viernes, 30 de marzo de 2018

14 batallas hemos librado por mantener nuestra Indepencia y Soberanía de las invasiones haitianas





































Batallas y Héroes de la Independencia  Dominicana

Con el grito de Independencia, dado en la Puerta del Conde, el 27 de febrero de 1844, terminó la ocupación haitiana de la parte Este de la isla.

En Haití, el presidente Charles Herard, enterado de que los dominicanos habían proclamado su independencia, invadió la parte Este.

Para someter a la obediencia a los dominicanos puso en marcha tres cuerpos de ejército. Uno de ellos venía por Neyba. Otro por la ruta de las Matas de Farfán. El tercer ejército avanzó por el Norte del país.

BATALLA FUENTE DE RODEO

El 13 de marzo de 1844 se produjo el primer enfrentamiento armado entre el ejército haitiano y las fuerzas del pueblo dominicano en la lucha por la defensa de su soberanía nacional. Este enfrentamiento se conoce en nuestra historia como la Fuente de Rodeo,  territorio de la actual provincia de Bahoruco saliendo vencedor el ejército dominicano comandado por el general Fernando Tavera.

BATALLA CABEZA DE LAS MARÍAS

El 18 de marzo los patriotas dominicanos fueron vencidos por el ejército haitiano comandado por el general Souffarnt en las batallas: Las Cabezas de las Marías y en Las hicoteas. El ejército dominicano fue comandado por Manuel de Regla Mota y Lucas Díaz.

BATALLA  DEL 19 DE MARZO


El gran enfrentamiento entre el ejército haitiano comandado por Hérard y el ejército dominicano comandado por el general Pedro Santana y Antonio Duvergé. Dicha batalla tuvo como escenario la ciudad de Azua El 19 de Marzo de 1844, saliendo vencedor el ejército dominicano el cual infirió una de las grandes derrotas que sufrió el ejército haitiano en territorio dominicano. En la misma noche del 19 de Marzo, Pedro Santana ordenó la retirada de sus tropas hacia Baní argumentando que carecía de pertrechos militares. Al quedar la ciudad de Azua abandonada, y las tropas del ejército haitiano darse cuenta de esa situación, ocuparon dicha ciudad.

BATALLA DEL 30 DE MARZO

El 30 de Marzo de 1844 se produjo una  victoria más de ejército dominicano comandado por José María Imbert y Francisco Valerio, contra el ejército haitiano comandado por el general Pierrot. Las tropas haitianas que avanzaban por el Norte llegaron hasta Santiago, después de vencer la débil resistencia que en Talanquera le puso el general Francisco Antonio Salcedo. Este retiró sus tropas hacia Santiago.

El triunfo fue posible por la pericia de Imbert, auxiliado por los generales Achile Michel, José María López, Francisco Antonio Salcedo y Fernando Valerio. Este último con su famosa embestida, conocida en la historia como la carga de los andulleros, con armas blancas hicieron retroceder al enemigo hasta el río Yaque.

En esta acción también se hizo celebre Juana Saltitopa, llamada la coronela, por el entusiasmo que comunicaba a los soldados en medio de la batalla.        

La medida táctica de Pedro Santana, de retirar sus tropas de la ciudad de Azua después de la victoria del 19 de Marzo, trajo como resultado las diferencias entre liberales y conservadores, ya que cuando Santana y sus fuerzas se encontraban en Baní el Patricio Juan Pablo Duarte y Diez solicitó y obtuvo de la Junta Central Gubernativa la orden de asistir al General Santana en su campaña contra Hérard y el de sucederle el mando.

Duarte arribó al cuartel de Santana, en Baní, el 23 de Marzo, y de inmediato surgieron las dificultades, pues mientras el Patricio era partidario de iniciar la ofensiva, Santana rechazó esa sugerencia, e insistió permanecer a la defensiva.

BATALLA DEL MEMISO

Después de la batalla de azua, los haitianos intentaron un avance. El 13 de abril de 1844, los haitianos fueron derrotados en el Memiso por las tropas dominicanas comandada por el general Antonio Duvergé.

BATALLA DE PUERTO TORTUGUERO


La Batalla de Tortuguero fue la primera batalla naval de la Guerra por la Independencia Dominicana y se libró el 15 de abril de 1844 en Puerto Tortuguero, Azua. Una fuerza de 3 goletas dominicanas, dirigidas por el comandante Juan Bautista Cambiaso, derrotó a 3 buques de la Armada Haitiana. Aunque fue un combate menor, determinó la supremacía naval de la República Dominicana sobre Haití hasta el final de la guerra. Terminada esta batalla, nació la Marina de Guerra Dominicana (hoy Armada Dominicana).

BATALLA DE CACHIMÁN


En el mes de abril de1845, ocurre en Haití algunos hechos importantes. Fallece el presidente Guerrin, y asume el mando el general Louis Pierrot.

El nuevo presidente haitiano, al igual que muchos haitianos, pregonaba que la isla era indivisible y solicitaba a los dominicanos integrarse con Haití en una sola nación.

Los dominicanos habían decidido ser libre para siempre; se aprestaron a defender a cualquier costo su independencia.    

El 17 de junio de 1845 comenzó el enfrentamiento entre las tropas dominicanas dirigidas por el general Antonio Duvergé, quien derrotó en la batalla de Cachimán a las tropas haitianas. Luego le siguieron las batallas El Puerto y Las Caobas, el 19 de junio de 1845, donde las fuerzas dominicanas dirigidas por el mismo general derrotaron las fuerzas haitianas. Otros enfrentamientos se escenificaron en Hondo Valle y en Hincha, donde triunfaron las fuerzas dominicanas dirigidas por Fernando Taveras y Valentín Sánchez respectivamente en el mismo año.

BATALLA  DE LA ESTRELLETA

El 17 de septiembre de 1845 se escenificó la batalla de la Estrelleta donde salió victorioso el ejército dominicano, dirigido por José Joaquín Puello, quien tenía como auxiliares a los coroneles Bernardino Pérez y Valentín Alcántara.

BATALLA DE BELER


En la frontera Norte, los haitianos también intentaron un avance. Después de los combates de Las pocilgas y Capotillo, que no fueron favorables a los dominicanos, los haitianos se presentaron con fuerzas poderosas en la Sabana de Beler. Pero aquí el general dominicano Francisco Antonio Salcedo había tomado posiciones y le presentó batalla, propinándole una tremenda derrota. En esta acción bélica Salcedo estuvo auxiliado por el general José María Imbert.

A la victoria de Beler contribuyó también la presencia de la flotilla dominicana que bajo la dirección del almirante Cambiazo se presentó frente a Cabo Haitiano, amenazando con un desembarco. Las tropas haitianas que iban a ser despachadas al campo de batalla, fueron retenidas en territorio haitiano. Por eso en Beler los haitianos fueron derrotados.

BATALLA DEL NÚMERO

En el 1849, en Haití gobernaba Soulouque, con el título de emperador. Este buscaba un pretexto para invadir nuestro país, y lo encontró cuando Francia reconoció nuestro territorio como Nación independiente. Soulouque se preparó para invadir.

En marzo de 1849, Soulouque, organizó un ejército de 15,000 soldados y penetró en el territorio dominicano con la intención de reintegrar nuestro territorio a la República de Haití.    

El 17 de abril de 1849 en el desfiladero del número, situado en la cercanía de Azua, encontró el ejército haitiano su primera resistencia firme de las fuerzas dominicanas, comandada por el general Antonio Duvergé, quien salió victorioso.

BATALLA DE LAS CARRERAS

El 21 de abril de 1849, se produjo el segundo enfrentamiento escenificado en la cercanía de Baní en el lugar denominado Las Carreras,  entre las fuerzas haitianas comandadas por Soulouque y las fuerzas dominicanas comandadas por Pedro Santana, asistido por Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, saliendo victorioso el ejército dominicano.

BATALLA DE SANTOMÉ


A comienzo del mes de diciembre del 1855, las tropas del ejército haitiano penetraron al territorio dominicano por el centro y por el sur de la frontera. La primera tropa al mando del propio Soulouque y la segunda bajo las órdenes del general Garat, Duque de Louque. El ejército haitiano avanzó sobre el territorio nacional durante 21 días sin encontrar resistencia de peso que lo hiciera retroceder. Ya se encontraban en las Matas de Farfán  y en Neyba, y se preparaban para avanzar sobre San Juan de la Maguana y Barahona cuando en su marcha se encontraron  en la sabana de Santomé con las tropas dominicanas comandadas por el general José María Cabral quien los derrotó el 22 de diciembre en las inmediaciones de las Matas de Farfán y san Juan de la Maguana.

BATALLA  DE CAMBRONAL

La Batalla de Cambronal fue librada cerca de Neyba, y uno de los dos combates sostenidos por militares dominicanos contra invasores haitianos para mantener la independencia de su recién creada nación el 22 de diciembre de 1855, y caían los haitianos derrotados a manos de las fuerzas dominicanas comandadas por Francisco Sosa ; el otro combate fue la Batalla de Santomé.

BATALLAS DE SABANA LARGA Y JACUBA

Derrotados en el sur, los haitianos, dirigidos por Faustino Soulouque, iniciaron otra ofensiva por el Norte. Atravesaron la frontera por Dajabón. Pero fueron detenidos el 24 de enero de 1856 en Sabana Larga, donde el general Juan Luís Franco Bidó libró la batalla que puede considerarse decisiva para convencer a los haitianos que no lograrían ocupar de nuevo el territorio dominicano. También fueron derrotados en Jácuba, por los  dominicanos, al mando de Pedro Florentino y Lucas Peña.





Batalla del 30 de marzo: Se conmemora el 174 aniversario de la derrota haitiana de una de tantas batallas...


Rotunda victoria Dominicana en la Batalla del 30 de Marzo de 1844

 


Por: Emilia Pereyra

El triunfo de los dominicanos en Santiago, en la Batalla del 30 de marzo del 1844, fue recibido con júbilo, luego de que los criollos al mando del general José María Imbert resistieran cinco ataques, por dos flancos, en los que los invasores tuvieron unas 600 bajas y una mayor cantidad de heridos, mientras los nacionales no sufrieron pérdidas.

Al mediodía del 30 de marzo empezaron los combates, con una carga haitiana, por el lado izquierdo dominicano que defendía el fuerte Libertad, la cual fue rechazada. El enemigo volvió al ataque y fue enfrentado por la artillería criolla, que empezó a diezmarlo. De nuevo, los foráneos embistieron y otra vez fueron repelidos con vigor.

Prontamente los haitianos arremetieron por el lado derecho, protegido por el fuerte Dios, donde los rechazaron en dos ocasiones. Allí “andulleros” de la sierra, comandados por el capitán Fernando Valerio, sembraron el campo de cadáveres a golpe de machetes.

Tras cinco horas de ásperos combates, los haitianos solicitaron una tregua para recoger sus muertos y heridos, “ocasión que aprovechó el general Imbert para entregar a los parlamentarios haitianos copia del comunicado de la Junta Central Gubernativa”, que daba cuenta de la muerte en Azua del general Hérard”.

Tras conversar con Imbert y pedir seguridad de que no sería molestado en la retirada, el general haitiano Jean-Louis Pierrot, entonces candidato “natural” para sustituir a Charles Rivière-Hérard, se marchó con sus tropas hacia Haití, en “gran desorden, abandonando sus calderos, tambores y una infinidad de otros objetos y demás víveres”, pues tenía noticias de que el general Villanueva había salido con una columna de Puerto Plata para cortarle la huida y de que el general Matías Ramón Mella organizaba otra columna en San José de la Sierra, con el mismo fin, relató el historiador José Gabriel García.

“Por una protección manifiesta de la Divina Providencia, el enemigo ha sufrido semejante pérdida sin que nosotros hayamos tenido que sentir la muerte de un solo hombre ni tampoco haber tenido un solo herido. ¡Cosa milagrosa que solo se debe al Señor de los Ejércitos y a la justa causa!”. General José María Imbert.
En efecto, después de dejar Santiago, en la huida los haitianos tuvieron otras bajas, pues sufrieron emboscadas en las que se destacaron los comandantes dominicanos Francisco Caba y Bartolo Mejía.

“El campo dominicano está lleno de héroes: Imbert que comandó brillantemente las tropas y trajo orden donde sólo había desvalimiento; (Pedro Eugenio) Pelletier y (Achille) Michel, en el campo de batalla, dieron muestras de sus dotes de mando y la eficacia de sus previsiones; (Fernando) Valerio, que con su carga, selló el triunfo definitivo; (José María) López, cuya artillería probó ser extraordinariamente eficaz contra las columnas haitianas; (Ángel) Reyes, que con su batallón “La Flor”, formado por la juventud de Santiago, se lució en el campo; en fin, los batallones de todo el Cibao y el pueblo de Santiago, que una vez más ha dicho presente, y con su presencia ha salvado su independencia”, escribió el historiador Adriano Miguel Tejada en “El Diario de la Independencia”.

Según García, “los triunfos tan espléndidos reanimaron el espíritu público” e “hicieron renacer la confianza en el buen éxito de la causa nacional, reviviendo en las masas el entusiasmo que se había debilitado con la injustificada retirada del ejército del Sur a Baní, pues a la vista de los últimos sucesos ya no le quedó sino a muy pocos la duda de que los dominicanos pudieran sostener la independencia que habían proclamado y la integridad de su territorio...”.

La batalla del 30 de marzo de 1844 se produjo doce días después de que los extranjeros fueran vencidos en el enfrentamiento comandado en Azua por el hatero Pedro Santana.

El general Imbert, designado el 27 de marzo para dirigir las operaciones, contó que el enemigo se había formado en dos columnas, de cerca de dos mil hombres cada una.

Ya el viernes 29 de marzo las tropas haitianas, dirigidas por Pierrot, estaban a las puertas de Santiago. Moviéndose por el camino de Mao, al llegar a las cercanías del Alto del Yaque se dividieron en dos grupos: la columna de la izquierda, encabezada por St. Louis, tomó el camino de La Herradura, y la de la derecha, capitaneada por el propio Pierrot, vadeó el río al norte de La Herradura para enfilar hacia Navarrete, por Cuesta Colorada, y acampó luego en la confluencia del río Gurabo con el Yaque, en la zona donde termina la sabaneta de Santiago, de acuerdo a Tejada.

Las huestes de Pierrot avanzaban por una zona hostil y casi siempre eran emboscadas por tropas dominicanas.


Antes de las escaramuzas se temía que una eventual victoria haitiana en Santiago renovara las fuerzas perdidas por los foráneos a causa de la derrota sufrida en la Batalla el 19 de Marzo. La previsible confrontación en el Norte era decisiva, pues definiría de inmediato el destino de la recién nacida República Dominicana.

El día 29 el general Imbert había ordenado a Pelletier que saliera de San Francisco de Macorís, en la mañana del siguiente día, a la cabeza de un contingente de 400 hombres de infantería y 100 efectivos de caballería para establecer un campamento avanzado, relata Tejada.

Además, el jefe despachó dos patrullas de reconocimiento, dirigidas por el comandante M. M. Frómeta y el doctor Bergés, que tenían la encomienda de vigilar los movimientos del ejército haitiano y reportarlos al general Imbert, quien tomó medidas para asegurar la plaza, en cuanto fue designado cabecilla.

Como parte de las acciones defensivas, la entrada de Santiago fue atrincherada y se construyeron fosos para que los usaran los fusileros en los fuertes Dios, Patria y Libertad, en donde fueron distribuidos efectivos militares y colocadas tres piezas de pequeño calibre.

La fortaleza San Luis fue dejada como centro de retaguardia con las tropas del general Francisco Antonio Salcedo. Además, se distribuyeron efectivos en lugares estratégicos de la ciudad para prever la llegada de los enemigos a la ciudad.

Tejada subrayó que los observadores de la posición militar de Pierrot se maravillaban de “la ingenuidad” con la cual este había caído en una posible trampa, pues le habían organizado una defensa en su frente y en sus espaldas, los efectivos de la Línea Noroeste, Puerto Plata, y los que podían en la sierra, lo que había su posición muy difícil.

No obstante, existía preocupación entre los dominicanos, pues se entendía que Santiago no estaba en condiciones de resistir un largo ataque, dada la configuración y tamaño de la villa. Además, se pensaba que la victoria dependería de la forma en que interactuaran las fuerzas en pugna.


Temores y preparativos

Las tropas de reconocimiento enviadas por Imbert informaron en la
Jean-Louis Pierrot.
--> madrugada del 30 de marzo que los ejércitos haitianos habían acampado en La Otra Banda y en Gurabito, por lo que se dieron cuenta de que el ataque a la ciudad era inminente.
Los encargados de la defensa dominicana preveían que los haitianos dividirán su ataque en dos flancos: uno que embestiría el fuerte Dios, por la derecha, y otro que, cruzando el río Yaque del Norte, por el paso habitual, arremetería el flanco izquierdo dominicano, que defendía el fuerte Libertad, expresó Tejada.

El fuerte Libertad se consideraba el más débil y en este punto el general Imbert hizo colocar una pieza de dos libras, la más pequeña del parque de artillería y se construyeron fosos para los fusileros y la infantería armada de machetes y lanzas.

Los estrategas dominicanos planearon usar las fuerzas que protegían el fuerte Patria como tropas en movimiento para proteger las zonas de defensa que recibieran las mayores cargas haitianas, sistema usado con éxito en la batalla de Azua.

En los emplazamientos, situados en el lado derecho de Santiago, en el fuerte Dios, fue ubicada la pieza de mayor calibre de la artillería dominicana. Además, habían apostado allí un cuerpo de macheteros serranos, al mando del coronel Fernando Valerio, que acampaban detrás del viejo cementerio.

Mientras, soldados encabezados por el general Francisco Antonio Salcedo, recién llegados de la Línea Noroeste, se encontraban en la fortaleza San Luis, cubrían la retaguardia y esperaban actuar en caso de que las posiciones de los patriotas resultaran comprometidas.


“Romo” para la guerra


El tradicional ron dominicano jugó su rol en la animación de las tropas destinadas a enfrentar a los antagonistas en la Batalla del 30 de marzo.

A la sazón, el coronel Francisco Caba escribió a la municipalidad de San José de Las Matas, solicitando armas, útiles para la contienda, dinero y además ron, para animar a la gente en caso de pelea.

En su comunicación, Caba requería que le entregaran al capitán Fernando Céspedes además de una montura y lo que verbalmente pida, “un tambor con su caja para la tropa, “y si se puede una carga de romo”, así como “sustancia” (dinero) para la tropa, que se estaba quejando.


Juana Saltitopa, “la coronela”


Se llamaba Juana Trinidad, pero la valerosa dominicana ha pasado a la historia como “Juana Saltitopa” o “La coronela”. La valiente mujer, nacida en Jamao, ayudó a los combatientes dominicanos a vencer a los haitianos en la Batalla del 30 de Marzo.

En los estruendos de los enfrentamientos, la criolla desempeñó el rol de “aguatera”, pues se encargaba de asistir a las tropas para refrescar los cañones” y saciar la sed de las milicias. También se le atribuye haber realizado labores de enfermera, cuidando heridos.

A la dominicana, nacida en 1815, se le consideraba extrovertida y enérgica. Se habría ganado el sobrenombre de “Saltitopa” porque gustaba trepar a los árboles y saltar de rama en rama.

Fue asesinada en el 1860 durante un enfrentamiento, mientras se dirigía a la provincia de Santiago.
 
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· TOMADO DE DIARIO LIBRE




 
 


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miércoles, 28 de marzo de 2018

Crimen en Pedernales: Y la ley Penal, Qué?


La Suerte está Echada, Pedernales...
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¨En nuestro dilatado ejercicio penal, de inmediato
recordamos un caso horrendo, que cometieron
varios haitianos, en marzo (2004), en contra de
una oficial del Ejército Nacional y su esposo,
en Arroyo Hondo, Distrito Nacional, a quienes
mataron a picazo y martillazo y le robaron,
hace unos años y quienes también
“arrancaron huyendo”  y escapando para
el territorio del vecino haitiano, es decir su país,
 y como no tienen papeles de identificación,
no hay muros de regularización.¨
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Por: Marino Elsevif Pineda
  
En un desbordamiento preocupante, el pueblo de Pedernales, de nuestra frontera con el vecino Haitiano, ante el desorden migratorio, ha tensado las riendas del poder político criollo y ha puesto en jaque a la autoridad judicial, por su proverbial ineptitud, ante el panorama del crimen y la canallada, de matar y ocultarse en territorio extranjero, como resguardo y refugio del asesinato en contra de una pareja de esposos en Pedernales, Julio Reyes Pérez Matos y Neyda Miladis Urbáez Feliz, a quienes quitaron la vida con acechanza y, además robaron una motocicleta, con la cual emprendieron la huida los criminales haitianos, que mataron para robar.  Es decir, un crimen seguido de otro crimen, como bien lo señala el Artículo 304 del Código Penal y cuya sanción es de 30 años, de reclusión mayor.



En nuestro dilatado ejercicio penal, de inmediato recordamos un caso horrendo, que cometieron varios haitianos, en marzo (2004), en contra de una oficial del Ejército Nacional y su esposo, en Arroyo Hondo, Distrito Nacional, a quienes mataron a picazo y martillazo y le robaron, hace unos años y quienes también “arrancaron huyendo”  y escapando para el territorio del vecino haitiano, es decir su país, y como no tienen papeles de identificación, no hay muros de regularización.



Despertó la indignación de Pedernales contra la impunidad y el descontrol vigente, de una  frontera abierta, ancha, y destutanada de autoridad.



En el caso del Rita Abreu Marmolejos y su esposo Miguel Yaport
Rita Abreu Marmolejos y Miguel Yaport Morel
--> Morel, dueña de la farmacia Asunción, que funcionaba frente al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva (Arzobispo Porte Esq. Fabio Fiallo), “la población se sintió crispada” y sumamente indignidad, ya que los haitianos que cometieron el asesinato de esa pareja dominicana, de la capital (prófugos) eran empleados, obreros que le reparaban la casa donde vivían, lo que equivale decir, que eran parte de la confianza, como debió suceder en Pedernales frente a los esposos Julio Perez Y Neyda Urbáez, a quienes mataron con premeditación y asechanza, con cómplice que facilitaron la fuga de los autores, ya que un solo hombre, no podía perpetrar semejante crimen por sí mismo, como tratan de simplificar las autoridades,  “para bajar el tono” de la gran protesta e indignación.


Pues bien, traigo ese antecedente doloroso y de la amiga Rita Abreu y su esposo Miguel Yaport, vecinos antiquísimos del barrio de Ciudad Nueva, porque la autoridad  “tomó carta en el asunto de inmediato”, y fueron perseguido los asesinos, traídos al territorio dominicano, juzgado y sentenciado, con la cooperación efectiva de la autoridad haitiana y el despliegue de la labor de inteligencia criminal, para identificar a los culpables, que fueron a su Nación a ocultarse del execrable crimen que cometieron en contra de una mujer médico, oficial del Ejército Nacional y su esposo, ingeniero, dejando en la orfandad a sus hijos y familiares, que hoy deben llorar con pesar la muerte de sus padres, ante el crimen de Pedernales.



En principio, los haitianos de aquel lado, avezados siempre, han señalado que no tenemos convenio  de extradición en la isla, entre ambos Estados.



Sin embargo, desde la cancillería, siempre se ha ripostado, que Haití, es signataria del convenio de Montevideo – Uruguay desde 1932, donde los Estados partes signatarios (Firmantes) se obligan a entregar a los acusados de crímenes capitales, como me enseñara el Dr. Armando Oscar Pacheco junto al Dr. Helú Bencosme, en sus pláticas vespertinas, de su casa en la Benito Monción de Gascue y que utilice en ocasión del asesinato de Mily Abreu y su esposo, así como el artículo 365 del tratado de Derecho internacional Privado de la Habana y el tratado de Extradición con Cuba, articulo 3 como el artículo 11 de la Extradición con USA.



Procedimientos de Extradicción



La gente en Pedernales, junto a las autoridades locales, sobrepasaron la autoridad judicial y no esperaron su actuación ni
Julio Pérez y Miladis Urbáez
tampoco, el fiscal de Pedernales ni el Procurador del Distrito Judicial, asumió su cabeza para enfrentar la situación de ingobernabilidad que generó la impotencia del pueblo, al ver asesinado a los esposos Julio Pérez y Miladis Urbáez.



Y nos preguntamos:



¿Fue la Policía Científica a recoger las huellas de la escena del crimen?



¿Qué declaraciones iniciales recogió el ministerio publico, para identificar a los presuntos criminales?



¿Por qué la población no se sometió al debido proceso y la tutela judicial efectiva de nuestros artículos 68 y 69 de la moderna Constitución del 2010?



Han comprendido nuestro compatriotas de Pedernales que podían quejarse ante la autoridad, cuando el delincuente escapa, abandonando el territorio Dominicano, y con la orden de prisión apostillada y traducida, se inicia la extradición. ¡NO!



La autoridad llego tarde, y en medio de un peligroso arrebato de ira pública, que revela la poca credibilidad de los interlocutores de la justicia en la zona de Pedernales y en el sur profundo de nuestro ministerio publico.



Con la guardia, encabezada por el ministro de Defensa, se logró regularizar el reclamo de Pedernales y con el “fino tacto político”
Ministro de Defensa y militares tratando de calmar los animos
del síndico de Pedernales, que “Suspendió el comercio en los mercados”, de martes y jueves, donde las reglas del mercado superan las reglas y leyes de Migración y “entran to”, a Pedernales, desregularizando a la autoridad.



Sin olvidar a mis maestros, debemos referirnos a la “aplicación de la ley en el espacio” en forma breve y concisa.



Es decir, que en el caso de Pedernales, los asesinos pueden ser estudiados y analizados, con la aplicación de la ley penal, en relación con el lugar que se cometió el crimen y las personas de nacionalidad haitiana que cometieron el crimen.



La solución de ese diferendo siempre ha sido, que la ley penal es territorial, es decir. que su imperio debe estar enmarcado dentro del territorio del Estado que ha dictado la Ley; y es dentro de nuestro territorio donde se debe aplicar a todos los habitantes, importando poco, la nacionalidad de los mismo.



La territorialidad de la ley penal, es un axioma de la soberanía y debe exigirse, de manera enfática por nuestra cancillería, ya que la ley penal no es personal, como en los tiempos de Cristo y en las leyes del Imperio Romano y,  sea cual fuese el lugar de la infracción, lo juzgaban por la ley Romana(Jesús ante Pilato).



Una advertencia



La rebelión de Pedernales es una advertencia a la autoridad de la Nación, donde no puede negarse la interdependencia que cada día se acentúa y se vislumbra más, con el vecino Haitiano, donde está en juego la ubicuidad del delito y la pena como predijeron Grocio, Garrara, Ferri y otros, ya que los asesinos, son un peligro inminente en todas parte del mundo.
La población dió un ultimatun de 24 horas a todos los haitianos



Liszt, Garrand y Jiménez de Asúa manifiestan los inconvenientes de la desigualdad de las leyes penales, y la construcción de una cultura, una moral social, unos sentimientos y unas costumbres que unifiquen las legislaciones ante el crimen.



Si la ley penal se aplica a los extranjeros (haitianos) en nuestro territorio, no es consecuencia que hayan aceptado la soberanía del Estado Dominicano,  ni en virtud del contrato social de  o de aquel “subitus temporarius” que nos enseñó Faustin Hélié, sino, porque la soberanía nacional se impone “a todos” sobre el territorio, lo mismo que protege a todos aquellos que se encuentran en el territorio, como apuntalaba el maestro Garreaud.



La ley penal se aplica a todos,  sean dominicanos, extranjeros. Las víctimas de los crímenes, con la premisa o condición de que el crimen, se ha cometido en el territorio nacional dominicano.



Por el artículo 3, del Código Civil napoleónico, que es el vigente aquí, se establece que, las leyes de policía y de seguridad obligan a todos los habitantes del territorio, y en el artículo 6, este mismo Código Civil nuestro, se establece: que las leyes que interesan al orden público y a las buenas costumbre no pueden ser derogadas por convenciones particulares.



La palabra “habitantes” debe ser entendida en el sentido de “persona que se encuentre en el territorio nacional dominicano, sin que importe el tiempo que haya durado la permanencia, o que se tenga o no, domicilio o residencia establecida, en este caso, en Pedernales.



Por tanto, si un haitiano, comete un crimen, sea que ingresó por la frontera ilegal, por avión o por barco, se le aplicara la ley penal dominicana, con el debido proceso y la tutela judicial efectiva, que no es quemarlo con un collar de goma de caucho, ni a pedradas, ni es descuartizarlo por una horda incivilizada y convertida en tribus vengativas, eso ¡NO!

 
La población indignada reclamando justicia

Nuestra idiosincrasia de dominicanos, y lema patrio: Dios, Patria y Libertad, nos obliga a que en la Capital y allá en Pedernales, donde Nace y guarnece la Republica, con la franja divisoria, que no hay ninguna manera de castigar públicamente a los asesinos perseguidos, que no sean los Tribunales, quienes se encuentran escondido en el territorio haitianos, con la aplicación de la ley, estritus sensus y sin dobleces, sin acuerdos judiciales fútiles con un Ministerio Publico desvencijados y mediático, y sin cambiar funcionarios “en entredicho”; sobre todo, sin fractura de la epidermis social de Pedernales, que ha hecho despertar a la Nación con sus bocinas y sus reclamos de Justicia, en hora buena.


¡Alea Jacta est! ("La Suerte está Echada") Pedernales.


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domingo, 25 de marzo de 2018

Perdonen si les digo una mentira...


Mutilaron a Cielo García, con 24 machetazos, "ella se lo buscó"...
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 ¨Nos dijeron que venían a trabajar "por necesidad",
 y luego porque eran "imprescindibles" para el 
desarrollo dominicano. Ahora nos dicen que son 
"más trabajadores que los dominicanos", 
y que hay que modificar las leyes laborales 
para que sean mayoría como mano de obra.¨




Por: Robert Cabral



Primero nos dijeron que se trataba de un fenómeno migratorio normal.

Nos dijeron que eran nuestros "hermanos" y vecinos y que teníamos que ser "comprensivos" y solidarios con su desgracia.

Cuando empezaron a llegar en masa, docenas, cientos, miles, varios miles de familias enteras, nos dijeron que era "mentira" que era una "falsa percepción", que éramos "racistas", y que "odiábamos a los negros".

Cuando empezamos a reaccionar, nos dijeron que "todo estaba bajo control", y que éramos exagerados e histéricos.

Luego, cuando empezamos a presentar videos con nuestros celulares, como única prueba, de la verdad, entonces nos dijeron "que eran videos viejos".

Nos dijeron que no tenían donde vivir, y empezaron a ocupar tierras y casas.
Terminaron estableciendo barrios y pueblos, sin permiso ni autorización. Ahora los reclaman "como propios".

Luego nos dijeron que habían controlado "la quema de carbón" en nuestras montañas y bosques, y luego nos enteramos que "exportaban" nuestros árboles "convertidos en carbón".

Luego, cuando empezaron a defecar, sin control, en las calles, nos dijeron que éramos inhumanos. Pero no recogieron los desechos, y se esparcieron en nuestro suelo.

Luego nos dijeron que venían a trabajar "por necesidad", y luego porque eran "imprescindibles" para el desarrollo dominicano. Ahora nos dicen que son "más trabajadores que los dominicanos", y que hay que modificar las leyes laborales para que sean mayoría como mano de obra.

Luego, nos dijeron que nuestra historia no era tal, que no tenemos historia, que somos "los del Este", "que Duarte era racista" y que había que derribarlo, "extrañarlo" de nuevo, y borrarlo de nuestros corazones.

Luego, cuando de pronto empezaron a llegar por miles a nuestros hospitales, y ocuparon todas nuestras camas y servicios, nos dijeron que "tenían el deber de atenderlas por humanidad", y nos invocaron el "juramento hipocrático". Pero nunca se preguntaron porque no construyen hospitales en su país.

Luego, cuando mutilaron a Cielo García, con 24 machetazos, "ella se lo buscó". Y nunca asumieron los cuidados de Cielo con el mismo juramento hipocrático.

Luego, nos dijeron que removerían "cielo y tierra" hasta atrapar al agresor de Cielo. Nunca ocurrió nada.

Luego, nos dijeron que el ataque a Cielo era un "hecho aislado", que no era odio ni
Cielo García
resentimiento. Después asesinaron a Domingo Pujols, mutilaron al joven agricultor Jorge Luis, empezaron a violar y asesinar mujeres. Después asesinaron a Tilito Silvestre, y siguen con el niño
Joneury Daniel Encarnación en Bávaro, en Pedernales con los esposos agricultores Pérez Urbáez, en Vicente Noble con los agricultores, y en La Vega con Jorge Rivas. Siguen siendo "hechos aislados".

Luego, nos dijeron que practicábamos el racismo y el apartheid, pero continuaban llegando, mientras nos denunciaban como "criminales" y "esclavistas" por todo el mundo.

Nos dijeron después, que ellos "tenían derechos" porque "eran dominicanos", y empezaron a exigirnos "legalización", y reconocimiento como "dominicanos" por derecho propio.

Luego nos dijeron que eran "víctimas" del Gobierno y del Pueblo Dominicano.

Luego nos han querido exigir que tenemos que aceptar su ocupación por "imposición" porque "no tienen para dónde coger", y "no se pueden tirar al mar".

Luego nos dijeron que "violábamos la ley internacional", y nos impusieron la "regularización". Primero nos dijeron que solo eran 60 mil. Ahora ya no sabemos cuántos son.

Ahora nos dicen que no podemos sacarlos porque es "xenofobia y discriminación".

Muy pronto nos dirán que "les entreguemos" nuestro país, o que nos marchemos todos.

Entonces seremos los dominicanos "errantes".

Esta es sólo una mínima historia de nuestro avatar y nuestra peripecia por la supervivencia.

Chile, acaba de empezar. Nos consuela.

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