La fusión, gato encerrado entre macuto
Por Manuel Núñez Asencio
En el ideario de Juan Pablo Duarte pueden verse las maniobras
llevadas a cabo por los enemigos de la patria en los días tristes de 1844. Hoy como ayer las características de
los enemigos de la nación coinciden rotundamente. Al parecer, unos y otros,
salvando las distancias tienen el mismo pedigrí. Procedamos a enumerar los
pormenores que caracterizan a
estos grupos tal cual nos los refiere, para la claridad y la comprensión, el
pensamiento del patricio.
Imagen del gran simulador, business, solo business. El gran enemigo de RD |
·
Se trata de una fracción miserable
que se ha asociado al intervencionismo extranjero “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha
proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable
que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo
dominicano “.
· Todas
las fórmulas adversas al ideario de Independencia fueron rechazadas por el
padre de la patria: “La Nación dominicana es libre e
independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra
Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia ni mucho menos
extraña. protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo
contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera otra
potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a
cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano”.
· Pero
la madre del cordero se halla en el ideal de fusión de la República Dominicana
y Haití al cual se opuso cabalmente el padre de la patria: “ Entre dominicanos y haitianos no es posible
la fusión”
· Duarte
remata sus declaraciones con estas palabras: “Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy
acordes en estas ideas; destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso
aniquilar a la Nación entera.” El escudo
haitiano dice “la unión hace la fuerza”, y es un llamado al fusionismo. El
escudo dominicano dice “Dios, Patria y libertad “, y es un llamado a la
Independencia.
1. La batalla por la
supervivencia nacional
En la
actualidad, los enemigos de la República se despliegan en dos frentes. El
enemigo exterior, organizado en el intervencionismo internacional, en el cual
participan las ONG, el gobierno haitiano, sus intelectuales, sus cabilderos y
grandes personajes como Bill Clinton que tratan de hallar las soluciones al
problema haitiano en la República
Dominicana. Para ellos Haití es el problema; y República Dominicana, la
solución. El enemigo interior, organizado en una plataforma nacional, que reúne a las organizaciones no
gubernamentales ONG apoyadas por
la USAID, por la Fundación Kennedy, la Unión Europea, que han convertido a los dominicanos en peones de esa maniobra.
El ideal fusionista domina en las élites
haitianas que han perdido toda esperanza de redención. Prevalece en las masas de
una nación sin Estado y sin rumbo político,
en la MINUSTAH que trata de ponerle punto final a la ocupación militar. Todo el esfuerzo realizado por ese
conciliábulo de fuerzas se ha combinado
con la ausencia de la diplomacia dominicana, y con un ejercicio político que ha dado pábulo a la implantación de la
utopía de un Estado federado con la
población haitiana. Son muchos, los esfuerzos que ha hecho el Gobierno para
desmantelar la frontera jurídica. Primero el decreto 327/13 que manda a
inscribir en un plan de regularización a los haitianos ilegales, sin documentos
de identidad, cosa insólita, y borra de un plumazo todo el ordenamiento jurídico vigente. Segundo, la ley 169/14 propone la destrucción
de la Sentencia TC168/13 la
cual establece, conforme a la Constitución, que los hijos de los extranjeros no
residentes, no son dominicanos. A
partir de este momento, las
decisiones sobre la inmigración ilegal haitiana son adoptadas por el intervencionismo internacional.
Pero, ¿cómo un país, carcomido por
las deudas, enfrentado a un
desempleo endémico, puede
traspasarle empleos que la
economía crea, a otro país?
El propósito de juntar a los dos países de la isla en uno solo
supone una negación de la historia. La existencia de dos Estados distintos no se basa en el
racismo ni en la discriminación como han divulgado los haitianos, sino en la
historia, en la identidad de cada uno de los pueblos que comparten la isla de
Santo Domingo. Algunos se han aprovechado de la ceguera histórica, para
desacreditar la existencia de la República Dominicana. A la ceguera histórica
se añade la ceguera ante las diferencias culturales. Niegan la identidad nacional de los dominicanos,
su lengua, su historia, su
voluntad de existir.
La Unión Europea conspira contra la nación Dominicana |
Los haitianos emplean la lucha racial,
que está en los genes de su formación, como un chantaje para pulverizar la frontera jurídica dominicana. La negritud no convierte,
automáticamente, a un haitiano en
dominicano. En África todos son negros y hay naciones distintas. Cada uno de
los pueblos que comparten la isla de Santo Domingo tiene su territorio
histórico. Sobre esas realidades no hay sombra de dudas.
No
hay que hacerse de la vista gorda ante
el poder destructivo
de todos
estos tejemanejes. Haití es el único Estado del mundo que quiere traspasarle su
población a otro Estado. Se
propusieron combatir nuestras instituciones; hundirnos en su catástrofe;
desnacionalizar el empleo con sus abencerrajes de pobreza; echarnos su ejército
de enfermos, de niños, de ancianos; el pueblo dominicano es la primera víctima
de todas las maniobras internacionales. De ese laboratorio de horrores ha surgido la idea de crearles
obligaciones extra territoriales y extra nacionales a los dominicanos con la población haitiana. Todo eso con la
indiferencia de los hombres y mujeres que hemos elegidos para que nos defiendan
¿Por
qué tantos hombres desprecian los resultados históricos de nuestra
Independencia? ¿Por qué se han rendido en una servidumbre indescriptible ante
las maniobras de los que quieren resolver el problema haitiano a expensas del
sacrificio territorial, jurídico y social de la República Dominicana? Se han
inventado un teatro de caricaturas. Según ese cuentecillo, entre los
dominicanos se libra una lucha sorda entre liberales y conservadores, moderados
y extremistas. Con esas
explicaciones embrolladas, se
quieren poner las decisiones
políticas al servició de la haitianización. ¡A mí que no me vengan con paparruchas!
Todo el mando político—el Gobierno
y la oposición-- se ha doblegado ante todas las exigencias que les han hecho los cabilderos
internacionales para destruir los
resultados históricos de 1844, que
subrayan nuestra independencia de Haití.
Algunos incluso han querido convertir esa servidumbre en heroísmo; su traición al ideal duartiano, en un
acto de moderación.
Para
todos ellos, es más importante, el aplauso de la Embajada estadounidense, que
el reconocimiento del pueblo
dominicano, de las víctimas del descalabro, que son esos dominicanos, pueblo
olvidado que perderá los mecanismos de supervivencia, los empleos que país
genera, que verán sus hospitales invadidos de enfermos y parturientas, sus
escuelas descalabradas por una oleadas sin precedentes de inmigrantes, y a los
que ahora se pretende suplantar incluso como votantes, es decir, arrebatarle su
capacidad para decidir las autoridades.
Todos
los experimentos sociales, apoyados en la fusión de las naciones han fracasado
rotundamente. De la antigua Unión Soviética, repúblicas de trabajadores de naciones
distintas, surgieron 25 nuevos
Estados nacionales. Yugoslavia, reunión de seis naciones, en un Estado
federado, cayó hecha pedazos, de sus cenizas han nacido siete Estados independientes.
Checoslovaquia, fusión de dos
naciones, checos y eslovacos, nacieron dos repúblicas independientes. Una fusión forzosa entre dominicanos y haitianos, liquidaría
todas las posibilidades futuras de nuestro país, nos apartaría del sentido inicial de nuestra vida como
nación. En un informe sobre la situación dominico haitiana que aún permanece
inédito escrito por el geopolítico francés Aymeric Chauprade, se llega a la
conclusión siguiente relacionada con los inconfesados planes fusionistas:
La fusión no se traduciría en
un Estado grande y fuerte. El caos destruiría el orden.
Haití aniquilaría lo
que hay de orden y
desarrollo en República Dominicana,
y esa suma de cosas
engendraría un caos mucho más peligroso
a largo plazo para la región del Caribe
y para el vecino estadounidense.
(Los
desafíos de la inmigración haitiana)
La exportación de la miseria haitiana |
Nosotros
necesitamos modernizar la agricultura, ¿podremos hacerlo permitiendo la
introducción de mano de obra ilegal del país más pobre del continente? Necesitamos darle prosperidad a
nuestros trabajadores, ¿podremos hacerlo haciendo dumping social que destruye
brutalmente el valor de la mano de obra.
Necesitamos redimir al pueblo dominicano de todos los males que se
ciernen sobre su destino, ¿podremos hacerlo importando enfermedades del país
más insalubre del continente?.
Me
pregunto si el Gobierno y los
políticos de la oposición tienen derecho a traspasarle cabalmente los
yacimientos de empleos que la economía del país ha creado a una mano de obra
extranjera. Que se puede cometer
ese crimen incluso quebrantando leyes laborales dominicanas que establecen que
la cantidad de extranjeros no puede rebasar en ninguna actividad el 20%.
Para
nosotros la protección del empleo está en el corazón de todas las políticas
sociales del Estado. Para compensar el desastre el Gobierno se ha lanzado a una
alocada carrera de préstamos que
han confiscado las decisiones económicas. Ha aumentado de forma gigantesca el
empleo público se ha pasado de 245.000 empleos a 696.000. Haití nos ha impuesto
mediante su ejército de miserables el estancamiento de los salarios, la
suplantación de nuestros campesinos y trabajadores.
A
partir de ahora, a los políticos y a todos los que actúan en este gran teatro
no hay que tomarlo en cuenta por lo que dicen, sino por lo que hacen. No los
tomemos en cuenta por sus mentiras, sino por sus hechos. Son muchos los obstáculos que
encontraremos en el camino de la recuperación de nuestro país. Pero no tenemos alternativa. No podemos rendirnos.
Porque si no rendimos, nos disolvemos.
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