miércoles, 18 de mayo de 2016

El PLD ya no es un proyecto ni una fuerza política cargada de ilusiones y de ideales...

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La Deslealtad  a la nación del Liderazgo Político

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 "dirigentes del Partido de Gobierno, comprando las cédulas de 

todos aquellos que se hallaren en el padrón de la oposición, 

la estampa del ex Ministro de Agricultura, Luis Ramón Rodríguez, 

sentado ante una montaña de billetes de 500 pesos parece una 

figuración de Macondo; los centros de votación se hallaban plagados 

de compradores  de los votos de la oposición. Cualquiera que se 

hallare en el padrón del PRM o de cualquier otro partido de oposición, 

podría  optar por 2000 pesos, o acaso algo más." 



Por Manuel Núñez

Ante el cambio  de mandos previsto en la Constitución, conviene examinar el discurso de todos los partidos que han participado, ya en coalición o ya en solitario,  en los comicios del 15 de mayo. Cada una de las formaciones políticas dominantes ha excluido la dimensión nacional. Ninguna ha manifestado lealtad a la continuidad histórica del Estado  dominicano. Ante el acoso diplomático a que hemos sido sometidos han preferido callar.  No hay-- en este punto--  diferencias fundamentales en el liderazgo político. Porque ambos—me refiero a los principales--, separados únicamente por las ambiciones de poder, representan un solo polo, en donde ha desaparecido la competencia, fundada en ideas y en proyectos. Ninguno defiende a la nación. A ninguno le preocupa la suerte del pueblo dominicano. Ambos manifiestan su disposición a negociar los derechos inalienables del país.
Los grandes temas que debieron ocupar el debate previo a las elecciones se hallaban ausentes del discurso de los principales candidatos a la Presidencia.  A saber:
·      desnacionalización del empleo;
·       preservación de las conquistas sociales: salud, educación;
·      inseguridad generalizada, consecuencia entre otras razones, de  haber privado a la gran masa de dominicanos de los mecanismos de  supervivencia. Es decir, de las canteras principales  de empleo.
 Echamos en falta todos estos temas en el discurso de los hombres que se hallaban batiéndose por la presidencia de la República.  No olvidemos que los trabajos de la agricultura y la construcción de infraestructura representan en la actualidad más del 70% de la bolsa laboral. Uno de los temas fundamentales que debió plantearse  entonces el liderazgo político dominicano era si el país debería privarse de manera permanente, definitiva de los empleos de la agricultura y de la construcción.  Si en nombre de los supuestos derechos humanos de los extranjeros, ilegales,  deberíamos anular los derechos humanos de los nacionales.

 Esas especialísimas circunstancias nos llevan directamente a formularnos una segunda tesis.

En un país, donde el Presidente dijo en la II Cumbre de La Habana, que hay más de un millón de haitianos. Que estos extranjeros tienen el 80% de los empleos del campo y de la construcción y grandes porciones de los trabajos en los enclaves turísticos, resulta, pues, legitimo que una porción importantísima de los ciudadanos sienta que estos extranjeros,  identificados con otro país, que, han manifestado desde las ONG su deslealtad al Estado dominicano, constituyan una amenaza a la unidad nacional. Si a esta contundente realidad se agrega el hecho de que en el proceso comicial ya concluido  participaron candidatos haitianos en algunas alcaldías y regidurías,  todo eso  echa al ruedo la idea de que el país se está perdiendo. Que el peso de estas personas dentro del padrón electoral podría ser decisivo
en  las elecciones en el corto plazo. No es éste  un cálculo exagerado. Una emisora , la 107.7 Súper 7, emitía  el sábado 14, mensajes en creole llamando a los haitianos a votar por el Presidente Medina, cuando ya se hallaba vedada por Ley la propaganda política.

El objetivo de los grupos que manipulan a esta población se fundamenta en convertirla en mecanismo de negociación política para distanciar definitivamente al liderazgo dominicano  de la defensa del interés nacional.   Estamos ante un liderazgo clientelar, desnacionalizado, sin apego a su historia, sin capacidad de decisión. Un liderazgo que mira para otro lado. Que ha planteado la rendición total  ante el desplazamiento de la población extranjera procedente del país vecino.
La haitiana ana maria Belique como observadora de "Participación Ciudadana/USAID
De algún modo, se ha producido un secuestro de la democracia por parte de fuerzas políticas que no representan al pueblo dominicano. Porque no defienden sus empleos ni sus conquistas sociales ni su territorio ni sus registros civiles. Ni, desde luego, su porvenir. De algún modo,   ese liderazgo quedó descalificado llevando una campaña sin ideas.  En la quintaesencia  de los problemas más inquietantes del país se halla la desnacionalización del empleo, de la cultura y de las conquistas sociales.  El caos y la incertidumbre que produce esa primera realidad se conecta con la inseguridad, la delincuencia, el narcotráfico.  La única opción política que enfrentaba  a  la madre del cordero eran la Fuerza Nacional Progresista y el Polo Soberano.  Para ponerle punto final a esas gravísimas circunstancias. 

 Se planteaba la construcción de un muro fronterizo, para evitar la desaparición del bosque dominicano, devorado por las necesidades de supervivencia de los haitianos. Se trata de la mayor amenaza medioambiental. Pero, además, se trata de protegernos del desplazamiento masivo de parturientas, niños, desempleados, presidiarios etc., del tráfico armas ilegales, de drogas…En fin, de un  amasijo de circunstancias  que ponen en riesgo la seguridad del país.

La democracia, sistema político en el que los ciudadanos tienen la posibilidad de elegir a lideres alternativos que se presentan   libremente ante el electorado con la aspiración de gobernar por un tiempo limitado, exige  que no se emplee la  fuerza ni la intimidación ni la coacción para obtener el consentimiento de los ciudadanos.. Mayorías y minorías se hallan reflejadas en el Congreso. Si el sistema de decisión del Congreso queda encorsetado por el Presidente habremos  llegado democráticamente a  la anulación de la democracia.
Nos encontramos con una combinación de problemas.

 La ceguera ante el endeudamiento permanente, la desnacionalización del país, la suplantación de los ciudadanos, el ataque diplomático a sus instituciones  y la presión para traspasarle los derechos del pueblo dominicano a otra población. Todo ese teatro de incertidumbre y desolación coincide  con el surgimiento del monopolio político de un partido,  que ha devorado al mayor  partido de la oposición, que, mediante las dádivas del Estado y el empleo público, mantiene en la servidumbre a una porción importantísima de la población, y que ha convertido  la competencia por el poder entre los partidos en una ilusión. 

En definitiva, el pueblo le ha entregado su libertad por 4 años a una estructura multipartidaria que ha acaparado absolutamente la posibilidad de poder, sin ideales, sin proyecto, vacía de contenido y de algún modo extorsionada por los organismos internacionales que podrían, en muy poco tiempo, emplear la gigantesca deuda externa para  anular su Independencia y proponerle un Estado binacional,  como solución  al colapso de Haití,  que se ha convertido en un problema sin solución para las tropas de las Naciones Unidas y para los países que no pueden mantenerse sine die en ese territorio de esperanzas muertas. Cuando el Presidente Bill Clinton emprendió la anulación del Ejército haitiano en 1995 dejó a ese país sin un polo de autoridad,  expuesto al caos y a la desintegración. Posteriormente se traspasó el problema a las tropas de Naciones Unidas en el 2004.  Para rematar el fracaso de esa Comunidad Internacional se baraja el experimento de hallarle una solución insular, transferir el problema  a República Dominicana, sin que el pueblo dominicano parezca enterarse de esas maniobras, que ha contado  con la complicidad del liderazgo político que ha renunciado a la lealtad a la nación y a los fundadores del Estado dominicano.

El secuestro de la democracia
Nuestra democracia ha sido raptada. La voluntad de defensa del interés nacional ha sido anulada. He aquí punto por puntos las fases de ese secuestro.

1.   El PLD ya no es un proyecto ni una fuerza política cargada de ilusiones y de ideales; es una descomunal maquinaria electoral que arropa prolijamente  a toda la sociedad. En las redes sociales se proyectaron los videos de los dirigentes del Partido de Gobierno, comprando las cédulas de todos aquellos que se hallaren en el padrón de la oposición, la estampa del ex Ministro de Agricultura, Luis Ramón Rodríguez, sentado ante una montaña de billetes de 500 pesos parece una figuración de Macondo; los centros de votación se hallaban plagados de compradores  de los votos de la oposición. Cualquiera que se hallare en el padrón del PRM o de cualquier otro partido de oposición, podría  optar por 2000 pesos, o acaso algo más. ¿cuántos votos se compraron? En los reportes se dice que al PLD le costó 500 millones de pesos la jornada electoral.

2.   La democracia supone el ejercicio del sufragio, sin que haya coacción económica y sin que se emplee  la fuerza. Pero, ¿puede el dominicano perteneciente a las grandes mayorías el pueblo, convertido en vasallo por el poder que ellos refrendarán con su voto, considerarse un hombre libre? ¿cuál es la libertad de aquellos que esperan una prebenda del Gobierno, que se asustan porque  le pueden quitar una tarjeta de solidaridad?  En  el 5to Informe del Movimiento Participación Ciudadana (12/5/16) se echa de ver que en estas elecciones en las que se plantea la reelección del Presidente, Vicepresidente, congresistas y alcaldes se ha producido un brutal y desproporcionado empleo de recursos  económicos. “El partido gobernante tuvo el 71,11%  de toda la publicidad política en prensa, radio y televisión, incluyendo a sus aliados a un costo de  RDS 553, 634,930 millones . Le siguió muy de lejos el Partido Revolucionario Moderno (PRM) con el 27.01%,  incluyendo a los aliados, con un gasto total de  RDS210, 333,055  millones de pesos”. A estas circunstancias se agrega el aumento desproporcionado en la nómina transitoria de los Ministerio de Educación, de Obras Públicas y de Turismo que han sido duplicadas.

3.   Ningún líder democrático ejerce un poder ilimitado. Lo que diferencia a una democracia, fundada en una Constitución, y una dictadura, enmascarada por el protocolo del sufragio electoral, es la división de los poderes. Si el poder judicial y el poder legislativo no operan como contrapesos, entramos ipso facto, en la autocracia. Durante la campaña electoral que acaba de concluir, en una concentración  en Pedernales, el Presidente planteo lo siguiente: “Yo necesito un Congreso que gobierne conmigo. Yo necesito senadores y diputados que aprueben en el gobierno lo que yo quiero hacer. Yo necesito mi Congreso, y esos compañeros que estamos postulando aquí son parte de mi Congreso. Tienen que marcarme a mí y marcar a mis congresistas, a mis regidores y a mis alcaldes” (14/4/16). El objetivo del mandatario  es reducir a los demás poderes del Estado a la servidumbre. Esa circunstancia ha sido alcanzada plenamente en las elecciones que acaban de transcurrir el 15 de mayo. El desvanecimiento de la división de los poderes públicos ha despojado al país de su Constitución, que fue quebrantada para introducir la reelección que se hallaba prohibida por la Constitución del 2010. El Partido de Gobierno destruyó la competencia partidaria; se impuso la fórmula del partido atrapalotodo (catch all party) que ha desmantelado las representaciones de los grandes partidos, que han perdido definitivamente su identidad,  PRSC, PRD y otros, ya sin proyectos, que no sea alcanzar el poder por el poder, sin hallarse sujeto a principios ni a deberes .

4.   . Nuestro sistema presidencialista deposita la representación de la voluntad general en un solo hombre.
Esa representación total  de la diversidad de la nación debería hallarse  reflejada en el Congreso. Si el Congreso se convierte en una extensión de la voluntad del Presidente—desaparece como poder--, y si  el poder judicial tampoco es independiente del Ejecutivo, podemos decir sin oxte ni moxte que nos hallamos en una dictadura.  Es paradójico que empleando procedimientos democráticos, unas elecciones plurales, se llegue a una opción sin competencia política. Que se anule democráticamente la democracia. Ante quienes serían responsables esos legisladores: ¿ante el Presidente o ante el pueblo que  los ha elegido para representarlo? El consentimiento del Congreso a todas las peticiones del Presidente, la incapacidad para fiscalizar el ejercicio de poder, y el vacío de representación y la falta de propósitos nacionales, nos han llevado al advenimiento de este régimen autoritario, donde ha desaparecido la oposición.

5.   A la sumisión de grandes porciones del liderazgo político, se añade la servidumbre de la prensa. El periodismo se concentra en el doble pensar, mantiene dos creencias a la vez, se ha prostituido; se ha convertido en un ejercicio de relaciones públicas. Tiene,, además, la vocación para simular su verdadera naturaleza. La complicidad de los intelectuales y del periodismo en las tareas de sepultar la naturaleza de un régimen que apoya la desnacionalización del trabajo, de la cultura y del registro civil, ha sido grande.

Lo más horroroso del régimen al que el país le ha dado su consentimiento es su falta de contenido, su vaciedad, su ceguera ante sus propias acciones disolventes y la búsqueda del predominio por encima de todas las instituciones. ¿Podrá la República Dominicana sobrevivir a ese desastre? ¿Existe entre nosotros el deseo de desaparecer?  Decir con un mohín que cada pueblo merece el Gobierno que tiene, es falso. El pueblo dominicano no merece unos  políticos que no defiendan sus conquistas sociales ni su independencia ni su honor ni su territorio ni  que todo el esfuerzo y la sangre vertida por todas las generaciones pasadas quede convertido en cenizas.











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