domingo, 19 de julio de 2009

La más famosa bala perdida de la historia de la fotografía


19/7/2009 Edición Impresa/el periódico

UN HALLAZGO HISTÓRICO

El enigma visual de Espejo

El escritor Juan Villoro, Premi Ciutat de Barcelona de periodismo por un reportaje publicado en enero del 2008 en EL PERIÓDICO en el que contaba el extraordinario hallazgo de la llamada ‘maleta mexicana’ con valiosos carretes inéditos de Robert Capa, reflexiona sobre la solución de la foto del miliciano. Sostiene que el hecho de que fuera un montaje no resta a la imagen valor simbólico.

  1. La solución del misterio de la célebre foto del miliciano confirma la tendencia de Capa a agregar detalles a la realidad

JUAN Villoro


Ernest Alós decidió seguir la más famosa bala perdida de la historia de la fotografía y descubrió que no dio en el blanco. En la apasionante crónica que publicó EL PERIÓDICO DE CATALUNYA el pasado viernes, se aclara dónde cayó el protagonista de El miliciano muerto. No fue en Cerro Muriano, como se había dicho, sino en una localidad a 50 kilómetros que parece bautizada para provocar enigmas visuales: Espejo.


Desde 1975, cuando Philip Knightley publicó The First Causalty, la hipótesis de un montaje era tema de discusión entre los especialistas en Robert Capa. La exposición que se exhibe en el Museu d’Art Nacional de Catalunya (MNAC) permitió a Ernest Alós precisar el paisaje de la foto y hacer una investigación in situ.


Robert Capa disparó el obturador el 5 de septiembre del año 1936. En Espejo solo hubo combates 20 días después. ¿Es posible que una bala estuviera tan adelantada?


La verdad es una categoría que cambia a medida que conocemos más. En su guión museográfico para la exposición de Montjuïc, Cynthia Young comenta que la tesis de una muerte en combate se había sustituido por la de un disparo accidental. Esto restaba dramatismo a la foto más célebre de la guerra civil española, pero no la convertía en una pose.

No se pueden descartar los datos que traerá el futuro. ¿Alguien descubrirá que el 5 de septiembre de 1936 un enemigo o un compañero disparó su arma por locura o descuido, en absoluta soledad y muy lejos del frente?


Por ahora, la información de EL PERIÓDICO confirma la tendencia de Capa a agregar detalles a la realidad. No es casual que su autobiografía llevara el título de Ligeramente fuera de foco. Las distorsiones que son la maldición del fotógrafo pueden ser la virtud del narrador.


Seductor y embustero, Robert Capa se construyó un personaje (comenzando por su nombre, que sustituyó al de André Friedmann) y animó las noches de París con relatos no siempre fiables de sus peripecias en los frentes de guerra. No hay la menor duda de su arrojo, que lo llevó a morir en Vietnam en 1954, ni de su calidad como fotógrafo.


Apostador consumado, dependió de la fortuna. Desembarcó en Normandía, pero un laboratorista sobrecalentó los negativos y solo 11 tomas resultaron aceptables. En Espejo se arriesgó menos y logró la más discutida de sus imágenes.


El miliciano muerto es una fotografía de excepción por la forma en que atrapa un cuerpo que cae. La mirada del soldado se extravía, el pie izquierdo se afloja, ya vencido, el cuerpo se desploma en una posición incómoda, torcida, ajeno a otro impulso que sucumbir, el rifle está a punto de ser soltado, como un trasto inservible. Un icono de la aniquilación.


Hasta ahora no se han encontrado los negativos de la secuencia. En caso de que se hicieran diversas tomas, resultaría difícil hallar otra más convincente.


«La imagen fotográfica es siempre algo más que una imagen: es el lugar de una división, de un desgarro sublime entre lo sensible y lo inteligible, entre la copia y la realidad, entre el recuerdo y la esperanza», escribe Giorgio Agamben.


Toda fotografía reclama ser interpretada, es una mediación entre lo que pasó y lo que sentimos en tiempo presente.


El miliciano muerto no dejará de interrogar a quienes lo contemplen. El dolor que transmite es verdadero. Con los importantes datos que tenemos, debemos dejar de tratarlo como una noticia de la muerte. Es otra cosa: un símbolo. Al igual que el Cristo de Andrea Mantegna, representa un sacrificio que no necesariamente ocurrió de esa manera.




18/7/2009 Edición Impresa /el Periódico

UN DESCUBRIMIENTO HISTÓRICO

La solución de la foto del miliciano de Capa deslumbra a los expertos

  1. «Es tremendo e inapelable: estamos ante un fotógrafo que hizo trampas», dice Javier Cercas
  2. El historiador que identificó Cerro Muriano como la escena de la imagen acepta la nueva localización


(20 días después de las fotos de Capa y Taro), muestra, ante las casas del pueblo, las lomas cubiertas de olivos (Las Dehesillas) por donde evolucionaron los milicianos. La foto está tomada desde el punto hacia donde enfocaban las cámaras. Foto: ERNEST ALÓS

ERNEST ALÓS
BARCELONA

Hay unanimidad entre los expertos: las explicaciones que ofreció ayer EL PERIÓDICO DE CATALUNYA sobre el lugar donde Robert Capa y Gerda Taro produjeron en 1936 su serie de 40 fotografías que incluye la inverosímil muerte de un miliciano obligan a reescribir la historia. Su ubicación en Espejo (Córdoba) y no en Cerro Muriano como se había creído siempre, y en un contexto que descarta que hubiera combates, confirma las tesis del montaje de la imagen más conocida de la guerra civil española. Mientras, el ICP, el centro que vela por el legado de Capa, mantuvo ayer un silencio total.
El historiador Francisco Moreno, autor de la crónica exhaustiva de la guerra civil en Córdoba y que identificó el punto como Cerro Muriano, reconoce que «el lugar está ahora identificado, y, si las cosas son como parecen, tendremos que rectificarlo todo. Aunque debemos precisar incógnitas y pulir datos».
José Manuel Susperregui, autor de Sombras de la fotografía, que identificó el lugar como algún lugar cercano a Espejo tal como publicó este diario el pasado 5 de julio, incorporará en la segunda edición de su libro las aportaciones publicadas en este diario sobre el lugar exacto y la contextualización histórica que hace imposible que la secuencia fuese real. «Yo partí del documental La sombra del iceberg, EL PERIÓDICO partió de mi libro y cada uno incorpora elementos nuevos».

IMPACTO EN EL MNAC / La noticia fue objeto de debate ayer en última sesión del curso dedicado a Robert Capa por la UB y el MNAC. Uno de los asistentes era el profesor Miquel Berga, comisario de la exposición sobre Agustí Centelles que estos días puede visitarse en el museo Jeu de Paume de París y de la que EL PERIÓDICO dedicó al fotógrafo catalán en octubre del 2008. En su opinión, la información «es una gran victoria de la verdad, porque ante las posibles lecturas sobre si los hechos pueden ser utilizados desde diferentes posturas ideológicas, lo único políticamente correcto es la realidad».


La presidenta de Reporteros sin Fronteras en España, María Dolores Massana, fue quien manifestó más dudas sobre el juicio profesional que merecería Capa: «Los periodistas no podemos perder la credibilidad. Era un magnífico fotógrafo pero lo que hizo no fue un pecadillo de juventud». Para Carles Hervàs, médico e historiador especializado en la sanidad durante la guerra civil, la ubicación de la fotografía en un lugar y un tiempo que la convierte en inverosímil le refuerza en su convicción técnica de que quien aparece en la foto no recibe un impacto de bala. «Una muerte fulminante debería ser causada por un impacto en el cerebro o el tórax que no se ve, y que un máuser a distancia acabase con dos personas en el mismo punto es estadísticamente imposible».

LA OBRA Y EL PERSONAJE / «Es tremendo, e inapelable: estamos simplemente ante un fotógrafo que ha hecho trampas. Esto no cambia el valor del resto de su obra pero quizá sí la visión que tenemos del personaje», opinaba también ayer el escritor Javier Cercas, cuyo libro Soldados de Salamina llevaba en portada una imagen de la despedida de las Brigadas Internacionales obra de Capa.

18/7/2009 Edición Impresa/el Periódico

UN DESCUBRIMIENTO HISTÓRICO |LA MIRADA // AGUSTÍ CARBONELL

Como dije ayer: hubiera querido ser Robert Capa

AGUSTÍ Carbonell

Antes que nada quiero felicitar a mi compañero Ernest Alós por el magnífico trabajo de investigación que ha hecho sobre la mítica fotografía del miliciano de Robert Capa.
En segundo lugar, he oído en algunas tertulias poner en duda –como ocurrió con Doisneau y otros maestros del fotoperiodismo– la carrera profesional de Capa.

Me imagino la película de los hechos. 1936: Robert Capa estaba aburrido cerca de Espejo, y decidió disparar con su Leica a los milicianos en las laderas, que ahora hemos conocido en la exposición del MNAC. Luego mandó los carretes a la revista o a la agencia sin documentar las fotos y allí escribieron el pie: «Miliciano republicano abatido por las tropas franquistas en la guerra civil en España...» Y el fotógrafo, ya con el reportaje publicado, nunca lo desmintió. ¿Acaso no debería haber enviado los carretes? Debió mandar varios, entre los que estaba este, ¡el de la gloria!

A estas alturas no vamos a renegar de Capa. Al menos, yo no. Para mí, sigue siendo el mejor y el padre del fotoperiodismo moderno. Como dije ayer: hubiera querido ser Robert Capa.Fotoperiodista

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