jueves, 28 de agosto de 2014

Lo vi con mis propios ojos...

¡Invasión!

                 
Por Freddy Ortiz Landrón

Nada tan convincente como la comprobación personal de los hechos. Se escuchan denuncias, noticias, falsedades, exageraciones, etc. y todo eso va conformando una coraza de incredulidad que solo puede ser traspasada cuando los ojos se convierten en el testigo. El fin de semana pasado estuve de visita en casa de unos parientes cercanos que residen en Laguna Salada.

La vivienda de uno de ellos fue construida en el mismo borde de la “carretera de La Línea”, y en el balcón permanecí varias horas viendo pasar los vehículos que circulan por ella a peligrosa altísima velocidad. Fue allí donde pude comprobar algo que me dio pánico: el más rentable negocio del motoconcho en la zona, es trasladar haitianos en paquete, de dos y tres por motocicleta, para internarlos en territorio dominicano.

Como agua de río, los vi cruzando por docenas, a alta velocidad, con cara de miedo, por temor a ser interceptados y deportados. Aquello es un flujo epidémico. La cantidad de dominicanos traidores que están prestándose a trasladar haitianos
para este lado de la isla demuestra que nosotros somos capaces de vender el alma a cambio de dinero.

A cada momento atrapan yipetas repletas de haitianos, pero conducidas por dominicanos. El martes, dos días después de haber vivido esto que narro, leo en la prensa las declaraciones del jefe del Cesfront, afirmando que “los traficantes de indocumentados haitianos están acorralados”, lo que me confirmó, nueva vez, que aquí se viven dos mundos: el de las notas de prensa y el que padece el ciudadano. Porque la verdad es que hay una literal invasión haitiana en este momento y no es cierto que las fuerzas del orden estén haciendo su mejor esfuerzo para evitarlo.

Si así fuere, no le resultara tan fácil a los invasores el moverse a toda hora del día o la noche a través de la concurrida “carretera de La Línea”, pasando por frente a cuarteles policiales y a miembros de todas las ramas armadas. Ahora sé que no exageran los que hablan de invasión pacífica. ¡Pronto seremos una sola nación!

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