La oportunidad del liderazgo
nacional frente a la sentencia
Palabras pronunciadas por el doctor Juan Miguel
Castillo Pantaleón en el Encuentro Patriotico celebrado ayer lunes 4 frente al
Altar de la Patria.
Es un privilegio aceptar la invitación para pronunciar
unas breves
palabras aquí, en el lugar en donde hombres y mujeres, un día
27 de febrero, construyeron esta patria.
Juan Miguel Castillo Pantaleón |
Es un privilegio que me permitan servir de portavoz de
tantos dominicanos, de quienes nos hemos sentido pisoteados las últimas semanas,
cada vez que hemos escuchado las ofensas contra este pueblo noble, simplemente
porque sus instituciones públicas han actuado con responsabilidad y valentía.
Al igual que aquella velada gloriosa iniciada con un
trabucazo del prócer Mella, la sentencia del Tribunal Constitucional, como el
estampido de un cañón heroico, nos ha levantado a todos, como un solo hombre
para defender nuestra soberanía.
Esta sentencia histórica corona magníficamente la
voluntad expresada antes por la jurisprudencia, por las leyes y por el pueblo.
Con esta sentencia valiente se reafirma y define lo que tan claramente prevé la
Constitución, pero que los mismos enemigos de la nación se han empeñado en
distorsionar una y otra vez. Con esta sentencia final e irreversible se define
quiénes somos los dominicanos y se reafirma la fortaleza de nuestras
instituciones y nuestras leyes.
Como un solo hombre y mujer, el pueblo ha respondido
en su apoyo. Las encuestas no han dejado lugar a dudas. Los manipuladores han
quedado en el ridículo. No han logrado confundir. De nada les ha
valido toda esa campaña de mentiras y de distorsiones pseudo-jurídicas y de
poses pseudo-humanistas para descalificar el sentido de la sentencia. De
nada les han valido las horas y horas de programas televisivos y radiales,
páginas llenas de desinformación, denuestos e injurias. Nos han llamado
racistas, nos han llamado xenófobos. Y todo, porque esta decisión protege la
identidad dominicana, porque aplica la Constitución y obedece el mandato del
pueblo. Y mientras más nos insultan, mientras más conspiran, más fuerte late en
el pecho el orgullo dominicano.
República Dominicana, la nación más solidaria y
generosa con sus hermanos, hoy es injuriada porque no es regalada.
Nuestro país es sentado en el banquillo de los acusados porque no asume como
dominicanos a personas que no lo son. Esas farsas de juicios que el país
ha visto, son parte de esa estrategia de doblegarnos. Esa estrategia que
pretende que las fronteras jurídicas sean borradas, para que la República sea
absorbida.
Desde miles de kilómetros de distancia, poderes
cínicos juegan irresponsablemente con el destino de dos pueblos y se amenaza la
convivencia pacífica. Se pretende trasplantar e imponer en el país una falsa
identidad a quienes no les corresponde. De esa manera creen que
resolverán un problema regional que los dominicanos no debemos, no podemos ni
queremos asumir. Un pequeño país pobre y sobrepoblado, con recursos
limitados, no puede hacerse cargo de la población de un Estado vecino que es un
Estado fallido. Esa comunidad internacional hipócrita, que ha ofrecido ayudas
multimillonarias que se han quedado en las simples ofertas o que han sido
robadas, ahora pretende endilgar a nuestro país responsabilidades que no nos
corresponden.
Somos un país de leyes y nos ha costado mucho
sacrificio lograr que esa legalidad sea aplicada. Veamos el desorden del
país vecino para contrastar cuánto nos diferenciamos. Por ello, el
liderazgo político no debe colocarse de espaldas al sentir del pueblo. Quienes
aspiran a dirigir este país, quienes aspiran a representar sus comunidades en
el Congreso y los Ayuntamientos deben sintonizar con este sentimiento.
Quien no lo haga quedará barrido por la historia, porque este pueblo orgulloso
sabrá cobrar a los tibios y a los traidores la falta de compromiso.
Dominicanos, sigamos apoyando esta sentencia.
Acompañemos a las autoridades para su puesta en ejecución. Exijamos al gobierno
que ejecute el Plan de Regularización para que se organice la presencia de
extranjeros en el país.
Acompañemos esas instituciones. Invitemos
aquellos extranjeros que dicen sentirse dominicanos y a aquellos extranjeros
que han venido a nuestra tierra esperanzados de encontrar aquí lo que no han
podido construir allá, a dar el primer paso, demostrando su intención de
respetar las leyes y las instituciones de este país. Desafiarlas es
confirmar el temor de que su presencia nos pueda hacer perder lo que por
décadas nos ha costado construir en términos institucionales.
Dominicanos, cada uno de nosotros es un soldado en
esta nueva gesta por la libertad. Nuestras armas son jurídicas. Difundiendo la
verdad de la sentencia, libramos esas batallas. Que los jóvenes sean los
primeros en el entusiasmo. Si la juventud no defiende su soberanía, no habrá
República Dominicana donde construir sus vidas y sus sueños.
Defendamos la Constitución, defendamos esta sentencia,
defendamos la imagen de nuestro país. Que vivan nuestros héroes Trinitarios,
que vivan nuestros padres de la patria!!
¡¡Que viva Juan Pablo Duarte!!
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