lunes, 28 de julio de 2014

La sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional


DANILO Y EL SAPO

Por Leila Roldán



Tal vez han oído la historia que dice que si se pone un sapo en una olla con agua al fuego, el sapo nadará tranquilamente dentro de la olla mientras el agua se calienta lentamente. El aumento de temperatura del agua no alarma al sapo, que lentamente se acostumbra a nadar en aguas con temperaturas cada vez más altas. Hasta que llega un momento en que el sapo queda flotando panza arriba en el agua, muerto.  Murió sin darse cuenta de que estaba siendo cocinado.  Yo no he podido dejar de pensar en esa historia desde que fue publicado el último reglamento relativo a la naturalización de extranjeros. Y es que primero fue el plan de regularización, que paró las deportaciones fomentando el ingreso de nuevos extranjeros por la frontera; segundo fue la ley que acreditaba la nacionalidad a un grupo que ya se encontraba inscrito (cosa con la que no estoy en desacuerdo) y que remitía a los no inscritos al régimen de naturalización ordinaria; y tercero el reglamento de aplicación recién promulgado, que termina otorgando la nacionalidad dominicana de una forma anormalmente fácil. Así, de norma en norma, fue el presidente subiendo la temperatura contraviniendo paso a paso la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y cocinando la nacionalidad dominicana. Por esa forma malignamente genial de hacerlo, poco a poco, los ciudadanos no se han dado cuenta de que la sentencia histórica fue asesinada por la presidencia y que ya casi la vemos flotando panza arriba en el agua del despiste de los dominicanos.





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