lunes, 15 de septiembre de 2014

La mayor responsabilidad nacional de los dominicanos es mantener inalterable el Estado nación de 1844




El choque de dos realidades

Por Manuel NÚÑEZ Asencio
 
Primera realidad.  La muerte de una nación
En su notabilísima obra Colapso (Barcelona, Debate, 2007)  Jared Diamond le dedica un extraordinario capítulo a los dos países que comparten la isla de Santo Domingo o La Española. La tesis central del libro se centra, sin embargo, en los factores que podrían provocar la muerte de una nación. Varios de estos elementos pueden observarse  primero, en la muerte del Estado haitiano. Y, postreramente,  en la disolución de su sociedad.

1.   El primer factor es  la destrucción de la base material. Una porción importantísima de naciones han desaparecido, cuando se ha destruido la base material de sustentación de las poblaciones. Una devastación del medio ambiente que anule la agricultura, que haga desaparecer los ríos y la pesca; todas esas circunstancias se han reproducido
    copiosamente en el territorio haitiano. En 1945, según consta en el Informe de las Naciones Unidas,  la superficie boscosa de Haití alcanzaba el 15% del territorio. En aquel punto y hora, la situación era ya desesperada. Hoy, la devastación que va viento en popa ha reducido la capa boscosa de ese país a menos de 1%.(véase los informes de la FAO).

2.   El otro factor  que influye en esa desintegración  son las repuestas de esa sociedad.  El comportamiento de sus instituciones políticas, económicas y sociales prolonga esa agonía.   Están comprometidos  con los valores y las  prácticas que han producido el desastre .  Es una variable infernal.  Sus carencias de energía  hace que su población destruya brutalmente el territorio. Su riqueza se reduce drásticamente;  su   población crece a un ritmo de 3%; supera con creces las posibilidades de producir riqueza. La sociedad queda atrapada en un estadio de degradación  permanente.
3.  El tercer factor es la  muerte del Estado.  Desde el 2004, no hay en Haití un polo de autoridad que sea el resultado del esfuerzo del gobierno propio. La estabilidad, la paz social y la seguridad de los funcionarios corre  por cuenta de  la MINUSTAH. No existe un sistema organizado de cobro de impuestos, de respeto de los derechos de propiedad ni de fomento de la riqueza pública o privada.  No hay un sistema de identidad nacional, y no resulta posible emprender ninguna tarea de recuperación, de reconstrucción o de transformación social sin que se tenga que apelar a la injerencia extranjera. El Estado no provee, en puridad, ningún tipo de servicio;  sus presupuestos son completados con la ayuda internacional. No está en capacidad de enfrentar ninguno de las calamidades que azotan a su país: ni la deforestación, ni el analfabetismo, ni rosario de enfermedades que se ensaña con su población ni el hambre ni el desempleo,  no puede transformarse en fuente de seguridad, libertad y felicidad para su pueblo.


En  Colapso Jared Diamond llega a conclusiones que no pueden echarse en el olvido.

 “¿Cómo se presenta el futuro de Haití? Aun siendo ya el país más pobre y uno de los más superpoblados del Nuevo Mundo, Haití, sin embargo, parece estar esforzándose por volverse aún más pobre y más superpoblado, ya que la tasa de crecimiento de la población asciende a casi un 3 por ciento anual. Haití es tan pobre y tan deficitario en lo que se refiere a recursos naturales y a recursos humanos cualificados y con la formación adecuada que resulta difícil realmente ver qué podría reportarle alguna mejoría. Aun cuando se recurriera al exterior para que otros países colaborasen facilitando ayuda procedente de gobiernos extranjeros, iniciativas no gubernamentales o iniciativas privadas, Haití carece incluso de la capacidad de aprovechar la ayuda exterior de forma eficaz. Todos aquellos a quienes conociendo Haití les pregunté (…)La mayor parte de ellos respondían simplemente que no veían esperanza. Quienes veían alguna esperanza empezaban reconociendo que eran una minoría y que la mayor parte de la gente no veía ninguna esperanza “ ( Colapso, pág. 290)

Segunda realidad.  Exportar los problemas a República Dominicana

        Consecuentemente,  entre los factores que pueden, a su vez, provocar la muerte de una sociedad  está el ser arrastrada, por vecinos hostiles, sociedades en descomposición  que vuelvan cenizas todos los progresos del vecino. Nuestra sociedad,  todo lo que nos resulta hermoso y le da sentido a nuestras vidas,  corre los mismos riesgos de muerte, conforme a la tesis de Diamond.(  “ ¿ Por qué colapsan las sociedades? ”).


         Los grandes problemas de Haití se han trasladado a la República Dominicana.  La inmigración masiva destruye la cohesión nacional. Convierte el territorio en un campo de Agramante de poblaciones rivales. Anula los progresos. ¿Cómo puede desarrollarse una sociedad en la que los intereses no son los mismos? Los héroes de una comunidad son los verdugos de la otra.

         En medio de la incertidumbre y la confusión, surgen voces que tratan de convencer al mando político de que vivimos una época postnacional. Idea extraída del vertedero de las ciencias sociales, ocurrencia del filósofo alemán Jurgen Habermas, una fabulación que ha sido desmentida brutalmente por la realidad.  Desde 1945, fecha en la que había 70 Estados reconocidos al día de hoy donde constan en la Asamblea 198 Estados, la realidad no para de demostrar lo contrario. Aquellos Estados federados de los Balcanes, unidos por varios siglos de trato y unidad políticas, terminaron separándose dando nacimientos a seis nuevos Estados. La federación Checoeslovaquia, que no se hallaba dividida por rivalidades históricas ni étnicas ni políticas se convirtió en dos Estados  independientes. Aquellos que de manera subrepticia o a las claras propugnan por una fusión entre Haití y la República Dominicana debían tener presente estas lecciones históricas.

         La mayor responsabilidad nacional de los dominicanos es mantener inalterable el Estado nación de 1844. La lealtad a los próceres de nuestra Independencia, al esfuerzo de todas las generaciones pasadas, a la historia, a la lengua y la cultura del pueblo dominicano.

¿Quién  tiene la obligación de defender las instituciones , nuestra soberanía y nuestra Independencia nacional? ¿ Quién está llamado a proteger los empleos, las escuelas, los  hospitales y todas las conquistas sociales del pueblo dominicano? ¿quién, ante una embestida diplomática sin precedentes contra nuestro país,  tiene que salir al frente, defender a capa y espada los intereses nacionales y devolverle la dignidad a la nación?.

El Gobierno nacional. De no hacerlo, se produciría una deslealtad y una traición imperdonables al pueblo que representa. Muchos de los que se hacen de la vista gorda ante lo que está pasando tienen sus casas en España o en Estados Unidos, pero el pueblo dominicano, tiene sus esperanzas colectivas colocadas exclusivamente en la República Dominicana. Debe preservarla cueste lo que cueste. Es lo único que tenemos.









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