miércoles, 23 de octubre de 2013

En el año del bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte


  Palabras pronunciadas por José Chez Checo, con motivo  presentación de la obra "Vicisitudes  de Juan Pablo", de Juan Daniel Balcácer

Licenciado José Chez Checo

Señoras y señores:
     Ante todo quiero agradecer al Banco de Reservas su gentileza  de invitarme a pronunciar estas palabras de presentación de la más reciente obra de Juan Daniel Balcácer. Eso hubiese bastado para que yo aceptara estar aquí frente a ustedes, pero hay otro motivo, más trascendente, como es el hecho de que esta institución bancaria está haciendo una contribución invaluable al editar en el año del bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte, una obra sobre el Padre de la Patria, el dominicano más excelso que haya nacido en lo que hoy es República Dominicana.
     Pido, por lo tanto, su generosidad para expresarles unas palabras sobre el autor y su obra.
     Para empezar a hablar de  Juan Daniel Balcácer no lo haré indicando dónde nació y en qué fecha. Eso es muy circunstancial, según mi punto de vista,  ya que  en  los casos de los académicos más importantes que esas cosas son la probidad y el talento. En él no solo  he admirado siempre sus grandes dotes como académico, historiador,  expositor y gerente cultural  sino también  sus cualidades como ser humano y el haber  sido privilegiado con  su amistad sincera y leal desde los años ’70, es decir, hace ya  más de 40 años.
     Su hoja de vida es admirable. En tal sentido, podemos decir que es Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Historia, de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y del Instituto Duartiano y Miembro  correspondiente del Instituto de Genealogía.
     Ha sido Catedrático en la Universidad Católica de Santo Domingo de la asignatura Historia Crítica Dominicana, y en la Universidad APEC donde impartió cursos sobre Historia de la Cultura Dominicana.
     Ha dictado numerosas conferencias sobre temas históricos en universidades nacionales y extranjeras,y  también ha sido colaborador de los principales periódicos y revistas dominicanos.
     Es autor de los libros: Juan Pablo Duarte, el Padre de la Patria (biografía para niños y jóvenes); Pedro Santana: historia política de un déspota; Pensamiento y acción de los Padres de la Patria; Papeles y escritos de Francisco J. Peynado;  La independencia dominicana, escrito en colaboración con Manuel García Arevalo, y publicado por la editora española MAPFRE,  y Trujillo. El tiranicidio de 1961 (2007), obra que obtuvo el Premio Eduardo Leon Jimenes de la Feria del Libro, asi como de los opúsculos: Algunas reflexiones sobre la democracia dominicana, y Américo Lugo: el patriota olvidado.
     Es editor de las obras: Ensayos históricos e Instituciones Políticas, conjunto de textos escritos por el historiador Manuel Arturo Peña Batlle y coautor de las siguientes publicaciones: Cultura y sociedad en la República Dominicana del siglo XX, auspiciado por la Editora El Siglo; El siglo XX dominicano. Economía, Política, Pensamiento y Literatura, auspiciado por Codetel; Dominicana. Sensaciones y colores de la República Dominicana,  y El debate de las generaciones, editado por la Fundación Cultural Dominicana.
      Fue presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos y desde enero del 2006 es Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias. Es, también, miembro de la Fundación Peña Batlle.
     La obra que hoy circula, cuya primera edición fue realizada por el Banco Central en 1999,  está compuesta de varios ensayos, uno de los cuales, “Vicisitudes de Juan Pablo Duarte”, da  el nombre a la obra, y constituyó su discurso de ingreso como Miembro de Número a la Academia Dominicana de la Historia, el 24 de febrero de 1998.  Este trabajo es profundo, minucioso, bien concebido y, sobre todo, muy bien documentado. Juan Daniel Balcácer, como puede verse por su obra antes referida , ha seguido la tradición de  algunos académicos dominicanos que han dedicado  gran parte de su quehacer historiográfico a estudiar aspectos relevantes de Juan Pablo Duarte. Recordamos, entre ellos, a  los grandes historiadores dominicanos ya fallecidos como  el Padre de la Historiografía Dominicana  José Gabriel García y  sus hijos, Alcides y Leonidas García Lluberes, así como a Federico Henríquez y Carvajal, Apolinar Tejera, Máximo Coiscouy Henríquez, Vetilio Alfau Durán,  Emilio Rodríguez Demorizi,  Carlos Federico Pérez  y el siempre recordado don Pedro Troncoso Sánchez. Considero que Balcácer está enmarcado dentro de aquel grupo que este, cuando escribiera el prólogo del primer ejemplar de las ediciones del Instituto Duartiano, me refiero a los Apuntes de Rosa Duarte, afirmaba con entusiasmo, acuñando un neologismo,  que en el país había surgido un nuevo grupo, el de los «duartólogos», es decir, los “especialistas en Duarte.  En ese grupo selecto y privilegiado se encuentra  Juan Daniel Balcácer, situación que le viene dada, entre otros motivos,  por algo que siempre recordaré y fue lo sucedido en el país en el año 1980 cuando, más joven aún de lo que hoy día es, él asumió la defensa de Juan Pablo Duarte en  aquel histórico debate que sostuvo con el doctor José Aníbal Sánchez Fernández, el más visible al menos representante del “sanchismo”  y otros académicos que defendían la tesis  de que Francisco del
Rosario Sánchez y no Juan Pablo Duarte era el verdadero «fundador» de la
República. Todos recordamos que hasta un editorial del Listín Diario, escrito por
el afamado don Rafael Herrera, resaltó la posición digna, gallarda y valiente de
Juan Daniel Balcácer que, como un gladiador armado de toda la documentación
histórica disponible, salió en aquel entonces, hace ya unos 33 años, en defensa de
Juan Pablo Duarte, personaje histórico que había estudiado y siempre venerado.
     El ensayo  de Juan Daniel Balcácer que lleva por título «Vicisitudes de
Juan Pablo Duarte», talvez pudiese llevar a la idea falsa, que no lo es cuando se
lee el trabajo, de que la vida de Juan Pablo Duarte fue solamente un calvario.
La palabra vicisitud, en su acepción originaria, se refiere al contrapunteo de una
situación contraria a la otra. Si bien es cierto que en el ensayo de Balcácer,
como él lo estructuró, se van exponiendo en forma cronológica una serie de
situaciones adversas contrarias no lo es menos que también se van exponiendo
otras facetas que constituyen la parte gloriosa y resplandeciente de la vida y
obra de Juan Pablo Duarte, como fueron la creación de la sociedad secreta La
Trinitaria, que describe  el trinitario José María Serra  en su ya clásica obra Apuntes para la historia de los trinitarios (1887) y las ideas contenidas  en el juramento secreto cuando se fundó  dicha sociedad y que todos conocemos gracias a que, casi en las postrimerías de su vida, lo recordara el trinitario Félix María  Ruiz.  Además, la redacción  de su Proyecto de Constitución donde están contempladas muchas de las ideas importantes que anteriormente ya había expuesto el Padre de la Patria en algunas de sus cartas.
     El ensayo  versa, además, sobre  el origen de la campaña denostadora
de Juan Pablo Duarte que surge en el año 1843 y la desarrollan  en 1844
los grupos contrarios a Duarte. Quienes empezaron y sostuvieron esa labor fueron
los grupos pro españoles, pro franceses, pro ingleses y  pro Estados Unidos, los
cuales nunca creyeron en la idea esencial y medular, que  constituye la esencia  de
la visión estratégica de Juan Pablo Duarte, de que  los habitantes de la parte
oriental de la isla eran capaces de constituir, como se plantea al final del trabajo,
 una  República libre, soberana  e independiente, de toda dominación extranjera.
Ahí está la diferencia abismal entre Juan Pablo Duarte, por un lado, y Pedro
 Santana,  Buenaventura Báez y todos sus herederos ideológicos, por otro, que ni
 creyeron en  el pasado  ni creen en el presente en esa prédica de  Juan Pablo
 Duarte.
     Hay otros temas en el trabajo  de Balcácer,  como el asunto de la estructura e integrantes de la Trinitaria, el destierro del Patricio, su regreso después de proclamada la Independencia,  la lucha política llevada a cabo por los trinitarios, el triunfo del sector consevador sobre ellos, la presencia de Duarte durante la Guerra Restauradora y su ausencia definitiva cuando marchó hacia Caracas,  Venezuela. Al final, el autor analiza el “reconocimiento de la posteridad” en cuyo proceso es relevante destacar toda  la peripecia que pasaron muchos duartistas admiradores de Juan Pablo Duarte cuando se enfrascaron en aquella labor de erigir una estatua en bronce al patricio así como toda la controversia suscitada en el país cuando en 1894 surgió el asunto de la tríada, como dice don Vetilio Alfau Durán, de los Padres de la Patria. A ese respecto habría que destacar la labor titánica de Emiliano Tejera contra de aquellos que se oponían a que Juan Pablo Duarte figurase como el Padre de la Patria.
     Queda bien claro en las conclusiones del ensayo de Balcácer que Juan Pablo
Duarte merece el lugar señero como Padre de la Patria, como fundador auténtico
de la República Dominicana, como revolucionario, y como intelectual y humanista
que fue. Creo, con Juan Daniel Balcácer, que lo más grande de Juan Pablo Duarte,
y el tiempo como una vez sentenció Emiliano Tejera ha venido a dar la razón, fue
ser un visionario, en confiar que el pueblo dominicano era capaz de constituir una
República libre, soberana e independiente.  De eso fue un defensor a rajatablas,
integérrimo, vertical, sin titubeos y con virilidad.  Juan Pablo Duarte fue coherente
con lo que predicó, y así vivió para ejemplo de todos aquellos que con orgullo y
gracias a él nos sentimos ser dominicanos.
     Otros ensayos que contiene la obra que hoy ponemos en circulación  son: “Breve historia de las polémicas sobre los fundadores de la República”, “Huyó Duarte del país en 1843?”, “Fundador de la República y Padre de la Patria”y  “Duarte, la mala versación y malversación”.  Todos ellos se refieren a diversas indagaciones documentales  realizadas en 1980, época de la famosa polémica arriba referida, cuando nuestro autor rebatió la supuesta huida del Patricio en aquel año y la alegada malversación de fondos y defendió la justeza de los títulos que la posteridad otorgara a Juan Pablo Duarte.
     Figuran, también en la obra, el ensayo “El extremismo de Duarte” donde el autor considera que puede aplicarse a la vida de Duarte el planteamiento de José Ortega y Gasset de que “el extremismo es el modo de vida en que se intenta vivir solo de un extremo del área vital, de una cuestión o dimensión o tema esencialmente periférico. Se afirma frenéticamente un rincón y se niega el resto”. Exhorto a que se lea ese trabajo con detenimiento porque, creo, que era la primera que se planteaba ese asunto.
     En “Duarte, ese gran desconocido”, Balcácer se lamentaba “del lamentable nivel de desconocimiento que existe entre la generalidad de nuestros compatriotas acerca del Padre de la Patria y de su formidable legado político”. El trabajo “En torno a la supuesta descendencia de Duarte”, el autor rebate los planteamientos del Lic. Raymundo Tirado, quien se basaba  en la obra de Luis Padilla D Onis, de que Juan Pablo Duarte había dejado descendencia. Nuestro autor niega ese supuesto porque no tiene base  documental . A ese respecto, siempre que a mí me preguntan sobre el tema,  suelo decir, como nuestro autor,  que hasta prueba en contrario Duarte no dejó descendencia y que si algún día apareciera  una prueba irrefutable y fidedigna de que Duarte tuvo algún hijo, bienvenida será la verdad porque eso no le quitaría ni un ápice a su vida y obra trascendente.
     La obra de Balcácer concluye con dos trabajos: Uno sobre la madre de Duarte, Doña Manuela Díez de Duarte, quien con  amor  maternal increíble e inconmensurable  resistió estoicamente los embates del santanismo, y otro donde se plantean y se comentan los documentos, libros y opúsculos, y artículos más relevantes que pueden consultar aquellos que quieran  conocer o profundizar en el conocimiento del  pensamiento, la vida y la obra de Juan Pablo Duarte.
     Ahora, permítaseme, después de felicitar a Juan Daniel por su obra y a Banreservas por su valioso aporte a la bibliografía dominicana, unas reflexiones finales, que son las mismas que hiciera en 1994 cuando presenté la obra El Pensamiendo de Duarte en su contexto histórico e ideológico, de Manuel Marino Miniño Marion-Landais:
                               “ Los dominicanos debemos estar orgullosos de que un hombre con las condiciones humanas, intelectuales y morales  de Duarte haya sido el fundador de nuestra República. Este inigualable arquetipo, este singular paradigma, es un magnífico espejo en el que todos los dominicanos  debemos vernos, y en el que se deben reflejar nuestras acciones, actitudes y propósitos. Debemos comprender cabalmente que su ejemplo continúa vivo hoy más que nunca, y que su alto magisterio debe guiar nuestra vida individual como ciudadanos, y nuestra vida colectiva como pueblo.
                                “Duarte ya hizo su obra, y la realizó a plenitud. Ahora nos toca a nosotros, conciudadanos de este hombre inigualable, seguir su ejemplo.
                                 “Más allá de las cambiantes y efímeras circunstancias de cada momento histórico, la siempre presente e inmarcesible República Dominicana, es la que debe importarnos ahora y siempre, y es ella al final, la que dará según sean nuestras actuaciones, su inapelable veredicto de si fuimos fieles o no hacia ella.
                                 “Reavivemos en nuestras mentes y corazones la idea de que la patria debe estar por encima de todo, y propongamos  a la juventud el legado imborrable de la vida y la obra de Juan Pablo Duarte, haciendo posible que se propague y viva íntimamente en nuestro espíritu su mensaje perenne”.
     Eso lo expresé hace 19 años. Creo, a mi humilde entender, que ese mensaje conserva toda su actualidad, sobre todo, si nunca olvidamos y hacemos una filosofía de vida lo que Juan Pablo Duarte expresara  en 1865 a su amigo Félix María del Monte cuando le expresaba:  “Tienes razón y mucha, en aconsejarme, cual lo haces, diciéndome: consérvate bueno, conserva tu cabeza , y tu corazón; tienes razón, repito, por nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.
     Muchas gracias.


Martes 22 de octubre de 2013, Santo Domingo, República Dominicana.

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