lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Cuál será el porvenir?...


Las ilusiones Perdidas; las esperanzas Rotas


Por Manuel Núñez Ascencio

En las vísperas del  Año Nuevo del  2016,  hacemos un balance de todos los desafíos por los atraviesa nuestro país. Nos formulamos sobre  
las preguntas acerca  de las nuevas contiendas  que nos pondrán ante un cambio de mandos el 15 de mayo del año que se inicia con pies de plomo.  Nos enfrentamos, igualmente, ante la incapacidad de prever cuáles serán las consecuencias de las decisiones que se han tomado en el presente.  Decisiones gravísimas que  llevan ya dos años.
·      La prohibición de las deportaciones de ilegales por el decreto 327/13, que ha  desmoralizado a las autoridades encargadas de ejercer el control migratorio
·        La aprobación sin referéndum de  la ley 169/14 que asumió como dominicanos a los hijos de extranjeros no residentes, y entregó residencia a 288.466 indocumentados haitianos en flagrante violación de la legislación migratoria.
Ante un Gobierno que le ha dado la espalda al control migratorio,  que se ha olvidado de las conquistas sociales del pueblo dominicano,  de los yacimientos de empleos y de  su derecho al gobierno propio,  ¿Cuál será  el porvenir?
Con semejantes antecedentes , ¿podremos sustentar la independencia de 1844 dentro de veinte años? ¿cuál será el futuro de los campesinos dominicanos, excluidos del empleo masivamente? ¿Qué haremos con los trabajadores de la construcción, sin seguridad laboral, de resultas de la introducción masiva de haitianos? Contamos con estadísticas de cómo se excluye, copiosamente, al dominicano de todas las actividades laborales, informaciones extraídas del Ministerio de Salud explican con cifras,  las proporciones del  cuantiosísimo presupuesto que se invierte en esta migración (supera el 30%) , y lo propio se ha producido en educación y en atenciones a la niñez en las distintas instituciones que se ocupan de esta población.
En una circunstancia de crisis que mantiene a una buena porción de dominicanos  en la pobreza extrema, la colonización del territorio por parte de una población extranjera no contribuye al bienestar del conjunto de la sociedad. Antes al contrario, vuelven aún más precario el empleo cuyos montos salariales no crecen; se vuelven escasos; y lanzan al dominicano más pobre, a la descomposición social.
La inmigración haitiana se halla en el corazón de todas las políticas sociales. No puede establecerse una política de empleo,  con fronteras abiertas y sin un estricto control de la población extranjera diseminada ilegalmente en el país. No puede sustentarse una política de salud, que consolide nuestros logros y mantenga el turismo, base de la economía nacional, importando enfermos del país con mayores cantidades de enfermedades del continente.
 No es verdad que destruyendo todas las  conquistas sociales de los dominicanos más pobres, contribuyamos al desarrollo y progreso de nuestro país.  No  es verdad, que para ser altruistas,  que para ser humanitarios  debamos entregarle la soberanía a esta inmigración: los empleos, las escuelas, el territorio, los bosques y finalmente,  permitir que se suplante a nuestro pueblo en el registro civil. Es decir, actuar con suprema inhumanidad contra nuestro propio pueblo.
Los cínicos plantean que esta inmigración enriquece a la República Dominicana.  Vale decir, que el ejercicio del vudú, estructura mental y trascendente de esta población,  la zombificación y sus hábitos de vida, en los que echa de ver, una lucha brutal contra el medio ambiente y un comportamiento  depredatorio que se ha mantenido inalterable, desde  el proceso de su independencia en 1804, tiene repercusiones positivas en la sociedad dominicana.
Enfrentados a los propósitos de los haitianos, metidos en el remolino de su descomposición nacional y sin sustento para su población , no cesamos de preguntarnos  ç¿tiene el pueblo dominicano derecho a la felicidad, a disponer de su destino sin que la barbarie exterior se inmiscuya en su destino ? ¿ Cómo será  el porvenir? Es la pregunta que se hace Jacques Attali ( Peut on prevoir l`avenir, Paris, Fayard, 2015). Ante los hechos, nos encontramos con dos tipos de predicciones políticas.
·      Los que pronostican un mundo ideal, salido de la aplicación de ideologías milagrosas o de los experimentos sociológicos que se hallan en su imaginación.
·      Los que predicen catástrofes, esperando que  el vaticinio ayude a evitar lo peor; son las predicciones que movilizan; los pronósticos que nos hacen pensar en las consecuencias que afrontarán las generaciones  venideras.
Dejando  de lado las estafas de la futurología, de  la astrología y otras supercherías, el pensamiento del autor queda compendiado  en algunas recomendaciones breves, como las palabras de los gurús del Oriente. Según esto,  Hay tres tipos de previsiones: prever por sí y para su familia; prever para su comunidad y su empresa; prever para el Estado y la nación. En lo que toca a nuestro país, puede condensarse en cinco factores:
1)  ¿Cuáles son los elementos de nuestra personalidad: valores, creencias: nuestra identidad como pueblo? ¿Que hacemos para sustentar la sociedad y la nación, cuál es  el porvenir de nuestra demografía?
2)   Identificar los agentes que influyen en nuestra vida. ¿ cuál es su proyecto? ¿ qué harán los amigos y los enemigos a favor o en contra de nosotros?
1)   ¿Cuáles son los acontecimientos más verosímiles que ocurrirán en mi entorno? ¿cuál es el  proyecto del Gobierno con relación al país? Una nación que no tiene una visión de lo que será en veinte años se convierte en juguete de la historia. la ausencia de proyectos contribuye a vaciar la política de su contenido. ¿cómo será el país del 2026?

Mirada la cuestión desde otro punto de vista, descubrimos nuevas luces, nuevas anticipaciones. Según Edgar Morin ( Sociologie peut elle prevoir, Toulouse, 2000) podemos prever ; no predecir. Contamos con encuestas, sondeos, estudios que pueden constituirse en mecanismos de explicación que  desvanezcan las especulaciones.  Hay, sin embargo,  dos ideas que se han derrumbado.
1.    La creencia en el progreso de la humanidad, la idea según la cual a pesar de  los tumbos y retrocesos, la sociedad siempre avanzarían irreversiblemente hacia  un porvenir mejor se ha desmoronado  completamente. El movimiento ascensional de la historia de la humanidad se ha vuelto obsoleto. El socialismo soviético y las sociedades industriales quedaron perturbadas por el desempleo, las crisis económicas y finalmente el derrumbe de la Unión Soviética. Como dice Alcestes, los dioses nos reservan muchas sorpresas y lo que llega es el imprevisto.
2.    Podemos decir que el porvenir se halla en germen en el presente. Hay unas tendencias que anuncia el futuro. ¿ cómo conocer lo que se fermenta en el futuro? ¿ Podemos prever la decadencia, el desastre?  Hay siempre un retraso de la conciencia para interpretar los acontecimientos. El conocimiento del pasado esclarece el presente. El sentido de los acontecimientos se modifica con el paso del tiempo. En el presente nos hallamos ante transformaciones rápidas y ante la falta de soluciones.
¿ Qué ocurrirá con los habitantes de una isla superpoblada por dos naciones, de las cuales hay un Estado fallido, colapsado, con su territorio devastado, que para sobrevivir traslada su crisis al otro extremo de la isla, es decir, a nuestro país? ¿ Cuáles serán las consecuencias demográficas para nuestra población?¿ podremos  sobrevivir al ataque que supone la importación de todas sus enfermedades: malaria, cólera, SIDA,  al enjambre de  enfermedades producidas por los vectores  el  agua, los  insectos y los animales? ¿ Seremos sepultados por la tragedia? Tenemos un conocimiento fragmentario de todas estas causas que interactúan en el presente : libramos al mismo tiempo una batalla jurídica para mantener el control de nuestro destino; una guerra diplomática, para mantener nuestro reconocimiento internacional como nación independiente; una contienda social que preserve las estructuras de nuestra sociedad; una cruzada por el medio ambiente  que salvaguarde  los bosques , los ríos y el territorio; todos esos factores de incertidumbre actúan al mismo tiempo, y podrían llevarnos a nuestra disolución.
El pueblo  dominicano asiste a los funerales de su declaración de Independencia. El proyecto de nación que ha asumido el Gobierno y los partidos se ha olvidado de la soberanía. La desintegración del mundo campesino , la importación de la deforestación de Haití, el narcotráfico, el tráfico de armas, la inseguridad, el deterioro de Estado nación sigue en pie, la misión que ha asumido todo estos grupos es liquidar el Estado nación, en vista de ello, se han asociado los grupos económicos, en el famoso Plan Quisqueya,  con inversiones que anulan la fronteras entre ambos países.  La integración como fórmula federativa será ,paradójicamente, una desintegración. La impotencia de la comunidad internacional para solucionar la crisis haitiana convierte a esta población en una amenaza al destino dominicano. Al  pueblo dominicano se le están imponiendo políticas en contra de su existencia como nación independiente.
La tragedia que viene ha sido anunciada hace tiempo.  Por más que ignoremos estos hechos,  las causas que mueven, en secreto, los grandes acontecimientos no desaparecerán. Actuar con suprema inconsciencia refuerza el sentimiento de inseguridad y de abandono que ya sienten los dominicanos. Ante el desafío que nos plantean los tiempos, la respuesta ha sido la impotencia, la irresponsabilidad, la ambigüedad, la indecisión, el aplazamiento sine die de una política de defensa diplomática.
El porvenir se les va de las manos a los actores, en el momento en que se niegan a conocer y a interpretar las realidades que se hallan delante de sus ojos. El futuro se construye en un presente de  renuncias y abandonos. Cuando en  un mismo territorio se desvanecen las fronteras entramos en la confrontación. Tal es lo que ocurre entre israelíes y palestinos, la ausencia  de fronteras  que defina el espacio de la soberanía de cada nación  los ha llevado a un conflicto permanente, y cuando eso ocurre la única salida, al parecer,  es la guerra civil.










.












No hay comentarios: