lunes, 24 de noviembre de 2014

(Un cuento haitiano)




Culpar a los demás
y Condenarlos



Por Manuel Núñez Asencio


En Washington, en el Palacio neoclásico y decimonónico que alberga la sede de la Organización de los Estados Americanos, durante la disertación del ex Presidente Leonel Fernández, el representante de Haití ante el organismo hemisférico, le reprochó al disertante dominicano que no había colocado a la  “revolución”  haitiana dentro de los acontecimientos que habían ayudado a la integración del continente, capitaneada por la figura incomparable de Simón Bolívar.

El paréntesis que hizo el embajador,  plagado  de falsedades, compara a  la “revolución” haitiana, con las grandes hazañas que han hecho avanzar los derechos humanos y  las libertades en el continente. Según  ello, Bolívar hallo toda su inspiración para la libertad en la figura de Alexandre Petion, el primero de una saga de presidentes vitalicios que sólo concluye en Jean Claude Duvalier (1986).  Pronunciadas en tan alto consistorio estas ocurrencias podrían engendrar equivocaciones; hacernos tomar decisiones andando en las nieblas.

         ¿Puede ser considerada la “revolución” haitiana como un acontecimiento ejemplar para el continente americano? ¿Podría haber servido ese acontecimiento para integración del continente,  y sería justo compararlo con las hazañas de Bolívar?  En la OEA , en esos conciliábulos donde  se elabora la política del continente, no pueden resultar válidas  esas mentiras, empleadas incluso para acusar al propio libertador Simón Bolívar  de no haber tomado en cuenta a los haitianos, sustituyendo los hechos con opiniones falsas.   Para despejar todas las dudas examinemos punto por punto las repercusiones de esta creencia.

En todas las revoluciones, lo más importante no  es el espectáculo de las matanzas ni de las venganzas colectivas ni la fascinación que genera en algunos de sus personajes los baños de sangre, sino el régimen de derecho que se implanta en las épocas de paz. La Revolución francesa, por ejemplo,  dejó como una herencia el Código Civil. En cambio, desde el punto de vista político la “revolución” haitiana creó en el continente la figura de la monarquía absoluta, de los dictadores vitalicios y de los emperadores. En lugar de abrazar los principios de la revolución francesa, y fundar una república inspirada en los tres poderes de Montesquieu, hizo entrar en la historia un pasado superado. Ese régimen reaccionario no tuvo repercusiones en ningún país del continente, y sólo los dominicanos padecimos su expansión espantosa.

La abolición de la esclavitud en la colonia de Saint Domingue, antecedente de Haití, fue una disposición tomada  por  Revolución francesa. El  decreto del 4 de febrero de 1794 (16 Pluviose, año II)  la Convención suprimió la esclavitud, y ordenó a los comisionados Sonthonax y Polverel que aplicarán el decreto en la colonia de Saint Domingue. Ese acontecimiento desató la “revolución” haitiana. La esclavitud fue suplantada por los trabajos forzados durante  el gobierno de Toussaint Louverture y, postreramente, durante el
Jean Jaques Dessalines
reinado de Dessalines. Tras la caída del reino de Christophe,  Jean Pierre Boyer,  se propuso volver al sistema de plantaciones de sus épocas de gloria. El Rey Christophe se hizo construir con el trabajo esclavo una impresionante fortaleza, la ciudadela de la Ferriere,  a 900 de altitud. Miles de esclavos murieron en la construcción de ese impresionante mausoleo. El movimiento independentista que encabezaron los esclavos obedeció a  un sentimiento primario de existencia  y no estuvo guiado por ideales trascendentes de libertad y autodeterminación del pueblo haitiano.

Tras la ayuda militar prestada por Alexandre Petion a Simón Bolívar, las relaciones entre la Gran Colombia y Haití comenzaron a  desvanecerse. Son muchas las razones de este desencuentro:
1.                  La Constitución haitiana privaba del derecho de propiedad a los blancos, implantaba el exclusivismo racial (Consúltese Art. 12, Constitución de 1805). En el frontis de la Constitución refrendada por el libertador de Haití, Jean Jacques Dessalines, el redactor del texto constitucional  Boisrond Tonnerre escribió estas palabras introductorias, que  muestran la imposibilidad de convivencia entre negros y blancos:

“Para redactar este Acta Constitucional---escribió Boisrond Tonnerre---fue necesario la piel de un blanco como pergamino, el cráneo de un blanco como escritorio, la sangre de un blanco como tinta y como pluma una bayoneta”

Ninguno de los libertadores hispanoamericanos se habían
inspirado en semejante credo de odio racial. En todas las Constituciones del continente, salvo en la haitiana,  tiene primacía el principio de la igualdad sin importar raza, color u origen. Ni a Bolívar ni  a Sucre ni a Santander les interesaba iniciar una guerra racial. José Martí, el apostol de Cuba,  había dicho premonitoriamente que los negros habían vivido demasiado tiempo en la esclavitud, para entrar voluntariamente en la esclavitud del color.

Las relaciones de Simón Bolívar y Alexandre Petion han sido cubiertas con una fraseología que esconde la verdad.  En los foros
Alexandre Petión
internacionales y en las reuniones diplomáticos se hacen declaraciones mentirosas, para generar apoyos inmerecidos, fundados en falsedades históricas. El embajador  haitiano presenta a Petion como un precursor de Bolívar, y a la llamada “revolución” haitiana como la clarinada de las independencias del continente.

 En 1824,  Jean Pierre Boyer, heredero de Petion, envió una misión diplomática a la Gran Colombia, encabezada por Jean Desrivieres Chanlatte, para hacerle dos propuestas a Francisco de Paula Santander. 
1. Declararle la guerra a Francia, lo cual implicaría la derrota de los ejércitos libertadores; 
2. En caso contrario,  que pagaran íntegramente toda la ayuda militar prestada por Petión a Bolívar, cuando paso por Los Cayos, en 1816. Lo que antes había sido considerado  como una donación de Petion al libertador se convirtió en un préstamo. El enviado de Boyer a Colombia, Jean Desrivieres Chanlatte escribe al Secretario de Relaciones Exteriores Pedro Gual, el 16 de julio de 1824 lo siguiente:

Sin embargo, antes de salir de esta ciudad, no puedo dejar de reclamar una deuda contraída por el Gobierno de Colombia, (después del deceso de Su excelencia, el Presidente de Haití,  Alexandre Petion) para suministrar armas y municiones  bajo la autorización del Excelentísimo Simón Bolívar, Libertador Presidente. Se adjunta una copia del reconocimiento legalizado, de fecha 27 de septiembre 1820 en Los  Cayos,  que ha proporcionado agente general Sr. John B Elbers del comercio de la República de Colombia, para probar la recepción de la entrega”.  "(Consúltese “correspondencia de Pedro Gual, Secretario de Relaciones Exteriores” Biblioteca de Bogota; tesis de Daniel Gutiérrez “La Colombie et Haití, un rendez vous manqué 1819-1830, Bulletin No. 32,2010, Université de París).

La Misión Chanlatte obligó a la Gran Colombia a endeudarse con la banca londinense para poder satisfacer las apremiantes exigencias de los haitianos. La generosidad de Petion fue cobrada con creces. Sin embargo, en los foros internacionales, los haitianos continúan empleando la desinformación historiográfica para hacerse acreedores de una deuda histórica, pagada en sonantes luises.

Llegados a este punto, podemos rematar con algunas conclusiones. La revolución haitiana no puede inspirar la integración y la libertad de América, tal como había  reclamado  el embajador de marras:

1.   Porque sus Constituciones se basan en la desigualdad de la raza. No tuvo consecuencias jurídicas en el continente ni en el mundo.
2.   Porque el régimen político creado por sus libertadores: la monarquía absoluta y los gobiernos vitalicios, no supusieron la existencia de un régimen de derecho, republicado, electivo, representativo, tal como fue el caso de todas las repúblicas americanas, incluyendo la Republica Dominicana.
3.    Porque sus reyezuelos y dictadores  y sus sistemas jurídicos privaron al pueblo de la capacidad de  autodeterminación una vez que alcanzaron la Independencia. En varios casos, fue, sencillamente, un cambio de amo. El régimen haitiano, desde punto de vista político  ,fue un retroceso; se inspiró del Ancien Regime; no tuvo consecuencias en el resto del mundo y desde el punto de vista jurídico, su legado fue una barrera judicial contra la cual se han sublevado las democracias y las Constituciones, inspiradas en los derechos del hombre y del ciudadano.

¿Cuál  es la interpretación que hacen los haitianos  de estos hechos históricos?.
 Según esto, los países del continente y las potencias del mundo  no le perdonaron a los haitianos que hubiesen creado una república independiente con los antiguos esclavos.

Los que plantean este disparate de cortísimo alcance ignoran que Haití decidió cerrarle el país a los extranjeros, que destruyó, aplicadamente, toda la riqueza recibida de la colonia más rica del continente.
 Se trata de una  opinión acusatoria, sustentada por la nación que ha recibido la mayor porción de ayuda extranjera del mundo,  en todo el continente.

 Según esto, la culpa de su gran retraso histórico no es imputable a sus malos gobiernos ni a la deforestación de su territorio ni a su organización social que excluyó los progresos venidos de fuera, sino al mundo exterior sobre el que han vertido la culpa de todas sus desgracias.

Una sociedad que practica la ceguera ante lo que, realmente, sucedió en el pasado, que   omite la verdad con el propósito de 
Angeline Jolie

presentarse como víctima ante el mundo y  culpar a los demás de todo lo malo que le ha ocurrido, no puede desarrollar sus capacidades ni logrará superar el estadio infantil del asistido social ni tener confianza, responsabilidad  para  salir del atolladero.
Con una visión deformada del pasado, no puede comprenderse el presente.  Alejados de la realidad, acostumbrados a victimizarse,  emplean la historia para acusar, chantajear y agredir.

         En la guerra – decía Carl  Von  Clausewitz—no se trata sólo de someter al enemigo por los dispositivos diplomáticos, sino que,
además, se emplean otros medios como  el descrédito, el chantaje, la
Desmund Tutu
maquinación internacional y la manipulación de la opinión pública.  A estos malos, y poco meditados enfoques se suman, personajes de talla mundial como la actriz estadounidense,  Angelina Jolie o el obispo de Sudáfríca,  Desmund Tutu, con el propósito de convertir la propaganda del  sufrimiento haitiano en un arma contra nuestra propia existencia.
        





























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