jueves, 4 de julio de 2013

A los haitianos, poco les cuesta mentir, fabular e inventarse situaciones extravagantes

Después de Cornudo, Apaleado


Por Manuel Núñez

En Managua, en la reunión de los Presidentes, organizada por PetroCaribe,  la delegación haitiana solicitó reunirse con el Presidente Medina. Se trató de una conversación surrealista. Cada uno de los presidentes habló de cosas distintas, como si se tratara de dos monólogos. De  poco sirvieron los traductores. Lo único que quedó claro de ese encuentro es que nada estaba claro.  Al igual que en otras ocasiones, se convoca a nuestro Presidente para darle un concierto de palabrerías vacías. Los haitianos han sustituido la auténtica diplomacia con el ejercicio de la comunicación. Al parecer, los dominicanos se entretienen con esas paparruchas. A los haitianos, poco les cuesta mentir, fabular e inventarse situaciones extravagantes.
Pero, en esta ocasión, las cosas desbordaron el teatro.
Tras haberse burlado de los dominicanos, llega el garrotazo. En Managua, el Presidente Martelly reiteró la causa por la cual se  había producido la prohibición a los productos dominicanos. El señor Martelly  proclamó que esa decisión se fundaba en razones sanitarias, para proteger la salud de los haitianos. La propaganda  anti dominicana de los haitianos produjo efectos inmediatos. En Venezuela, Simón Leal, Presidente de las Pymes avícolas, rechazó la posibilidad de que los pollos y los huevos dominicanos pudieran ser exportados a Venezuela por la presencia de la gripe aviar en nuestras granjas.  La irresponsabilidad haitiana no tiene límites. Las declaraciones oficiosas de los haitianos han provocado perjuicios innegables:
1) La asociación de tour operadores de turismo del país se vio obligada a distribuir la certificación de la OPS que demuestra que la Republica Dominicana se halla libre de dicho flagelo.  Pero los riesgos  de cancelaciones masivas de operaciones turísticas aun no se han disipado. En la reunión de Managua volvieron a reavivarse. La Presidenta de OPETUR, Elisabeth Tovar, que había realizados acuerdos para compartir el pastel turístico con Haití, tras haber admitido a Cabo Haitiano en la ruta de nuestro cruceros, y planeaba  incluirlo como parte del multi destino de nuestras operaciones aéreas. En protesta por los ultrajes que le han ocasionado la declaración haitiana, los tour operadores dominicanos, decidieron anular sine die  el recibimiento de la Ministra de Turismo de Haití, Stephanie Villedrouin;
 2. Hace una semana, Víctor Abreu, representante de las asociaciones de productores avícolas, declaró a la prensa internacional, que el sector había perdido 140 millones de pesos;
3. Pero, ay, las cosas no concluyen ahí. La próxima víctima será el mercado del cemento dominicano. Según  el economista haitiano, Kesner Pharel, Haití importa de Republica Dominicana unos dos millones de toneladas de cemento. Varios articulistas  de la gran prensa haitiana, han reclamado que el cemento corra la misma suerte que los pollos. Todo es cuestión de tiempo. En algún momento, cuando los socios de Haití logren ponerse de acuerdo, entrara con todo su ímpetu el rodillo haitiano. En comparación con la pérdida del mercado  de los pollos y los huevos, la probable perdida del mercado del cemento, parecerá gigantesca.
Así va nuestro desafortunado país. Después de cornudo, apaleado.
En uno de los relatos del Patranuelo de Juan Timoneda se cuenta la historia de una mujer que tenía relaciones de alcoba con su criado. Para evitar la desconfianza del esposo cornudo, la mujer se inventa una  artimaña. Le dice al marido que su criado la persigue y que la ha citado en el patio a cierta hora de la noche. Convence al marido para que se vista con su ropa y así descubrir al osado amante. El pobre marido pasó la noche entera, en el patio, disfrazado de mujer, esperando al criado. Éste no apareció porque estaba con su esposa. Cuando los dos amantes acabaron su diversión, el criado se vistió, cogió un palo y se bajó al patio. Cómplice de la infiel esposa, el criado apaleó al marido disfrazado, diciendo que una esposa adúltera merecía ese escarmiento y que lo hacía porque él era un fiel criado. De modo que el esposo resultó cornudo y apaleado, pero contento, porque (a juzgar por los golpes que había recibido) su criado era muy fiel y jamás permitiría que su esposa se enredase con nadie.
 Nunca estuvo mejor dicha la frase: después de cornudo, apaleado. Haití despachó a tres ministros dominicanos que fueron por lana y regresaron trasquilados, despachó a  los diplomáticos y funcionarios dominicanos que, a veces, se creen donjuanes capaces de fascinar a todo el mundo. Y todavía  podemos considerarnos afortunados  de que no nos haya acusado de malos tratos ante un Gobierno internacional.   ¡Vaya suerte la nuestra!.

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