro afán de ruptura con la higiene mental, atrapados en un  contaminado torbellino que nos fuerza a claudicar ante aviesas maniobras de quienes dominan la geopolítica, que nos empuja cada vez más hacia las siempre escabrosas barrancas del azar.    

     Nunca he temido llamarle la atención a alguien, de criticar, de sugerir  cosas, de  incordiar  -lo que me ha metido en más de un embrollo- y, aunque lo he hecho cuando siento es inevitable, creo que hasta me ha llegado a gustar quebrarle el sutil y suave compás de la vida de uno que otro sujeto. Cónsono con ello y debido a mi congénita malicia, me atrevería a decir -y es que soy realmente atrevido- que negar que la homosexualidad es una desviación de la sexualidad (como la pedofilia, la necrofilia, el bestialismo, el sadomasoquismo y muchas otras, etc.) es como decir que las enfermedades son otra manera de ser y de existir. Pero, ni modo, al fin y al cabo, la humanidad interpreta lo que le importa y  sólo defiende lo que le gusta; pero, no tarda en lanzarse a defender lo que no le gusta  cuando, de algún modo, le conviene.

      No se trata de errores o de despistes, como tampoco es frivolidad o ignorancia el adjetivo para definir una actitud intransigente de defensa obligatoria a la homosexualidad, sino el efecto tangible de la evidencia de un pensamiento absolutamente malogrado. Usted apoya -sí o sí, con jolgorio incluido- a los homosexuales o usted  es  crucificado inmediatamente por homofóbico. Y  no me refiero a  cambios de opinión en los individuos, me refiero a cambios definitivos de actitud en la sociedad toda, a cambios profundos en el patrón natural de la mentalidad humana, a cambios de valores intrínsecos de nuestra cultura, cuando se pretende imponernos a la fuerza un séptico diseño de relaciones íntimas como es el de tener sexo con una cloaca dentro de una cloaca.

     No cabe duda  que, de no gustarle haber apelado desde sus orígenes a un hombre y a una mujer como precepto antropológico inobjetable para perpetuar la especie, a la naturaleza le habría bastado con colocar en el tablero a un diligente e impúdico diablillo hermafrodita al estilo del diminuto pez teleósteo llamado Hipocampo -mejor conocido como caballito de mar- para resolver el dilema. El hecho de que exista la homosexualidad no significa que sea una conducta sexual normal, como tampoco son normales, aún existan, las anomalías congénitas.

     No estoy diciendo que la homosexualidad tenga un origen congénito, sí digo que ese tipo de desviaciones -al igual que las congénitas-, son producto de prueba, ensayo y error durante millones de años de evolución de modo que, la carga de ADN a transmitir esté libre de toda tendencia de simpatías receptivas hacia las pifias dejadas en el camino y, en su lugar, transfiriendo de generación en  generación el rechazo a las mismas  para que sólo continúen los más aptos, según el esquema biológico trazado. Y en eso estamos.

     Parecería impensable que, en un vuelco paradójico de la historia, los siquiatras, portadores de conocimientos excepcionales de las interioridades de la mente, prefieran -igual que los patéticos políticos- dejar de ser profesionales tan especiales, sólo para  sucumbir ante la depravación de unos desquiciados que han hecho  de los excrementos su más exquisita fantasía como aderezo de su propio lecho. ¡Ofrézcome, este cuento si ha cambiado!


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* Doctor en Medicina, especialista en Cirugía Cardiotorácica y Vascular
Graduado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en 1976, posgrado en el Instituto de Cirugía Cardiovascular Bakulev. Academia de Ciencias Médicas de Rusia, en Angiología y Cirugía Vascular Central y en Madrid, España en Cirugía Cardiovascular y Torácica Periférica.
 


lunes, 31 de agosto de 2015

“Todo es veneno y nada es veneno, tan sólo la dosis hace que algo no sea un veneno”.



Digital: una planta que cura y mata

Esta es una planta que les llamábamos vulgarmente “troqles”, una onomatopeya del sonido que producían cuando los niños jugábamos a hacer explotar sus campanillas, tapando con dos dedos los extremos abiertos y golpeándolas con fuerza contra la palma de la mano. Los mayores le daban varios nombres, entre ellos “estralotes” (en gallego viene a ser algo así como “estallidos” o “estallidores”), y “dedalera” por el parecido con un dedal que tenían sus flores campaniformes.

Científicamente se conoce como Digitalis purpurea.
Abundaban por gran cantidad de sitios no cultivados, y muchas veces escoltaban nuestro caminar al borde de los senderos con su porte majestuoso que podía superar el metro y medio de altura, mostrando un llamativo color rosáceo o rojo intenso. Hasta que comencé a interesarme por los temas de Naturaleza, no sospechaba que esa planta tan común para mí pudiera tener las propiedades que descubrí.

Afortunadamente no se me ocurrió nunca investigar a qué sabía la Digital, pues no resultaba nada extraño en mí infancia realizar mis propias analíticas empíricas sobre el sabor, textura y demás cuestiones ante cualquier fruto que llamara mi atención. Tal vez me detenía el fuerte olor que desprendía cuando estrujaba los tallos.

Más tarde supe que aquella planta era una auténtica joya para la farmacología. Produce una serie de sustancias activas encuadradas dentro de los glucósidos, taninos, ácidos, etc., de gran utilidad en las afecciones cardíacas, es más, tales sustancias (digitoxina, gitoxina, digoxina, digitoflavina…), todavía no han podido ser sustituidas por ningún otro producto, y por tanto esta planta es, en ese sentido, “única”.

Desde hace siglos se ha utilizado la Digital como un excelente cicatrizante de las heridas externas, pero su uso interno ya son palabras mayores, y ese campo queda absolutamente reservado a la farmacología.

Una dosis adecuada permite regular con eficacia el ritmo cardíaco, pero es tan crítica y ajustada, que un solo gramo de más puede traer serias consecuencias. La dosis administrada puede resultar una medicina o un veneno: diez gramos de una hoja de Digital puede causar la muerte a un adulto. A los pocos minutos de su ingestión se producen severas arritmias cardiacas, la actividad del sistema nervioso simpático queda inhibido y el corazón reduce drásticamente su latido y presión arterial, como consecuencia se alcanza la muerte súbita por parada cardiaca.

A este respecto, cabe citar a Paracelso, el famoso médico y alquimista de la Edad Media, precursor de la actual farmacología: “Todo es veneno y nada es veneno, tan sólo la dosis hace que algo no sea un veneno”.
Ya veis, esta planta puede ser nuestra aliada o nuestra enemiga, todo depende de la “dosis” con que se mire.

Agro y jardinería Digital: una planta que cura y mata
http://www.natureduca.com/blog/digital-una-planta-que-cura-y-mata/


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Digitalis purpurea
(Tomado de Wikipedia)

Digitalis purpurea, cuyos nombres comunes son dedalera, digital,
cartucho, chupamieles, guante de Nuestra Señora, San Juan, bilicroques, guantelete, estaxón (Asturias) o viluria, es una especie de planta herbácea bienal de la familia de las plantagináceas.

La distintiva flor de la digital - cuya forma, similar a un dedal, dio lugar a su nombre- y sus hojas, contienen una poderosa toxina, la digitalina, que afecta el funcionamiento cardíaco. Extremadamente venenosas si se consumen, el extracto del principio activo ha sido empleado como medicación para la arritmia y otras deficiencias cardíacas desde finales del siglo XVIII.

La digitoxina y la digoxina presentes en las hojas, flores y semillas de la digital la protegen del ataque de predadores. Su ingesta es fatal con frecuencia.  Este incremento produce un efecto inotrópico positivo. También se produce un efecto vagal en el sistema nervioso parasimpático, y por esta razón se utiliza en la regulación de las arritmias cardíacas y para enlentecer las pulsaciones del ventrículo en la fibrilación ventricular. Debido al efecto vagal la digital no tiene efectividad cuando el paciente tiene el sistema nervioso simpático al límite, lo cual es el caso de las personas gravemente enfermas.

La toxicidad de la digital (intoxicación digitálica) es el resultado de una sobredosificación y produce una visión amarilla (xantopsia) y la aparición de visión de perfiles desdibujados (halos), además de bradicardia en casos extremos. Debido a que uno de los efectos secundarios de la digital es la reducción del apetito, algunos individuos han abusado de ella como una ayuda en la pérdida de peso.

La digital es un ejemplo clásico de droga derivada de una planta y antiguamente usada por herboristas, quienes hace tiempo que la dejaron de utilizar debido al estrecho margen de seguridad terapéutica y la dificultad, en consecuencia, de determinar la cantidad de sustancia activa adecuada en las preparaciones herbales.

Cuando se conoció la utilidad de la digital en la regulación del pulso, se empleó con una gran variedad de propósitos, incluido el tratamiento de la epilepsia y otros desórdenes, aunque hoy en día se ha reconocido que era un uso inapropiado.

Nombres comunes
Castellano: alcahueta del cerezo, azalda, bragas de cucu, brotónica real, cachapeiro, cachipeiro, calzón de cuco, calzones, calzones de cuquillo, calzones de zorra, campanas de san juan, campanilla, campanillones, catechos, chupamieles, chupamielis, chupera, dedal de doncella, dedal de monja, dedal de princesa, dedalera, dedales, dedales de monja, dedil, dedillos de Dios, digital, digitalina, digital purpúrea, emborrachacabras, estallones, estallos, flor de la castañuela, flor de la monda, gilora, giloria, goldaperra, gualdaperra, gualdrapera, guante de la Virgen, guantera, jiloria, lobera, manguitos de cuco, mata de lagartija, mataperla, pantalones del cucu, pasionaria, restallo, sanjuan, sanjuanines, tarantaina, triscos, tristera, villoria, viloria, viluria, vueltaperra, zapatitos de Cristo.

domingo, 30 de agosto de 2015

Plan de Regularización altamente oneroso para el Estado en el que decenas de miles fueron inscritos sin documento alguno

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¿Qué más quieren?



Por: Juan Miguel Castillo Pantaleón

Los hijos de extranjeros ilegales no son dominicanos desde 1929. Desde el 20 de junio de 1929, la Constitución dominicana excluyó de la nacionalidad dominicana a los nacidos en territorio dominicano que fueren hijos de extranjeros en tránsito. Desde entonces, de manera invariable en todas las reformas constitucionales hasta la actualidad, se ha establecido que no todos los hijos de extranjeros nacidos en el territorio pueden ser dominicanos. Es el mismo modelo que se repite en las Constituciones de más de un centenar de otros países en todo el mundo.

Confirmación de la regla. Esta disposición constitucional dominicana había sido reconocida y confirmada por la jurisprudencia nacional numerosas veces. Por ejemplo, en 1982 la Suprema Corte de Justicia declaró que es extranjero en tránsito o transeúnte “Aquel que no haya hecho la prueba de que haya sido autorizado a establecer domicilio en la República”, (Boletín Judicial No. 865, pág. 2375); también en 1983 la SCJ reiteró la definición sobre extranjero transeúnte, precisando que es aquel que “no ha hecho la prueba de que ha sido autorizado por el Poder Ejecutivo para establecer su domicilio en el país, en los términos del artículo 13 del Código Civil”, (Boletín Judicial No. 867, pág. 698); en ese mismo año reiteró el criterio sobre el extranjero transeúnte como “El extranjero sin residencia permanente en el territorio de la República Dominicana”, (Boletín Judicial No. 868, pág. 882); y también en 1998 la SCJ reiteró el mismo criterio sobre extranjero transeúnte como extranjero sin residencia permanente en el territorio de la República Dominicana, (Boletín Judicial No. 1047, págs. 267-275).

En el año 2004 la Ley General de Migración No. 285 clasificó los extranjeros en Residentes y No Residentes y ratificó que los No residentes son las llamadas “personas en Tránsito” por la Constitución.

En el año 2005 la Suprema Corte de Justicia declaró dicha Ley No. 285-04 sobre Migración “conforme a la Constitución” y reiteró el criterio de que los hijos nacidos en el territorio nacional de padres
extranjeros no residentes legales son personas en tránsito y que no les corresponde la nacionalidad dominicana (Sentencia No. 9, Boletín Judicial No. 1129).

En el año 2010 la reforma constitucional reiteró este principio sobre la nacionalidad dominicana existente invariablemente desde el año 1929, excluyéndola a los hijos de extranjeros en tránsito e ilegales (artículo 18.3).

En el año 2011, el Reglamento de Aplicación de la Ley General de Migración (art. 3, Decreto No. 631-11) reiteró que son considerados “en tránsito” los extranjeros sin residencia permanente (Gaceta Oficial No. 10644, de fecha 28 de octubre de 2011).

En el año 2013 el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, mediante Sentencia No. 168-13, reiteró este principio, implantado desde 1929, de que a los hijos de extranjeros que no cuentan con residencia legal no les corresponde la nacionalidad dominicana por ser hijos de extranjero en tránsito.

El control migratorio eludido. Causa de la presencia masiva de extranjeros haitianos ilegales. En todos los países organizados existen reglas para la entrada y permanencia de extranjeros en sus territorios. República Dominicana debió regular su migración desde 1929, como lo hacen los países organizados, vigilando la concesión de visas de ingreso, exigiendo la inscripción de nacimientos de extranjeros en sus respectivos consulados, supervisando la inscripción de nacimientos de extranjeros en libros para extranjeros, implantando la prohibición de establecer residencia a quienes no calificasen, extrañando del territorio a quienes violasen sus leyes, incluyendo las migratorias y, en fin, ejerciendo plenamente el derecho soberano de regular su migración. No lo hizo con rigor y una cantidad de circunstancias acumuló la presencia de grandes cantidades de extranjeros ilegales en su territorio; extranjeros que permanecieron por años, que en muchos casos tuvieron descendencia, y que tal descendencia, incluso, fue irregularmente registrada en los Libros de actas del Estado Civil en violación de la Constitución y la ley. No fue sino a partir del año 2013, por mandato de la sentencia del Tribunal Constitucional 168-13, que el Estado dominicano, de forma integral, se dispuso a poner orden. Mas no lo hizo de la mejor manera.

Génesis de la voluntad de organizar. Lo que se está haciendo. La sentencia 168-13 marcó el tiro de largada de la organización migratoria y de la nacionalidad dominicana. Sin esa decisión y sus mandatos, la situación de la presencia masiva de indocumentados en el país hubiese continuado creciendo.

El gobierno dominicano, mediante varios instrumentos legales, hizo concesiones hasta inconstitucionales para acomodar situaciones acumuladas por años: El Decreto 327-13 que estableció el Plan Nacional de Regularización violaba la Ley de Migración y la Constitución al prohibir las deportaciones y estimular el ingreso de nuevos inmigrantes, entre otros yerros y desaciertos, pero reflejaba la intención regular la situación de la presencia de inmigrantes; La Ley 169-14, que pretendía un procedimiento de naturalización expedita para aquellos extranjeros irregularmente inscritos en los Libros del Registro del Estado Civil, utilizó una terminología confusa que, de haber sido erróneamente aplicada, podría haber violado la sentencia del Tribunal Constitucional, pero con gran generosidad manejó los casos de extranjeros que se creían dominicanos; y el Decreto 250-14 del Reglamento de Aplicación de la anteriormente mencionada ley de naturalización, en su formulación contradecía la propia ley que pretendía reglamentar, entre otros descuidos y defectos. Esa fue la manera de dar cumplimiento a la sentencia TC168-13. Tal vez no la mejor, pero la que enviaba el mensaje de que la anarquía migratoria estaba llegando a su fin.


Balance preliminar. Mal que bien, ya a mediados del año 2015 terminaron todos los procesos instituidos por dichas normas, terminaron todos los plazos, y el balance ha sido una concesión gigantesca a favor de los extranjeros en situación ilegal en República Dominicana: más de 288,000 inscritos en un Plan de Regularización altamente oneroso para el Estado en el que decenas de miles fueron inscritos sin documento alguno; más de 50,000 naturalizaciones expeditas de extranjeros y, evidentemente, sus descendientes; y, según reseña la prensa local, fuera de toda normativa, un número indeterminado de regularizaciones de estudiantes, cañeros y trabajadores agrícolas. Por concesión graciosa de las nuevas normas, se ha visto favorecida una cantidad enorme de personas con derechos que no le correspondían, en una especie de borrón y cuenta nueva que marca el arranque de una política migratoria más sistematizada. El Estado dominicano hizo una claudicación de soberanía para complacer exigencias de grupos minoritarios, intrusos y foráneos y para hacer una especie de mea culpa administrativa a las debilidades acumuladas por años.

Insatisfechos. Tan dócil capitulación, sin embargo, no ha sido suficiente para partes interesadas. Tanto Haití como funcionarios de otros países, organismos internacionales y agentes locales no se sienten satisfechos. Quieren más.

Haití es un Estado fallido e inviable, pero es una excusa inagotable para la mendicidad de recursos que se recaudan, dilapidan y canibalizan en manos de personalidades que los administran, élites gobernantes corrompidas y complacientes y una miríada de Ong´s insaciables que concurren en su malversación. El pueblo haitiano, sin embargo, al no percibir esos recursos, no tiene otro camino que buscar oportunidades fuera de su suelo. La cínica comunidad internacional no lo quiere en sus territorios y dirige la vista hacia República Dominicana como objetivo de destino final de esa migración.

La voluntad gubernamental de poner la casa en orden, obligada por el malletazo dado por el Tribunal Constitucional, ha obstaculizado la forma utilizada históricamente por los grandes beneficiarios del desorden para alcanzar sus propósitos. Por esta razón se sienten insatisfechos, y han empezado a transitar nuevas vías de lograr metas: Desde fuera, campañas de descrédito, presiones internacionales, exigencias, acusaciones, censuras, reproches, mentiras y calumnias son algunas de ellas. Y desde dentro, una nueva ofensiva contra esa sentencia histórica 168-13 que obligó a poner freno al desorden de la inmigración descontrolada y blindó la identidad dominicana.

Injerencia extranjera. En la actualidad, el elemento novedoso y preocupante lo constituye la mención recurrente y coordinada de dos frases: que la aplicación de las leyes de migración y nacionalidad por parte del Estado dominicano en relación con los inmigrantes ilegales haitianos “amenaza la paz regional” y que la repatriación de los haitianos hacia su país puede acarrear una “catástrofe humanitaria”.

Considerar que estas repetitivas menciones tiene el propósito de justificar una eventual intervención que atentaría contra la soberanía del Estado dominicano no es una suposición vana ni descabellada. La amenaza de la paz es la vía que tanto las Cartas de la OEA (art. 29), como de la ONU (arts. 39 y 42) legitiman la intervención para el mantenimiento de la paz. La doctrina y la costumbre internacionales han igualmente estimado como legítima la intervención por razones humanitarias o cuando interviene grave violación de los derechos humanos.

Así, esta nueva ofensiva, surgida a pesar de las concesiones antes mencionadas, viene a confirmar la impresión de que, desde hace décadas, la comunidad internacional quiere fabricar una solución dominicana a la problemática demográfica haitiana, y que la actual coyuntura puede ser aprovechada para imponerla.

Indicios históricos de las intenciones de unificación. Ya en el año 1948, la ONU había enviado una misión a la empobrecida nación vecina, que había concluido con una preocupante recomendación: “La Misión recomienda que considere seriamente la posibilidad de alentar la emigración como medio de aliviar la presión poblacional. En la órbita general del Caribe hay países cuyas poblaciones poco pobladas es en gran parte del mismo valor que la de Haití, que han dado a conocer su voluntad y deseo de recibir inmigrantes para ayudar a desarrollar sus recursos naturales. La emigración de Haití debe tomar preferentemente la forma de mudar las unidades familiares enteras de las zonas agrícolas sobre-pobladas para su establecimiento permanente en el país de inmigración, contrario a la emigración principalmente estacional o temporal que ha tenido lugar en el pasado. Tanto las Naciones Unidas como Organización Internacional del Trabajo ordenarán facilidades para prestación de asistencia técnica y asesoramiento sobre la aplicación de la política aquí recomendada” (Cf. Mission to Haiti, Report of the United Nations Mission of Technical Assistance to the Republic of Haiti, United Nations Publications, Lake Success, New York, july 1949, pág. 12).

Igualmente, en el mes de octubre de 1999, la Comisión de Desarrollo y Cooperación del Parlamento Europeo, al rendir su informe sobre el seguimiento de los proyectos financiados por la Unión Europea en Haïtí y República Dominicana, había llamado la atención para identificar claramente las probables razones de existencia de instituciones de la llamada “sociedad civil” como parte de un plan estratégico enderezado a propósitos muy definidos: la “búsqueda de la identidad de la mano de obra de Haïtí nacida en la República Dominicana” y que “la República Dominicana debería estudiar la posibilidad de adoptar otros movimientos migratorios desde su país dirigiéndose, por ejemplo, a España y sacar las conclusiones socio-políticas al respecto” (el informe fue publicado íntegramente por el periódico La Nación, Santo Domingo, martes 20 de junio del 2000).

En el mismo sentido, desde el año 1999 los informes anuales que ha preparado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos han acusado de manera permanente a la República Dominicana de violar los derechos humanos de los descendientes de haitianos nacidos en el país por no otorgarles la nacionalidad dominicana.

Y el Departamento de Estado del gobierno norteamericano, de igual manera, año tras año al presentar su informe sobre República Dominicana, afirma que se violan los derechos humanos de los haitianos nacidos en RD si no se les reconoce la supuesta condición de dominicanos.

Por su parte, a partir del año 2005, luego de la sentencia Yean y Bosico, la Corte Interamericana de Derechos Humanos afirmó la supuesta apatridia de los hijos de haitianos ilegales nacidos en el país, si no son asumidos como dominicanos. En el último de los casos apoderados a esa jurisdicción cuya jurisdicción no había sido reconocida válidamente por el Estado dominicano, incluso, el país fue condenado por supuestamente violar derechos humanos al repatriar inmigrantes ilegales haitianos, algunos de los cuales habían hecho uso de documentos falsos de identidad dominicanos.

En el año 2009, mientras visitó República Dominicana, el ex presidente norteamericano Jimmy Carter, produjo declaraciones a la prensa en el sentido de llamarle la atención sobre que no hay forma de que los dominicanos puedan evitar la migración haitiana (periódico Hoy, Santo Domingo, 9 de octubre de 2009, pág. 6A). Apenas tres meses después del terremoto ocurrido en Haïtí el 12 de enero 2010, técnicos del Banco Mundial presentaron documentos de trabajo que exploraron y evaluaron la viabilidad de la unión entre las dos repúblicas caribeñas, al menos en el plano económico y monetario (Till Geography do us part? Prolegomena to an Economic and Monetary Union between the Dominican Republic and Haiti, Policy Research Working Paper, The World Bank Latin American and the Caribbean Region Poverty Reduction and Economic Management, March 2010).

Entonces. ¿Qué más quieren? ¿Qué buscan realmente las denuncias de deportaciones masivas que no han ocurrido, las denuncias de violaciones de derechos humanos que no han tenido lugar, las exigencias para que República Dominicana deje en su territorio tantos y tantos extranjeros ilegales que llegaron y permanecen sólo por la transgresión de las leyes nacionales? ¿Qué persigue la nueva ofensiva interna contra la sentencia 168-13 a pesar de que, por ley 169-14, fuera concedida una adjudicación expedita de la nacionalidad dominicana a miles de nacidos en el país, hijos de ilegales, pero que fueron declarados como dominicanos y asumieron tal suposición desde 1929?

Muchos dominicanos preocupados pensamos que todos estos elementos citados, apuntan a que no se trata de derechos humanos de nadie lo que procura este revuelo artificioso de países, organismos, personalidades y activistas.

La respuesta a la pregunta que nos formulamos tiende más a confirmar la intención, reflejada en todos los antecedentes históricos mencionados, de que el propósito perseguido es el de encontrar a mediano plazo la solución regional del problema haitiano en la República Dominicana. Y parece ser tan fuerte la voluntad y tantos los recursos económicos en juego en torno a la consecución de este despropósito, que parecen haberse perdido todos los límites morales, en una cruzada contra la autodeterminación de la República Dominicana.

El gobierno y la sociedad dominicana sólo tienen por delante el camino, en las presentes circunstancias, de definir clara y firmemente sus fronteras físicas, proteger su soberanía y enfrentar con unidad, gallardía y consistencia este nuevo desafío en la historia de su independencia.