El
país merece la verdad
Por:
Vinicio A. Castillo Semán
“Y conoceréis
la verdad,
y la verdad
os hará libres” Juan 8:32
El día 2 de enero el país estuvo gravemente
expuesto a acontecimientos de imprevisibles consecuencias que milagrosamente no
terminaron en un lamentable baño de sangre.
Todo inició cuando la Armada de la República
Dominicana empezó, horas antes, a hacer su trabajo de proteger nuestras costas
fronterizas ubicadas en Pedernales de las insolentes y descaradas depredaciones
de que ha sido objeto por parte de pescadores haitianos, que han literalmente
acabado con todas las especies, protegidas y no protegidas, de la zona.
En esa encomienda totalmente legal, se
apresaron a los ciudadanos haitianos que habían violado nuestras aguas
territoriales y se procedió a la correspondiente incautación de sus
embarcaciones. En respuesta a esa
actividad legítima de República Dominicana como Estado soberano, miles de
haitianos enfurecidos rompieron la puerta de la frontera domínico-haitiana en
Pedernales, entrándole a pedradas a las autoridades civiles y militares
dominicanas de puesto en dicho paso fronterizo.
Los guardias del Cesfront actuaron sin duda
con gran ecuanimidad y la mano de Dios impidió que de las numerosas pedradas
lanzadas por la turba en su contra ninguna impactara sobre ellos. Si eso hubiera ocurrido, se hubiese
producido una tragedia de la cual nadie está en condiciones de predecir su
alcance.
Como parte de las represalias el Consulado
Dominicano en Anse-A-Pitre fue asaltado por las turbas de civiles haitianos y
su personal civil y militar fue secuestrado hasta tanto los pescadores
haitianos y sus embarcaciones fueran devueltas. ¿Qué hizo la autoridad haitiana? ¿Qué hizo la Minustah?
Conforme al derecho internacional y a la Convención de Viena, era la
obligación legal de Haití y de la Minustah (que lo tiene ocupado militarmente),
liberar y entregar sin condición alguna, sano y salvo, a todo el personal
secuestrado, procediendo al apresamiento de los secuestradores civiles
haitianos.
¿Qué ocurrió? Que ni las autoridades haitianas, ni las de la
Minustah,
cumplieron con su obligación legal y diplomática, sino que, por el
contrario, se hicieron cómplices
de los secuestradores al aceptar
que el Estado Dominicano tenía que arrodillarse ante sus demandas,
devolviendo los haitianos detenidos por autoridad competente y sus
pertenencias, produciéndose un canje de secuestrados dominicanos por
prisioneros haitianos.
¿Qué hizo la Cancillería y la autoridad
dominicana posteriormente? Como
era día 2 de enero, empezó un gran esfuerzo mediático para que el pueblo
dominicano no conociera de los graves hechos sucedidos y de la ofensa a nuestra
soberanía.
Gustavo Montalvo |
El miedo de la Cancillería y del Ministro de
la Presidencia, Gustavo Montalvo, que ha dirigido el tristemente célebre
“Diálogo Binacional” con Haití, fue que estos hechos, de conocerse en la
dimensión diplomática nacional e internacional que tienen, dañarían la
percepción ficticia mediáticamente fabricada de la existencia de una supuesta
nueva era en las relaciones armoniosas de República Dominicana y Haití.
Es en ese contexto que quien ésto escribe
junto con los diputados Víctor Gómez Casanova, PRD, y Luisín Jiménez, BIS,
sometimos un proyecto de resolución a la Cámara de Diputados condenando los
graves hechos ocurridos, constitutivos de secuestro en contra del personal
consular de nuestro país en Anse-A-Pitre, Haití.
Esa acción fue seguida por un patriótico y
valiente pronunciamiento del presidente de la Cámara de Diputados, Abel
Martínez Durán, y del oportuno y correcto pronunciamiento del PRD y Miguel
Vargas Maldonado, en el mismo sentido, con lo cual el chanchullo de silencio,
de ocultar los hechos ocurridos, cayó bajo la indignación del pueblo
dominicano. El argumento para el silencio cómplice y para querer echarle el
agua al vino diciendo que no hubo secuestro, sino “retención forzosa”,
“excesos”, “incidentes” y una serie de eufemismos para ocultar la verdad, es el
chantaje vulgar de que no se puede decir la verdad de lo acontecido porque eso
alimentaría el odio y la confrontación entre el pueblo dominicano y haitiano.
La caradura y ridiculez de quienes así se han
expresado implica que los dominicanos tenemos que soportar todas las
humillaciones de los haitianos; incluyendo el secuestro por turbas de civiles
de nuestras Embajadas y Consulados. Callados, humillados y resignados! Si ejercemos nuestro derecho soberano a
defendernos y reclamar nuestros derechos conforme a las convenciones
internacionales y alzamos nuestra voz en defensa de la dignidad nacional,
estamos en esa visión “miope y perversa”, azuzando las contradicciones y los
odios para un desenlace trágico.
Paradójicamente, el desenlace trágico que
puede sobrevenir lo está produciendo la inacción y la parálisis del gobierno en
aplicar las leyes y los controles que, por mandato de la Constitución, está
obligado a asumir para parar la invasión pacífica de haitianos sobre nuestro
territorio. ¿Cuál fue el mensaje
que la Cancillería envió a las autoridades haitianas cuando accedió a sus
pretensiones en base al secuestro violento? Lejos de resolver el problema, como creen algunos tontos, lo
que han hecho es agravarlo para fines futuros, ya que las turbas y las
autoridades haitianas cómplices entenderán que el “secuestro” es una vía que da
resultados y no tiene ninguna consecuencia para ellos. Y que el gobierno dominicano está tan
atemorizado que ni siquiera se atrevió a condenarlo públicamente, ni
informárselo a su pueblo.
El país merece la verdad.
Puntos de vista/Listín Diario
12
Enero 2015
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