Angel Miolán:
El patriarca
injuriado
Juan Bosch y Angel Miolán en el 1961 |
El domingo 28 de noviembre de
1965 el consejo nacional de disciplina del PRD decidió expulsar de sus
filas al veterano dirigente perredeísta Ángel Emilio Miolán Reynoso, acusado de
haber violado la línea política de la organización durante la Guerra de Abril
de ese año.
La decisión causó revuelo, pues era
un dirigente excepcional que en numerosas ocasiones había puesto en peligro su
vida, luchando por la libertad, la democracia y el bienestar del pueblo
dominicano.
Para el ciudadano común resultaba
difícil comprender la conversión de héroe a villano de este dirigente que había
sido el vocero de la conocida “Comisión de la Libertad” que llegó al país desde
el exilio el 5 de julio de 1961 a organizar el partido blanco, aprovechando
el ambiente de libertad restringida que él contribuyó a crear después de
la muerte de Trujillo.
Era totalmente inexplicable su
separación del PRD, donde se había desempeñado como su presidente elegido en su
primera convención nacional, efectuada el 21 de octubre de 1961 en el
cine-teatro Ozama de la ciudad capital.
Pues en este partido…no sólo había
sido su principal organizador, sino que se le consideraba -por su inagotable
capacidad de trabajo- como el estratega del triunfo alcanzado por sus
candidatos en las elecciones del 20 de diciembre de 1962, incluido Juan Bosch.
Juan Bosch, Enrique Cotubanamá Henríquez, Juan Isidro Jiménez Grullón y Angel Miolán en Cuba en 1948 |
Miolán estuvo en la presidencia del
PRD hasta el 25 de octubre del año 1964, cuando fue sustituido por Bosch en la
tercera convención nacional ordinaria que hizo esta entidad en su casa
nacional, en el sector de Gascue, estando ambos exiliados en Puerto Rico.
En ese evento su nombre no fue
presentado a ningún cargo directivo, se le marginó totalmente de la dirección
política, con lo cual quedaba en evidencia su pésima relación con el líder del
partido.
Su camaradería con Bosch se había
resquebrajado. El deterioro de esa antigua amistad, de manera discreta comenzó
a manifestarse con la inauguración del gobierno perredeísta que no le
confirió puesto ejecutivo, ni asesoría en una sola de las tantas oficinas del
Estado, como es costumbre en quienes dirigen el partido oficialista en la
República Dominicana.
Se puede decir sin exagerar que en
ese gobierno fue tratado con cierta indiferencia, y que el partido bajo su
mando fue ignorado, disminuido y conducido a la inactividad; hasta el punto que
cuando Bosch fue derrocado, los locales partidarios -por orden suyas- operaban
sólo como escuelas.
Las contradicciones
internas
El juicio contra el antiguo
dirigente perredeísta se llevó a cabo durante la mañana del 28 de noviembre de
1965 en su local de la avenida Independencia esquina Cervantes; exactamente,
donde funciona la sede principal del Partido de la Liberación Dominicana.
En ese lugar estaban presentes unas
150 personas, entre dirigentes, militantes, periodistas y unos cuantos
curiosos, pero el inculpado inexplicablemente brillaba por su ausencia; aunque
más tarde explicaría -en declaración pública- que no asistió a dicho juicio
porque no fue notificado, negándosele el sagrado derecho a la defensa.
Miolán calificó de “vagas e
inconsistentes las imputaciones falaces en su contra, fruto -según su
apreciación- de la calumnia y la mentira de sus acusadores”, quienes
habrían apelado al uso de armas indecorosas para atacarle, en “muestra típica
del canibalismo político con que algunos estaban prostituyendo las normas de
altura y dignidad del partido del pueblo”.
Ante su ausencia del juicio, y en
señal aparente de respeto a sus derechos, el consejo de disciplina del PRD
designó como abogado de oficio a Juan Onofre Holguín, quien más que su
defensor, parecía ser el auxiliar del fiscal y presidente del comité del
distrito del PRD, doctor Máximo Lovatón Pittaluga, pues había sido comisionado
por la alta dirección del partido para airear las faltas a la disciplina
interna que atribuían al veterano dirigente político.
El plan contra el expresidente del
PRD se hizo público mucho antes de la convención de 1964, pero la intención en
realidad no era tanto expulsarlo, sino aplacar su resistencia a ser relevado de
modo provisional por el viejo luchador antitrujillista Máximo Ares García
(don Pasito), cuando Miolán alegaba que su mandato como principal ejecutivo del
partido culminaba el 21 de octubre de 1966.
La rebeldía de este dirigente
aumentó con la celebración de dicha convención y su sustitución por el
profesor Bosch en la presidencia del PRD, provocando que el
comité del distrito volviera a considerar el apremio de someterlo al consejo
disciplinario.
Pero lo que rebosó la copa, o colmó
la paciencia de Bosch y los altos mandos del PRD fue un documento publicado el
11 de noviembre de 1965 en los diarios nacionales, firmado por el influyente
comité provincial de Santiago, presidido por el distinguido empresario
farmacéutico Germán Polanco, que llamaba a la unidad interna y a la reedición
del binomio Bosch-Miolán, considerando el éxito que obtuvo en la dirección de
la campaña electoral de 1962.
El documento abogaba por la
celebración de una convención en un plazo de 90 días para sustituir a los
miembros del comité ejecutivo nacional, por ser supuestamente sectarios e
incompetentes, además de un plan de trabajo que sacara al partido de la
postración en que se encontraba.
Este manifiesto conmovió a Bosch y
a la élite partidaria, ya que no esperaban tal desafío, acompañado de una
crítica severa a su inactividad política, al decir que el perredeísmo no estaba
hecho para el letargo y era necesario movilizarlo y prepararlo a todo
vapor, a fin de obtener la mayor de las victorias en las elecciones
de 1966.
Este documento advertía además que
mientras los perredeístas estaban con los brazos cruzados, Balaguer no perdía
su tiempo y organizaba sus tropas para la lucha comicial; subrayando que
el PRD tenía derecho a enorgullecerse con sus hazañas, pero le estaba prohibido
dormirse en sus laureles.
El manifiesto de Santiago estaba
además firmado por dirigentes emblemáticos como José Saúl Petitón, secretario
general del comité provincial; Félix María Santos, secretario de actas y
correspondencias; Ramón Evangelista Jorge, secretario de asuntos electorales; y
Rigoberto Núñez, secretario de asistencia social.
También Miguel Antonio Rodríguez,
secretario de asuntos campesinos; José Apolinar Polanco, secretario de
relaciones públicas; Evelio Pérez Molina, secretario de cultura y propaganda, y
Antonio Jiménez, secretario de organización.
A esa posición se sumaron de
inmediato los dirigentes de los subcomités de los ensanches Libertad y Román, y
de los barrios Pueblo Nuevo, El Congo, El Egido, España, Los Pepines, Villa
Belén, Hoyo de Lima, Baracoa y La Otra Banda.
Igualmente, los comités municipales
de San José de las Matas, Mao, Castañuelas, Villa Vásquez, Navarrete, Jánico,
Guayubín, Esperanza, San Pedro de Macorís, Puerto Plata, Luperón, Sosúa,
Pimentel, Castillo y Salcedo.
Para evitar que la euforia
miolanista se extendiera por todo el país, obligando a variar sus planes, la
alta dirección del partido aplicó medidas represivas a varios de los firmantes,
obligándolos a retractarse, evitando ser sancionados y expulsados de su
organización.
Asimismo, el comité del distrito
decidió apresurar el juicio contra Miolán, agregando a su expediente la
imputación de haber observado una conducta desleal a los principios del partido
durante la guerra civil de 1965, al solicitar la intervención de
la Organización de Estados Americanos (OEA), mediante una acción
multilateral en el plano diplomático (no militar) que detuviese -por la
abrumadora cantidad de civiles muertos- el genocidio producido por las tropas
del general Antonio Imbert con su “operación limpieza” en la
zona norte de la capital, a mediados de mayo de 1965.
Miolán estaba en Puerto Rico en ese
momento y la visión que tenía era que se estaba produciendo una verdadera
masacre en suelo dominicano; por lo cual se trasladó a Venezuela, visitando
allí al presidente Raúl Leoni y a su ministro de relaciones exteriores y futuro
jefe de Estado, Jaime Lusinchi, quienes eran sus amigos personales y con
quienes conversó en torno a los acontecimientos de Santo Domingo, resaltando
ante ellos la hegemonía de las fuerzas democráticas en las filas
constitucionalistas y convenciéndolos de hacer algo que pusiera fin
a la referida matanza.
Miolán conocía muy bien a
Venezuela, porque su vida en el exilio discurrió entre ese país y México,
acumulando en ambos lugares muchos afectos y relaciones políticas de alto
nivel, que contribuyeron a incrementar la solidaridad con la causa
constitucionalista, ya que por iniciativa suya se formó un comité coordinador
de los partidos de la izquierda democrática que hizo un vigoroso
pronunciamiento en apoyo a la Revolución de Abril.
De acuerdo a Miolán, Bosch estaba
detrás del comité del distrito en esta acusación, pues sostenía que “un
asunto de ese calibre sólo podía caminar dentro de las estructuras
vigentes del perredeísmo, contando con el visto bueno del profesor”.
Decía también Miolán que “ningún
dominicano consciente puede creer que el compañero Bosch esté desvinculado de
la iniciativa del comité del distrito”, advirtiendo “que éste
cargaría con la mayor parte de la grave responsabilidad histórica del deterioro
que pudiera producir en la unidad del PRD”.
Otras imputaciones
A Miolán se le cuestionaba
por fomentar el grupismo en la relación de su partido con la Federación
Nacional de Hermandades Campesinas (FENHERCA), una organización muy poderosa
que contaba con unos 3 mil dirigentes en todo el territorio nacional y que
representaba a un millón doscientos mil personas.
Esa entidad era un brazo político
del partido blanco, al igual que la central sindical de trabajadores
dominicanos FOUPSA-CESITRADO, y era dirigida por el exdiputado César A. Roque
Taveras y el licenciado Eduardo Stormy Reynoso Sicard, que ocupaban los puestos
de presidente y secretario general, respectivamente.
Otros dirigentes eran Julio Landrón
Melo, secretario de organización; Juan Cosme Penzo, secretario de bienestar
social; Jesús María Mella, secretario de asuntos económicos; Pedro Encarnación
Cáceres, secretario de finanzas; y Sally Macdonia Acosta, secretaria de actas y
correspondencias.
A Miolán también se le acusaba de
apadrinar en el exilio una organización de seccionales perredeístas que
había objetado el “Pacto de Río Piedras” que el 30 de enero de 1965 firmaran el
profesor Juan Bosch y el doctor Antonio Rosario, en representación del PRD
y el Partido Revolucionario Social Cristiano, para luchar por la vuelta a
la constitucionalidad sin elecciones.
En ese grupo miolanista
participaban el expresidente del Senado, doctor Juan Casasnovas Garrido; la
exsenadora Thelma Frías; Virgilio Gell, exjefe del cuerpo de ayudantes del
presidente Bosch; Nicolás Garrido, Luis Lezcano, Roberto Farías y Julio Mejía.
Según el referido expediente,
Miolán habría violado los estatutos de su partido, incurriendo en supuesta
delación y sustentando opiniones que iban en contra de sus intereses morales,
políticos y materiales.
La pieza acusatoria estaba apoyada
por diversos documentos que fueron presentados en el juicio; entre ellos,
recortes del diario El Mundo, de Puerto Rico, de la revista Bohemia y el diario
The New York Journal.
Los acusadores de Miolán también
presentaron una cinta magnetofónica contentiva de declaraciones suyas,
enjuiciando la relación de Bosch y los dirigentes de izquierda durante la
guerra civil.
Los principales críticos de Miolán
eran el distinguido médico imberteño Segundo Armando González Tamayo, quien
había desempeñado el puesto de vicepresidente de la República en el gobierno de
Bosch y Jacobo Majluta Azar, su ministro de Finanzas.
También figuraba, el jefe del buró
sindical del partido blanco, Manuel –Chichí- Eusebio Puello, quien no
compareció al juicio, pero envió su excusa.
González Tamayo y Majluta conocían
muy bien a Miolán, ya que a su llegada al país el 5 de julio de 1961, tras 25
años de exilio, ambos le presentaron sus saludos a su entrada al hotel
Comercial -frente al parque Independencia- donde se hospedó en sus primeros
días en Santo Domingo.
48 horas más tarde, Miolán en
compañía de Ramón A. Castillo, secretario de organización del PRD, formalizó el
ingreso de estos dos jóvenes a su partido, para pasar -casi de inmediato-
a formar parte del comité ejecutivo nacional, presidido por Miolán, en su
calidad de secretario general, cargo que era entonces el más alto del partido.
En ese organismo González Tamayo
ocupó el puesto de presidente del consejo nacional de disciplina, para saltar
desde ahí a la encumbrada posición de vicepresidente; mientras Majluta se
encargaba de la secretaría de organización, de donde pasó a ser ministro de
Finanzas del gobierno de Bosch.
DEPORTADOS
Otro dato que no se debe perder de
vista es que el 31 de septiembre de 1963, seis días después del golpe de
Estado, Miolán, González Tamayo y Majluta, quienes tenían varios días
detenidos, fueron deportados en el mismo avión rumbo a Puerto Rico y no se
puede descartar que durante ese amargo viaje hicieran referencia a las causas
que provocaron el golpe de Estado, diciendo Miolán algo que lo indispusiera con
sus compañeros de infortunio.
Aunque Miolán decía no sentirse
apenado por tener entre sus críticos a estos hombres que fueron sus grandes
amigos, en una entrevista que concedió al diario El Caribe dos días después del
juicio, lamentó el daño que se le hacía a los anhelos de unidad dentro del PRD
en un momento en que el pueblo necesitaba estar unido para afrontar las grandes
tareas del país.
También manifestó que el único
crimen que había cometido dentro del partido era “no bajar la cabeza
obedientemente y atreverse a discrepar de las opiniones del profesor Bosch”.
Pero indicó que el PRD era su casa
y de ahí no lo sacaría nadie; por lo cual seguiría en esa entidad como “un
simple ciudadano, un simple soldado del perredeísmo, trabajando por la unidad
del partido y por los intereses del pueblo”.
Agregó que continuaría luchando
desde el litoral perredeísta para que las libertades públicas fueran efectivas.
También, por la seguridad ciudadana, la justicia social y el
desarrollo de la economía nacional, para acabar el hambre, la miseria, la
ignorancia y las enfermedades, y por el rescate de la soberanía nacional,
mancillada por la presencia de tropas extranjeras en el suelo patrio.
Miolán prometió no hacer nada que
pudiera dividir a su partido y luchar por el cumplimiento de su
misión histórica como fuerza rectora del destino del pueblo dominicano.
Incluso rechazó los rumores que lo
situaban cerca del doctor Joaquín Balaguer, entonces candidato presidencial del
Partido Reformista para las elecciones que se iban a celebrar el 1ro. de junio
de 1966, aunque indicó que era innegable el aumento de sus posibilidades
de triunfo en esos comicios.
Dijo también que no podía evitar
que se rumorara que era el jefe de campaña política de éste, como tampoco que
se le sindicara como un individuo de pensamiento marxista.
Esa observación la hizo para que se
recordara que no sólo era un luchador democrático que a los 22 años de edad
estaba complotando para matar a Trujillo, en el año 1934; sino que
también, quince años más tarde, el 21 de enero de 1939 estaba
participando junto a Bosch, Enrique Cotubanamá Henríquez y otros dirigentes
antitrujillistas en la formación del PRD en la casa del doctor Virgilio
Mainardi Reyna, en el distrito de Marianao, La Habana, Cuba.
También quería recordar entonces
que en 1942 se le confió la responsabilidad de dirigir la secretaría de asuntos
obreros del PRD, donde se mantuvo hasta el año 1950, cuando pasó a
ocupar la secretaría general, cargo superior de la organización.
Miolán era un individuo tan
avanzado dentro del PRD, que a causa de sus planteamientos, poco después de su
llegada al país en 1961, observó desde su despacho en la casa nacional el
embate ideológico contra su persona de la esposa de su antiguo
aliado Nicolás Silfa; pues doña Lucy, junto a varios seguidores de su marido,
escenificó una violenta protesta frente a la casa nacional, en la cual acusaba
a Miolán de ser comunista, sacando a colación que en la década del 50 había
sido colaborador cercano de Vicente Lombardo Toledano, candidato presidencial
del Partido Popular Socialista, de México.
Claro que ese expediente no fue
incorporado por los acusadores de Miolán en los aspectos negativos que salieron
a flote en el juicio realizado, porque no era conveniente referirse a su
vínculo con hombres de izquierda.
Por último se debe subrayar la
posición de Miolán sobre la Revolución de Abril, pues estimaba que había sido
un triunfo moral del pueblo, aunque fracasara -desde su punto de vista- la
tesis de la vuelta a la constitucionalidad sin elecciones.
Miolán entendía que el “movimiento
revolucionario no fue organizado por nadie, pues estos fenómenos no son
hechuras ni de políticos ni de grupos ni de partidos, sino que nacían de las
contradicciones políticas, económicas y sociales que quebrantaban violentamente
el cuerpo social”.
También creía que en el desenlace
de la Guerra Abril habían sido determinantes los factores de “la
deshonestidad, la inmoralidad y la arbitrariedad del gobierno de facto”, para
generar el descontento popular que devino en la sublevación militar y la lucha
armada.
Consideró que “lógicamente el golpe
de Estado del 24 de abril si obedeció a un planeamiento y a una organización,
pero una cosa fue ese hecho y otra bien distinta, aunque ligada a la primera,
la guerra revolucionaria que se inició el 24 de abril del mismo mes”.
De acuerdo a Miolán, el profesor
Juan Bosch había sido el inductor del golpe del 24 de Abril; pero creía que no
le cuadraba el “título de líder de la guerra, ni de ideólogo de la misma, en
razón de que estuvo ausente del teatro de los acontecimientos”
Manifestó que “Caamaño como otros,
si fueron héroes militares, así como JottinCury y otros sí fueron ideólogos y
pudieron serlos por una razón de presencia física en el escenario de los
hechos”.
Esta tesis de
Miolán sobre la Guerra de Abril era considerada por Bosch como
contraria a los principios de su partido, por lo cual perjudicó durante largos
años la imagen del patriarca nativo de la provincia de Dajabón.
Miolán estuvo retirado
de la vida pública hasta la noche del 30 de enero de 1967, cuando el presidente
Balaguer, en virtud del decreto No. 927, expedido el día 27anterior, lo
juramentó en su gabinete como secretario de Estado sin cartera y titular
de la Dirección General de Turismo.
En esa posición demostró que era un
gerente exitoso, logrando instalar la primera escuela turística en el país
y contribuyendo a que aprobaran varias leyes de regulación,
incentivo y financiamiento del Turismo, y venciendo la incredulidad de muchos
dominicanos que aún viendo el crecimiento de la hotelería y la industria
turística en diversos puntos del país, llegamos alguna vez a corear: “¿Y los
turistas dónde están? ¡En la cabeza de Miolán!”.
Este hombre tuvo dos largos
períodos de exilado, y durante el gobierno del Triunvirato vivió la pesadilla
de ver desde su exilio en Puerto Rico cómo se le negaba la entrada al país a su
esposa, doña Carmen Palacios, quien vino a ver a don Rafael Miolán, su padre,
gravemente enfermo en su casa en la calle Marcos Adón esquina 26 del
sector de Villa Juana.
Por suerte se le reconoció en vida
como el “Padre del Turismo Dominicano” y el PRD de manos del doctor José
Francisco Peña Gómez, lo atrajo de nuevo a sus filas, para restaurar plenamente
su imagen y venerar su figura, logrando que se le eligiera en 1986 como senador
por la provincia de Dajabón y luego como presidente ad-vitam del partido
blanco.
•
22 abril, 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario