A la luz del pensamiento de Juan Bosch
Por Manuel NÚÑEZ Asencio
Para Juan Bosch las naciones necesitan una identidad, que las
ponga a salvo de sus opresores
nacionales e internacionales.
Requieren
de prosperidad, que le lleve felicidad a su pueblo. Exigen que su existencia
tenga un sentido, para aprender a amar su
historia y a sus héroes. Reclaman
libertad para desplegar plenamente sus capacidades. Necesitan líderes que amen
a su país, que crean en su porvenir, que defiendan su soberanía. Y,
sobre todo, que mantengan inalterables los resultados históricos que han fabricado su Independencia. Las enseñanzas de ese gran maestro han sido pisoteadas por las
generaciones actuales. Su gran propósito político que era completar la obra de Juan Pablo Duarte quedó
perdido en el bulevar de los sueños rotos.
Juan Bosch |
¿Por qué se ha
producido semejante desviación? ¿A qué se debe
que aquellos llamados a honrar su pensamiento hayan tomado otros
derroteros?.
En estos días de la
Navidad, buscando explicación al comportamiento de aquellos que se habían definido como discípulos de Juan Bosch, he releído uno de sus grandes libros Crisis de la democracia de América en la
República Dominicana (1964). He examinado
cómo juzga Bosch a la gran masa
humana de los grandes partidos que han gobernado el país. Concretamente, el
Partido Reformista, ahora PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y
desde luego, esas valoraciones alcanzan hoy al propio Partido de la Liberación
Dominicana . Todos constituidos por
elementos de las diferentes capas de la
clase media, de la cual hace un cabal diagnóstico de sus profesionales, de sus
periodistas, de sus intelectuales y comerciantes. Llega a la conclusión de que
el pueblo dominicano ha sido víctima de sus debilidades nacionales de una forma
impresionante. Todas esas enseñanzas han
sido echadas en la hoguera,
cuando los enemigos jurados de D.
Juan han conquistado el corazón de los
dirigentes de su partido. He aquí en unas cuantas observaciones del examen que
hace Bosch de las masas que pueblan los partidos políticos dominicanos.
(Obras Completas, T. XI Cp. VII págs.
74-78, SD, CPEP, 2009).
1. La
clase media que constituye el mando de los partidos políticos, carece de
sentido patriótico. La
clase media dominicana es ante todo un grupo social inconforme consigo mismo;
que no se estima, no se aprecia; odia el país en el cual vive o ha nacido, y si no lo odia no
sabe amarlo” , (…) ” La falta de sentido patriótico de la clase
media dominicana, en conjunto, es algo desolador. Uno no puede comprenderlo.
Yo, por lo menos, no puedo entender que no se ame a la patria como no puedo
entender que no se ame a la madre.
Juan Pablo Duarte y Diez |
Me digo que esa ausencia de amor a la propia tierra se debe
a su inseguridad, a su insatisfacción, a la angustia en que viven los
dominicanos de clase media, pero no lo acepto. Sin amor es imposible hacer algo
creador. La gallina, que es considerado el más cobarde de los animales
domésticos, se lanza como una pequeña fiera emplumada sobre el que se acerque
demasiado a sus polluelos. El amor hace fuertes a los débiles y valientes a los
cobardes”.
2. Esa
clase media no ha superado la visión del colonizado y desprecia a su país. “Para esa gente, el
dominicano es haragán, es cobarde y es ladrón; y cuando hay un momento crítico
en la vida del país, en los hogares, en las esquinas, en los cafés, unos y
otros se preguntan cuándo van los americanos a actuar; inventan noticias de que
llega “la flota”, del que el Presidente dijo tal cosa o tal otra—se refieren no
al Presidente de la República Dominicana sino de los Estados Unidos---.”
“Con las excepciones lógicas, comerciantes, profesionales,
militares, sacerdotes, periodistas, hombres y mujeres carecen de dignidad
patriótica porque les falta ese ingrediente estabilizador y creador que se
llama amor; amor a lo suyo, a su tierra, a su historia, a su destino. En esta
última palabra se halla la clave de su actitud: la clase media dominicana, que
vive sin un presente estable, no tiene fe en su destino; no cree en él y por
tanto su vida como grupo no tiene finalidad.”
3. En este
grupo humano no hay ideales ni principios ni valores.” Los
dominicanos medios no han establecido una escala de valores morales; no tienen
lealtad a nada, ni a un amigo ni a un partido ni un principio ni a una idea ni
a un gobierno. El único valor importante es el dinero porque con él pueden
vivir en el nivel que les pertenece desde el punto de vista social y cultural;
y para ganar dinero se desconocen todas las lealtades”.
4. Las virtudes
nacionales están en la gran masa popular.
“Ahí están el amor a los suyo, a su tierra, a
su música, a su comida; la lealtad a los amigos, a los partidos, a ciertas
ideas simples pero generosas. Esto no significa que no haya una porción de esa
masa popular que no sea así. En todos los casos los sectores sociales no actúan
en bloque monolíticamente; y así como en la clase media hay un número que ha
reaccionado contra su falta de fe, de sus carencias de amor al país, así en la
masa popular hay un grupo que actúa como
descastado social, sin más actividad emocional que la primitiva de las bestias;
comer, dormir, reproducirse.”
Así veía Juan Bosch, ese escultor de hombres, a la sociedad dominicana. Probablemente sus
juicios severísimos no eran del todo objetivos. De la clase media ha salido lo
peor y lo mejor del país. El propio Bosch nos dice lo siguiente:
“La clase media dominicana era muy
pequeña cuando se lanzó a establecer la República en 1844; era todavía pequeña
cuando combatió a España en 1863 para restaurar la República. ¿Por qué ahora no
tiene fe en su país?”.
Los mayores ejemplos
de abnegación, de entrega, sacrificio y heroísmo fueron llevados a cabo por
jóvenes de clase media. De ese sector social
surgieron decenas de jóvenes que se inmolaron el 14 de junio de 1959 para
ponerle punto final a una dictadura que se había enseñado contra el pueblo dominicano;
fueron hombres y mujeres de clase media
los que se alzaron en Las Manaclas para defender la Constitución y la legalidad
en 1963; y pertenecían a esos grupos sociales los que protagonizaron la defensa de la nación
invadida en 1965 por un poder extranjero, y los
cientos de jóvenes, que, en defensa de ideales redentores, dieron sus vidas por
una patria mejor. Esos matices no eran ignorados por Juan Bosch.
En 1973, para escapar a los problemas que le planteaba un
partido sin ideales, sin rumbo político y sin proyecto renunció al PRD y fundó el Partido de la Liberación Dominicana.
Creó los círculos de estudios; les desmenuzó a cada uno de los militantes las
menudencias de la historia dominicana, del Caribe y de América. La condición de
miembro, solo era adquirida cuando se era capaz de constituir comités
patrióticos. De este modo, se organizaba un partido de dirigentes y de cuadros.
Le colocó como tarea fundamental llevar a cabo el sueño de Juan Pablo Duarte.
Es decir, salvaguardar la Independencia y evitar caer en el atolladero. Ésa era
la solución que había columbrado para enfrentar los problemas de la patria.
Al abordar el problema haitiano nunca perdió de vista el aspecto
histórico ni las realidades geopolíticas ni los desafíos que nos trasunta la
vecindad con el país más empobrecido del continente. He aquí sus observaciones:
· La
presencia de Haití en la parte occidental de la isla Española equivalió a una
amputación del porvenir.
“Los dominicanos
sabemos que a causa de que Haití está ahí, en la misma isla, no podremos
desarrollar nunca nuestras facultades a plena capacidad; sabemos que un día u
otro, de manera inevitable, Haití irá a dar a un nivel al cual viene
arrastrándonos desde que hizo su revolución”. (O.C. Cp. XVII, págs...201-209).
En la crisis que se produjo en 1963, Duvalier se había propuesto eliminarlo y
desató contra el Presidente Bosch todo
un oropel de hostilidades que lo llevaron a atacar la Embajada dominicana. El
Gobierno respondió con una movilización de tropas. Las relaciones quedaron
mutiladas, pero la sangre no llegó al río. Bosch no permitió que Haití
humillara al país ni consintió que mellara nuestra soberanía. Tampoco se dejó seducir por aquellos poderes
económicos que ambicionan ejercer una hegemonía en Haití.
“El
día que los dominicanos hagan la conquista de Haití—si ello fuere posible
alguna vez—lo que harían sería comprar a precio alto los problemas de Haití
para sumarlos a los problemas dominicanos.”
El Gobierno
haitiano ha tomado la determinación de desmantelar la soberanía dominicana, como una forma de resolver las frustraciones
de un Estado fallido. Para los dominicanos lo único indiscutible es su
capacidad de autodeterminación y su independencia de Haití.
Pero, he aquí, que desde el trono del
Estado se promulga un decreto, el
327/13,
para poner en práctica la La Ley de Migración del 2004 y los
dispositivos de la Sentencia TC168/13 que constituye un retorno al pasado, que
nos lleva a una circunstancias muy parecidas a 1822, anterior a la fundación de
La Trinitaria. Al refrendar este decreto, el Presidente se ha olvidado del
fundamento histórico de nuestras relaciones, ni siquiera se ha detenido en
calcular las consecuencias de esa decisión.
Danilo Medina Sánchez |
Primero, desborda el lindero temporal para el
cual fue concebido como apéndice de la ley del 2004 (art. 2). Segundo, se contrapone a la Sentencia
proponiendo regularizar a todo el que llene un formulario por hallarse en el
país, sin documentos de ningún tipo (art. 12). De este modo, se constituye un
efecto llamada que hará reventar todas las oficialías civiles y oficinas
creadas por el Ministerio de Interior. Tercero, a todo el que esté enfermó se
le aplicará una regularización inmediata (art. 30). Así nos llenaremos de enfermos del país más
insalubre del continente. Esto hará saltar en pedazos el sistema de salud del
país y estaremos expuestos a una importación de enfermedades que dañarán la
salud de los dominicanos. Cuarto, una vez cumplido el plazo de gracia (18
meses) para los que se acojan al Plan de Regularización, podrán aplicarse
prórrogas indefinidas. Quinto, en caso de que la solicitud de regularización le
sea denegada la persona afectada puede apelarla ante los tribunales de la
República. Dicho en otras palabras: se trata de convertir la propia soberanía
nacional en algo litigioso. Imagínense que 30 o 40 mil haitianos apelen contra
una decisión administrativa. Si los abogados de esos ilegales interponen
recursos judiciales podrían paralizar totalmente la justicia. A partir de la
aplicación del Plan de Regularización quedan totalmente suspendidas las
repatriaciones para todos los que llenen el formulario.
Puedo asegurarle, Señor Presidente, que
la batalla contra la miseria, contra el desempleo, la delincuencia contra el analfabetismo, contra las
enfermedades y contra la desesperanza la tendremos irremisiblemente perdida con
este decreto 327/13. No es posible
progresar importando problemas que nos hundirán como nación y destruirán
nuestra Independencia nacional.
Presidente Medina, en ningún caso, el
profesor Juan Bosch aprobaría que se confiase la solución de los problemas
dominicanos a la intervención de un poder extranacional. “nosotros
no podíamos atar nuestra conducta a la de ningún gobierno extranjero, por
amistoso que se mostrara con nosotros”. Es mucho más provechoso para el
país dejarse aconsejar por Juan Bosch, que someterse a las manipulaciones y
chantajes de los empleados de la United States Agency for
International Development (USAID)
y de otras agencias que operan bajo la mascarilla de la sociedad civil.
1 comentario:
Buen artículo que me aclara ciertas dudas respecto a la sentencia del TC. Pero al margen de tribunales y burocracias, mi fe radica con el pueblo dominicano y lo que haríamos para proteger nuestra soberanía. Que no vayan a creer Martelli, Maduro, Vargas Llosa y otros mequetrefes que nos vamos a quedar de brazos cruzados. En lo que respecta a Danilo Medina, me luce débil, muy débil en su manera de afrontar el problema. Nadie más que los dominicanos debe meterse en los asuntos domésticos de la República Dominicana.
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