lunes, 28 de abril de 2014

¿Qué es la nacionalidad?


Resistiendo, como en Numancia

 Resistiré erguido frente a todos
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos,
Resistiré, resistiré  
(Vieja Canción del Dúo Dinámico)

Por Manuel NÚÑEZ Asencio


       De todas las resistencias heroicas que registra la historiografía, la más espectacular, fue la de la ciudad Numancia hace más de dos mil años.  Escipión el africano utilizó todos los medios para rendirla, arrasarla y anexionarla a Roma. La resistencia numantina es la madre de todas las resistencias. Numancia nunca se dio por vencido.  Cervantes, el inolvidable e inmenso Cervantes, cuenta en su obra teatral  La Numancia los pormenores de esa gesta celtíbera.  Nuestra Numancia, la caja de caudales de todo lo que nos es hermoso,  es la nacionalidad dominicana. Cuando una nación y un Estado perviven en la promiscuidad territorial como ocurre en el nuestro, lo que mantiene su sentido histórico es la frontera jurídica.

         El cerco que le han tendido a la Junta Central Electoral para corromper sus registros ha convertido la institución  en el principal  campo de batalla. Se propusieron desacreditarla creándole instituciones paralelas. Planearon echar por el suelo la reputación de sus magistrados, valiéndose de escudos humanos, para extorsionarla, empleando una cruzadas de periodistas, jesuitas, de traidores, marionetas de la estrategia del  Departamento de Estado. El cerco, sin embargo,  ha encontrado una resistencia ejemplar. Ningún país del continente enfrenta una conjura de semejante dimensiones. La propia Junta Central Electoral fue penetrada por un representante de Bruto encargado de  darle la puñalada trapera al Presidente del organismo. Se pretendía mediante esta intervención en sus manejos internos,   tomar el mando; ponerla al servicio de “la sociedad civil”. No a todos les queda claro, qué es lo que está en juego; la mayoría no logra ver cuál es la madre del cordero.

¿Qué es la nacionalidad?

       La nacionalidad es un contrato entre el individuo y el Estado. Ambos se vinculan por obligaciones: el Estado nos concede derechos; el individuo se obliga a lealtad y fidelidad; y, a su vez,  es acreedor de protección diplomática y de responsabilidad en la educación, en la salud, en la seguridad, en el trabajo y en las leyes  por parte del Estado. Pero ambos se necesitan y se complementan. Estas relaciones entre individuo y Estado se producen en un territorio, sobre el que se despliega la autodeterminación. Otorgar la nacionalidad es dominio reservado del Estado. El ejercicio  de los derechos y de los deberes se  realiza en ese coto cerrado.

Compete a cada  Estado defender  a sus nacionales. Corresponde a cada individuo defender al Estado que lo representa. Uno y otro Estado e individuo  se les reconoce la facultad personalísima de establecer cuál es su base demográfica, sin interferencias extranjeras.

Para reconocerse como parte de un Estado, el individuo se concibe como porción de una sociedad. Se  considera poseído de su historia. Se siente parte de una comunidad de lengua, cultura, costumbres, modo de vida; recuerdos, territorio.  Se halla  vinculado con otras personas por enlaces consanguíneos, vínculos maritales. Vuelve los ojos, y reconoce en el otro sus propios recuerdos; la historia que han vivido juntos.

La identidad que nos define y nos caracteriza se bosqueja en la estructura de toda la sociedad. Viene del pasado. Se proyecta al porvenir como un pozo de creencias compartidas;  valores y acuerdos que nos penetran. Todo  lo que somos se despliega en la comunidad. Esa es la nación. Su presencia se vuelve ceremonia: himno, patria, bandera, conmemoración nacional, efemérides, próceres. A todo eso debemos lealtad.

Batalla en la frontera jurídica
Para proteger lo que somos como dominicanos --carácter nacional, identidad, idiosincrasia---- de todas las amenazas presentes hemos tenido que fundar un Estado. Sin la presencia de ese Estado perderíamos  el derecho a tener  gobierno propio. Perderíamos el derecho a amar nuestras cosas: lengua, cultura, comunidad, historia, y a legarle a nuestros descendientes el territorio y la patria de la cual formamos parte.  No hay ninguna razón superior que lleve a un Gobierno a traicionar la Constitución y las leyes del Estado.
  El desafío de ser dominicano se enfrenta con la desnacionalización, apoyada por un conciliábulo de fuerzas. El colapso y las frustraciones de la nación haitiana han lanzado sobre nosotros, sin consideraciones de ningún tipo, comunidades enteras, dispuestas a liquidar las reglas de la sociedad en la que vivimos. Se trata de una colonización que no se desprende del país vecino, sino que lo reproduce. No les interesa radicarse, ser residentes; sino arrebatarnos la capacidad de autodeterminación. Que la comunidad internacional les dé a ellos  los mecanismos de decisión en el territorio dominicano.  El ideario de los que promueven esta implantación es vaciar  la nacionalidad de su contenido.  Que los derechos nacionales se traspasen a extranjeros que nos desprecian, queman nuestras banderas, nos denuncian en todos los foros, y quieren transferirnos el grueso de todas sus desgracias.  Entre los propios responsables del poder, se habla de darle una solución humanitaria a la guerra sin cuartel que han desatado contra la Junta Central Electoral. ¿Qué tipo de humanismo es éste, que nos despoja de los empleos, que consume los servicios de salud de nuestro pueblo, que nos arranca recursos de la educación, que hace más precaria nuestras vidas,  y que se apoya en las ONG, en la Comunidad Internacional y en la mentira, para arrebatarnos lo único que nos queda, que es la condición de dominicanos?
Ya se ha producido la ocupación del territorio por parte de una población que, mediante el fraude, las incursiones furtivas, la corrupción de las autoridades, se ha introducido en nuestro país. El segundo paso, es despedazar la frontera jurídica.
Todos los esfuerzos se dirigen a la conquista de esa Numancia que constituye la Junta Central Electoral.
Compete a la Junta Central Electoral ser la institución depositaria de las partidas de nacimiento, documento de la filiación sucesoral, del derecho de familia y del acceso a la nacionalidad por origen y por jus solis, conforme a las prescripciones de la Constitución y las leyes de extranjería
El  organismo de la Junta Central Electoral ha sido brutalmente embestido.
1.   Las descalificaciones vertidas contra la JCE ante los organismos internacionales: Fundación Kennedy, Amnistía Internacional, Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDIH), para, que se le otorgue la nacionalidad dominicana a los hijos de extranjeros haitianos que se hallan en la condición de no residentes, se mantienen en el candelero.
2.   El año pasado nacieron en los hospitales dominicanos 52.000 haitianos, hijos  de extranjeros no residentes. Circunstancia verdaderamente insólita, que, amparada en realidades humanitarias, se ha ido prolongando en el tiempo. Los nacidos en los hospitales son inscritos en el libro de extranjería; pero las organizaciones que viven de la miseria de los haitianos, lo emplean como coartada para desmantelar las fronteras jurídicas del Estado dominicano.
3.   Miles de reclamaciones han sido fraguadas por el Movimiento por un Registro Civil sin Discriminación (Reconocido). Esta organización, apéndice del Centro Bonó, apoyada financieramente por el USAID y OXFAM, dispone de publicaciones; ha realizado documentales de propaganda;  tiene oficinas y un programa permanente de ataque internacional y nacional a los propósitos y a la existencia de la propia Junta Central Electoral. Sobre todo, trata de evitar que JCE aplique  una depuración de un registro civil corrompido por los fraudes, las suplantaciones y las declaraciones tardías. En definitiva, se opone al combate a las mafias que habían expedido miles de actas de nacimiento.
4.    Una porción de los extranjeros, dotados irregularmente con documentos de identidad dominicanos y con nombres falsos,  ha proclamado ante los organismos internacionales que les han privado de sus derechos a portar como verdadera una cédula de identidad y electoral falsa, obtenida por malas artes.
5.   En otros casos, los fraudes se originan, con el soborno y la extorsión de los propios empleados y funcionarios de la JCE: oficialías  civiles presionadas por los mentideros de los jesuitas, sonsacadas por las ONG, sometidas al acoso y al chantaje.
6.   El Gobierno haitiano priva a sus nacionales y a sus descendientes de los documentos de nacionalidad; los despoja del ejercicio de sus derechos. Pero las reclamaciones y las presiones   del Departamento de Estado, de las ONG y de la Cancillería haitiana se hacen a la República Dominicana para que desmonte su frontera jurídica, y les otorgue la documentación que el Estado haitiano les niega.
7.   Las operaciones fraudulentas conectadas con esta inmigración mueven grandes volúmenes de estafas. Si examinamos los últimos años, las vulneraciones son abundantísimas: a) en el 2001 se desmanteló la banda que expedía actas de nacimiento en Barahona (El Nacional 2/3/2001); en el 2002 se deshabilitaron dos bandas, una en noviembre (Diario Libre, 9/11/2002) y otra en diciembre (Hoy, 15/12/2002). En los años siguientes se produjeron detenciones de varios haitianos con grandes alijos de cédulas y actas de nacimiento; los propios visados de ingresos al país eran, igualmente, falsificados por una pandilla que operaba en Puerto Príncipe. En el 2005, la Oficialía Civil de Santo Domingo ordenó la retención de 22.000 actas de nacimiento tardías (Diario Libre, 29/3/2005).
Posteriormente, una exhaustiva investigación arrojó que había un grupo dirigido desde dentro de la Junta que, en alianza con una subdirectora de migración, habían expedido miles de cédulas a ciudadanos haitianos y  a narcotraficantes. De este modo, se habían implantado cientos de suplantaciones de identidad; fraudes asombrosos. En el 2007, fueron desmantelados los departamentos de Registros Electoral y Cedulación (Diario Libre, 1/3/2007).
      Poco después  fueron  desarticuladas las gavillas mafiosas de Hato Mayor (2007),  de Valverde Mao (2007), de Baní (2008), San Pedro de Macorís (2008).
Estas demoledoras maquinaciones casi desintegran el registro civil. Poco a poco, se reconstruyó, con medidas no siempre acertadas como aquella de  permitir la declaración de los padres sin documentación, amparados en testigos, resultado de una oleada de ataques nacionales e internacionales. Pero las demandas de los ilegales que ha servido de caldo de cultivo de todas estas embestidas de documentaciones fraudulentas han continuado.
          En el 2011, se descubre, una nueva formas del delito. Mujeres dominicanas declarando como hijos a niños haitianos. Hubo casos verdaderamente pintorescos. Una de esas mujeres declaró a más de cincuentas hijos. El sacerdote belga Pierre Ruquoy, famoso por su insolencia,  por su falta de escrúpulos,  por su desprecio por la verdad y su violencia anti dominicana,  declaró a más de 120 personas como hijos suyos.  Toda esa siniestra maquinación pudo llevarla a cabo con el auxilio de las ONG que se ocupan de esta población. El sacerdote haitiano Vigny Bellerive, amparado en la inmunidad que le procura la sotana y la complicidad del obispo de Valverde, Tomás  Abreu Herrera, según consta en documento emitido por la comunidad, montó una oficialía civil en Mao, y declaró a 87 haitianos como dominicanos, con la cédula 21.475, serie 34, perteneciente a Dominga Díaz Hernández. Si esto no es  terrorismo, ¿qué es, entonces, un acto de terrorismo?

Resulta sorprendente que la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos)  se ponga al servicio de la estrategia de los grupos, que, con mecanismos cada vez más audaces,  se proponen anular el registro civil dominicano
 A todas esas maniobras ha sobrevivido la Presidencia de Roberto Rosario, a las puñaladas traperas orquestadas en el propio consistorio de jueces; a las intrigas florentinas fabricadas por lobos, que llevan trajes de cordero; a las conspiraciones de francotiradores, ocultos en las redacciones de los periódicos y a las emboscadas y las intrigas que, en algún momento, le fueron tendidas para barrerlo de la Junta Central Electoral, dejándolo completamente desacreditado.
 Ha sido ésa la tarea de los que  promueven el fraude en el registro civil,  de  las ONG, instrumento de los agentes extranjeros ,  e incluso de los diplomáticos haitianos radicados en el país,  que han tenido la cachaza y  la desfachatez de pedirle a las autoridades la cabeza de este funcionario
 Afortunadamente, a esos enemigos descarados, y a los solapados, que, son los más peligrosos, se les peló la quiniela. Fueron por lana, y quedaron  trasquilados.
    Ante  las maquinaciones y las tormentas políticas sólo queda aferrarse como un poseso a la Constitución.
 Resistir, sin miedo;  que los asaltantes no puedan abrir la caja fuerte. Por esa tenacidad, por esa entereza, sobrevivió la invencible ciudad de Numancia, al más implacable cerco que hasta entonces había conocido la historia.

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