Duarte: una ilusión posible
Por:
Néstor Medrano
Las nuevas
generaciones que se forman actualmente en el país deben conocer cuanto antes
estos dos libros, “La Sentencia 168-13, antología de una defensa esencial”,
compilada por el magistrado Justo Pedro Castellanos; y “La Justa Causa de la
Libertad”, que recoge el Manifiesto del 16 de enero de 1844, consagrando la
decisión de separación de la parte occidental de la isla, de la República de
Haití, y la Constitución que preparaba el fundador de la Patria, Juan Pablo
Duarte. Estos tomos constituyen el aporte necesario para conocer las razones
que motivaron la creación y fundamento de la nacionalidad. Dos lecturas que de
igual modo nuestros intelectuales deben tener en su mesa. La coyuntura que ha
vivido República Dominicana después de consignarse la histórica sentencia, los
cañonazos disparados por organismos internacionales y representantes de
entidades locales y extranjeras que pretendieron vulnerar la soberanía
nacional, luego de que se emitiera la Sentencia 168-13, que determina la
nacionalidad dominicana, no surtieron el efecto, aunque los intentos fueron
serios y vehementes.
Más allá de esos dos
libros, ambos con palabras introductorias del
presidente del Tribunal
Constitucional, Milton Ray Guevara, en el primero de los volúmenes se recogen
artículos, editoriales y el sentir de la opinión pública nacional, todos en un
concilio de unificación de criterios por la dominicanidad. Lo que ha vivido el
país con la situación de los haitianos que moran en República Dominicana de
manera irregular, ciertamente es un drama que va más allá de lo meramente legal
o legítimo, de lo que no escapan aspectos inherentes a la condición humana, y
en cuyos umbrales no deben imponerse nunca abusos, ni lesionar esa condición
humana esencial. Ya se ha discutido ese tema. Se han derramado tanques de
tinta, plasmando pensamientos, enfatizando criterios; y esta situación, de
igual modo, ha sido atendida de manera responsable por el presidente Danilo
Medina y el equipo que dirige, y coordina las conversaciones para buscar
salidas óptimas a las encrucijadas planteadas, y encerronas, de las que tampoco
han escapado, en su origen, autoridades y funcionaros del gobierno del vecino
país.
Estos aspectos,
aunque muchos no quieran asumirlos y asimilarlos, constituyen discusiones que
están por encima de las posiciones enconadas que históricamente han motorizado
las élites intelectuales de Haití y que deben ser rechazadas con la simple
explicación de que si bien es cierto que estamos en convergencia con una
comunidad internacional que nos compacta e integra, nos asiste como dominicanos
el derecho a la autodeterminación.
En el libro “La Justa Causa de la
Libertad”, además de registrarse el acta se separación de enero de 1844, que
constituye, por qué no decirlo, el acta de la Independencia Nacional, redactada
por Tomás Bobadilla y Briones, se pusieron de acuerdo los nacionalistas
trinitarios y los conservadores con posiciones irreconciliables que se
escenificarían posteriormente, y que en ese momento determinaron confluir para
liberar a la parte Este del yugo que humilló por 22 años a los
dominicanos. Otro tanto, como aporte, lo constituye el proyecto de Constitución
de Juan Pablo Duarte.
Bitácora del Escriba
Puntos de vista- Listín Diario
10 Diciembre 2014
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