viernes, 3 de febrero de 2012

Por más de 20 años compartíamos "Jueves tras Jueves", y algunos Martes. (Cuando no estaba llevando un paciente a Cleveland)

Adiós, querido Hakim

30/01/2012

¡Hakim! Exclamaba mi padre cuando su sobrino entraba a su oficina en La Novia de Villa. Yo, que me sentaba en un escritorio frente al de mi padre, veía cómo éste sonreía y mostraba su satisfacción cuando mi primo hermano Anís Vidal Dauhajre, hijo de tío Anís y tía Victoria, abría la puerta para saludar y conversar con su querido tío. Después del abrazo, la orden de “un cafecito para Al-Hakim” no se hacía esperar.

Mi padre dejaba todo lo que estuviese haciendo para conversar con uno de sus dos sobrinos preferidos. El otro era Johnny, el hijo mayor de tío Juan y tía Antura.

¿Hakim? me preguntaba. ¿Por qué mi padre le dice así a mi primo? Aquel saludo me resultaba simpático, pues cuando mi padre saludaba a Anís con su ¡Hakim!, Anisito respondía sonriendo, con el mismo saludo, ¡Hakim! Cuando le pregunté, mi padre me explicó que en árabe (o arábigo como se denominaba antiguamente), Hakim significa doctor, médico, hombre sabio.

Entre mi padre y Anisito existía una química especial. Ambos eran médicos, graduados de la Universidad de Santo Domingo en 1951, mi padre, y de la UASD, 20 años después, mi primo.

Ambos partieron a New York, para profundizar sus conocimientos y ejercer la medicina en New York. Mi padre en cirugía general en el Bellevue Hospital y en el Knickerbocker Hospital durante los años 1951-1955 y Anís en medicina interna y cardiología en el St. Clare’s Hospital, en el Ovelook Hospital de New Jersey y en el University Hospital de Columbia, durante los años 1972-1979.

Mis primeros recuerdos de Anisito, 11 años mayor que yo, están situados en dos ambientes.

El primero, la casa de sus padres, en la Lincoln casi esquina Gustavo Mejía Ricart, hogar que visitábamos junto a nuestros padres para compartir con nuestros tíos y primos Hamlet Salim (Chito), Wadhi, Anís, Salima, Samyra, Ricardo y Nadim (Yoryi).

El otro, cuando “el flaco”, así le llamaban sus hermanos cuando joven, llegaba con su novia y compañera de toda su vida, Norma Sainz, al play de softball que teníamos en el barrio donde vivíamos, localizado en la Pastoriza con Manuel de Jesús Troncoso.

Cuando Anisito pasó el “Foreign”, como le llamaban al US Medical Licensing Examination que debían aprobar los médicos extranjeros para poder practicar la medicina en los Estados Unidos, partió a New York y de él sólo recibíamos noticias sobre su exitoso desempeño profesional.

Anís regresó al país en 1981, asumiendo la cátedra de Cardiología en la UNPHU durante los años 1981-1987 e ingresando a la Clínica Abel González desde que llegó al país.

Un año antes yo había partido hacia New York, a la Universidad de Columbia, para mis estudios graduados en economía.

Cuando regresé al país a finales de 1983, volví a encontrarme con mi primo.

Desde que llegué me llamó para invitarme a participar en el Grupo de los Jueves que presidía y sigue presidiendo, nuestro querido amigo Frank Rainieri.

Cuando Anís me explicó cómo funcionaba y lo que allí se hablaba, los códigos, los compromisos, la confidencialidad, me dio la impresión de que aquello era una especie de sociedad secreta dominicana parecida a los Masones o los Iluminati.

Pero estaba equivocado. El Grupo era y es una especie de encuentro de “jóvenes menores de 70 años de edad”, preocupados por el futuro de la nación que se reúne semanalmente, con o sin invitados, para analizar los problemas del país e incidir, cada uno desde su ámbito, en la solución de los mismos.

Fue en ese momento que descubrí que mi primo Anís no sólo fue un médico eminente, entregado, y humano de muchos hombres y mujeres de nuestro país a quienes salvó sus vidas o acompañó con la paz que él era capaz de transmitir a aquellos que el Señor prefería tener a su lado.

A Anisito, como médico de la familia, lo vi dedicar años de su vida al cuidado de mi tío Juan, mi primo Johnny, y de nosotros sus primos.

¿Ya fuiste donde Anisito? ¿Qué dijo Anisito? eran preguntas naturales que surgían automáticamente en el seno de nuestras familias cuando alguno tenía algún problema de salud. Y por las muestras de solidaridad y de pesar que se vieron con su fallecimiento, pude comprobar que para miles de familias dominicana la experiencia fue similar.

Grandes hombres y mujeres de nuestro país confiaron en este hombre sabio de la medicina dominicana.

Balaguer, Peña Gómez, Don Alejandro, para sólo mencionar tres. Nunca olvidaré aquella foto gigantesca en el vespertino Última Hora de mi primo Anisito sentado junto al Dr. Peña Gómez en un avión que llevaría al líder del PRD a un chequeo médico en Cleveland luego de sufrir problemas cardiovasculares.

Lo que mucha gente no sabe es que Anís no limitó su servicio a la salud de las personas. Anisito, quien había tenido la oportunidad de vivir casi una década en los EUA, sabía de las grandes precariedades que existían en nuestro país, no sólo en el ámbito de los servicios de salud sino en todos los servicios sociales. Fue en el Grupo de los Jueves que conocí al Anís médico de la Nación.

Nunca podré olvidar aquella llamada que recibí de mi primo a principios de 1989 para decirme que Jesús Feris Iglesias, Albertico Santana y él estaban muy preocupados por las serias divergencias que tenían el Dr. Peña Gómez y el Lic. Jacobo Majluta en torno al proceso convencional para elegir al candidato presidencial del PRD para las elecciones de 1990.

Anisito me pidió que me integrara a lo que más adelante sería conocido como la Comisión Mediadora por la Unificación del PRD, que Anís encabezaba como Presidente, y de la que formaban parte, además de sus entrañables amigos Jesús y Albertico, José Israel Cuello, Rafaelito Alburquerque, el Coronel (r) Miguel Hernando Ramírez y Frank Rainieri.

Largas semanas dedicó Anís y los que lo acompañamos en aquel esfuerzo que perseguía abrir las puertas al cambio generacional en la política, para que líderes jóvenes como Peña y Jacobo, pudiesen suceder a líderes que como Balaguer y Bosch tenían derecho a un merecido retiro.

Lamentablemente, la Comisión Mediadora presidida por Anisito, no pudo curar las heridas abiertas en el corazón de dos hermanos perredeístas.

Anís no se dio por vencido y junto con Jesús, Frank y José Israel, motorizaron una iniciativa que perseguía motivar a la sociedad sobre el necesario cambio generacional en el liderazgo político del país. Fue así, gracias a la tenacidad de este médico de la Nación, que surgió MODERNO.

Mientras estuvo con nosotros, aún consciente de sus problemas de salud, Anís no descansó en su lucha por una mejor República Dominicana. Interno en la Clínica Abel González, me enseñó su nombramiento como Director de Finanzas del Comando de Salud del Proyecto Hipólito Mejía 2012-2016.



El país ha perdido un hombre sabio y bueno. Es muy grande el dolor que la partida de Anís ha dejado en su esposa Norma, sus queridas hijas Farah, Mariel, Raquel y Norma, sus nietas, hermanas y hermanos. Pero también en nosotros sus primos.

Por eso, cuando Farah, su hija mayor, me preguntó si quería decir unas palabras antes de que los restos de mi primo hermano fuesen enterrados, no pude decir que sí. Sabía que si aceptaba, con la voz quebrantada por el dolor, lo único que habría podido emitir era un inentendible “Adiós, querido Hakim”. I

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