lunes, 11 de noviembre de 2013

La patología social dominicana utiliza el nacionalismo y la soberanía para defenderse del colonialismo y de las fuerza espúreas.


Nacionalismo, identidad y sentido de pertenencia




Hablemos un poco del sentido de pertenencia,
del apego, el afecto, de los vínculos y de aquellos
 sentimientos que me llevan a decir “a quién pertenezco”,
 “qué costumbres extraño”, “dónde quiero morir”.
El sentido de pertenecer sella junto a la identidad
y la nacionalidad, la construcción del ser social dominicano;
“no todos somos Haití”; ni somos nazis, ni pro-españoles,
 ni pro-americanos como vomita Vargas Llosa.


El pensamiento conservador tradicional desde siglos XIX y XX supo de forma habilidosa sintonizar con el inconsciente emocional, con los miedos y el resentimiento del nacionalismo dominicano, para conseguir el acatamiento conductual y el empobrecimiento ideológico de aquellas “fuerzas vivas” para defender la Patria. Así lo trabajó en sus inicios Tomás Bobadilla, después le tocaría a Trujillo con sus ideólogos Joaquín Balaguer y Peña Batlle. El miedo, el terror, la ocupación y el peligro inminente que siempre acecha y pone en peligro la paz nacional. Entonces, los conservadores salían a dividir, restar, confundir y entretener, para lograr las otras cosas a la que Bosch le llamaba las importantes, “las que no se ven”. Me preocupa el surgimiento de los endogrupos: “los ellos y los nosotros”, “los nacionalistas” y “los traidores”.
La historia dominicana esta parida de hechos y acontecimiento de cómo la patología social dominicana utiliza el nacionalismo y la soberanía para defenderse del colonialismo y de las fuerza espúreas, para siempre termina en las patas del conservadurismo social. Ahora, nada está en peligro, ni existen condiciones históricas, económicas, ni sociales y, menos, geopolíticas, de ocupación, de defensa, ni de unificación de la Isla, “Ni el todo somos Haití”. El Gobierno que lea bien. Que elabore su propia paranoia, y que sepa cómo es que se hacen las cosas en el patio y fuera de él. Cuando se habla de la diversidad, de tolerancia, y de la resistencia social hacia la identidad, aquí todo está cla- ro; la identidad, los símbolos, la legua, la cultura, los hábitos, la costumbre y el comportamiento nuestro, nos identifica como lo que somos: dominicanos, anti-colonialistas e independentistas. Identidad que nos refuerza ¿Quienes somos? ¿Qué queremos? ¿Qué nos hace ser y pensar dentro y fuera del país como si fuéramos uno? ¿A quién nos parecemos? ¿Cuál es nuestra referencia? La identidad psicosocial y la nacionalidad no corre peligro, es simplemente resolver lo que no es legal, y legalizar toda actividad oculta que nos ha llevado por siglos a posponer debido a los beneficio de las propias fuerzas conservadoras, de “aquí y de allá” de “allá y de aquí”.
Hablemos un poco del sentido de pertenencia, del apego, el afecto, de los vínculos y de aquellos sentimientos que me llevan a decir “a quién pertenezco”, “qué costumbres extraño”, “dónde quiero morir”. El sentido de pertenecer sella junto a la identidad y la nacionalidad, la construcción del ser social dominicano; “no todos somos Haití”; ni somos nazis, ni pro-españoles, ni pro-americanos como vomita Vargas Llosa. Aquí somos dominicanos, que debemos organizarnos y empoderarnos en parir y defender el proyecto de nación pendiente por siglos, cosa que siempre ha negado el pensamiento y el espíritu conservador desde la primera República hasta nuestros días. La Constitución haitiana sella la identidad de los haitianos nacidos fuera y dentro de su país.


*Dr. José Miguel Gómez es un profesional humanista, cuenta con una hoja de vida altruista. Un profesional que sabe combinar la consulta en psiquiatría, las tertulias, los libros de auto ayuda, los artículos para periódico y revistas, y la vida de proyecto en pareja y familia.



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