domingo, 1 de junio de 2014

Le “dan pa’bajo” al que suponen delincuente...

Secuestrados por el miedo





Por María Isabel Soldevila
 
 
¿Descansa en paz hoy Mercedes del Carmen Torres Báez, segundo teniente de Amet asesinada el 26 de mayo?.
Casi una veintena de plomazos distribuyó la Policía Nacional entre los cuerpos de Wandy Sánchez, de 16 años (la misma edad del tercero de los cuatro hijos de Mercedes del Carmen), y Juan Carlos de la Cruz Adames, de 21, ambos acusados ahora de otras tres muertes desde 2013. 

No podremos ya conocer los detalles de lo que llevó a dos jovencitos a matar a una agente de la Amet, no habrá juicio oral, público y contradictorio que permita a la justicia demostrar su culpabilidad, o explicar por qué andaban sueltos si hace un año los buscaban, o por qué ahora aparecieron tan rápido. 
 
 Geancarlos de la Cruz Adames recibió más de 10 impactos de bala en distintas partes del cuerpo.












      



















Bajo el riesgo de que me acusen de defensora de criminales, me atreveré a decir que me aterra el estado de cosas, ese miedo que paraliza a una sociedad que se siente tan indefensa que cree respirar cuando le “dan pa’bajo” al que suponen delincuente, sí, porque nadie lo ha probado como manda nuestra democracia. Paralizados, detrás de nuestras casas amuralladas, con alarmas, “guachimanes”, perros entrenados y el corazón en vilo al pasar por cualquier calle solitaria, nos dejamos secuestrar cada vez más por un miedo que acecha igual cuando vemos a alguien de “perfil sospechoso”, (sí, perfil de pobre, de barrio, de tíguere) o a un policía de esos que deberían protegernos pero a los que esta sociedad aterrorizada pide que “limpie” con sangre las calles para poder dormir en paz. 

Pues no va a funcionar. Crece la espiral y por cada Wandy y cada Jancarlos que tumben a balazos surgirán otros tantos. Por cada “sicario” que eliminen vendrán decenas del mismo hoyo al que hemos condenado a vivir a esa parte enorme de la sociedad a la que no queremos ni mirar. 

Y seguimos callados, tras nuestros muros de clase media y clase alta, pensando que una policía matona nos ayudará a estar más tranquilos. Sepan que la sangre solo trae más sangre, que aupar desde todas las instancias a un cuerpo “del orden” asesino e impune hace que nadie, ni ellos mismos, esté a salvo. 

No hay paz posible si no se cree en el sistema que nos rige. Si demandamos que la propia autoridad viole su ley.

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