El patriotismo, una fuerza invencible
Por Manuel
NÚÑEZ Asencio
En Paris, en el
Panteon de los Inmortales, en el Barrio Latino, me he recogido ante la tumba de
Jean Moulin. De algún modo, todos
los hombres y mujeres que defienden su patria tienen algo en común. Todos han
luchado contra la ocupación extranjera.
Todos han defendido la autodeterminación de sus pueblos. Todos han
enfrentado la traición, la sumisión y han entregado sus vidas al servicio de su
patria. Con el esfuerzo que
emprendieron, convirtieron sus vidas en obras de arte.
De todos los héroes de
la Segunda Guerra Mundial, el más admirable es Jean Moulin, el jefe de la
Resistencia francesa contra la ocupación nazi de 1940. Tras haber aterrizado en
una noche de
tormenta en un paracaídas en el suelo de Francia, Moulin fue capturado por la Gestapo. Muy pronto, al establecer la verdadera
identidad del detenido, tras enterarse que de que estaban ante el Jefe de la
Resistencia fue salvajemente torturado.
Su cuerpo fue sometido a los peores sufrimientos, sangraba por todas
partes. Llegó a los límites del sufrimiento humano, sin traicionar a su ejército
clandestino, sin traicionar un
solo secreto, él que lo sabía todo. Todo el destino de la Resistencia quedaba
suspendido por el silencio de este hombre. De esa batalla contra el dolor
dependían miles de vidas,
y sin embargo, Jean Moulin no habló.
Pantheón de París |
Jean Moulin |
Durante la ceremonia
de traslado de sus restos ante el Panteón de los Inmortales de Francia, André
Malraux, dijo que ese silencio, del hombre que se cortó la garganta, de unos
labios que no hablaron corresponde al rostro de Francia. La grandeza del heroísmo
de Moulin no es la del hombre que
muere por una ideología, ni por un régimen de Gobierno, sino por la única causa
que, a los ojos de todos los miembros de un país, es absolutamente irremplazable, la patria. Jean Moulin no
era de izquierda ni de derecha, era algo superior. Era un patriota.
El 3 de julio de 1916,
las tropas de ocupación estadounidenses penetraron en el territorio dominicano
por el puerto de Montecristi.
El general Desiderio Árias puso los pies en
polvorosa, y vistió piel de cordero. Pero, uno de sus lugartenientes, Máximo
Cabral le tendió una emboscada en las soledades de La Barranquita al Ejército
estadounidense, salvando el honor de los dominicanos . Y allí
murieron combatiendo por la
Independencia un 4 de julio de
1916. Máximo Cabral tenía apenas 29 años.
Son los muchos los episodios de sacrificio de los dominicanos. Soldados valientes y entregados a la
independencia como Elías Piña, Vicente Noble, Antonio Duvergé y tantos otros
que pelearon sin tregua contra la ocupación y dominación extranjera. Y hubo hombres del pueblo como Cayo Báez. El, que fue sometido a todos los
horrores para que delatara a sus compañeros, soportó el suplicio, las torturas infames del invasor yanqui le hicieron perder la conciencia. Y sin
embargo no habló.
Máximo Cabral |
Los dos silencios, el
de Jean Moulin y el de Cayo Báez demuestran que los hombres, imbuidos de
patriotismo, transcienden su propia condición para encarnar la historia.
Cayo Baéz |
En 1965, la Organización
de Estados Americanos (OEA) intervino en el país para imponer la voluntad de
los extranjeros.
Concretamente, la voluntad del Presidente Lindon B. Johnson de no reconocer al Gobierno
democrático del Presidente Bosch.
Intervino a petición de un pequeño grupo de dominicanos que traicionaron
la soberanía nacional. En aquellos momentos, los dominicanos que no hemos sido nunca lacayos ni
empleados del poder extranjero,
decidimos enfrentar esa grosera intromisión. En aquellos momentos, nosotros solo estábamos luchando para
defender la Constitución y las leyes de la nación, violadas salvajemente por el
terrible Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.
Hoy como ayer, la trinchera del honor, de la que hablo el glorioso coronel
Caamaño, está en defensa de la soberanía nacional, en la defensa de la
Sentencia del Tribunal Constitucional 168/13, en
la defensa de nuestra
nacionalidad y en evitar que la nación entera pierda el control de su
territorio, de sus empleos y de su porvenir.
Por otra parte, nos
enfrentamos a la mayor agresión diplomática de Haití contra la Republica
Dominicana en toda su historia.
· Nos
llevaron ante el Consejo de la Organización de Estados Americanos (OEA) para
hacernos reclamaciones insensatas y tratar de decidir en nuestro derecho a
determinar quién es y quién no es dominicano.
· Todo
el Gobierno haitiano ha trabajado sin descanso, viajando por toda Europa y América
pidiendo para nosotros sanciones económicas y condenas por unas leyes que son
semejantes a todas las leyes que se aplican en el continente.
· Han
concertado conciliábulos nacionales e internacionales y han producido una condena y rechazo de los Estados del
mundo para tratar de desmantelar
nuestras decisiones jurídicas.
|Nosotros
aquí y ahora estamos en la trinchera del honor. No vamos aceptar que Haití
pretenda imponernos su voluntad en la Republica Dominicana.
No
vamos a aceptar que se desmantele la Independencia nacional fundada por los
gloriosos Trinitarios en 1844.
Durante
todos estos meses, hemos soportado todas las agresiones, todos los insultos de
los traidores al ideal nacional, todas las impertinencias del Gobierno
haitiano, y hemos oído con pasividad todas las distorsiones. Pero todo tiene un
límite. Y nuestro límite es el
respeto a la Constitución. Invito a todos los dominicanos que se
unan a este esfuerzo. Unamosnos
todos, por el país, por nuestros hijos, por nuestros gloriosos muertos.
Paris,
21 de diciembre 2014
Posdata: Este es el ultimo articulo del año. En
estos días de Navidad, tomaremos un receso y convoco a mis lectores para el mes
de enero. Felices fiestas.
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