Secuestrados por el
miedo
¿Descansa en
paz hoy Mercedes del Carmen Torres Báez, segundo teniente de Amet asesinada el
26 de mayo?.
Casi una
veintena de plomazos distribuyó la Policía Nacional entre los cuerpos de Wandy
Sánchez, de 16 años (la misma edad del tercero de los cuatro hijos de Mercedes
del Carmen), y Juan Carlos de la Cruz Adames, de 21, ambos acusados ahora de
otras tres muertes desde 2013.
No podremos
ya conocer los detalles de lo que llevó a dos jovencitos a matar a una agente
de la Amet, no habrá juicio oral, público y contradictorio que permita a la
justicia demostrar su culpabilidad, o explicar por qué andaban sueltos si hace
un año los buscaban, o por qué ahora aparecieron tan rápido.
Bajo el
riesgo de que me acusen de defensora de criminales, me atreveré a decir que me
aterra el estado de cosas, ese miedo que paraliza a una sociedad que se siente
tan indefensa que cree respirar cuando le “dan pa’bajo” al que suponen
delincuente, sí, porque nadie lo ha probado como manda nuestra democracia.
Paralizados, detrás de nuestras casas amuralladas, con alarmas, “guachimanes”,
perros entrenados y el corazón en vilo al pasar por cualquier calle solitaria,
nos dejamos secuestrar cada vez más por un miedo que acecha igual cuando vemos
a alguien de “perfil sospechoso”, (sí, perfil de pobre, de barrio, de tíguere)
o a un policía de esos que deberían protegernos pero a los que esta sociedad
aterrorizada pide que “limpie” con sangre las calles para poder dormir en paz.
Pues no va a
funcionar. Crece la espiral y por cada Wandy y cada Jancarlos que tumben a
balazos surgirán otros tantos. Por cada “sicario” que eliminen vendrán decenas
del mismo hoyo al que hemos condenado a vivir a esa parte enorme de la sociedad
a la que no queremos ni mirar.
Y seguimos
callados, tras nuestros muros de clase media y clase alta, pensando que una
policía matona nos ayudará a estar más tranquilos. Sepan que la sangre solo
trae más sangre, que aupar desde todas las instancias a un cuerpo “del orden”
asesino e impune hace que nadie, ni ellos mismos, esté a salvo.
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