lunes, 22 de diciembre de 2014

Los patriotas, transcienden su propia condición para encarnar la historia.


El patriotismo, una fuerza invencible


Por Manuel NÚÑEZ Asencio


En Paris, en el Panteon de los Inmortales, en el Barrio Latino, me he recogido ante la tumba de Jean Moulin.  De algún modo, todos los hombres y mujeres que defienden su patria tienen algo en común. Todos han luchado contra la ocupación extranjera.  Todos han defendido la autodeterminación de sus pueblos. Todos han enfrentado la traición, la sumisión y han entregado sus vidas al servicio de su patria.  Con el esfuerzo que emprendieron, convirtieron sus vidas en obras de arte.

De todos los héroes de la Segunda Guerra Mundial, el más admirable es Jean Moulin, el jefe de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi de 1940. Tras haber aterrizado en una noche de
Pantheón de París
tormenta en un paracaídas en el suelo de Francia,  Moulin fue capturado por la Gestapo.  Muy pronto, al establecer la verdadera identidad del detenido, tras enterarse que de que estaban ante el Jefe de la Resistencia fue salvajemente torturado.  Su cuerpo fue sometido a los peores sufrimientos, sangraba por todas partes. Llegó a los límites del sufrimiento humano, sin traicionar a su ejército clandestino, sin  traicionar un solo secreto, él que lo sabía todo. Todo el destino de la Resistencia quedaba suspendido por el silencio de este hombre. De esa batalla contra el dolor dependían miles de vidas,
Jean Moulin
y sin embargo, Jean Moulin no habló.

Durante la ceremonia de traslado de sus restos ante el Panteón de los Inmortales de Francia, André Malraux, dijo que ese silencio, del hombre que se cortó la garganta, de unos labios que no hablaron corresponde al rostro de Francia. La grandeza del heroísmo de Moulin  no es la del hombre que muere por una ideología, ni por un régimen de Gobierno, sino por la única causa que, a los ojos de todos los miembros de un país,  es absolutamente irremplazable, la patria. Jean Moulin no era de izquierda ni de derecha, era algo superior. Era un patriota.

El 3 de julio de 1916, las tropas de ocupación estadounidenses penetraron en el territorio dominicano por el puerto de Montecristi.

 El general Desiderio Árias puso los pies en polvorosa, y vistió piel de cordero. Pero, uno de sus lugartenientes, Máximo Cabral le tendió una emboscada en las soledades de La Barranquita al Ejército estadounidense, salvando el honor de los dominicanos .  Y allí
Máximo Cabral
murieron combatiendo por la Independencia  un 4 de julio de 1916. Máximo Cabral tenía apenas 29 años.  Son los muchos los episodios de sacrificio  de los dominicanos. Soldados valientes y entregados a la independencia como Elías Piña, Vicente Noble, Antonio Duvergé y tantos otros que pelearon sin tregua contra la ocupación y dominación extranjera.  Y hubo  hombres del pueblo como Cayo Báez.  El, que fue sometido a todos los horrores para que delatara a sus compañeros,  soportó el suplicio, las torturas infames del invasor yanqui  le hicieron perder la conciencia. Y sin embargo no habló.

Los dos silencios, el de Jean Moulin y el de Cayo Báez demuestran que los hombres, imbuidos de patriotismo, transcienden su propia condición para encarnar la historia.
Cayo Baéz

En 1965, la Organización de Estados Americanos (OEA) intervino en el país para imponer la voluntad de los extranjeros.

 Concretamente, la voluntad  del Presidente Lindon B. Johnson de no reconocer al Gobierno democrático del Presidente Bosch.  Intervino a petición de un pequeño grupo de dominicanos que traicionaron la soberanía nacional. En aquellos momentos,  los dominicanos que no hemos sido nunca lacayos ni empleados  del poder extranjero, decidimos enfrentar esa grosera intromisión. En aquellos momentos,  nosotros solo estábamos luchando para defender la Constitución y las leyes de la nación, violadas salvajemente por el terrible Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.

Hoy como ayer,  la trinchera del honor,  de la que hablo el glorioso coronel Caamaño, está en defensa de la soberanía nacional, en la defensa de la Sentencia del Tribunal Constitucional 168/13, en
la defensa de nuestra nacionalidad y en evitar que la nación entera pierda el control de su territorio, de sus empleos y de su porvenir.

Por otra parte, nos enfrentamos a la mayor agresión diplomática de Haití contra la Republica Dominicana en toda su historia.
·      Nos llevaron ante el Consejo de la Organización de Estados Americanos (OEA) para hacernos reclamaciones insensatas y tratar de decidir en nuestro derecho a determinar quién es y quién no es dominicano.
·      Todo el Gobierno haitiano ha trabajado sin descanso, viajando por toda Europa y América pidiendo para nosotros sanciones económicas y condenas por unas leyes que son semejantes a todas las leyes que se aplican en el continente.
·      Han concertado conciliábulos nacionales e internacionales  y han producido una condena y rechazo de los Estados del mundo  para tratar de desmantelar nuestras decisiones jurídicas.

|Nosotros aquí y ahora estamos en la trinchera del honor. No vamos aceptar que Haití pretenda imponernos su voluntad en la Republica Dominicana.

No vamos a aceptar que se desmantele la Independencia nacional fundada por los gloriosos Trinitarios en 1844.
Durante todos estos meses, hemos soportado todas las agresiones, todos los insultos de los traidores al ideal nacional, todas las impertinencias del Gobierno haitiano, y hemos oído con pasividad todas las distorsiones. Pero todo tiene un límite.  Y nuestro límite es el respeto  a la Constitución.  Invito a todos los dominicanos que se unan a este esfuerzo. Unamosnos  todos, por el país, por nuestros hijos, por nuestros gloriosos muertos.

 ¡Viva la Republica Dominicana!



Paris, 21 de diciembre 2014

Posdata:  Este es el ultimo articulo del año. En estos días de Navidad, tomaremos un receso y convoco a mis lectores para el mes de enero. Felices fiestas.
















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