Palabras pronunciadas por
José Chez Checo, con motivo presentación de la obra "Vicisitudes de Juan Pablo", de Juan Daniel Balcácer
Licenciado José Chez Checo |
Señoras y señores:
Ante todo quiero
agradecer al Banco de Reservas su gentileza de invitarme a pronunciar estas palabras de presentación de
la más reciente obra de Juan Daniel Balcácer. Eso hubiese bastado para que yo
aceptara estar aquí frente a ustedes, pero hay otro motivo, más trascendente,
como es el hecho de que esta institución bancaria está haciendo una contribución
invaluable al editar en el año del bicentenario del natalicio de Juan Pablo
Duarte, una obra sobre el Padre de la Patria, el dominicano más excelso que
haya nacido en lo que hoy es República Dominicana.
Pido, por lo tanto,
su generosidad para expresarles unas palabras sobre el autor y su obra.
Para empezar a hablar
de Juan Daniel Balcácer no lo haré
indicando dónde nació y en qué fecha. Eso es muy circunstancial, según mi punto
de vista, ya que en los casos de los académicos más importantes que esas cosas
son la probidad y el talento. En él no solo he admirado siempre sus grandes dotes como académico,
historiador, expositor y gerente
cultural sino también sus cualidades como ser humano y el
haber sido privilegiado con su amistad sincera y leal desde los años
’70, es decir, hace ya más de 40 años.
Su hoja de vida es admirable. En tal
sentido, podemos decir que es Miembro de Número de la Academia Dominicana de la
Historia, de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y del Instituto
Duartiano y Miembro
correspondiente del Instituto de Genealogía.
Ha sido Catedrático en la Universidad Católica
de Santo Domingo de la asignatura Historia Crítica Dominicana, y en la
Universidad APEC donde impartió cursos sobre Historia de la Cultura Dominicana.
Ha dictado numerosas conferencias sobre
temas históricos en universidades nacionales y extranjeras,y también ha sido colaborador de los
principales periódicos y revistas dominicanos.
Es autor de los libros: Juan Pablo
Duarte, el Padre de la Patria (biografía para niños y jóvenes); Pedro
Santana: historia política de un déspota; Pensamiento y acción de
los Padres de la Patria; Papeles y escritos de Francisco J. Peynado; La
independencia dominicana, escrito en colaboración con Manuel García
Arevalo, y publicado por la editora española MAPFRE, y Trujillo. El tiranicidio de 1961 (2007),
obra que obtuvo el Premio Eduardo Leon Jimenes de la Feria del Libro, asi como
de los opúsculos: Algunas reflexiones sobre la democracia dominicana,
y Américo Lugo: el patriota olvidado.
Es editor de las obras: Ensayos
históricos e Instituciones Políticas, conjunto de textos escritos por el
historiador Manuel Arturo Peña Batlle y coautor de las siguientes
publicaciones: Cultura y sociedad en la República Dominicana del siglo
XX, auspiciado por la Editora El Siglo; El siglo XX dominicano.
Economía, Política, Pensamiento y Literatura, auspiciado por Codetel; Dominicana.
Sensaciones y colores de la República Dominicana, y El debate
de las generaciones, editado por la Fundación Cultural Dominicana.
Fue presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos y
desde enero del 2006 es Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias.
Es, también, miembro de la Fundación Peña Batlle.
La obra que hoy
circula, cuya primera edición fue realizada por el Banco Central en 1999, está compuesta de varios ensayos, uno de
los cuales, “Vicisitudes de Juan Pablo Duarte”, da el nombre a la obra, y constituyó su discurso de ingreso como
Miembro de Número a la Academia Dominicana de la Historia, el 24 de febrero de
1998. Este trabajo es profundo,
minucioso, bien concebido y, sobre todo, muy bien documentado. Juan Daniel Balcácer,
como puede verse por su obra antes referida , ha seguido la tradición de algunos académicos dominicanos que han
dedicado gran parte de su quehacer
historiográfico a estudiar aspectos relevantes de Juan Pablo Duarte.
Recordamos, entre ellos, a los
grandes historiadores dominicanos ya fallecidos como el Padre de la Historiografía Dominicana José Gabriel García y sus hijos, Alcides y Leonidas García
Lluberes, así como a Federico Henríquez y Carvajal, Apolinar Tejera, Máximo
Coiscouy Henríquez, Vetilio Alfau Durán, Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Federico Pérez y el siempre recordado don Pedro
Troncoso Sánchez. Considero que Balcácer está enmarcado dentro de aquel grupo
que este, cuando escribiera el prólogo del primer ejemplar de las ediciones del
Instituto Duartiano, me refiero a los Apuntes de Rosa Duarte, afirmaba
con entusiasmo, acuñando un neologismo,
que en el país había surgido un nuevo grupo, el de los «duartólogos», es
decir, los “especialistas en Duarte. En ese grupo selecto y privilegiado se encuentra Juan Daniel Balcácer, situación que le
viene dada, entre otros motivos, por
algo que siempre recordaré y fue lo sucedido en el país en el año 1980 cuando,
más joven aún de lo que hoy día es, él asumió la defensa de Juan Pablo Duarte
en aquel histórico debate que
sostuvo con el doctor José Aníbal Sánchez Fernández, el más visible al menos
representante del “sanchismo” y
otros académicos que defendían la tesis de que Francisco del
Rosario Sánchez y no Juan Pablo
Duarte era el verdadero «fundador» de la
República. Todos recordamos que
hasta un editorial del Listín Diario, escrito por
el afamado don Rafael Herrera,
resaltó la posición digna, gallarda y valiente de
Juan Daniel Balcácer que, como un
gladiador armado de toda la documentación
histórica disponible, salió en aquel
entonces, hace ya unos 33 años, en defensa de
Juan Pablo Duarte, personaje histórico
que había estudiado y siempre venerado.
El ensayo de Juan Daniel Balcácer que lleva por título «Vicisitudes de
Juan Pablo Duarte», talvez pudiese
llevar a la idea falsa, que no lo es cuando se
lee el trabajo, de que la vida de
Juan Pablo Duarte fue solamente un calvario.
La palabra vicisitud, en su acepción
originaria, se refiere al contrapunteo de una
situación contraria a la otra. Si bien
es cierto que en el ensayo de Balcácer,
como él lo estructuró, se van
exponiendo en forma cronológica una serie de
situaciones adversas contrarias no
lo es menos que también se van exponiendo
otras facetas que constituyen la
parte gloriosa y resplandeciente de la vida y
obra de Juan Pablo Duarte, como
fueron la creación de la sociedad secreta La
Trinitaria, que
describe el trinitario José María
Serra en su ya clásica obra Apuntes para la historia de los trinitarios (1887) y las ideas
contenidas en el juramento secreto
cuando se fundó dicha sociedad y
que todos conocemos gracias a que, casi en las postrimerías de su vida, lo
recordara el trinitario Félix María Ruiz. Además, la
redacción de su Proyecto de
Constitución donde están contempladas muchas de las ideas importantes que
anteriormente ya había expuesto el Padre de la Patria en algunas de sus cartas.
El ensayo versa, además, sobre
el origen de la campaña denostadora
de Juan Pablo Duarte que surge en el
año 1843 y la desarrollan en 1844
los grupos contrarios a Duarte.
Quienes empezaron y sostuvieron esa labor fueron
los grupos pro españoles, pro
franceses, pro ingleses y pro
Estados Unidos, los
cuales nunca creyeron en la idea
esencial y medular, que constituye
la esencia de
la visión estratégica de Juan Pablo
Duarte, de que los habitantes de
la parte
oriental de la isla eran capaces de
constituir, como se plantea al final del trabajo,
una República
libre, soberana e independiente, de
toda dominación extranjera.
Ahí está la diferencia abismal entre
Juan Pablo Duarte, por un lado, y Pedro
Santana, Buenaventura Báez y todos sus herederos ideológicos, por
otro, que ni
creyeron en el
pasado ni creen en el presente en
esa prédica de Juan Pablo
Duarte.
Hay otros temas en el
trabajo de Balcácer, como el asunto de la estructura e
integrantes de la Trinitaria, el destierro del Patricio, su regreso después de
proclamada la Independencia, la
lucha política llevada a cabo por los trinitarios, el triunfo del sector
consevador sobre ellos, la presencia de Duarte durante la Guerra Restauradora y
su ausencia definitiva cuando marchó hacia Caracas, Venezuela. Al final, el autor analiza el “reconocimiento de
la posteridad” en cuyo proceso es relevante destacar toda la peripecia que pasaron muchos
duartistas admiradores de Juan Pablo Duarte cuando se enfrascaron en aquella
labor de erigir una estatua en bronce al patricio así como toda la controversia
suscitada en el país cuando en 1894 surgió el asunto de la tríada, como dice
don Vetilio Alfau Durán, de los Padres de la Patria. A ese respecto habría que
destacar la labor titánica de Emiliano Tejera contra de aquellos que se oponían
a que Juan Pablo Duarte figurase como el Padre de la Patria.
Queda bien claro en las conclusiones del
ensayo de Balcácer que Juan Pablo
Duarte merece el lugar señero como
Padre de la Patria, como fundador auténtico
de la República Dominicana, como
revolucionario, y como intelectual y humanista
que fue. Creo, con Juan Daniel Balcácer,
que lo más grande de Juan Pablo Duarte,
y el tiempo como una vez sentenció
Emiliano Tejera ha venido a dar la razón, fue
ser un visionario, en confiar que el
pueblo dominicano era capaz de constituir una
República libre, soberana e
independiente. De eso fue un
defensor a rajatablas,
integérrimo, vertical, sin titubeos
y con virilidad. Juan Pablo Duarte
fue coherente
con lo que predicó, y así vivió para
ejemplo de todos aquellos que con orgullo y
gracias a él nos sentimos ser
dominicanos.
Otros ensayos que
contiene la obra que hoy ponemos en circulación son: “Breve historia de las polémicas sobre los fundadores
de la República”, “Huyó Duarte del país en 1843?”, “Fundador de la República y
Padre de la Patria”y “Duarte, la
mala versación y malversación”.
Todos ellos se refieren a diversas indagaciones documentales realizadas en 1980, época de la famosa
polémica arriba referida, cuando nuestro autor rebatió la supuesta huida del
Patricio en aquel año y la alegada malversación de fondos y defendió la justeza
de los títulos que la posteridad otorgara a Juan Pablo Duarte.
Figuran, también en
la obra, el ensayo “El extremismo de Duarte” donde el autor considera que puede
aplicarse a la vida de Duarte el planteamiento de José Ortega y Gasset de que “el
extremismo es el modo de vida en que se intenta vivir solo de un extremo del área
vital, de una cuestión o dimensión o tema esencialmente periférico. Se afirma
frenéticamente un rincón y se niega el resto”. Exhorto a que se lea ese trabajo
con detenimiento porque, creo, que era la primera que se planteaba ese asunto.
En “Duarte, ese gran
desconocido”, Balcácer se lamentaba “del lamentable nivel de desconocimiento
que existe entre la generalidad de nuestros compatriotas acerca del Padre de la
Patria y de su formidable legado político”. El trabajo “En torno a la supuesta
descendencia de Duarte”, el autor rebate los planteamientos del Lic. Raymundo
Tirado, quien se basaba en la obra
de Luis Padilla D Onis, de que Juan Pablo Duarte había dejado descendencia.
Nuestro autor niega ese supuesto porque no tiene base documental . A ese respecto, siempre que
a mí me preguntan sobre el tema,
suelo decir, como nuestro autor, que hasta prueba en contrario Duarte no dejó descendencia y
que si algún día apareciera una
prueba irrefutable y fidedigna de que Duarte tuvo algún hijo, bienvenida será
la verdad porque eso no le quitaría ni un ápice a su vida y obra trascendente.
La obra de Balcácer concluye
con dos trabajos: Uno sobre la madre de Duarte, Doña Manuela Díez de Duarte,
quien con amor maternal increíble e inconmensurable resistió estoicamente los embates del
santanismo, y otro donde se plantean y se comentan los documentos, libros y opúsculos,
y artículos más relevantes que pueden consultar aquellos que quieran conocer o profundizar en el
conocimiento del pensamiento, la
vida y la obra de Juan Pablo Duarte.
Ahora, permítaseme, después
de felicitar a Juan Daniel por su obra y a Banreservas por su valioso aporte a
la bibliografía dominicana, unas reflexiones finales, que son las mismas que
hiciera en 1994 cuando presenté la obra El
Pensamiendo de Duarte en su contexto histórico e ideológico, de Manuel
Marino Miniño Marion-Landais:
“ Los dominicanos debemos estar orgullosos de que un hombre con las
condiciones humanas, intelectuales y morales de Duarte haya sido el fundador de nuestra República. Este
inigualable arquetipo, este singular paradigma, es un magnífico espejo en el
que todos los dominicanos debemos
vernos, y en el que se deben reflejar nuestras acciones, actitudes y propósitos.
Debemos comprender cabalmente que su ejemplo continúa vivo hoy más que nunca, y
que su alto magisterio debe guiar nuestra vida individual como ciudadanos, y
nuestra vida colectiva como pueblo.
“Duarte ya hizo su obra, y la realizó a plenitud. Ahora nos toca a
nosotros, conciudadanos de este hombre inigualable, seguir su ejemplo.
“Más allá de las cambiantes y efímeras circunstancias de cada momento
histórico, la siempre presente e inmarcesible República Dominicana, es la que
debe importarnos ahora y siempre, y es ella al final, la que dará según sean
nuestras actuaciones, su inapelable veredicto de si fuimos fieles o no hacia
ella.
“Reavivemos en nuestras mentes y corazones la idea de que la patria debe
estar por encima de todo, y propongamos
a la juventud el legado imborrable de la vida y la obra de Juan Pablo
Duarte, haciendo posible que se propague y viva íntimamente en nuestro espíritu
su mensaje perenne”.
Eso lo expresé hace
19 años. Creo, a mi humilde entender, que ese mensaje conserva toda su
actualidad, sobre todo, si nunca olvidamos y hacemos una filosofía de vida lo
que Juan Pablo Duarte expresara en
1865 a su amigo Félix María del Monte cuando le expresaba: “Tienes razón y mucha, en aconsejarme,
cual lo haces, diciéndome: consérvate bueno, conserva tu cabeza , y tu corazón;
tienes razón, repito, por nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud,
corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la
salud de la Patria”.
Muchas gracias.
Martes 22 de octubre de 2013,
Santo Domingo, República Dominicana.
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