No Eran Dos, Sino Tres
Por: *Reynaldo Vargas Ortega
Era yo todavía un niño cuando, en
1962, conocí a Juan Bosch.
Crecí admirando a aquel hombre culto, autor de
decenas de libros, que instruía cada vez que hablaba en lo que fuera que
tratara. Ya en el bachillerato simpatizaba abiertamente con su política, por lo
que ha de suponerse que, desde entonces, fui de izquierdas. Cuando tuve consciencia
de que la República Dominicana había sido entregada por “los compatriotas”,
saqueada por “los compañeros” y vilmente traicionada por “los hijos de
los compañeros”, se me disolvió el coágulo que tenía en el cerebro.
Tal como sucede en los típicos
revolcones entre políticos de clase baja, estos tres predadores, por años, influidos
por un loco frenesí, impusieron records mundiales en reyertas y alborotos de
mucho condimento. No se sabe cómo, pero, para sorpresa de unos cuantos, lograron
acuerdos claramente antinatura y, como buenos carroñeros, pactos caníbales con el
ánimo único de devorarse al contrincante. No
importa cómo, pero lo cierto es
que al final de la jornada se pusieron de acuerdo los tres y, hoy, sobre la
deuda a la que han contribuido con frívolo gozo, ninguno de ellos hace alusión,
como si un espeso secreto asfixiara el aire que respiran. Callan, porque conocen
muy bien que dicha deuda nos llevará a un desastre de consecuencias apocalípticas
el día que el petróleo tome su curso, cuando se encarezca el dinero y la
inflación se asome de nuevo. Será entonces cuando descubramos las oscuras aplicaciones
de la tuza.
No hay quien dude de la longitud de la cola
que ha logrado desarrollar esta trilogía siniestra en la que el PLD ha
sobresalido como
El problema con el que no contaba el
astringente empeño de los peledeístas es cómo logran borrar la memoria de
quienes observan su
accionar desde que llegaron al Poder. De entrada, si resumimos
los años que ya tiene este gobierno, puede decirse que las evidencias del
riesgo de la desaparición de la República Dominicana, a cambio de la inmersión
de millones de ilegales, son incontestables. No dudo que esta gente del PLD -que
ha pisoteado a su antojo todos los valores que constituyen la esencia de este
país- retorcerá todos los instrumentos y todas las instituciones a su alcance
para seguir disminuyendo a su propio pueblo, convencidos de que en pocos años
tendrán nuevos votantes provenientes de su particular visión de territorio alargado,
sin tener en cuenta que la ignominia no se lava en las urnas.
Nuestro país -mágico y extraordinario de
siempre-, que fue tierra de héroes, de cantores, de poetas y locos, ahora es
pasto de un enjambre de tígueres, de ignorantes indecentes y de políticos sin
más futuro que el de pasar sus vidas sirviéndole copas a los enemigos de la
República, en lo que preparan la noche de los cuchillos largos.
Y para que del Estado no quede nada en pié,
bajo una cascada
interminable de vejaciones permitidas, el país, y no el gobierno
-eso es lo extraño-, es objeto de una apopléjica cantidad de insultos y
de mentiras. Como tampoco han faltado incompetencias gubernamentales sospechosamente
oportunas, las tergiversaciones deliberadas de la historia no se hicieron
esperar. Estos hechos incalificables -y muchos otros- han sido ejecutados, a
pesar de que saben muy bien que no hay manera de eludir la responsabilidad de
que todo lo que le ha sucedido -y pueda sucederle- a la República Dominicana es
de exclusiva incumbencia del gobierno y del partido que lo sustenta.
*El doctor Reynaldo Vargas Ortega es Cirujano
Cardiotorácico y Vascular.
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