sábado, 14 de junio de 2014

Un Editorial del Listín Diario



Editorial 12 Junio 2014
El verdadero “genocidio”
                 
En el proceso de organizar nuestro sistema migratorio y de ciudadanía a partir de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, el país fue acusado sistemáticamente de promover la “desnacionalización” y “apatridia” de los descendientes de haitianos nacidos en nuestro suelo, como actos refl ejos de un estado de ánimo xenófobo y discriminatorio prevaleciente entre los dominicanos.

Haciendo uso maniqueo de estas falsas acusaciones, los opositores de la sentencia desarrollaron una vasta campaña mediática, nacional e internacionalmente, para intentar llevar al presidente Danilo Medina a un callejón sin salida y hacerlo incumplir el mandato del Constitucional, so pena de condenar o “aislar” al país por tan execrable pecado.

Afortunadamente, la conspiración ha fracasado y el país está demostrando ahora, con su nueva ley de naturalización y su largo y fl exible plan de regularización, así como con la revisión exhaustiva de su registro de extranjeros, que está empeñado en dar todas las facilidades y abrir todas las vías a los extranjeros indocumentados para legalizar su estatus a los fi nes de conseguir residencia o la adquisición de la ciudadanía dominicana.

Resulta ahora que es Haití que esquiva sus graves responsabilidades como Estado, al desproteger a sus propios ciudadanos cuando intentan obtener sus documentos de nacimiento, de identidad o de viajes para presentarlos ante las autoridades dominicanas en pos de la regularización de su presencia en este país, si no encareciendo los costos de dichos documentos, por lo menos creando las condiciones que difi cultan su obtención.

Si a eso añadimos que hay una corriente subyacente en Haití que promueve la salida masiva e ilegal de haitianos fuera de su territorio (preferentemente hacia el nuestro), sin importar los riesgos que entrañan estas aventuras por tierra o por mar, cualquiera pudiera deducir que quienes en realidad alientan un “genocidio civil” y empujan a la “apatridia” son aquellos que, en estas horas, han escurrido el bulto ante las incertidumbres, quejas, trabas y desalientos que abruman hoy a millares de haitianos que han confi ado en cambiar la suerte de sus vidas con este plan de regularización que ha puesto en marcha el país.

La verdad sale a relucir ahora, a plenitud, al comprobarse que las naciones y organismos que se ocuparon de distorsionar la realidad no han movido ni un solo dedo para fi nanciar el proceso de actualización y legalización de los papeles de nacimiento, identidad y viaje de los ciudadanos haitianos, ni mucho menos para asistirles en otras necesidades vinculadas a la regularización de su estatus en nuestro país, dejando la mayor parte de la carga a República Dominicana.

Han quedado, así, totalmente desenmascarados

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