lunes, 8 de julio de 2013

Mentes, borrachas de extravagancia, hablan de una deuda histórica impagable de Venezuela con Haití

Simón Bolívar

¿Porqué Simón Bolívar no invitó a los haitianos al congreso de Panamá?

Por Manuel NÚÑEZ*

Tras la visita a Puerto Príncipe, el 26 de junio de este año, del Presidente de Venezuela Nicolás Maduro son muchas las falsedades historiográficas que se han publicado. En algunas mentes, borrachas de extravagancia,  se ha llegado asentar  la idea de una deuda histórica impagable de Venezuela con relación a Haití.
La visita oficial  fue empleada para reavivar todas esas mentiras. El Presidente Maduro depositó un ramo  de flores en el mausoleo dedicado a Alexandre Petion; y otra, en el cenotafio al cimarrón desconocido. Inauguró un complejo de viviendas en Morne a Cabrit. He leído los copiosos
Alexandre Petion
comentarios de sus conciudadanos.  “no tenemos papel, ni aceite ni harina” “el gobierno de calle se ha quedado en las calles de otros países” “este hombre gobierna desde una avión”. Luego se enumeran los regalos hechos a Haití por el Gobierno de Venezuela: el nuevo aeropuerto de Cabo Haitiano, veinticinco camiones  compactadores de basura, veinte millones de dólares para un fondo humanitario. Se gastaron ríos de tinta en declamaciones; se convocaron a los luases de Haití; tronaron los tambores. En todo ese carnaval, solo faltaba una cosa: la verdad.
La pregunta que no pueden responder los políticos  y los historiadores del Centro Petion Bolívar es la siguiente: ¿Por qué Simón Bolívar no invitó a los haitianos al Congreso de las Naciones Libres de América, celebrado en Panamá en 1826? Por dos razones fundamentales.
1. Por el contenido de su propia Constitución de 1805. Se le prohíbe la propiedad a los blancos (artículo 12). Este exclusivismo racial no tuvo seguidores  en el continente. “En Haití al contrario, los europeos y sus descendientes están inhabilitados pata todo y son generalmente hablando un objeto de odio y detestación. ¿Cómo podremos tratar a un pueblo que profesa estos últimos principios, sin poner en peligro nuestro reposo y nuestra seguridad interior “   ( Consúltese: Martinez Peña “ Haiti y Venezuela en la época de la Independencia”). Ni a Francisco de Miranda ni a Bolivar les interesaba iniciar una guerra fundada en la raza.
. 2. Los hispanoamericanos no tenían nada en común con Haití: ni la lengua, ni la historia, ni la cultura ni los propósitos políticos.  Por el uso  posterior que dieron a sus aparentes muestras de solidaridad. Muy lejos se halla, pues, Bolívar de la fraseología  y de la amistad con que hoy lo evocan los haitianos. La historia son los hechos, no las habladurías.
Erróneamente se ha divulgado la idea de que Haití actuó, generosamente, con el Libertador Simón Bolívar al prestarle ayuda tras su paso por Los Cayos en 1816, para reiniciar la lucha por la Independencia de América del Sur.
Toda la política conducida por Petion obedecía, más que a la generosidad y al amor por la libertad americana, al cálculo.
 1. Le exige a Bolívar la libertad de los esclavos. Bolívar cumplió a pie juntillas con la promesa. Al llegar a la isla Margarita dio la libertad a los 1500 esclavos de la finca San Mateo. Pero la exigencia de Petión, aunque tenía el ropaje de la justicia,  no parecía oportuna en esos momentos. Christophe había restablecido la esclavitud en el norte de Haití. Haití se hallaba dividido en 1816, en dos Estados. Una Republica de presidente vitalicio gobernado por Petión en el sur, cuya capital era Puerto Príncipe, y una Monarquía, al norte bajo el mando del Rey Henri Christophe, cuya capital era El Cabo.  Petion le pedía a Bolívar lo que él no había sido capaz de eliminar en su propio país. Esa decisión dividió momentáneamente  al Ejército venezolano, y la expedición de  Bolívar fue derrotada.  La esclavitud fue definitivamente abolida más tarde  en 1838.Posteriormente, Simón Bolívar logró unificar sus fuerzas y lograr la independencia de América del Sur.
2.  En segundo lugar,  Petión quería cerrarle  la posibilidad a los dominicanos de que pudieran obtener la solidaridad de esas repúblicas libertadas, a las cuales estamos ligados por haber sido porciones del Imperio español en América. (Consúltese  La Gaceta de Colombia 1822), los haitianos lograron la neutralidad de las naciones recién libertadas de América ante la invasión a Santo Domingo). El objetivo de Petion era que la lucha contra España le diera la posibilidad de hacer cumplir el precepto de su Constitución de 1805 que proclamaba que  la porción española de  isla era parte del Imperio de Haití (consúltese art. 1, de la  Constitución de 1805).
En cualquier caso, Simón. Bolívar no sospechaba  en el berenjenal en que se estaba metiendo al aceptar la “generosidad” de Petion.
Tras la proclamación de la Independencia de Colombia y de Venezuela los  haitianos comenzaron su retahíla de exigencias extravagantes.  En 1824, Jean Pierre Boyer encomendó al diplomático Jean Desrivieres Chanlatte una misión oficial ante la Gran Colombia para hacerle reclamaciones  al propio Bolívar. Fue recibido entonces por el vicepresidente, Francisco de Paula Santander, el  Libertador  se hallaba combatiendo por la libertad de El Perú. Tenía la Misión Chanlatte dos objetivos difíciles de cumplir:
1. Que la Gran Colombia firmase un pacto con Haití  de unificación contra Francia.  Los haitianos sabían sobradamente que esa petición  era desproporcionada. En esos momentos, la Gran Colombia buscaba el reconocimiento diplomático de las potencias europeas. Concretamente, de Francia e Inglaterra.
 2.  Que en caso contrario,  el gobierno de Haití reclamaba el pago en dinero de las armas, municiones y equipamientos  de guerra  que Haití había entregado a Simón Bolívar en 1816, calculado ventajosamente en 70.000 piastras. Lo que aparentaba ser un acto de grandeza fue rematado con una auténtica vileza. El propio historiador haitiano Thomas Maidou, casi se arranca los pelos  de la vergüenza  al comentar este episodio (Consúltese Histoire d´Haiti  t. VI (1819-1826) pág. 396 y passim).
 Santander se encontraba ante un dilema. No podía abrirse, en aquellas precarias condiciones un nuevo frente de guerra con Francia, como pedían  los haitianos, y no había en el Tesoro Público fondos para dar satisfacción a la exigencia económica de los haitianos. Para dar por finiquitada estas cobranzas compulsivas, el gobierno de la Gran Colombia solicitó un préstamo  a un banquero de Londres, que les entregó a los comisarios haitianos, ante los notarios de la Historia, esas montañas de dinero. Con las armas y pertrechos comprados con ese dinero sometieron militarmente al pueblo dominicano por veintidós años.
Seguramente, el  ToriMulo, nombre simpático con que se moteja  al Presidente Maduro,  desconoce que la deuda moral y material que habían contraído sus antepasados que se batieron por la Independencia de Venezuela, fue copiosamente devuelta por el Gobierno de la Gran Colombia. E, ignoraba, igualmente el ToriMulo  que para dar cumplimiento  a las exigencias de los haitianos, hubo que endeudar a una nación que, tras los estragos de la guerra,  se hallaba prácticamente en bancarrota.

* Manuel NÚÑEZ Asencio: Poeta, ensayista e historiógrafo. Tiene una licenciatura en Letras Modernas de la Universidad de París VII (Jussieu), una maestría en Literatura General de la Universidad de París VIII (Saint-Denis) y un doctorado en Lingüística y Literatura de esta última universidad. Enseñó literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha sido columnista de los periódicos Hoy y El Siglo y editor de la casa Editorial Santillana. Es considerado como uno de los ensayistas nacionales más polémicos del momento. En 1990 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo con la obra "El ocaso de la nación Dominicana".

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