viernes, 9 de enero de 2015

Dura lex sed lex



ORLANDO DICE
La conducta del haitiano

                 
Por: Orlando Gil

La ley es la ley, y el reglamento también.
Si no hay contemplación con los dominicanos
¿por qué con los haitianos?
No hubo prórroga con el marbete
 y tampoco con la nueva cédula.

EL CONSENSO.- Era justo, era tiempo. Las opiniones sobre las relaciones entre República Dominicana y Haití, o la actual situación de los haitianos que residen ilegalmente en el país, antes en lucha, van corrigiéndose, acercándose, coincidiendo, haciéndose consenso. En principio se pensó que la alarma era infundada, perversa, y que respondía a viejos resabios nacionalistas. Ahora, sin embargo, el panorama cambia, las evidencias se acreditan y se reconoce el designio superior. “Tanto fue el cántaro a la fuente...”. 


La conducta del haitiano, aquí y allá, y el interés y generosidad de la comunidad internacional, aquí y no allá, mostraron la cara oculta de la luna. Entonces se pudieron ver las manchas y comprobar que no todo era luz. Anse-á-Pitre y Montellano fueron suficientes, y puede hablarse de una nueva conciencia. El sector que se la daba de políticamente correcto, se está recogiendo y admitiendo las realidades que otros denunciaban: El juego malicioso de las grandes naciones. Ni siquiera fusión, mejor ocupación. Aunque no a la manera de 1822, con fuerzas militares, sino mediante el flujo natural de su gente. Sea por el río, el puente o el monte...

EL AMBIENTE.- Esa mudanza de ánimo se produce en el mejor momento. El gobierno está obligado por ley a aplicar medidas, y según anunció el año pasado, también una nueva política exterior. Entre las cosas que nunca se habían hecho, debe incluirse el recorrido del canciller por la frontera. Esto es, se tienen las piezas sueltas, pero no el puzzle. Como gustan jugar cabezas, conviene que
los incumbentes sepan que las diferencias ahora son menores, y que todos los sectores esperan una reacción que por lo menos empate el juego. Los dominicanos todos están de acuerdo en que la afrenta de Anse-á-Pitre no puede quedarse sin respuesta, y lo mismo el enclave en Montellano. Cuando el embajador haitiano habla y acusa a la prensa dominicana de azuzar, se pone a la defensiva, pero leyendo entre líneas está reconociendo que la situación es grave y puede afectar el diálogo y el entendimiento. No lo dijo cuando se produjeron los hechos, la semana pasada. Lo dice ahora, después que el ministro de Interior y Policía habló de dificultades reales...

SIN EXCUSA.- El gobierno debe una explicación a la población dominicana, a sus diferentes sectores, sobre lo sucedido en Haití la semana pasada. Decir si protestó lo que se califica de ataque y secuestro, cuál fue la versión de las autoridades del vecino país y las acciones a tomar en lo inmediato. La diplomacia puede ser
discreta, pero la política no. Lo que se habla en los distintos ambientes no favorece al gobierno, porque se tiene la impresión de que actúa como el perro cobarde, que se mete el rabo entre las piernas y abandona el escenario de la calle. No hay excusa que valga. Decir que los estados se relacionan y manejan de manera distinta a los individuos, no corresponde a la verdad ni satisface a nadie. Lo oficial puede someterse a la formalidad y al protocolo, pero lo oficioso se impone en determinadas circunstancias. No es encargar a Sylvester Stallone o a Chuck Norris del rescate, pero sí aleccionar a los responsables de las bandas o turbas que ocasionan tribulaciones a los dominicanos....


POPULARIDAD.- ¿Para qué tantas unidades militares sobre
entrenadas si nunca se les da la oportunidad de demostrar su capacidad en el terreno? Igualmente hay que preguntarse ¿De qué
sirve que se impartan clases de creole a los oficiales, sea en los cursos de Estado Mayor o en los diplomados, si las potenciales misiones son simples ejercicios teóricos? La rendición de cuentas

viene corriendo, y en febrero el presidente Danilo Medina tendrá que hablar al país, y no podrá soslayar las dificultades del diálogo con Haití, pero sobre todo los incidentes de frontera, donde el tigueraje haitiano impone su ley. Por ejemplo, deberá anunciar que no habrá plazo adicional para la regularización de los haitianos que residen en territorio dominicano. La ley es la ley, y el reglamento también. Si no hay contemplación con los dominicanos ¿por qué con los haitianos? No hubo prórroga con el marbete y tampoco con la nueva cédula. La popularidad es buena, pero la Constitución y las leyes no la incluyen entre los requisitos de gobierno... 

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