domingo, 10 de octubre de 2010

Retablo de barrio


19 Diciembre 2009
LECTURAS CONVERSANDO CON EL TIEMPO POR JOSÉ DEL CASTILLO PICHARDO

Una fiesta de barrio en casa de Blanquita Sanz.

Una fiesta de barrio en casa de Blanquita Sanz, en la calle La Guardia a pocos pasos de La Voz Dominicana, probablemente en 1957, seguro en los días de la Semana Aniversario de ese palacio tele radio difusor que encandilaba con su magia nuestra inocencia, con su desfile de rutilantes estrellas internacionales del mejor cartel del cine, la música, la canción y el humor hispanoamericanos. Contratadas por la empresa de J. Arismendi Trujillo Molina, el célebre Petán. La foto, un tesoro escondido en el baúl de los recuerdos de Felipe Acosta, el Gladiolo, fotógrafo, activo promotor entonces del Cine Club Dominicano y de Driscoll Films, un proyecto para enrolar a jóvenes estudiantes en la industria de los sueños que fue Hollywood.

De izquierda a derecha, en primer plano y acuclillados, figuraban Macky de Peña Tactuk, hijo de Eliseo de Peña -director de la división de televisión de La Voz Dominicana- y Estervina Tactuk, hija de Elías, hermano de Marún, inmigrantes libaneses aposentados originalmente en el Cibao. Este ultimo establecido en Constanza, dueño de almacén, farmacia y bazar, era amigo de mi familia Pichardo Sardá, que tenía cabaña de veraneo en ese valle espectacular. Ya exitoso profesional, el arquitecto Macky de Peña -hermano de las hermosas Katia y Mirna- diseñó la torre Profesional del complejo urbanístico V Centenario y el Edificio de Parqueo del Banco Central. Siguiendo en primera fila aparece quien esto escribe -el menor del grupo de festejantes- con camisa a cuadros sosteniendo en los hombros el brazo derecho de una joven de estampada sonrisa, cuyo codo descansa en la rodilla oportuna de Lalito Sánchez, compañero de barrio, luego economista, quien fungiera como asesor de las secretarías de Finanzas y de Industria y Comercio. Su padre don Eladio Sánchez fue un genial caricaturista que colgaba sus propias creaciones en el pasillo de La Cafetera Colonial de El Conde.

En segunda fila, también en cuclillas, Andrés "Mac" Cordero, compañero lasallista vecino de la Casa Vapor, hijo del propietario de la HIG y pionero del rock & roll en el país junto a los Maney Henríquez, Walterio Coll, Angel Lavandero, Jorge Taveras y Pedritín Delgado. Mac se destacó en la radio y la televisión como animador de programas estelares, falleciendo a destiempo en Miami. A su lado, con gafas oscuras y en pose de El Pensador de Rodin, el escultor William Dorado, cuyo padre operó la Fundición Dorado sita detrás del Cementerio de la Máximo Gómez, dedicada al modelado y fraguado en bronce de bustos y trabajos de calidad artística durante la Era de Trujillo, oficio que con dignidad heredó nuestro amigo. Culminando este plano, tocado con sombrero de vaquero al estilo James Dean del film Gigante (1956), que impactó a la juventud con su desenfado provocador, Leonte Brea, a la sazón estudiante del Teatro Escuela Arte Nacional (TEAN). Hoy un brillante profesional de la psicología y las ciencias políticas con estudios doctorales en la UNAM de México, docente, columnista y escritor. Uno de los cerebros analíticos mejor dotados con que cuentan los estudios políticos en el país.

En la tercera fila, de pie, Manelí Echavarría, hermano de Rubén Darío, actor de primera categoría -quien solía presentar magistralmente a Manolo Tavárez Justo en los mítines de la Agrupación Política 14 de Junio que se celebraron en el Parque Independencia- y de Vinicio, otro de los dirigentes del Comité Central de esa memorable organización revolucionaria que encuadró a parte de los mejores talentos de la juventud dominicana. Las hermanas de los Echavarría fueron a mitad de la década del 40 del siglo pasado decididas militantes de la Juventud Democrática que enfrentó en las calles a la dictadura de Trujillo, en el interludio de tolerancia bruscamente cerrado por la Guerra Fría. Con gafas Gustavo Tirado, parte de una destacada familia encabezada por don Luis Tirado, que aportó reputados profesionales en las ciencias agronómicas y en la conducción de los programas de la secretaría de Agricultura. Su hermano César -fallecido en la flor de la vida- fue mi entrenador de natación y clavadismo en la piscina del Jaragua. Gustavo se especializó en el Instituto Tecnológico de Monterrey y fue fundador del Instituto del Tabaco, con estación experimental en Pontón, La Vega.

Al lado de Gustavo, la anfitriona Blanquita Sanz, quien estudiaba para la época arte dramático en el TEAN, quien luego tendría establecimientos como el night club La Barrica de la 27 de Febrero, un popular centro por el cual desfilaron importantes figuras del arte nacional. Apoyada por la mirada melancólica de Miguel Alfonseca Sorrentino, nuestro querido Miguel, avecindado en la Padre García frente a la Caribbean y luego al lado de mi casa, en el hogar de Martha Jane. Estudiante de teatro, también de ballet -que dominaba como arte primario con destreza peculiar-, Miguel se involucró en las actividades antritrujillistas, por lo cual pagó con cárcel en La Saona. Militante de izquierda en la transición, fue un ángel animador del grupo Arte y Liberación que capitaneaba Silvano Lora, del cual era yo una suerte de mascota. Poeta de los mejores de su generación, narrador efectivo, su cuento El regreso de los trajes blancos retrató con trazos perfectos el sentido del triunfo de Balaguer frente a Bosch en las elecciones de 1966, simbolizado por el retorno del trujillismo al poder. Licuado el fuego de la rebeldía por el trabajo publicitario en el cual destacó como otros para ganar el pan -René del Risco, Iván García, Rafael Vázquez-, Miguel culminó su vida en esta tierra como sumo sacerdote de los Herméticos, una orden dedicada a la reflexión mística.

Parcialmente tapado por Miriam, prima de Blanquita, aparece Víctor Núñez Keppis, residente en la Martin Puche, hijo de un oficial de la Policía Nacional retirado y de su amantísima madre Caridad. Víctor -quien estudiaba Medicina en 1959- fue uno de los que encabezó el Movimiento Nueva Trinitaria en contra de la tiranía, por cuyas acciones fue a parar con sus huesos a la cárcel por 9 meses. Casado joven, se ocupó durante 20 años como visitador a médico, para luego instalar una fábrica de conos para las barquillas de helado. Graduado de abogado, mantiene actualmente una operación agropecuaria. Con camisa a cuadros, Micky Cohen, hijo de doña Haydee Seijas, quien también incursionaría por unos 15 años en las actividades de visitador a médico para la promoción y mercadeo de fármacos, moviéndose posteriormente hacia una industria de productos de limpieza.

Casi apoyándose en su hombro, Felipe Acosta, un personaje de excepción. Inteligente, persuasivo, precoz, fue durante la Era de Trujillo secretario -mecanógrafo archivista- del juez Emilio Pérez Tejeda, emparentado con la familia Caamaño. Con el descubrimiento del complot de la Nueva Trinitaria, su madre, aconsejada por Nieves Luisa Trujillo, su amiga, lo sacó del país hacia los Estados Unidos. Gladiolo trabajó en Nueva York por décadas, en Puerto Rico en negocios de cash & carrie, en La Florida en la operación de yates de millonarios, hasta que se enlistó en el US Navy, laborando en un buque cisterna en la flota del Mediterráneo que alimentaba de combustible a las naves de la armada. Participó en la guerra del Golfo Pérsico, por cuyos méritos fue condecorado por el gobierno norteamericano. También ingresó a la marina mercante, gracias a gestiones de su amigo Nobel "Bel" Colombo. Perfumier, su caja de esencias sirvió como habitáculo pedagógico para que las jóvenes y los jóvenes descubrieran los misterios odoríferos. Poseía, como el personaje que Al Pacino encarna en Esencia de Mujer, el don del olfato agudo, el buen sentido de la elegancia, la pulcritud y el afecto de la solidaridad.

Cerrando este retablo de entrañables recuerdos, encontramos a Augusto Peignand, criado en el entorno de la avenida Francia. Formado en la escuela de excelencia del Citibank, fue uno de los ejecutivos principales del Banco del Comercio, luego del Banco Hispanoamericano que lideró Víctor Livio Cedeño. Presidente de Agefisa, dirige con acierto la Asociación Dominicana de Agencias de Cambio (ADOCAMBIO), habiendo jugado roles de gran responsabilidad en el manejo prudente de las operaciones de este sector, pieza clave de la estabilidad macroeconómica. Un consagrado numismático, coleccionismo que cultiva con sus hijos.

A la fiesta llegaron tarde José Aníbal Cruz García, hijo de Cruz, quien ponía las inyecciones en la capital con manos de seda, hoy médico psiquiatra de prestigio con estudios en Santo Domingo, España y Estados Unidos. Billy Gutiérrez, fisicoculturista, judoca, mi primer entrenador en su gimnasio casero en la Galván. Y Plinio Pina Peña, quien tomó la foto, historiador y arqueólogo graduado junto con Marcio Veloz Maggiolo en la Complutense de Madrid, fundador del Museo del Hombre Dominicano.

1 comentario:

Spina dijo...

Me encantaría sentarme con Ud a oir toooooodas las historias que me pueda contar sobre mi padre, Plinio Pina.