lunes, 21 de abril de 2014

Los haitianos quieren desmontar la soberanía del Estado Dominicano


Escudos Humanos


Por Manuel NÚÑEZ Asencio


Ni en el Gobierno ni en los mentideros empresariales ni entre los políticos ni en las academias se   aprecia un  punto de vista que se anticipe a los problemas enormes que nos plantea la inmigración haitiana. No se expone en ninguno de esos foros un pensamiento estratégico. Un enfoque que nos haga comprender las operaciones que se están tramando contra nuestro porvenir. Faltos de luces, nos encontramos con las nieblas,  con las incertidumbres y con la impotencia de autoridades que carecen de rumbo político.

Los expertos y estrategas del Gobierno en lugar de combatir los problemas reales, se dedican a perseguir problemas irreales; las realidades imaginarias. Adoptan los puntos de vista de los enemigos de la soberanía nacional. Exhiben una formidable ceguera ante los acontecimientos. Se mantienen en la creencia de que se trata de un problema psicológico. Que se resuelve lavándole el cerebro a la población, con campañas de auto engaño. O, sencillamente, dedicándose a fantasear: “Haití es una oportunidad” “es nuestro principal socio comercial etcétera, etcétera.”. Todavía hay tontos a los que se les pueden vender estudios e informes proclamando que es una ventaja tener de vecino al país más pobre del continente, que nos vamos a salvar importando sus enfermedades, destruyendo el bienestar de nuestros trabajadores y cargando con los gigantescos problemas, que ellos, en su país, no han podido resolver. ¡En verdad, el papel aguanta todo!
Examinemos el teatro de los acontecimientos, tal como se presenta en estos momentos.
Tras haber explorado en helicóptero el nordeste del territorio haitiano, el portavoz de las Naciones Unidas, Peter DeClercq, coordinador del programa asistencia alimentaria en Haití, declaró a toda la prensa que la situación era preocupante. Que el país se enfrentaba a una  crisis alimentaria. Ese clarín coincide con el informe del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria (CNSA) que  establece que el 43%  de los hogares padecía inseguridad alimentaria, cifra muy superior a la media del país que ronda el.30%. Todas estas circunstancias son atribuidas a la sequía que ha mellado drásticamente el rendimiento agrícola.

Cada uno de los personajes que hacen declaraciones sobre esta situación tiene un propósito distinto:
      El Gobierno haitiano, a través de Pierre Gary Mathieu, responsable de la seguridad alimentaria, muestra a las distintas instituciones de ayuda y a la Prensa estadounidense las gravísimas consecuencias que tendrá la sequía. El objetivo concebido por los haitianos es capturar la ayuda de la Red de Sistemas de Alertas tempranas para la hambruna (FEWS). Un proyecto  apoyado por Estados Unidos para contrarrestar las hambrunas producidas por el cambio climático. El sufrimiento de las poblaciones se emplea para recaudar fondos y obtener ayudas extraordinarias. Con este montaje, entran al escenario los escudos humanos.

      La noticia de la sequía se halla conectada  a la  designación de un oficial, cuyas funciones serán la de  supervisar las acciones del Gobierno dominicano, en alianza con la ACNUR y los diferentes organismos de la OEA, y en compañía de las ONG que viven del conflicto haitiano. Este oficial tendrá como misión estar pendiente de que se cumpla a pie juntillas la convención sobre el asilo en el país. En vista de que se prevé una catástrofe humanitaria, y se quiere que el país  acepte una buena proporción de refugiados medioambientales. Se propone, que ese funcionario, interventor disfrazado de diplomático,  asuma el liderazgo de las organizaciones pros haitianas que se hallan en el teatro de operaciones, e inicie las batallas jurídicas para desmantelar las resistencias de nuestro Estado. Tiene ese pro cónsul, entre otras funciones, la misión de enseñarnos a interpretar y a  leer nuestras leyes. Con esta decisión el  Departamento de Estado aplica una diplomacia colonial, digna de los peores momentos de la Guerra Fría. Disposición que quebranta—tal como vamos a demostrar con abundancia de pruebas--- los principios del derecho internacional:

1.  Principio de no intervención.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el principio de no intervención en los asuntos domésticos de los Estados, ha sido la tramoya sobre la que se asienta el derecho internacional. Así ha quedado consagrado en la Carta de la OEA, en las resoluciones de  la Asamblea General de las Naciones Unidas y en la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia, donde se establece como norma en vigor que : “ el principio de no intervención implica el derecho de todo Estado soberano de conducir sus asuntos sin injerencia extranjera”. Son las normas vigentes en el máximo órgano judicial internacional. La Carta de las Naciones Unidas que debe ser obedecida por todos los Estados miembros, plantea en su artículo 1, párrafo 7:
“Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta”.
A ninguno de los Estados miembros se le puede permitir lo que esta disposición prohíbe a toda la organización. El principio de no intervención no está en entredicho. Aparece ratificado en la Resolución 375 (IV) de 1949 de la Asamblea de las Naciones Unidas. En el artículo 19 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), resolución 2131 titulada “Declaración sobre la Inadmisibilidad de la Intervención en los Asuntos Internos de los Estados y la protección de su soberanía” y en 2625 relativo a “la declaración sobre los principios del Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados”.
Todas estas disposiciones se hallan encaminadas a que ningún Estado intervenga en lo que constituye dominio reservado de otro Estado o en sus conflictos interiores. Las competencias de este oficial violarían la legalidad internacional.

2.  ¿Existe un derecho de injerencia?
El argumento empleado por los Estados poderosos para intervenir en la política interior de los Estados débiles se ha fundado en las supuestas violaciones a los derechos humanos. Tras las matanzas de Biafra y las hambrunas que provocó la guerra civil  comenzó a barruntarse un supuesto derecho de intervención, que no ha sido refrendado por la legalidad internacional. En 1988, nació Médicos Sin Fronteras, organización fundada por el promotor político de estas intervenciones humanitarias, el político Bernard Kouchner y por el abogado  Mario Bettati.

El deber de injerencia es el derecho que se han atribuido varias naciones de violar la soberanía nacional de otro Estado, fundado en una supuesta autoridad supranacional. Es, al parecer, una facultad que sólo tienen las naciones poderosas. Porque las naciones pequeñas y débiles no pueden, en contrapartida, intervenir en los grandes Estados. Si esto no es una forma disfrazada de imperialismo, ¿qué es, entonces, el imperialismo?.
En La Habana, en la  Cumbre del grupo de los 77 del año 2000, todos los jefes de Estado, representantes de la mayoría de los pueblos de las Naciones Unidas, se opusieron al quebrantamiento del principio de no intervención y  rechazaron, clamorosamente,  el famoso  deber de injerencia, propósito irreconciliable con la Carta de las Naciones Unidas.

Los haitianos quieren desmontar la soberanía del Estado dominicano. Cuentan con el apoyo de grupos de poder en  Estados Unidos. Cuentan con el trabajo sucio que han llevado a cabo los peones dominicanos del intervencionismo internacional, que nos han acusado de haber cometido un genocidio civil. La maledicencia de esa prensa ha servido para fabricarle un expediente internacional a nuestro país.  Los informes del Departamento de Estado son la preparación psicológica de esta intervención. La cancillería haitiana, emplea a los indocumentados haitianos, como escudos humanos. Cada vez que una autoridad de Estados Unidos pone un pie en nuestro suelo, las ONG pro haitianas, los reciben con multitud de niños haitianos. Los niños del MUDHA.  Se les pagan los autobuses. Se les enseña a llorar y a hacer llorar. Así fueron recibidos  los jueces del CIDH, la Secretaría de Estado Hillary Clinton y los representantes de la Fundación Kennedy. Son esos escudos humanos el mecanismo empleado para romper el corazón y para obtener el respaldo para la desintegración de nuestro Estado. Son esos escudos humanos el argumento para la fabricación del enemigo que se quiere arrodillar, vencer, desmantelar, desorganizar y condenar. Ese enemigo es el pueblo dominicano.

En nombre de los derechos humanos de extranjeros ilegales radicados en nuestro país, se propone un oficial diplomático para intervenga en el manejo jurídico interior de nuestro país. El Estado haitiano priva a su población de documentos de identidad; pero a nadie se le ocurre exigirle a ese Estado que dote de documentos a su población, que cumpla con sus propias leyes. Se le exigen al Estado dominicano los documentos que el Estado haitiano le niega.
En nombre de los derechos humanos se quiere privar a los hijos de haitianos de la nacionalidad de sus padres. Para desmontar el principio de la filiación, consagrado por la Convención de Viena, se ha planteado que los hijos no pueden heredar la ilegalidad de los padres. En el derecho penal los hijos no son culpables de los delitos que cometan los padres. Pero los hijos heredan el nombre, el patrimonio genético, los apellidos, los bienes y no se le puede privar, arbitrariamente, de la nacionalidad de sus padres.

3.   Ninguna organización internacional puede ser usada como sujeto activo de un acto intervencionismo en un Estado.
No hay ninguna justificación jurídica que pueda apoyar la intervención que Estados Unidos realiza en nuestro país,  mediante las ONG,  apoyadas económicamente por la USAID, a través de la manipulación de personalidades (periodistas, diarios digitales, organismos de la sociedad civil etc.) que se han convertido en marionetas de las maniobras que están desarrollando en estos momentos.
Todos estos ataques abusivos han sido patrocinados por la indiferencia diplomática de nuestro Estado. Porque los dominicanos que se  han convertido en instrumento de las maniobras de otro Estado, se han colocado al margen de la ley y de la Constitución, y han debido ser sometidos y sancionados conforme al derecho interno (Artículo  76 del Código Penal) relacionado con los actos de traición a la nación.
4.  Quebrantar el derecho internacional, con escudos humanos
Queda sobradamente demostrado que los grupos que combaten  la soberanía dominicana  emplean a los niños,  a las parturientas y a las oleadas de haitianos que han penetrado ilegalmente en nuestro país  como escudos humanos. Se trata de un mecanismo de propaganda innoble, cobarde,   para desacreditar a nuestro Estado.

Se nos quiere hacer creer que es un deber moral destruir nuestras leyes, y responsabilizar a nuestro pueblo del colapso de la nación vecina. Por razones humanitarias hemos permitido que a los dominicanos de menos recursos les sean brutalmente arrebatados los empleos en la construcción, en la agricultura y en los servicios  por el torrente  de ilegales que han penetrado al territorio. Esas mismas razones son las que han hecho posible que los hospitales dominicanos que desde hace muchísimos años iban de capa caída, se hallen privados de recursos para satisfacer las demandas de los dominicanos. Porque más del 30% de todo el presupuesto de salud pública lo devora esta colonización extranjera. Se trata, pues, de un humanitarismo que se ha olvidado de los dominicanos. Ahora se nos pide que también entreguemos la nacionalidad. Y, por estas mismas razones, estaremos fomentando el crecimiento de una sub nacionalidad, que ha de servir de plataforma de nuevas implantaciones, procedentes del país vecino, que,  terminarán fragmentando el país en dos comunidades rivales.  Y, por razones humanitarias,  se nos quiere convertir en sepultureros de la obra de Juan Pablo Duarte, es decir, de los resultados históricos de la Independencia de  1844.

Con la coartada de la sequía, cosa que ocurre todos los años, se nos quiere preparar para recibir una cruzada de refugiados medioambientales. Nadie ha  abusado tanto como los haitianos y  los que los promueven  de los sentimientos de conmiseración, de la devoción humanitaria y de la piedad cristiana, para hacerle daño a otro país. ¡Qué triste espectáculo ver la bondad y los nobles sentimientos, manipulados por los malvados¡.

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