jueves, 22 de junio de 2017

Nosotros si, pero los otros no...


El PLD pidió renunciar 
a dos gobiernos


Facsimil del volante que distribiuyó el PLD exigiendo la renuncia de Joaquín Balaguer   
Eli Heiliger
Eli Heiliger
Por Eli Heiliger

La petición de renuncia a un Presidente de la República es algo muy socorrido en la política contemporánea del país y en ello el Partido de la Liberación Dominicana  está a la vanguardia.
Es muy conocida la consigna que sustentó Juan Bosch de: “Que se vaya ya”,  para pedir la salida del poder de Joaquín Balaguer a raíz de la crisis electoral de 1990.

En esa oportunidad era reportero del desaparecido matutino El Sol y recuerdo  que desde la Casa Nacional del PLD, Bosch llamó a la insurrección contra lo que  calificó como un fraude.
Ni  sus  propios seguidores atendieron a su llamado, pues los  que fueron electos  senadores, diputados, síndicos y regidores se juramentaron, con lo que legalizaron las elecciones del 16 de mayo de 1990.

El 29 de enero de 1985 en una rueda de prensa, Bosch argumentó que el “doctor Jorge Blanco ha demostrado, sin ninguna duda, que no tiene capacidad para enfrentar los problemas del país, por lo que se impone su renuncia  de la jefatura del Estado”.

El  fundador del partido oficial también planteó  a raíz de las elecciones del 1978, cuando se quería impedir el ascenso del Partido Revolucionario Dominicano, un gobierno de unidad nacional con lo que se desconocía el triunfo arrollador de Antonio Guzmán Fernández.
Hoy a más de dos décadas de las peticiones de renuncia a Balaguer y Jorge Blanco, un grupo de intelectuales, políticos y ciudadanos solicitan la salida del poder de Danilo Medina, lo que ha provocado un aluvión de reacciones de todos los matices.
Entre esas, legítima por cierto, con todo derecho a defenderse,  figura la reacción del presidente Danilo Medina que el miércoles pasado exclamó: “Déjenme trabajar”.

El grupo que hoy reclama la renuncia de Medina dice que este “pretende construir un poder omnímodo e indestructible por medio de la imposición de una reelección institucionalizada e infinita”.
Al solicitar la renuncia del mandatario y negarle capacidad para enfrentar los problemas nacionales, considera que “el poder se sustenta en el lavado de dinero, la manipulación mediática, el maridaje ante los grupos fácticos y económicos, la complicidad  y el control de las instituciones del Estado”.

Creo que los ciudadanos que formulan tal demanda están en su legítimo derecho para hacerlo y que con ello no cometen ningún pecado por el cual merezcan la  excomunión.

Por  lo cual no hay que anatematizarlos como lo hizo el presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, con lo cual perdió la confianza de muchos ciudadanos, que consideran que su misión no es opinar sobre táctica política de los partidos y ciudadanos, sino organizar elecciones libres.

Creo que el PLD y Bosch no cometieron ningún pecado cuando pidieron la renuncia de Balaguer y Jorge Blanco, por lo  que extraña que muchos de los que hoy maldicen a los intelectuales, no recuerden aquellos hechos.

Personalmente creo que esta administración debe terminar el periodo para lo cual fue electa y que no hay condiciones para un cambio de gobierno como proponen los que hoy exigen su renuncia, pero esto no nos obliga a engullirnos, sin ni siquiera pasarlo por un “baño de María”, la mega corrupción que  a dentelladas se come el Presupuesto Nacional.

También reconozco el derecho que tienen los ciudadanos de apoyarlos u objetarlos al mismo ,pero que hay que evitar que se pretenda  esfumar el derecho a disentir.

Eli Heiliger


Recordando Ciudad Trujillo en la Zona Colonial


 
Rondando El Conde de los 30 y 40

Horacito Álvarez Perdomo me ha hecho llegar unas memorias de su niñez y adolescencia, desarrollada en la Zona Colonial de Santo Domingo, cuyo eje comercial vertebrador fue El Conde, Isabel la Católica, Arzobispo Meriño y sus contornos, que editaremos por entregas. Empresario industrial casi de cuna, su padre Horacio Álvarez Saviñón, con el auxilio inicial de su madre Angélica Perdomo Frier, fue un pionero en 1931 en la fabricación de refrescos con sus marcas Agua Mineral Enriquillo y La Toma (de sabores), embotellando en esa década Pepsi-Cola para el mercado local. Horacito, ya en la pista de los 80, cultiva una memoria prodigiosa. Fue estudiante fundador del Colegio de La Salle en 1933, sito entonces en Meriño con Billini. Sencillo y afable, desarrolló pasión como piloto de carreras de auto, destacándose además como radioaficionado. Casado en los 70 con Patricia Cocco Guerrero, hermana del entrañable Miguel, mi compañero desde el 3ero de primaria de La Salle y en la Escuela de Sociología, con quien compartí sueños redentores.


Arranca su narración geográficamente de Este a Oeste -tal la numeración de la vía-, conectando El Conde con otras arterias comerciales. Al cruzarse con Las Damas, señala el Instituto Cartográfico Militar y el diario El Caribe, fundado en 1948. Alude a la Torre del Homenaje, que en una ocasión debió visitar tres veces al día a llevarle la comida a su padre, apresado al llegar en el Coamo desde Puerto Rico, acusado de entregar una mecedora a un enemigo del régimen. Allí compró una finca a don Lico Álvarez -abuelo de Nancy, Celsia y Jocelyn-, ubicada en Mango Fresco, donde nuestro narrador descubrió el sancocho de gallina de campo, "el mejor manjar ingerido hasta el día de hoy".

Describe la Isabel la Católica o Calle de los Bancos, "llamada así porque en la esquina con Mercedes estaban los tres únicos bancos existentes en la época: First National City Bank, Royal Bank of Canada, y Bank of Nova Scotia, sin otra sucursal en la capital. En la esquina Padre Billini residía Mon Saviñón con su esposa doña Julieta, hermana del dictador, quien nunca se metió con nadie, y sus hijos Gracita y Pacho. En esa misma casa años después vive y se suicida enajenado mental Aníbal Trujillo, hermano del dictador, casado con doña Pura Nivar. Al Sur, casi al llegar a la Arz. Portes, la Clínica de Dr. Pardo, donde a muy temprana edad, luego de unas vacaciones en Haina, en casa alquilada al padre de los Rojas Alou, constructor de ruedas de carretas, fui operado de amigdalitis.

"Subiendo, a la derecha, la Universidad de Santo Domingo, en la parte frontal trasera de la Catedral (calle Pellerano Alfau, actual Palacio del Arzobispado). Mirando al parque, la sede del Congreso, y en la esquina El Conde la Papelería del Sr. McFarlane. Casi colindando con el Royal, del lado izquierdo, la Casa Vicini, todavía hoy con su letrero. Donde estuvo el Correo y Telecomunicaciones, antes fue ocupado por la Plaza, espacio abierto en el que se vendía de todo, menos ropa y electrodomésticos. Al final, la Ferretería Miguelón, de don Lucas Guerra. La iglesia Santa Bárbara y la Avenida España, iniciando la bomba de gasolina de Natalio Yeara (Yearita, abuelo de Jorgito Yeara). Al cruzar, la pulpería del padre del Coronel Piloto Ángel Ramos Usera, esposo de Carmenchu Brusiloff. Más adelante los garajes de don Juan Ortega Frier frente al taller de Nando González, padre de Fernandito, la 'biblia deportiva'. Muy amigo de papá y un excelente mecánico, nadie mejor para el mantenimiento de nuestra 'flota' (un solo vehículo). La Ave. España era vía obligatoria para cruzar el Puente Ulises Heureaux sobre el río Ozama y dirigirse hacia el Este de la república.

"En la Meriño con El Conde había una barra, más adelante algo de lo mismo, El Gato Negro, por un tiempo propiedad de mi primo Carlos Sánchez Perdomo. Cerca, la imprenta y papelería Pol Hermanos, seguida de la Insular Trading Co. importadores entre otras líneas de las afamadas plumas fuentes Scheaffer. Su dueño el Sr. Molinari, esposo de doña Poupe Soler, fundadora del Golfito. Un poco hacia arriba la residencia de Julio Ortega Frier y doña Carmita Peña, padres de Maruja y Pepé, quien casó con Mariucha Tous, padres del economista Ortega Tous. Casi en Mercedes, All American Cable, la
competencia de la RCA. En la época, las comunicaciones internacionales se hacían vía cable y las locales por telegrama. Si Ud. era amante de los caballos y propietario de uno, sus visitas a Kuinlam, próximo a All American, eran obligatorias. Allí, las mejores sillas y frenos importados. Enfrente, la Casa Velázquez, que junto al Elah eran los mejores colmados. A mitad de cuadra, frontal a Pol Hnos, la sombrerería de los hermanos Menéndez, con los famosos sombreros de paja dura y panza de burro confeccionados en su fábrica, más los Panamá y Stetson importados.

"El Parque Colón era cita obligada de la juventud capitalina los domingos por la tarde. Dirigiendo la orquesta del Ejército Nacional, el maestro Cerón nos brindaba un excelente concierto de música clásica mientras los varones circulaban en una dirección y las damitas a contrario. Una vez terminada la retreta, previamente anunciada por campanas del majestuoso reloj público instalado por tío Angelito Perdomo, la visita al restaurante de los chinos al lado del Teatro Capitolio era parte de un ritual, si se disponía de los 5 cheles para el pudín de pan u otro de los tantos dulces -el agua iba gratis. Otros preferían llegarse hasta los Imperiales en la Hostos -frente a la familia del Castillo Morales, cuyo hijo más destacado, Luis Rafael, fue uno de los abogados más serios del país-, a disfrutar sus sabrosos helados.
"En la Hostos con Nouel estaba la tienda de canje del jabón Octagón. Las amas de casas con las envolturas las cambiaban por excelentes artículos del hogar. En el mismo local operó años después una oficina de la Nestlé. Las tablas de chocolate, con nueces o sin ellas, valían 5 cheles y pesaban el doble de las de hoy, trayendo postalitas a color con temas instructivos. Allí también nos daban el álbum para pegarlas.


"A media cuadra, en la acera opuesta, estaba el Garaje Hostos con su moderna bomba de gasolina. Consistía en una columna con un recipiente de cristal en su parte superior, debidamente calibrado y visiblemente rotulado desde 1 a 10 galones. Para llenar el recipiente, el operador hacía oscilar manualmente en doble dirección una palanca de unos 4 pies, sirviéndose por gravedad el combustible. Ya casi en la última cuadra vivía la familia Velázquez: los padres, Evangelina, Liquito, José, Luis, doctor en retiro y la hembra menor, madre del querido Mundito. Al frente, en la plata alta, la familia Jiménez: Milo, su hermano menor y las hermanas -la más conocida Marianela, por sus excelentes obras pictóricas. Abajo, la familia García, español de origen funcionario de Cochón Calvo y Cía, aplatanado y casado con dominicana. Padres de Milagros, esposa del Dr. Otto Pou y hermana de los bien conocidos mellizos García.

"En Hostos con El Conde estaba originalmente en una esquina la Lotería Nacional, administrada por el pariente Mon Saviñón. En otra la Ferretería Baquero de los hermanos del mismo nombre. Llamaba la atención el novel sistema de despacho y cobro a los clientes. El amplio salón estaba dividido en 4 ó 5 departamentos y desde cada uno, una especie de trolley aéreo suspendido por unos cables, iba directo hacia y desde la cajera. Al dependiente recibir el dinero del cliente, lo colocaba en el trolley junto a la factura y tiraba de una cuerda, desplazándolo hasta la cajera. Quien, si debía devolver dinero, hacía lo propio retornándolo al departamento con el cambio.

"En una tercera esquina, el Restaurante Hollywood de don Quico Pou, padre de Luis, Carlos (la Cotica) y la hembra, futura esposa de Juan Tomás Mejía Feliú, primer Rector de la UNPHU. El local estaba totalmente forrado de espejos y cuando alguien le preguntó ¿por qué?, don Quico le contestó: 'para que vea que es el único negro y se vaya'. Al lado del Hollywood, el Lic. Duluc, Doña Catalina su esposa, con sus hijos Rómulo, Pupey y Sarita, quien casó con el abogado don Pipí Turull, 'hermana' de mi hermana Olguita.

"En El Conde recuerdo las joyerías Prota, Di Carlo y la tienda de armas deportivas Oliva, quien en algún momento fuera Jefe de los Bomberos. Tiendas de tejidos, La Opera y Cerame. Las farmacias de Lolón Guerrero, la Raldiris, la de don Fellito Veloz, otra frente a La Margarita de don Gilberto Pellerano. Y por último la de don Humberto Gómez Oliver casi al final de El Conde, muy próximo al salón de exhibición y venta de los famosos carros Packard distribuidos por don Manuel Alfaro y usados en su época por el dictador. Las jugueterías La Mariposa, cerca de las oficinas de la Cía. Eléctrica de Santo Domingo, entre José Reyes y 19 de Marzo, y la de Andrés Pérez. 

"Encima de La Cafetera se hallaba la Escuela de Educación Doméstica, donde las futuras amas de casa aprendían a coser, bordar, cocinar y demás obligaciones de madres y esposas. Al frente, La Bombonera propiedad de un señor puertorriqueño. En la esquina 19 de Marzo, El Moroquito del Sr. Cohén con cerveza de barrica. Al cruzar, El Ariete de don Higinio. Las barberías de Chico, quien me dio el primer corte, Titico en la esquina Sánchez, y frente al Baluarte el Salón Marión.
"Las ferreterías Read en la esquina a Isabel la Católica, la citada Baquero, Morey en El Conde y Duarte, mas El Candado ante el Baluarte. En la esquina NO de la José Reyes, en el Edificio Saviñón, se mudó la Lotería Nacional, más tarde ocupado por R. Esteva & Co.,
siendo sus propietarios el caballero don Rafael (Fello) Esteva Mendez, con sus hijos Jaime y Rafael (Rafaelito) Esteva Vives y Don Carlos Alberto (Beiby) Ricart Viadal. Entre muchos electrodomésticos, ofrecían los famosos radios Philips holandeses, con su ojo mágico garantizando una sintonización perfecta. La zapatería del maestro Cordero confeccionaba zapatos a la medida. Con un par de éstos me embarqué para el colegio en New York en 1944."

¡Ah, qué tiempos aquellos!




LECTURAS/ Diario Libre
| 07 JUN 2014


Recordando Ciudad Trujillo y su centro comercial




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Familias y Comercios
en torno a El Conde 
como arteria principal


Situándose en su epicentro residencial en el Callejón de Regina, que corre rumbo Sur desde la Padre Billini hacia la calle Arzobispo Portes -cual remate de la José Reyes que desciende desde la terraza del barrio San Miguel, solar todavía de palomas amigables-, Horacito Álvarez Perdomo vertebra sus recuerdos del vecindario que le vio crecer. Nos dice con toda franqueza: "Al llegar al Callejón de Regina, sería un sacrilegio no hablar sobre la casita donde vivimos después que el ciclón San Zenón destruyó la anterior, ya que fue allí donde papá comenzó en el 1931 a producir el Agua Mineral Enriquillo (aún en el mercado) y el refresco de sabores varios La Toma". Los inicios modestos de lo que sería una gran empresa industrial fruto del tesón familiar, narrados con naturalidad, sin afeites.
"En un carro que le facilitara don Ernestico Freites, a quien papá le había servido cuando muchacho de mensajero en la Tabacalera, tras convertirlo personalmente en camioneta, mercadeó su primera producción. El equipo original lo conformaban: un inmigrante inglés de las Antillas Menores lavando botellas en dos medios tanques de 55 galones; papá llenando las botellas y como chofer vendedor; y la última pero no menos importante, mi madre, pegando las etiquetas. Ubicada en la acera Este, esta casita era a la vez hogar y fábrica. 

El lunes 21 de febrero de 1938, salió a la venta la primera producción de Pepsi-Cola, procesada desde un edificio propio, casi al frente de donde comenzó la industria. Fue así como aquí, en República Dominicana, se produjo por vez primera esta bebida fuera de Estados Unidos bajo franquicia concesionada a un embotellador independiente. Aunque en Cuba ya se vendía, era la casa matriz la dueña de la embotelladora."
Don Horacio Álvarez Saviñón, quien presidiría el gremio de los industriales tras la caída de la dictadura, devendría sinónimo de refrescos al elaborar localmente una marca líder de bebidas gaseosas, a la que sumaría la línea de sabores Old Colony de su Compañía Embotelladora. 

Compitiendo con Kist fabricado por la familia Trifilio. Coca Cola, Country Club y Ginger Ale, envasados por Refrescos Nacionales propiedad de la familia Wanzer-Stuart que también producía Malta Corona. Dueña a su vez de la Cervecería Nacional Dominicana, que sacaba Canada Dry. Red Rock y luego 7Up de Embotelladora Dominicana, un desarrollo liderado por el gallego Manuel García Costa a partir de la fábrica La Española fundada en San Pedro por su suegro Bernardo Arévalo. El demandado Trópico de chocolate que se servía en el desayuno escolar, manufacturado por mi suegro Pacho Saviñón Trujillo. Ironbeer, una suerte de especiado Dr. Pepper elaborado en Cuba desde 1917 con una etiqueta mostrando un bíceps portentoso. White Rock, con su hada mágica sobre la roca, cuyo burbujeante sabor a lima-limón me deleitaba.
En los 60 surgiría Embotelladora Dumbo de don Juan Dauhajre con las líneas de esta marca venezolana, sumando la franquicia Royal Crown Cola del fracasado proyecto SOPODECO. Los Rojas de Moca lanzarían regionalmente su exitoso Imperio, hoy reforzado con Orange Crush y otras líneas. Los D'Alessandro incursionarían en los 70 adquiriendo la Pepsi -luego vendida a los García Arévalo y éstos más tarde a Ambev- y la empresa de los Dauhajre. Y los Selman operarían Coca Cola, antes en manos de Wometco, transferida ahora a Bepensa, en una sucesión de adquisiciones y fusiones en un negocio globalizado en el que ha emergido avasallante la multinacional peruana Kola Real.
En la continuación de sus memorias, Horacito Álvarez Perdomo amplía su retrato de la Ciudad Colonial recreándonos las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo. Ubicándose en el sector de Regina, transita por el tramo Padre Billini y 19 de Marzo. Registra "a don Enrique Mejía Arredondo, sub-director de la Orquesta Sinfónica Nacional, junto a su esposa Rosita y sus hijos Rhino y Gulún. Luego a los padres de Roberto y Carmencita Mejía. Y al Dr. Núñez, dentista. También a doña Graciela Bernal con su tiendecita de hilos, botones, encajes, fallecida "en un viaje visitando Nueva York. En la esquina, don Rafael (Fello) Pou, su esposa María y sus hijos Bobó, Macitica y Lourdes. Esta última ida a destiempo, casada con el Dr. Pimentel Imbert, madre del apreciado amigo doctor y fotógrafo Thimo Pimentel.


"Al fondo de la plazoleta vivía don Virgilio Díaz Ordóñez -farmacéutico, jurisconsulto, catedrático y diplomático- con su esposa Lolita y Virgilito Díaz Grullón, quien casaría con la pianista Aída Bonnelly. Así como Roberto Figueroa Carrión, de triste recordación, último jefe del SIM. Ya en el callejón estaba la familia Medina con sus hijos Flavia, muy bonita muchacha, su hermana mayor y Lépido. Un poco más abajo don Armando Rojas, padre de Armandito, abogado, del diplomático y poeta Enriquillo, de Pachín, quien niño se lo lleva la diabetes y de Leda. Presidente de la Sociedad Altagraciana y dueño de una compra venta de prendas antiguas (no casa de empeño) sita en Nouel con Meriño. Negocio éste que tenía enfrente al alemán Carl Hertel, primer importador de los vehículos Mercedes Benz, los carros DKW (hoy Audi) y las motocicletas BMW. La madre de los Rojas Abreu, Teresita, estaba emparentada con Luis E. Burrulote Rodríguez, gloria del béisbol dominicano.
"Casi en la esquina de la Arz. Portes, del otro lado de la acera, se hallaba la familia Corleto. Me parece estar viendo al Sr Corleto llegar a la casa, como lo hacía diariamente, con un pollo colgando de una mano. Eran varios en la prole, pero todos mayores que yo, excepto Pablito. En la esquina, la pulpería de Natividad, un viejo español con malísimas pulgas, pero con un mabí excelente.

En 1938 el referido Carl Hertel vendió un Mercedes Benz a Trujillo, con quien mantenía cordiales relaciones, al grado de traerle en 1936 un mensaje enviado desde Europa por su hija Flor de Oro y el esposo de ésta Porfirio Rubirosa. Aparte de su rol empresarial, Hertel era seguido por la inteligencia americana por sus actividades como representante del partido nazi en el país, al igual que otros alemanes. E italianos prominentes hombres de negocios establecidos en El Conde y sus inmediaciones, fichados por el FBI como miembros activos del partido fascista.
Refiere Horacito que "en la José Reyes vivía el Arzobispo Adolfo Nouel, al lado de Charles de Mondesert y su esposa Margarita Sánchez Lustrino -inmueble que servía de residencia y negocio de perfumería. Los hijos, Enriquito, fundador conmigo de La Salle, Ana María, quien casó con el Dr. Manolito Parra, Olga, víctima de un accidente en Nueva York, y el menor. Luego, la vivienda de José Lebrón Morales, padre de Edna, abuelo de Mariasela Álvarez. Próximo, la Escuela de la Sta. Eva Pellerano. Ahí asistí al kínder, llevando mi pizarrita y mi vaso de aluminio replegable. Cuando la Sta. Eva cerró hubo una escuela pública, cuyo director, el Sr Valdepares, era considerado excelente educador. Entonces los estudiantes de planteles públicos estaban obligados a asistir una vez a la semana a la Escuela de Arte y Oficios, en Nouel con Duarte.
"En la esquina SO, lo que sería el comienzo de R. Esteva y Cia. Allí don Perucho, hermano de don Fello Esteva, daba mantenimiento a las máquinas de coser Singer. La esquina NO la ocupaba la farmacia del Dr. Pedrito Polanco y su hijo Alejandro. Aun llevo la marca de la vacuna contra la viruela que me puso don Pedrito. Casi al llegar a El Conde estaba la familia de don Manuel Arturo Peña Batlle con sus hijos Pilar, casada con Máximo Pellerano, y el cotizado pintor Papo Peña, fundador de La Salle. Ya sobre El Conde, la farmacia de los Mellizos Hernández.

"Justo al medio de la próxima cuadra, la familia Trifilio Estévez. El padre italiano, Francesco, dueño del Colmado Elah (con los famosos caramelos de menta italianos) que ocupaba la esquina NE de El Conde y Sánchez, donde luego estuvo el Panamericano. Con dos hembras y cuatro hijos varones: los mellizos Alberto -esposo de Celeste Hernández- y Humberto, quien llegó a general, casó con la hija de un exiliado político cubano y luego con mi hermana Clementina; el menor, Nucho, buen jugador de baloncesto del equipo de la Normal; y el mayor, por algún tiempo competidor nuestro al representar los refrescos Kist, muy buenos. La fábrica estaba al principio de la Nouel frente al Parque Independencia, en el espacio ocupado más tarde por el Restaurante Nuna. Próximo a la Iglesia de Las Mercedes, la Sala de Socorros. Allí prestaban primeros auxilios a los casos que no ameritaban llegar a un hospital, como la mordida que me dio un perrito de mi tía Tita.

De regreso al inicio de la José Reyes, próximo a la imprenta de Gimbernard, "los talleres de ebanistería del maestro Penson, responsable de la confección de los muebles de la casa nueva cuando nos mudamos al Callejón tras el ciclón. Casa que fuera residencia de la familia Grau. Cerca de la ebanistería, un edificio de cuatro apartamentos. Abajo, la familia de un militar cubano exiliado, con dos hermanas apodadas Las Maracas, ya que eran muy gordas y al caminar sus traseros marcaban un perfecto ritmo oscilante. Luego, don Mario Echenique y doña Consuelo Nanita, con sus hijos Federico, Camén y Juan. Su tío Manuel E. Nanita tenía un carro que estacionaba frente a la Casa de España mientras jugaba póker. Como los sobrinos no conducían y entonces se les dejaba las llaves a los carros, me llevaban como chofer a tomárselo 'prestado'. Tras unas vueltas, se le echaba un galón de gasolina y devolvía a su lugar.
"Sobre los cubanos, Gilberto Sánchez Lustrino casado con Anita Rubirosa y sus hijos, el más famoso, Pirulo, recordado por los crímenes al servicio de Ramfis. Al lado, Pepe Domingo y doña Tinita. Padres de Raúl, casado con una Marranzini. Yolanda, quien perdió el novio en el hundimiento el 21 de mayo de 1942 del barco Presidente Trujillo por el submarino alemán U-156. Y Dinorah, enviada a Cuba a estudiar y matrimoniada allí con un diputado."
Cuando la Era no sólo era un danzón.


LECTURAS/Diario Libre
| 21 JUN 2014

jueves, 15 de junio de 2017

Gráficas para la Historia

Yo y Dionni Warwick

Los precios por habitación exorbitantes, familia gratis y los teléfonos de 4 dígitos
 Hoy en la avenida Duarte esq, Caracas, está ubicada Sederías California
El famoso albúm de la corrupción de los peledeístas cuando decían que habían corrupto y peledeístas