miércoles, 27 de diciembre de 2017

Leonel y Danilo, fraguados en gloriosas utopías


Leonel vs. Danilo:
cuando los dioses se pelean


Por Jose Luis Taveras

Vencidos por los años, Balaguer y Bosch, uno ciego y otro mentalmente contrariado, apretaron sus manos y en un torpe levantamiento de brazos cedieron sus decrépitos liderazgos a unos muchachos fraguados en gloriosas utopías. La simbología del acto que selló el llamado Frente Patriótico fue pletórica: terminaban el siglo, el primer milenio, la primavera de 1996, la añeja rivalidad de los caudillos y el autoritarismo. La impresión infundida por esas señales parecía auspiciosa: por fin cruzábamos el umbral de una democracia iluminada por otras visiones. Pensar que los discípulos de Bosch —curtidos en la política como servicio ético— llegarían al poder era para respirar futuro a todo pulmón. La corrupción y el autoritarismo que le dieron marca y personalidad al caudillismo del siglo XX quedaban atrás.
 
Leonel Fernández en la toma de posesión 1996
Leonel Fernández entró con alas y salió con garras. Sus primeros dos años descubrieron a un muchacho empeñado en dejar una imagen y obra memorables. Modernizó la Administración pública, promovió reformas institucionales, estabilizó la economía, rescató el valor del servicio público y creó un ambiente de tolerancia democrática. Pero los devaneos asoman cuando los delirios perturban. Su carácter quebradizo fue penetrado por fantasías obsesivas. Los susurros pegajosos de un cerco oscuro de intimidad humedecieron su ego y el chaval perdió toda concentración. Cuando apenas se acostumbraba al poder, terminaba su mandato. Necesitaba volver; era cuestión de vida para un muchacho escogido por la suerte pero con un apetito político felino. El karma de su existencia fue haber estrenado en la presidencia espacios, relaciones y logros que nunca hubiera tenido por su propio mérito. El cargo lo hizo y para seguir siendo tenía que volver. Lo logró, y esta vez armado con las intenciones más firmes de perderse, de negarse.

Se enamoró de su voz, de su discurso, de su inteligencia, y se prefiguró como una efigie continental. Conocer a estadistas y líderes mundiales que solo veía en los periódicos, la televisión o leía en obras fue una experiencia extática; viajar a lugares de antojo y alojarse en hoteles de catálogo era una fantasía lúdica. El hombre se enajenó y olvidó que gobernaba para otros; al final de su segundo mandato ya sentía al país como comarca y la presidencia como rutina. Dejó que sus amigos de intimidad robaran a pleno sol de impunidad, concertó acuerdos implícitos con funcionarios y empresarios para acaudalar fortunas obscenas y consintió el nacimiento de un Estado empresarial fundado en la corrupción como razón política. Entendió que el poder era para vivirlo y así lo hizo. Al final de su segundo periodo terminó enfermo. Perdió el sentido de la realidad y todavía hoy anda a tumbos buscando readaptarse a la mortalidad. Persigue la presidencia como adicción, convencido de que el país lo necesita. Esas imágenes torcidas están clavadas en sus obsesiones como las alucinaciones en una mente esquizofrénica.
 
Danilo Medina en la toma de posesión 2012
A la sombra de ese ego grandilocuente despuntaba un rival taimado: Danilo Medina. Un hombre callado, sigiloso y resentido. Aprovechó los envanecimientos de Leonel y sobre sus desechos fue construyendo un círculo de lealtad mítica. Se distanció tempranamente del Gobierno para preparar su trama. Esperó en la esquina el desplome del líder para asestar el golpe certero hasta pulverizarlo. Cuando el líder bajó del Olimpo, se encontró sin partido, sin alfombras, sin pleitesías y con otro soberano en su trono. Entonces nació el tirano: un enemigo político metódico, imperturbable y rencoroso. Estudió por años a Leonel para negarlo en todo: Leonel fantasea, Danilo maquina; a Leonel le resbala todo, Danilo tiene una memoria siniestra; Leonel embauca, Danilo miente; a Leonel le obsesiona la vida del poder, a Danilo el poder le da vida; Leonel presidía, Danilo gobierna. Dos ambiciones desalmadas de distintos cuños. Pero como en los campos magnéticos los polos opuestos se atraen, uno le da vigencia al otro en esa dinámica simbiótica del yin y el yang.

Hoy asistimos al duelo apocalíptico de dos caudillos. La historia terminó donde comenzó: bajo la maldición del delirio tiránico. Con la diferencia de que a los caudillos del pasado los movía el poder, a estos, sin las condiciones de aquellos, les provocan la codicia, el hedonismo y la acumulación de fortuna.

Danilo, en vez de desmontar la estructura corrupta de Leonel, la aseó, y no por anuencia partidaria, sino porque ideaba construir su propio entramado de intereses. En sus gobiernos la impunidad ha sido política pública y la corrupción forma de vida. Entre los dos crearon un Estado monstruoso donde la mayor parte de la gente económicamente activa cobra o se beneficia. Esa hiperinflación burocrática de la cosa pública ha mantenido en el poder al PLD por décadas, pero también ha encarecido la participación electoral a niveles inabordables, ha comprometido las cuentas públicas, ha endeudado al país como ningún otro gobierno, ha quebrado la institucionalidad y ha implantado la impunidad como cultura.


El PLD de hoy es un pandemónium indivisible de ambiciones. Pero, como logia siniestra, donde la lealtad se presta sobre juramentos de complicidad, los dos rivales, trenzados por los mismos pecados, están condenados a “entenderse” y lo harán sin grandes traumas porque hay en juego demasiadas inversiones políticas. El problema es que no hay forma de liberar al país de los efectos de este duelo sordo de ambiciones porque el PLD hizo del partido el Estado. La maldita herencia del conjuro patriótico sigue perturbando nuestro sueño democrático. ¡Qué destino!

martes, 19 de diciembre de 2017

El viaje a Santiago fue una “actividad no bien planificada”.

La Guerra de Abril: la batalla del hotel Matum


Por: Nicolás Almánzar García

Dedicatoria al teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez (EPD) y a mi hermano Marino Almánzar García, coronel ® FAD.
En las últimas entregas he escrito valiosas informaciones históricas sobre la guerra de abril y las dos intervenciones estadounidenses de 1916 y 1965 en las que lamentablemente murieron muchos soldados del Ejército Regular, así como algunos constitucionalistas, entre los cuales se destacó el valioso coronel Juan Lora Fernández, Jefe de Estado Mayor del Gobierno del Presidente Caamaño Deñó, cuyo contenido histórico destaco a continuación:

Instalado el gobierno provisional, los militares constitucionalistas fueron confinados en el Campamento 27 de Febrero, donde actualmente se aloja la Base Naval de la Marina de Guerra.
El 19 de diciembre una amplia representación del grupo constitucionalista viajó a la ciudad de Santiago de los Caballeros, para rendir tributo al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien había perecido en el ataque al Palacio Nacional, junto a otros valiosos militares y civiles constitucionalistas.

Caamaño en el cementerio 30 de marzo junto a Arlette Fernández
Estando en el cementerio comenzaron a recibir algunos disparos salidos de francotiradores, muy bien posicionados, con el fin de amedrentarlos, de ahí se fue el grupo completo encabezado por los coroneles Caamaño Deñó y Montes Arache al Hotel Matum, y mientras desayunaban fueron atacados por el Ejército Nacional, desatándose una cruenta batalla que dejó muertos de ambos bandos.

Afirma el valioso militar Manuel Ramón Montes Arache comandante de los agresivos hombres rana, en entrevista que concedió al periódico Última Hora en abril de 2001, que el viaje a Santiago fue una “actividad no bien planificada”, que nunca estuvo de acuerdo, insinuada por miembros de partidos de izquierda en el que murieron muchos 
soldados jóvenes innecesariamente.

Advirtió el coronel Montes Arache, que aunque la mayoría del pueblo estaba con ellos, propiamente estaban presos en el Campamento 27 de Febrero porque por imposición de fuerzas poderosas habíamos perdido la revolución y que en consecuencia, no debíamos actuar con arrogancia porque en el fondo no éramos más que los vencidos.

Las únicas armas largas que contrarrestaron el ataque al Hotel Matum fueron llevadas por Montes Arache y sus hombres rana y del Buró Militar del 14 de Junio.

Los constitucionalistas peleaban por principios y por defender sus propias vidas. Según el
Tropas de EU aceptaron custodiar El Matum
coronel Montes Arache, solo murieron tres de sus hombres, el coronel Lora Fernández, un artillero llamado Peñita y un tercero, que resultó ser un miembro de la Policía Nacional, quien se había infiltrado en las tropas constitucionalistas. En el ejército regular, lamentablemente, perecieron muchos soldados. Mediante la intervención de diferentes personalidades, nacionales y representantes de organismos internacionales, se negoció un cese al fuego que dio por terminado el enfrentamiento entre los militares constitucionalistas y el Ejército Regular. En horas de la noche regresaron en helicóptero y otros medios de transporte a la ciudad capital los miembros del ejército revolucionario.

Debo añadir que el capitán Marino Almánzar, hermano del autor de este artículo, fue de los militares constitucionalistas que luchó en la batalla del Hotel Matum, y como las noticias que llegaban a la capital eran exageradas, sobre esta histórica batalla, mi otro hermano, el ingeniero Alejandro Almánzar (EPD) y yo nos preparamos para recibir el cadáver de nuestro hermano Marino para proceder a celebrar los funerales, lo que gracias al Señor no sucedió y aún vive, dedicado a su oficio de mecánico de equipos pesados, que aprendió en el Ejército Nacional, al ser uno de los técnicos más destacados del batallón blindado de la Fuerza Aérea Dominicana.

Tuve la oportunidad de escribir algunos artículos importantes sobre la Gesta de Abril, pero me faltaron por mencionar otros hombres muy valiosos, sin embargo, no puedo dejar de señalar lo que destacó un excelente medio de comunicación en fecha 24 de abril del año 2012, cuyo titular dice lo siguiente: “Los Doce Oficiales” esencia de la Guerra de Abril, quienes juraron enfrentar el desconocimiento de la voluntad popular.

Incluyo los nombres de esos pundonorosos militares con los rangos y edades respectivos que ostentaban en esa época, aunque tanto los que ya han fallecido como los que aún viven están retirados con rango de coronel.

Ellos son:
1. Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, 29 años, 
declarado Héroe Nacional; (EPD)
2. Mayor Roberto Antonio Cabrera Luna
3. Capitán Héctor E. Lachapelle Díaz, 24 años
4. Capitán Fernando Rafael Cabral Ortega, 24 años (EPD)
5. Capitán Rafael Armando Quiroz Pérez, 24 años, (EPD)
6. Primer teniente Berto G. Genao Frías, 24 años
7. Primer teniente Lorenzo Sención Silverio, 28 años
8. Primer teniente José R. Jiménez Germán, 29 años
9. Primer teniente Gerardo Brito Brito, 23 años (EPD)
10. Primer teniente Freddy Piantini Colón, 24 años
11. Primer teniente Marino Almánzar García, 26 años
12. Arturo Ernesto González, 25 años, (EPD)


El marcado con el No. 11 es mi hermano Marino Almánzar, quien aún vive y está retirado con el rango de coronel. 



19 de mayo de 2017