lunes, 23 de junio de 2014

El Gobierno de Danilo Medina cree terminado un conflicto. Ha fabricado un conflicto aún mayor.


Los argumentos del agresor


Por Manuel NÚÑEZ Asencio


       Entre los  procedimientos judiciales y la historiografía  hay vasos comunicantes. En el ámbito judicial, cuando  los peores criminales deponen ante un tribunal, rematan sus declaraciones negando la verdad. Le ocultan al tribunal sus motivaciones. Manipulan a los jurados.  Montan un teatro para inspirar lástima o para  provocar unos   sentimientos de piedad que no han tenido con sus víctimas. En otros casos, se vuelven caricaturas humanas. Inculpan a sus víctimas de sus fechorías. Así,  el violador asesino dirá que mató a una desconocida porque llevaba un escote muy pronunciado  o una bermuda muy ajustada. Al final si seguimos los razonamientos del agresor,  la víctima será la culpable de su propia desgracia. Porque, además,  de víctima, el agresor quiere lincharla moralmente, desacreditarla. Los abogados del diablo suelen encontrarle justificaciones, circunstancias atenuantes, a las mayores perversidades humanas.
         Cuando se analiza el teatro de los acontecimientos entre los dos países que comparten la isla de Santo Domingo nos damos cuenta, que, en casi todos los casos hay un grupo humano agresor y una nación agredida. He aquí el compendio de agresiones recibidas por la nación dominicana.

Las agresiones históricas

1.           Desde la proclamación de la primera Constitución haitiana de  1805, el Imperio de Haití se concibió como un Estado agresivo, que desconocía de manera expresa el derecho territorial de la comunidad dominicana (art. 18). Se propuso el dominio de toda la isla. El principio que negaba la existencia del derecho de los dominicanos a un Estado se mantuvo vigente hasta el Tratado de amistad y navegación de 1874, momento en que reconocen oficialmente nuestra Independencia.

2.           La ocupación de 1822, se propuso llevar a cabo los propósitos de la Constitución de 1805. En 1844, se inició el proceso de Independencia y los haitianos condujeron una guerra de 12 años en contra de la libertad de los dominicanos.   Sin embargo, los historiadores haitianos  en lugar de consignar los hechos de la ocupación haitiana de Santo Domingo en 1822,  presentan la invasión como  una petición de los dominicanos. Dicho en otras palabras: que los dominicanos que tenían la memoria fresca de las matanzas de Santiago y de Moca en 1805, querían ser gobernados por sus verdugos.  No es servir a la
El degüelle de Moca
verdad lo que impulsa a los historiógrafos haitianos,  sino ocultar las fechorías del invasor; justificar la anulación de nuestra independencia. Disminuir la responsabilidad de los forjadores de su Estado . ¿Qué historiador se atrevería a justificar la anulación de la Independencia de Polonia, Checoslovaquia y de Francia emprendida por las tropas hitlerianas en 1940?  No podemos aceptar una historia escrita con los argumentos del agresor. Con un enjambre de falsedades y extravagancias se pretende presentar al cuarteto de analfabetos brutales que pelearon para arrebatarnos la Independencia: Pierrot, Guerrier, Riché y Soulouque, como grandes libertadores y próceres, cuando , en verdad, eran dictadorzuelos, sedientos de sangre.

3.           La tendencia del agresor a ensañarse de las víctimas. De manera que el culpable no es el que abusa, agrede, ataca, invade, mata sino la víctima. Se exhibe una excesiva piedad y comprensión por  el agresor.  Ante la desgracia de la víctima, aparecen despojados de toda compasión. Sobre los episodios de la historia de un  pueblo que aplasta a otro, hemos oído todas las atrocidades. Casi todas coinciden en idealizar la dominación haitiana, con argumentos inventados y leyendas delirantes. La mayoría de los que así proceden omiten el Manifiesto Trinitario del 16 de enero de 1844. Es decir, se niegan a escuchar la deposición y el testimonio de la víctima a la que suelen tratar con desprecio. Practican una justicia tuerta, que obra exclusivamente a favor del agresor. Una compasión selectiva que se olvida del crimen y se apiada del criminal.


4.           Varios tratadistas haitianos, mantienen la tesis de que los dominicanos le hemos robado el territorio, cuando, en verdad, es todo lo contrario. El primer deslinde entre las dos formaciones nacionales que repartían la isla de Santo Domingo se estableció en Aranjuez en 1777 entre el Marqués de Ossum y el Conde de Floridablanca, regente del reino de Carlos III. En esa ocasión, se colocaron 220 bornes, quedaron deslindados los límites de Saint Domingue ( actual Haití) en 21.087 km2. Tras la Independencia dominicana, los haitianos ocuparon Hincha, San Rafael de la Atalaya, Capotillo, Rancho Mateo. En 1929, el Estado dominicano tuvo que reconocer como un hecho irreversible, la colonización de esos territorios.
Los presidentes Rafael L. Trujillo y Stenio Vincent
Para lograr el Tratado definitivo de 1936, Trujillo tuvo cederle a los haitianos el Valle de la Miel en Restauración, y comunicar las poblaciones dominicanas que van desde Villa Anacaona a Pedro Santana, mediante una carretera de 48 kilómetros de longitud. De este modo, quedó solventado el Tratado fronterizo de 1936. La expansión haitiana le arrebató 6.732 km2 al territorio histórico del Estado dominicano, y logró una dimensión de 27.750 km2 a expensas del territorio dominicano.

Agresiones a la soberanía
5.           Los haitianos  llaman violación de los derechos humanos al ejercicio de nuestra soberanía. Es decir, que los dominicanos no tienen derecho a repatriarlos,  ni  a la aplicación de sus leyes migratorias ni a su proyecto nacional.  Se ha criminalizado el ejercicio de nuestra propia soberanía. Además de agredirnos con una inmigración intolerable, que quebranta el Tratado de 1938, que responsabiliza a cada uno de los Estados de ocuparse de su población. Los haitianos quieren desmantelar nuestra capacidad para decidir, y someternos al control  una policía internacional.
Danilo Medina y Michel Martelly

6.           Para complacer a sus rivales y ponerle coto a las maquinaciones del intervencionismo internacional, el Gobierno dominicano promulga la Ley 169/14 y puso el práctica el funesto decreto 327/13. Ambas medidas colocaron en capilla ardiente la Constitución de la República. ¿ Cuáles son las  consecuencias de las medidas que se han tomado?. ¿ Qué porcentaje de haitianos serán regularizados en agricultura, en la construcción, en los trabajos informales, en la buhonería?. ¿Tendrán  derecho los dominicanos a tener  empleos de la agricultura, en la construcción, en las canteras de empleo que ocuparán, sin esperanzas de retorno los haitianos?. Una vez que los haitianos sean regularizados y tomen como derechos adquiridos  su presencia laboral en el país. Queda  montada la confiscación de los mecanismos de supervivencia del pueblo dominicano. Se desmantela la posibilidad de que los dominicanos puedan trabajar en su país. El Gobierno cree haberle puesto fin a un conflicto. En verdad,  ha fabricado un conflicto aún mayor. Le  han amputado al pueblo dominicano el porvenir. Le han privado de los derechos elementales a la existencia. Los haitianos tienen por supremo triunfo el aniquilar la soberanía dominicana y el reclamar  a la Comunidad Internacional que intervengan en contra de los intereses dominicanos, para lograr ventajas en el territorio de la República Dominicana.

La personalidad del agresor

       Cuando se examina el comportamiento que han tenido los haitianos durante todo el siglo XX y XXI se echa de ver la usanza de dos procedimientos.

1.           El infantilismo. La incapacidad para asumir sus responsabilidades y la presencia de una mentalidad de asistidos sociales. Es lo que ha hecho, que tras tres años seguidos, todavía no hayan reconstruido el Palacio de Gobierno y que una gran cantidad de escombros permanezcan amontonados esperando que la Comunidad Internacional decida qué se hace con ellos. Para organizar las elecciones legislativas retrasadas por dos años, extorsionan a la Comunidad Internacional porque no fueron capaces, en casi tres años, de incluirla en el presupuesto.

2.           La victimización. Se consideran víctima del racismo, pero en su historia se registran varias matanzas fundadas en el racismo. Las matanzas de Dessalines de 1804, de 40 mil blancos franceses, sólo quedaron 1.000 almas;  la matanzas de Moca y Santiago de 1805 todas de personas blancas. Uno de los superviventes, Gaspar Arrendondo y Pichardo, escribió que aquellos momentos, ser blanco era un delito. Las matanzas de mulatos de Faustín Soulouque de 1847.  En el  Diario de una misión secreta a Santo Domingo  (1847) , el almirante estadounidense David Dixon Porter escribió lo siguiente: “  Cuando Christophe estaba esperando noticias del éxito de su horrible trama ( la muerte de los mulatos) , Riché  se apareció ante él, con las manos aún oliendo sangre de sus víctimas. – Señor, dijo, he cumplido vuestras órdenes y para demostrarle el profundo amor y devoción que tengo por usted, yo, con mis manos he dado muerte a mi esposa y a todos mis hijos, que eran mulatos. Al servir al Estado no dudé en sacrificar a los mios (Dixon Porter, pág. 252) .

          La última matanza acaeción de 1957 emprendida por
Françcois Duvalier
François Duvalier contra los mulatos que fue debidamente contada por el profesor Alfred Viau, mulato, que pudo escapar de esa barbarie, padre del poeta Jacques Viau.
 Semejante credenciales, ¿ pueden los haitianos dar lecciones de antirracismo?. Desde el principio la Constitución dominicana de 1844 consagró el principio de la igualdad de las razas.  Entre los haitianos las prohibiciones que privaban a las personas de raza blanca del derecho a la propiedad se mantuvieron hasta 1920.

         Entre los haitianos se ha fraguado un ideal paranoide, de que sus sucesivos fracasos son el efecto de una conspiración internacional. Plantean que todas las potencias del mundo se han confabulado para aplastar y condenarlos al subdesarrollo.   Explicación agresiva que lanza una imputación sobre el resto de la humanidad, al que responsabilizan de su desgracia y a la que esperan engatusar, convirtiendo a su pueblo en escudos humanos.

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