Por
Giovanny Cruz Durán
Hay
actitudes que yo por idiota, lo admito, no termino de entender. La de Vargas
Llosa y la del Estado Dominicano me confunden. Me confunden mucho.
Uno de los
hijos del ultraderechista escritor Mario Vargas Llosa, a quien acogimos en el
país durante muchos años, ejecuta una sostenida campaña en contra de la
República Dominicana. Su padre ha respaldado en varios foros esa postura. Y
llegó al extremo de compararnos con la Alemania hitleriana. Entonces... ¿cómo
tiene el señor Vargas Llosa el desatino de aceptar un premio que otorga ese
mismo Estado “pro nazi” y asesino de nacionales haitianos?
Bajo
ninguna circunstancia este artista y escritor hubiera aceptado un
reconocimiento de Hitler, Mussolini, Stalin, Hussein, Franco, Somoza, Duvalier,
Pinochet, Videla; entre muchos otros.
Durante
una gran parte de mi vida milité en la Izquierda. Empero, cuando descubrí que
los llamados países socialistas tenían mismos, y hasta peores, vicios del
Capitalismo, pero sin las ventajas que uno encuentra en éste; decidí renunciar
a mis antiguas simpatías políticas. Por supuesto que aún asumo postulados
revolucionarios y me sigue asqueando la Derecha recalcitrante.
Fui uno de
tantos que sentían admiración por Fidel Castro y la Cuba revolucionaria. Pero
hace algunos años comencé a cuestionar la intransigencia de dos hermanos
ancianos que, nadando contra la corriente liberal del planeta, se empecinan en
esclavizar a todo un pueblo. Precisamente esto me llevó a rechazar las “eternizaciones”
de los Castro. Ya no les creo y tampoco los acepto.
Entonces,
ustedes quizás puedan seguirme cuando mis principios me impiden entender el
asunto Vargas Llosa y por qué me opongo a su reconocimiento en suelo
dominicano. Él viene el 19 del
corriente mes a nuestro país, a nuestra Feria
Internacional del Libro, a nuestro Teatro Nacional a recibir un premio de
autoridades de una República que previamente ha tildado hasta de criminal.
Aceptará ser recibido por un intelectual criollo, que ha poco defendió con
gallardía en foros internacionales la soberanía, el honor y la cultura
dominicanos.
Mario Vargas Llosa |
¿Qué?
¿Vargas Llosa ha variado su opinión sobre nosotros? ¿Dirá ahora un discurso
reconociendo que se equivocó al juzgarnos? ¿Pedirá perdón por salir a
desacreditarnos? Jum. ¿O por el contrario, aprovechará el espacio estelar que
le estamos brindando para reiterar sus consideraciones?
Estoy
convencido que él ya no puede desdecirse. Quedaría muy mal parado frente a la
opinión internacional si lo hiciera comprometido por nuestro premio y los
veinticinco mil dólares que éste otorga. Entonces... permítanme otro... jum,
que sugiere podríamos estar cerca de que este señor venga a escupirnos o
enjabonarnos la sopa.
Igual me
luce incongruente que, sin que haya mediado una disculpa pública a nuestro
pueblo, traigamos finalmente al señor Vargas Llosa, cuyos méritos literarios
nadie pone en duda, para entregarle una distinción tan importante para
nosotros, luego de los insultos proferidos y su complicidad con una campaña de
descrédito contra nuestra Patria.
Sé que
este asunto no es sencillo. El jurado del Premio PHU estaba constituido como
tal. Actuó, entonces, en potestad; aunque con suma torpeza y mayor
inconsecuencia. Sus sentencias no pueden ser apeladas. Pero nosotros podemos
reservarnos el derecho de no hacer el ritual final de la premiación.
Me siento
apesadumbrado al adelantar que no asistiré a la noche inaugural de la Feria
Internacional del Libro, momento en el cual galardonarán a Vargas Llosa.
Hubiera querido estar ahí. Estoy convencido de que nuestra Feria comenzará un
proceso de cambios. Al parecer, el libro será —¡al fin!— su gran protagonista.
Deseaba abrazar calurosamente a las nuevas autoridades del Ministerio de
Cultura. No obstante, debo ser coherente con lo que pienso y con las posiciones
de principio que sobre el tema que nos ocupa he reiterado. Dentro del mismo
Consejo Ministerial de Cultura, al cual aún pertenezco, asumí una firme
oposición a la adjudicación del galardón PHU al señor Vargas Llosa. Cuando
se hizo un intento de redactar un documento de respaldo a esa acción, mantuve
firme mi oposición. No la voy a variar ahora. Mi maldita tozudez me impide
hacerlo.
¡Telón!
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