Por: Camelia Michel
Lunes, 12 de Septiembre 2016
La decisión de premiar a Mario Vargas Llosa contra
viento y marea, es uno de los peores abusos que se pueden contabilizar en el
prontuario de agresiones y desaciertos del presente gobierno en contra de la
sociedad dominicana. Es un acto lesivo a
la dignidad nacional en cualquier escenario o momento en que fuere llevado a
cabo, y resulta particularmente injurioso que se tome como marco la feria
internacional del libro dedicada a la insigne poeta Salomé Ureña de Henríquez.
A todas luces constituye un contrasentido que se
rinda homenaje a un personaje nefasto y particularmente adverso al pueblo
dominicano como el escritor de marras, en una actividad que pretende enaltecer
la memoria de tamaña poeta y educadora, quien dejó constancia en todos los
aspectos de su vida de un amor patrio repleto de contenido. Salomé es la
cantora por excelencia de nuestra nación, y la educadora que trilló un camino
lleno de luces y dignidad para la mujer dominicana, la misma que ha recibido
toda clase de vituperaciones en la detestable novela La fiesta del chivo.
Por si la gente lo ha olvidado, a la pluma
mercenaria de Mario Vargas Llosa podemos agradecer la publicación del artículo
Parias en El
Caribe, en el periódico El País, en el cual se tergiversa el
sentido de la Sentencia 168-13. En dicha “pieza literaria” además de llamar
“nazi” al pueblo dominicano, se acusa a nuestros antepasados de participar en
la matanza dirigida por las huestes trujillistas contra migrantes haitianos
residentes en la frontera.
Mario Vargas-Llosa |
No me gusta decir a los demás lo que deben o no
hacer, ni formular juicios o denuestos contra quienes no piensan o actúan como
yo, pero tengo todavía la urgencia de encontrar las palabras, los conceptos, la
explicación precisa que me haga entender cómo la gente pierde la capacidad de
reaccionar, de reflexionar o de enfocar correctamente las situaciones que le
son lesivas.
La mera posibilidad de que venga Vargas Llosa a
recibir un premio en República Dominicana, otorgado por nuestras flamantes
autoridades, es un insulto al pueblo dominicano y en especial a la clase
pensante: intelectuales, creadores, escritores, poetas, quienes no han sido
capaces de articular una respuesta que ponga freno a este abuso. Luego de
varios años de trabajo desde la trinchera nacionalista, todavía sigo sin muchas
respuestas a las preguntas que me martillean.
Yo, particularmente, he decidido eximirme de
participar en la programación de esta feria, razón por la que me disculpo con
algunos amigos de Cultura que me han invitado a tomar parte en actividades planificadas.
Reitero que no es nada personal, pero creo que sumar mi voz poética en esta
circunstancia es contribuir con una causa lesiva a mi país y a la verdadera
esencia cultural nuestra, por lo que voy a hacer mutis por el foro.
Honestamente, no creo que el nombre de Salomé Ureña
deba servir de mampara para mancillar a
este pueblo.
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