lunes, 12 de enero de 2015

Callados, humillados y resignados!


El país merece la verdad

                 
Por: Vinicio A. Castillo Semán


“Y conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres”  Juan 8:32


El día 2 de enero el país estuvo gravemente expuesto a acontecimientos de imprevisibles consecuencias que milagrosamente no terminaron en un lamentable baño de sangre.

Todo inició cuando la Armada de la República Dominicana empezó, horas antes, a hacer su trabajo de proteger nuestras costas fronterizas ubicadas en Pedernales de las insolentes y descaradas depredaciones de que ha sido objeto por parte de pescadores haitianos, que han literalmente acabado con todas las especies, protegidas y no protegidas, de la zona.

En esa encomienda totalmente legal, se apresaron a los ciudadanos haitianos que habían violado nuestras aguas territoriales y se procedió a la correspondiente incautación de sus embarcaciones.  En respuesta a esa actividad legítima de República Dominicana como Estado soberano, miles de haitianos enfurecidos rompieron la puerta de la frontera domínico-haitiana en Pedernales, entrándole a pedradas a las autoridades civiles y militares dominicanas de puesto en dicho paso fronterizo.

Los guardias del Cesfront actuaron sin duda con gran ecuanimidad y la mano de Dios impidió que de las numerosas pedradas lanzadas por la turba en su contra ninguna impactara sobre ellos.  Si eso hubiera ocurrido, se hubiese producido una tragedia de la cual nadie está en condiciones de predecir su alcance.

Como parte de las represalias el Consulado Dominicano en Anse-A-Pitre fue asaltado por las turbas de civiles haitianos y su personal civil y militar fue secuestrado hasta tanto los pescadores haitianos y sus embarcaciones fueran devueltas.  ¿Qué hizo la autoridad haitiana?  ¿Qué hizo la Minustah?  Conforme al derecho internacional y a la Convención de Viena, era la obligación legal de Haití y de la Minustah (que lo tiene ocupado militarmente), liberar y entregar sin condición alguna, sano y salvo, a todo el personal secuestrado, procediendo al apresamiento de los secuestradores civiles haitianos. 

¿Qué ocurrió?  Que ni las autoridades haitianas, ni las de la
Minustah, cumplieron con su obligación legal y diplomática, sino que, por el contrario,  se hicieron cómplices de los secuestradores al aceptar  que el Estado Dominicano tenía que arrodillarse ante sus demandas, devolviendo los haitianos detenidos por autoridad competente y sus pertenencias, produciéndose un canje de secuestrados dominicanos por prisioneros haitianos.

¿Qué hizo la Cancillería y la autoridad dominicana posteriormente?  Como era día 2 de enero, empezó un gran esfuerzo mediático para que el pueblo dominicano no conociera de los graves hechos sucedidos y de la ofensa a nuestra soberanía.

Gustavo Montalvo
El miedo de la Cancillería y del Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, que ha dirigido el tristemente célebre “Diálogo Binacional” con Haití, fue que estos hechos, de conocerse en la dimensión diplomática nacional e internacional que tienen, dañarían la percepción ficticia mediáticamente fabricada de la existencia de una supuesta nueva era en las relaciones armoniosas de República Dominicana y Haití. 

Es en ese contexto que quien ésto escribe junto con los diputados Víctor Gómez Casanova, PRD, y Luisín Jiménez, BIS, sometimos un proyecto de resolución a la Cámara de Diputados condenando los graves hechos ocurridos, constitutivos de secuestro en contra del personal consular de nuestro país en Anse-A-Pitre, Haití.

Esa acción fue seguida por un patriótico y valiente pronunciamiento del presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez Durán, y del oportuno y correcto pronunciamiento del PRD y Miguel Vargas Maldonado, en el mismo sentido, con lo cual el chanchullo de silencio, de ocultar los hechos ocurridos, cayó bajo la indignación del pueblo dominicano. El argumento para el silencio cómplice y para querer echarle el agua al vino diciendo que no hubo secuestro, sino “retención forzosa”, “excesos”, “incidentes” y una serie de eufemismos para ocultar la verdad, es el chantaje vulgar de que no se puede decir la verdad de lo acontecido porque eso alimentaría el odio y la confrontación entre el pueblo dominicano y haitiano.

La caradura y ridiculez de quienes así se han expresado implica que los dominicanos tenemos que soportar todas las humillaciones de los haitianos; incluyendo el secuestro por turbas de civiles de nuestras Embajadas y Consulados. Callados, humillados y resignados!  Si ejercemos nuestro derecho soberano a defendernos y reclamar nuestros derechos conforme a las convenciones internacionales y alzamos nuestra voz en defensa de la dignidad nacional, estamos en esa visión “miope y perversa”, azuzando las contradicciones y los odios para un desenlace trágico.

Paradójicamente, el desenlace trágico que puede sobrevenir lo está produciendo la inacción y la parálisis del gobierno en aplicar las leyes y los controles que, por mandato de la Constitución, está obligado a asumir para parar la invasión pacífica de haitianos sobre nuestro territorio.  ¿Cuál fue el mensaje que la Cancillería envió a las autoridades haitianas cuando accedió a sus pretensiones en base al secuestro violento?  Lejos de resolver el problema, como creen algunos tontos, lo que han hecho es agravarlo para fines futuros, ya que las turbas y las autoridades haitianas cómplices entenderán que el “secuestro” es una vía que da resultados y no tiene ninguna consecuencia para ellos.  Y que el gobierno dominicano está tan atemorizado que ni siquiera se atrevió a condenarlo públicamente, ni informárselo a su pueblo.

El país merece la verdad.


Puntos de vista/Listín Diario
12 Enero 2015

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