lunes, 30 de diciembre de 2013

El Gobierno haitiano ha tomado la determinación de desmantelar la Soberanía Dominicana con el apoyo de Venezuela


A la luz del pensamiento de Juan Bosch




Por Manuel NÚÑEZ Asencio


 Para Juan Bosch  las naciones necesitan una identidad, que las ponga a salvo de sus opresores  nacionales e internacionales. 

 Requieren de prosperidad, que le lleve felicidad a su pueblo. Exigen que su existencia tenga un sentido, para aprender a amar su
Juan Bosch
historia y a sus héroes. Reclaman libertad para desplegar plenamente sus capacidades. Necesitan líderes que amen a su país, que crean en su porvenir, que defiendan su soberanía.   Y, sobre todo, que mantengan inalterables los resultados históricos que   han fabricado su Independencia.  Las enseñanzas de ese  gran maestro han sido pisoteadas por las generaciones actuales. Su gran propósito político que era  completar la obra de Juan Pablo Duarte quedó perdido en el bulevar de los sueños rotos.

¿Por qué se ha producido semejante desviación? ¿A qué se debe  que aquellos llamados a honrar su pensamiento hayan tomado otros derroteros?.

En estos días de la Navidad, buscando explicación al comportamiento de aquellos  que se habían  definido como discípulos de Juan Bosch,  he releído uno de sus grandes libros Crisis de la democracia de América en la República Dominicana (1964). He examinado  cómo juzga  Bosch a la gran masa humana de los grandes partidos que han gobernado el país. Concretamente, el Partido Reformista, ahora PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y desde luego, esas valoraciones alcanzan hoy al propio Partido de la Liberación Dominicana   . Todos constituidos por elementos de  las diferentes capas de la clase media, de la cual hace un cabal diagnóstico de sus profesionales, de sus periodistas, de sus intelectuales y comerciantes. Llega a la conclusión de que el pueblo dominicano ha sido víctima de sus debilidades nacionales de una forma impresionante. Todas esas enseñanzas han  sido  echadas en la hoguera, cuando  los enemigos jurados de D. Juan  han conquistado el corazón de los dirigentes de su partido. He aquí en unas cuantas observaciones del examen  que   hace Bosch de las masas que pueblan los partidos políticos dominicanos. (Obras Completas, T. XI Cp. VII págs. 74-78, SD, CPEP, 2009).


1.   La clase media que constituye el mando de los partidos políticos, carece de sentido patriótico.  La clase media dominicana es ante todo un grupo social inconforme consigo mismo; que no se estima, no se aprecia; odia el país en  el cual vive o ha nacido, y si no lo odia no sabe amarlo” , (…) La falta de sentido patriótico de la clase media dominicana, en conjunto, es algo desolador. Uno no puede comprenderlo.
Juan Pablo Duarte y Diez
Yo, por lo menos, no puedo entender que no se ame a la patria como no puedo entender que no se ame a la madre.

Me digo que esa ausencia de amor a la propia tierra se debe a su inseguridad, a su insatisfacción, a la angustia en que viven los dominicanos de clase media, pero no lo acepto. Sin amor es imposible hacer algo creador. La gallina, que es considerado el más cobarde de los animales domésticos, se lanza como una pequeña fiera emplumada sobre el que se acerque demasiado a sus polluelos. El amor hace fuertes a los débiles y valientes a los cobardes”.

2.   Esa clase media no ha superado la visión del colonizado y desprecia a su país. Para esa gente, el dominicano es haragán, es cobarde y es ladrón; y cuando hay un momento crítico en la vida del país, en los hogares, en las esquinas, en los cafés, unos y otros se preguntan cuándo van los americanos a actuar; inventan noticias de que llega “la flota”, del que el Presidente dijo tal cosa o tal otra—se refieren no al Presidente de la República Dominicana sino de los Estados Unidos---.”
“Con las excepciones lógicas, comerciantes, profesionales, militares, sacerdotes, periodistas, hombres y mujeres carecen de dignidad patriótica porque les falta ese ingrediente estabilizador y creador que se llama amor; amor a lo suyo, a su tierra, a su historia, a su destino. En esta última palabra se halla la clave de su actitud: la clase media dominicana, que vive sin un presente estable, no tiene fe en su destino; no cree en él y por tanto su vida como grupo no tiene finalidad.”

3.  En este grupo humano no hay ideales ni principios ni valores.” Los dominicanos medios no han establecido una escala de valores morales; no tienen lealtad a nada, ni a un amigo ni a un partido ni un principio ni a una idea ni a un gobierno. El único valor importante es el dinero porque con él pueden vivir en el nivel que les pertenece desde el punto de vista social y cultural; y para ganar dinero se desconocen todas las lealtades”.

4.  Las virtudes nacionales están en la gran masa popular.
Ahí están el amor a los suyo, a su tierra, a su música, a su comida; la lealtad a los amigos, a los partidos, a ciertas ideas simples pero generosas. Esto no significa que no haya una porción de esa masa popular que no sea así. En todos los casos los sectores sociales no actúan en bloque monolíticamente; y así como en la clase media hay un número que ha reaccionado contra su falta de fe, de sus carencias de amor al país, así en la masa popular hay  un grupo que actúa como descastado social, sin más actividad emocional que la primitiva de las bestias; comer, dormir, reproducirse.”

Así veía Juan Bosch, ese escultor de hombres,  a la sociedad dominicana. Probablemente sus juicios severísimos no eran del todo objetivos. De la clase media ha salido lo peor y lo mejor del país. El propio Bosch  nos dice lo siguiente:
“La clase media dominicana era muy pequeña cuando se lanzó a establecer la República en 1844; era todavía pequeña cuando combatió a España en 1863 para restaurar la República. ¿Por qué ahora no tiene fe en su país?”.

 Los mayores ejemplos de abnegación, de entrega, sacrificio y heroísmo fueron llevados a cabo por jóvenes de clase media. De ese sector social  surgieron  decenas de jóvenes  que se inmolaron el 14 de junio de 1959 para ponerle punto final a una dictadura que se había enseñado contra el pueblo dominicano;  fueron hombres y mujeres de clase media los que se alzaron en Las Manaclas para defender la Constitución y la legalidad en 1963; y pertenecían a esos grupos sociales los que  protagonizaron la defensa de la nación invadida en 1965 por un poder extranjero,  y  los cientos de jóvenes, que, en defensa de ideales redentores, dieron sus vidas por una patria mejor. Esos matices no eran ignorados por Juan Bosch.

En 1973, para escapar a los problemas que le planteaba un partido sin ideales, sin rumbo político y sin proyecto renunció al PRD y  fundó el Partido de la Liberación Dominicana. Creó los círculos de estudios; les desmenuzó a cada uno de los militantes las menudencias de la historia dominicana, del Caribe y de América. La condición de miembro, solo era adquirida cuando se era capaz de constituir comités patrióticos. De este modo, se organizaba un partido de dirigentes y de cuadros. Le colocó como tarea fundamental llevar a cabo el sueño de Juan Pablo Duarte. Es decir, salvaguardar la Independencia y evitar caer en el atolladero. Ésa era la solución que había columbrado para enfrentar los problemas de la patria.

Al abordar el problema  haitiano nunca perdió de vista el aspecto histórico ni las realidades geopolíticas ni los desafíos que nos trasunta la vecindad con el país más empobrecido del continente. He aquí sus observaciones:
·      La presencia de Haití en la parte occidental de la isla Española equivalió a una amputación del porvenir.
 “Los dominicanos sabemos que a causa de que Haití está ahí, en la misma isla, no podremos desarrollar nunca nuestras facultades a plena capacidad; sabemos que un día u otro, de manera inevitable, Haití irá a dar a un nivel al cual viene arrastrándonos desde que hizo su revolución”. (O.C. Cp. XVII, págs...201-209).

En la crisis que se produjo en 1963,   Duvalier se había propuesto eliminarlo y desató contra el Presidente Bosch  todo un oropel de hostilidades que lo llevaron a atacar la Embajada dominicana. El Gobierno respondió con una movilización de tropas. Las relaciones quedaron mutiladas, pero la sangre no llegó al río. Bosch no permitió que Haití humillara al país ni consintió que mellara nuestra soberanía.  Tampoco se dejó seducir por aquellos poderes económicos  que ambicionan  ejercer una hegemonía en Haití.  

 “El día que los dominicanos hagan la conquista de Haití—si ello fuere posible alguna vez—lo que harían sería comprar a precio alto los problemas de Haití para sumarlos a los problemas dominicanos.”

El Gobierno haitiano ha tomado la determinación de desmantelar la soberanía dominicana,  como una forma de resolver las frustraciones de un Estado fallido. Para los dominicanos lo único indiscutible es su capacidad de autodeterminación y su independencia de Haití.

Pero, he aquí, que desde el trono del Estado se promulga un decreto, el
Danilo Medina Sánchez
327/13,  para poner en práctica la La Ley de Migración del 2004 y los dispositivos de la Sentencia TC168/13 que constituye un retorno al pasado, que nos lleva a una circunstancias muy parecidas a 1822, anterior a la fundación de La Trinitaria. Al refrendar este decreto, el Presidente se ha olvidado del fundamento histórico de nuestras relaciones, ni siquiera se ha detenido en calcular las consecuencias de esa decisión.

 Primero, desborda el lindero temporal para el cual fue concebido como apéndice de la ley del 2004 (art. 2).  Segundo, se contrapone a la Sentencia proponiendo regularizar a todo el que llene un formulario por hallarse en el país, sin documentos de ningún tipo (art. 12). De este modo, se constituye un efecto llamada que hará reventar todas las oficialías civiles y oficinas creadas por el Ministerio de Interior. Tercero, a todo el que esté enfermó se le aplicará una regularización inmediata (art. 30). Así  nos llenaremos de enfermos del país más insalubre del continente. Esto hará saltar en pedazos el sistema de salud del país y estaremos expuestos a una importación de enfermedades que dañarán la salud de los dominicanos. Cuarto, una vez cumplido el plazo de gracia (18 meses) para los que se acojan al Plan de Regularización, podrán aplicarse prórrogas indefinidas. Quinto, en caso de que la solicitud de regularización le sea denegada la persona afectada puede apelarla ante los tribunales de la República. Dicho en otras palabras: se trata de convertir la propia soberanía nacional en algo litigioso. Imagínense que 30 o 40 mil haitianos apelen contra una decisión administrativa. Si los abogados de esos ilegales interponen recursos judiciales podrían paralizar totalmente la justicia. A partir de la aplicación del Plan de Regularización quedan totalmente suspendidas las repatriaciones para todos los que llenen el formulario.

Puedo asegurarle, Señor Presidente, que la batalla contra la miseria, contra el desempleo, la delincuencia  contra el analfabetismo, contra las enfermedades y contra la desesperanza la tendremos irremisiblemente perdida con este decreto 327/13.  No es posible progresar importando problemas que nos hundirán como nación y destruirán nuestra Independencia nacional.

Presidente Medina, en ningún caso, el profesor Juan Bosch aprobaría que se confiase la solución de los problemas dominicanos a la intervención de un poder extranacional.  “nosotros no podíamos atar nuestra conducta a la de ningún gobierno extranjero, por amistoso que se mostrara con nosotros”. Es mucho más provechoso para el país dejarse aconsejar por Juan Bosch, que someterse a las manipulaciones y chantajes de los empleados de la United States Agency for International Development (USAID) y de otras agencias que operan bajo la mascarilla de la sociedad civil.

1 comentario:

FlorDFuego dijo...

Buen artículo que me aclara ciertas dudas respecto a la sentencia del TC. Pero al margen de tribunales y burocracias, mi fe radica con el pueblo dominicano y lo que haríamos para proteger nuestra soberanía. Que no vayan a creer Martelli, Maduro, Vargas Llosa y otros mequetrefes que nos vamos a quedar de brazos cruzados. En lo que respecta a Danilo Medina, me luce débil, muy débil en su manera de afrontar el problema. Nadie más que los dominicanos debe meterse en los asuntos domésticos de la República Dominicana.