¡Indignos!
Por: Oscar Medina Calderón
Hace tiempo que los pescadores de Pedernales y
de toda la costa Suroeste del país vienen denunciando incursiones ilegales de
faeneros haitianos en aguas territoriales dominicanas. Cualquiera que haya
estado alguna vez en esa zona y se haya tomado el tiempo de conversar con los
lugareños, habrá escuchado sus reclamos que incluyen la falta de acciones
enérgicas de las autoridades dominicanas para contrarrestar esa práctica.
Pero ahora sabemos por qué: cuando la Armada
actuó y apresó a siete pescadores haitianos en aguas dominicanas, el extremo
sur de la frontera se convirtió en una hoguera.
El viernes 2 de enero turbas de haitianos
agredieron a miembros del Cesfront y secuestraron a pescadores dominicanos y al
personal diplomático que servía en el consulado en Anse -‡- Pitre, un pueblo
fronterizo colindante con Pedernales.
Para liberar a los secuestrados fueron
necesarias largas negociaciones y finalmente hubo que intercambiarlos por los
infractores apresados.
Según los tratados internacionales, las sedes
consulares son extensiones de los Estados que representan y de sus territorios.
Y es responsabilidad de los países receptores garantizar la integridad física y
la vida de los funcionarios diplomáticos acreditados ante los Estados y
Gobiernos.
Por tanto, la agresión de esa turba al
consulado dominicano en Anse -‡- Pitre constituye, como dijera el Presidente
Juan Bosch en 1963 cuando se produjeron agresiones parecidas a la sede de la
embajada dominicana en Puerto Príncipe, “un bofetada en la cara de la República
Dominicana”.
Pero esos hechos tan graves no recibieron una
reacción proporcional por parte de nuestras autoridades.
La respuesta a esa agresión debió ser el envió
de efectivos militares a todo lo largo de la línea fronteriza. Y otorgarles un
plazo a las autoridades haitianas o a la Misión de la ONU para que entregaran
sanos y salvos a los funcionarios dominicanos. Y de no obtemperar, acudir a su
rescate... ¡Pero jamás negociar el intercambio de diplomáticos por
delincuentes!
Para completar el estropicio, las primeras
declaraciones de un alto cargo del Gobierno fueron para minimizar los hechos:
“Son incidentes que siempre tienen que lamentarse. Siempre en las fronteras de
los distintos países se producen incidentes”. Fueron las palabras del vocero de
la Presidencia Roberto Rodríguez Marchena. Y agregó que sucesos de este tipo
“suelen ocurrir en las fronteras”.
Posteriormente, el ministro de Relaciones
Exteriores informó que el Gobierno había emitido una nota de protesta al
gobierno haitiano el mismo día que de la agresión... Habrá que creerle...
Aunque el país vino a saberlo una semana después.
Y lo que a todas luces fue un secuestro de
personal diplomático, y por tanto una agresión contra el Estado dominicano, el
canciller Navarro lo describió como “una situación lamentable en torno a
nuestros consulados, que ya resolvimos”. Para luego insistir pidiendo mayor
tolerancia al pueblo dominicano con el tema migratorio y las relaciones con
Haití.
La misma indignidad que ha caracterizado
nuestras relaciones internacionales en los últimos tiempos. El mismo tipo de
declaración timorata. La misma cobardía con la que actuamos cuando turbas
atacaron la sede consular en Juana Méndez, o cuando han sido atracados y
secuestrados camioneros y comerciantes dominicanos en Haití. El mismo temor a
expresarnos cuando hemos sido difamados internacionalmente o cuando los
funcionarios haitianos han violado sus compromisos burlándose de nuestras
autoridades.
Por eso Fritz Cineas, embajador de Haití en
República Dominicana, se atreve a hablar como lo hizo en el mismo Palacio
Nacional. No sólo minimizando los incidentes, sino que acusó a la prensa de
“exagerar las cosas”.
Cineas tuvo el tupé de responsabilizar a la
prensa dominicana de incentivar la confrontación entre ambos países
atribuyéndole la intención enturbiar las relaciones dominico-haitianas.
Y en lugar de disculparse, negó el secuestro
de la misión consular dominicana en Anse -‡- Pitre.
Un atrevimiento imperdonable del señor Cineas,
pues esa agresión alevosa no fue un invento de la prensa. Lo que contaron los
diarios y las televisoras pasó. Y a diferencia de los medios haitianos --con Le
Nouvelist a la cabeza-- los dominicanos no difunden el odio, no divulgan
falsedades y no promueven la violencia hacia los haitianos.
La prensa dominicana siempre ha apostado por
la buena convivencia entre haitianos y dominicanos, como una legitima expresión
de los valores de este pueblo. No instiga al maltrato a los migrantes ni
atribuye las culpas de los problemas dominicanos a la migración masiva y
descontrolada del tipo que promueven los medios y las élites haitianas.
Y mucho menos inventa... Porque no son
inventos las agresiones y vejámenes que constantemente sufren los dominicanos
en la frontera o en territorio haitiano, sin que ese gobierno se haya
pronunciado condenando esos hechos, y mucho menos haya sometido a la justicia a
los maleantes que han secuestrado pescadores, transportistas y comerciantes
dominicanos.
Algo que quizás pudiera explicar Cineas si
admitiera sinceramente que su país nada puede hacer porque sus autoridades son
ilegítimas, que carece de estabilidad económica y política, que es un pobre
conglomerado social víctima de unas elites que les someten a la más abyecta e
inhumana pobreza material y espiritual, y que son incapaces de articular un
proyecto de nación que les impulse al desarrollo. Y que por eso se presentan
como los menesterosos de la región para mendigar limosnas en lugar de trabajar
y echar hacia delante su país.
Pero no lo admite ni lo aceptará jamás, porque
Cineas forma parte de esas élites gobernantes desde los tiempos de Jean-Claude
Duvalier, un dictador, asesino y ladrón con quien colaboró llegando a ocupar
importantes puestos en el cuerpo diplomático desde donde defendíaa capa y
espada “el duvalierismo más puro”.
Pero el culpable no es Cineas porque esa
vergüenza de embajador es
simplemente un digno representante de su patético
gobierno... La culpa es de las autoridades dominicanas que se lo permiten...
Pues en un país que se respete, por menos de ahí lo habría echado de mala
manera.
Pero eso sería en un país con dignidad, con un
gobierno que defienda su soberanía y se haga respetar. Lamentablemente ese no
es nuestro caso...
¡...Porque algunos de estos funcionarios son
tan indignos como ese embajador!.
Puntos de vista/Listín Diario
12
Enero 2015
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