La ley es la ley, y el
reglamento también.
Si no hay contemplación
con los dominicanos
¿por qué con los
haitianos?
No hubo prórroga con el
marbete
y tampoco con la nueva cédula.
EL
CONSENSO.- Era justo, era tiempo. Las opiniones sobre
las relaciones entre República Dominicana y Haití, o la actual situación de los
haitianos que residen ilegalmente en el país, antes en lucha, van
corrigiéndose, acercándose, coincidiendo, haciéndose consenso. En principio se
pensó que la alarma era infundada, perversa, y que respondía a viejos resabios
nacionalistas. Ahora, sin embargo, el panorama cambia, las evidencias se
acreditan y se reconoce el designio superior. “Tanto fue el cántaro a la
fuente...”.
La conducta del haitiano, aquí y allá, y el interés y generosidad
de la comunidad internacional, aquí y no allá, mostraron la cara oculta de la
luna. Entonces se pudieron ver las manchas y comprobar que no todo era luz.
Anse-á-Pitre y Montellano fueron suficientes, y puede hablarse de una nueva
conciencia. El sector que se la daba de políticamente correcto, se está
recogiendo y admitiendo las realidades que otros denunciaban: El juego malicioso
de las grandes naciones. Ni siquiera fusión, mejor ocupación. Aunque no a la
manera de 1822, con fuerzas militares, sino mediante el flujo natural de su
gente. Sea por el río, el puente o el monte...
EL
AMBIENTE.- Esa mudanza de ánimo se produce en el mejor
momento. El gobierno está obligado por ley a aplicar medidas, y según anunció
el año pasado, también una nueva política exterior. Entre las cosas que nunca
se habían hecho, debe incluirse el recorrido del canciller por la frontera.
Esto es, se tienen las piezas sueltas, pero no el puzzle. Como gustan jugar
cabezas, conviene que
los incumbentes sepan que las diferencias ahora son
menores, y que todos los sectores esperan una reacción que por lo menos empate
el juego. Los dominicanos todos están de acuerdo en que la afrenta de
Anse-á-Pitre no puede quedarse sin respuesta, y lo mismo el enclave en
Montellano. Cuando el embajador haitiano habla y acusa a la prensa dominicana
de azuzar, se pone a la defensiva, pero leyendo entre líneas está reconociendo que
la situación es grave y puede afectar el diálogo y el entendimiento. No lo dijo
cuando se produjeron los hechos, la semana pasada. Lo dice ahora, después que
el ministro de Interior y Policía habló de dificultades reales...
SIN
EXCUSA.- El gobierno debe una explicación a la
población dominicana, a sus diferentes sectores, sobre lo sucedido en Haití la
semana pasada. Decir si protestó lo que se califica de ataque y secuestro, cuál
fue la versión de las autoridades del vecino país y las acciones a tomar en lo
inmediato. La diplomacia puede ser
discreta, pero la política no. Lo que se habla en los distintos ambientes no favorece al gobierno, porque se tiene la impresión de que actúa como el perro cobarde, que se mete el rabo entre las piernas y abandona el escenario de la calle. No hay excusa que valga. Decir que los estados se relacionan y manejan de manera distinta a los individuos, no corresponde a la verdad ni satisface a nadie. Lo oficial puede someterse a la formalidad y al protocolo, pero lo oficioso se impone en determinadas circunstancias. No es encargar a Sylvester Stallone o a Chuck Norris del rescate, pero sí aleccionar a los responsables de las bandas o turbas que ocasionan tribulaciones a los dominicanos....
discreta, pero la política no. Lo que se habla en los distintos ambientes no favorece al gobierno, porque se tiene la impresión de que actúa como el perro cobarde, que se mete el rabo entre las piernas y abandona el escenario de la calle. No hay excusa que valga. Decir que los estados se relacionan y manejan de manera distinta a los individuos, no corresponde a la verdad ni satisface a nadie. Lo oficial puede someterse a la formalidad y al protocolo, pero lo oficioso se impone en determinadas circunstancias. No es encargar a Sylvester Stallone o a Chuck Norris del rescate, pero sí aleccionar a los responsables de las bandas o turbas que ocasionan tribulaciones a los dominicanos....
POPULARIDAD.-
¿Para qué tantas unidades militares sobre
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