El choque de dos
realidades
Por Manuel NÚÑEZ
Asencio
Primera realidad. La muerte de una nación
En
su notabilísima obra Colapso
(Barcelona, Debate, 2007) Jared
Diamond le dedica un extraordinario capítulo a los dos países que comparten la
isla de Santo Domingo o La Española. La tesis central del libro se centra, sin
embargo, en los factores que podrían provocar la muerte de una nación. Varios
de estos elementos pueden observarse primero, en la muerte del Estado haitiano. Y, postreramente, en la disolución de su sociedad.
1.
El primer
factor es la destrucción de la
base material. Una porción importantísima de naciones han desaparecido,
cuando se ha destruido la base material de sustentación de las poblaciones. Una
devastación del medio ambiente que anule la agricultura, que haga desaparecer
los ríos y la pesca; todas esas circunstancias se han reproducido
copiosamente
en el territorio haitiano. En 1945, según consta en el Informe de las Naciones
Unidas, la superficie boscosa de
Haití alcanzaba el 15% del territorio. En aquel punto y hora, la situación era
ya desesperada. Hoy, la devastación que va viento en popa ha reducido la capa
boscosa de ese país a menos de 1%.(véase los informes de la FAO).
2. El otro factor
que influye en esa desintegración son las repuestas de esa sociedad. El comportamiento de sus instituciones
políticas, económicas y sociales prolonga esa agonía. Están comprometidos con los valores y las
prácticas que han producido el desastre . Es una variable infernal. Sus carencias de energía hace que su población destruya brutalmente el territorio. Su
riqueza se reduce drásticamente;
su población crece a
un ritmo de 3%; supera con creces las posibilidades de producir riqueza. La
sociedad queda atrapada en un estadio de degradación permanente.
3. El tercer factor es la muerte del Estado. Desde el 2004, no hay en Haití un polo
de autoridad que sea el resultado del esfuerzo del gobierno propio. La
estabilidad, la paz social y la seguridad de los funcionarios corre por cuenta de la MINUSTAH. No existe un sistema
organizado de cobro de impuestos, de respeto de los derechos de propiedad ni de
fomento de la riqueza pública o privada.
No hay un sistema de identidad nacional, y no resulta posible emprender
ninguna tarea de recuperación, de reconstrucción o de transformación social sin
que se tenga que apelar a la injerencia extranjera. El Estado no provee, en
puridad, ningún tipo de servicio;
sus presupuestos son completados con la ayuda internacional. No está en
capacidad de enfrentar ninguno de las calamidades que azotan a su país: ni la
deforestación, ni el analfabetismo, ni rosario de enfermedades que se ensaña
con su población ni el hambre ni el desempleo, no puede transformarse en fuente de seguridad, libertad y
felicidad para su pueblo.
En Colapso Jared Diamond llega a conclusiones que no pueden
echarse en el olvido.
“¿Cómo
se presenta el futuro de Haití? Aun siendo ya el país más pobre y uno de los
más superpoblados del Nuevo Mundo, Haití, sin embargo, parece estar
esforzándose por volverse aún más pobre y más superpoblado, ya que la tasa de
crecimiento de la población asciende a casi un 3 por ciento anual. Haití es tan
pobre y tan deficitario en lo que se refiere a recursos naturales y a recursos
humanos cualificados y con la formación adecuada que resulta difícil realmente
ver qué podría reportarle alguna mejoría. Aun cuando se recurriera al exterior
para que otros países colaborasen facilitando ayuda procedente de gobiernos
extranjeros, iniciativas no gubernamentales o iniciativas privadas, Haití
carece incluso de la capacidad de aprovechar la ayuda exterior de forma eficaz.
Todos aquellos a quienes conociendo Haití les pregunté (…)La mayor parte de
ellos respondían simplemente que no veían esperanza. Quienes veían alguna esperanza
empezaban reconociendo que eran una minoría y que la mayor parte de la gente no
veía ninguna esperanza “ (
Colapso, pág. 290)
Segunda realidad. Exportar los problemas a República Dominicana
Consecuentemente, entre los factores que pueden, a su vez,
provocar la muerte de una sociedad
está el ser arrastrada, por vecinos hostiles, sociedades en
descomposición que vuelvan cenizas
todos los progresos del vecino. Nuestra sociedad, todo lo que nos resulta hermoso y le da sentido a nuestras
vidas, corre los mismos riesgos de
muerte, conforme a la tesis de Diamond.(
“ ¿ Por qué colapsan las sociedades? ”).
Los
grandes problemas de Haití se han trasladado a la República Dominicana. La inmigración masiva destruye la
cohesión nacional. Convierte el territorio en un campo de Agramante de
poblaciones rivales. Anula los progresos. ¿Cómo puede desarrollarse una
sociedad en la que los intereses no son los mismos? Los héroes de una comunidad
son los verdugos de la otra.
En
medio de la incertidumbre y la confusión, surgen voces que tratan de convencer
al mando político de que vivimos una época postnacional. Idea extraída del
vertedero de las ciencias sociales, ocurrencia del filósofo alemán Jurgen
Habermas, una fabulación que ha sido desmentida brutalmente por la
realidad. Desde 1945, fecha en la
que había 70 Estados reconocidos al día de hoy donde constan en la Asamblea 198
Estados, la realidad no para de demostrar lo contrario. Aquellos Estados
federados de los Balcanes, unidos por varios siglos de trato y unidad
políticas, terminaron separándose dando nacimientos a seis nuevos Estados. La
federación Checoeslovaquia, que no se hallaba dividida por rivalidades
históricas ni étnicas ni políticas se convirtió en dos Estados independientes. Aquellos que de manera
subrepticia o a las claras propugnan por una fusión entre Haití y la República
Dominicana debían tener presente estas lecciones históricas.
La
mayor responsabilidad nacional de los dominicanos es mantener inalterable el
Estado nación de 1844. La lealtad a los próceres de nuestra Independencia, al
esfuerzo de todas las generaciones pasadas, a la historia, a la lengua y la
cultura del pueblo dominicano.
¿Quién tiene la obligación de defender las
instituciones , nuestra soberanía y nuestra Independencia nacional? ¿ Quién
está llamado a proteger los empleos, las escuelas, los hospitales y todas las conquistas
sociales del pueblo dominicano? ¿quién, ante una embestida diplomática sin
precedentes contra nuestro país, tiene que salir al frente, defender a capa y espada los
intereses nacionales y devolverle la dignidad a la nación?.
El Gobierno
nacional. De no hacerlo, se produciría una deslealtad y una traición
imperdonables al pueblo que representa. Muchos de los que se hacen de la vista
gorda ante lo que está pasando tienen sus casas en España o en Estados Unidos,
pero el pueblo dominicano, tiene sus esperanzas colectivas colocadas
exclusivamente en la República Dominicana. Debe preservarla cueste lo que
cueste. Es lo único que tenemos.
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