viernes, 31 de enero de 2014

El plan migratorio de República Dominicana protegerá a todos



Miami Herald
23 de enero de 2014


Por Aníbal de Castro


Estados Unidos no es el único país de las Américas que está batallando con los retos que presentan las reformas migratorias y las complejidades de responder a las necesidades de las personas indocumentadas que viven dentro de sus fronteras. Como lo han aprendido los legisladores estadounidenses, no hay una solución simple ni una solución política.

Este tema ha sido de gran trascendencia en la República Dominicana, donde una sentencia sobre nacionalidad de la Corte Constitucional ha desatado un intenso debate entre los gobiernos regionales y la sociedad civil, así como en las comunidades dominicanas y haitianas del sur de la Florida.

De hecho, los retos que la República Dominicana enfrenta para acatar la sentencia y poner en práctica una política de migración clara y transparente no son muy diferentes a los que enfrentan los Estados Unidos.

Lamentablemente, la mayor parte del debate sobre el enfoque de la República Dominicana ha sido caracterizado por el uso de información errónea o imprecisa. Abundan rumores, que no son ciertos, sobre deportaciones y desnacionalización (ninguno ha sucedido).

Dada toda la información que circula sobre este tema, necesitamos examinar cuidadosamente lo que ha sucedido y lo que no, desde la sentencia.

En septiembre de 2013, el más alto tribunal de la República Dominicana en materia constitucional dictaminó que las personas que viven  “en tránsito”, o aquellos que viven en el país que no pueden probar su estatus legal, ahora tendrán la oportunidad de regularizar su estatus migratorio.

Se estima que la sentencia afectará a una parte considerable de la población dominicana que carece de documentación así como a personas indocumentadas procedentes de más de 120 países que residen actualmente en la República Dominicana, incluyendo un número significativo de inmigrantes de ascendencia Haitiana.

En respuesta a la Sentencia, el gobierno Dominicano creó un “Plan de Regularización” para mejorar positivamente las condiciones de estas personas indocumentadas. El plan proporciona un estatus temporal que dará paso a la adquisición de residencia permanente, residencia temporal o visa de no residente, de acuerdo a las condiciones de cada individuo.

Permítanme ser claro: Nadie que actualmente posea o que le corresponda el derecho legal a la nacionalidad dominicana será despojado de ella.

Mediante la implementación de este plan durante los próximos 18 meses, el gobierno podrá regularizar el estatus migratorio de aproximadamente 435,000 personas, permitiendo a aquellos que anteriormente eran apátridas a adquirir un estatus legal en la República Dominicana.

Además del Plan de Regularización, el gobierno Dominicano someterá próximamente al Congreso una Ley que abrirá rápidamente el camino a la ciudadanía para aquellos individuos que nacieron de padres indocumentados en territorio dominicano y que han demostrado tener profundas raíces en el país.

El objetivo de esta doble iniciativa es documentar y garantizar un estatuto legal para cada persona viviendo en territorio dominicano, de una manera que se protejan sus derechos fundamentales.

La República Dominicana tiene una larga historia de apoyo a su comunidad inmigrante, incluyendo proveer acceso a los servicios públicos gratuitos como salud y educación. El gobierno de la República Dominicana invierte actualmente el 18 por ciento de su presupuesto de salud en servicios a la población inmigrante. Aproximadamente 54,00 niños inmigrantes están registrados en las escuelas públicas de todo el país, sin  necesidad de presentar ningún tipo de documentación e independientemente de su estatus legal.
Mientras este proceso avanza, el gobierno mantiene su firme compromiso de garantizar estos servicios esenciales  a todas las personas en la República Dominicana.

A principios de este mes, las autoridades de República Dominicana y Haití se reunieron para tener un debate constructivo y franco sobre estos temas. Nuestros dos países, ricos en elementos comunes que se extienden mucho más allá de compartir una isla, están avanzando hacia una solución que no sólo reconozca el derecho soberano de República Dominicana para determinar sus políticas de migración y nacionalidad, sino que también proteja los derechos fundamentales de todas las personas de ascendencia haitiana que residen en el país.

Las autoridades Dominicanas y Haitianas se reunirán nuevamente el 3 de febrero para continuar el diálogo sobre una política migratoria de beneficio mutuo, una que sea transparente y respetuosa  de los derechos humanos y que considere tanto a los nacionales como a los inmigrantes.

Esta exhaustiva reforma debió existir desde hace mucho tiempo en la República Dominicana. No sólo permitirá que la República Dominicana cumpla con sus retos de desarrollo, sino mejorar su capacidad de combatir la trata de personas y asegurar la integridad de su territorio.

Esto beneficiará a la isla Hispaniola y la región y podría servir como una guía para los Estados Unidos y otros países que estén enfrentando problemas similares.

Aníbal de Castro es el Embajador de la República Dominicana en los Estados Unidos.




DOMINICAN REPUBLIC

Dominican Republic immigration plan will protect all

 
 
 
DE CASTRO
DE CASTRO

WWW.DOMREP.ORG

The United States isn’t the only nation in the Americas grappling with the challenges of immigration reform and the complexities of addressing undocumented people living within its borders. As U.S. lawmakers have learned, there is no simple solution or policy fix.
This issue has become front and center in the Dominican Republic, where a Constitutional Court ruling on citizenship sparked a heated debate among regional governments and civil societies, as well as among Dominican and Haitian communities in South Florida.
In fact, the challenges the Dominican Republic faces to abide by the ruling and implement a clear and transparent immigration policy are not much different than those confronting the United States.
Unfortunately, much of the debate about the Dominican Republic’s approach has been characterized by inaccurate or imprecise information. Rumors, which are untrue, abound of deportations and de-nationalizations (neither has happened).
Given all the disinformation circulating on this issue, we need to carefully examine what has and has not happened since the court ruling.
In September 2013, the highest court in the Dominican Republic on constitutional matters ruled that those living “in transit,” or those living in the country who cannot prove their legal status, will now be given the opportunity to normalize their immigration status.
The ruling is estimated to affect a sizable portion of the Dominican population that lacks documentation as well as undocumented people from more than 120 countries who are residing in the Dominican Republic, including a significant number of immigrants of Haitian descent.
In response to the ruling, the Dominican government created a “Regularization Plan” to positively improve the condition of these undocumented people. The plan provides for a temporary status that will lead to the acquisition of a permanent residency, a temporary residency or a non-resident visa, in accordance with each individual’s conditions.
Let me be clear: No one currently holding or entitled to legal, or rightful, Dominican nationality will be deprived of it.
By implementing this plan over the next 18 months, the government will be able to normalize the migratory status of around 435,000 people, allowing those who were previously stateless to acquire a legal status in the Dominican Republic.
In addition to the Regularization Plan, the Dominican government will soon submit a new law to the Congress, which will quickly open the path to citizenship for individuals who were born to undocumented foreigners in Dominican territory and have proven deep roots in the country.
The goal of this two-pronged initiative is to document and guarantee a legal status to each and every person living on Dominican soil, in a way that protects their fundamental rights.
The Dominican Republic has a long history of supporting its immigrant community, including providing access to free public services such as healthcare and education. The Dominican Republic’s government currently invests 18 percent of its healthcare budget to service the immigrant population. Approximately 54,000 immigrant children are registered in public schools throughout the country, without any need to provide any sort of documentation regardless of their legal status.
As this process moves forward, the government remains fully committed to guaranteeing these critical services to all persons within the Dominican Republic.
Earlier this month, officials from the Dominican Republic and Haiti met for a constructive and frank discussion of these issues. Our two countries, rich in commonalities stretching far beyond just sharing an island, are making progress toward a solution that not only recognizes the Dominican Republic’s sovereign right to determine its immigration and citizenship policies, but also safeguards the fundamental rights of all people of Haitian descent residing in the country.
Dominican and Haitian officials will meet again on Feb. 3to continue the dialogue about a mutually beneficial immigration policy: one that is transparent and respectful of human rights and that registers both national and immigrant citizens.
This comprehensive reform is long overdue in the Dominican Republic. It will not only allow the Dominican Republic to meet its development challenges, but enhance the country’s ability to combat human trafficking and ensure the integrity of its territory.
This will benefit the island of Hispaniola and the region, and could serve as a roadmap for the United States and other countries that are facing similar issues.
Aníbal de Castro is the Dominican Republic’s ambassador to the United States.

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