¿Por
que muchos intelectuales Dominicanos odian a la nación?
Por Manuel
NÚÑEZ Asencio
Las
pruebas contundentes
El
3 de marzo del 2007, las páginas del Listín
Diario publicaron un despacho en el cual el entonces embajador dominicano
en Haití, don José Serrulle
anunciaba que “en un mediano plazo Haití y República Dominicana terminarán por ser dos
Estados federados debido a la creciente integración de los dos países. Un
vez más el país era víctima de
sus declaraciones
extravagantes. En sus ocurrencias,
presentaba la defensa de los intereses dominicanos como un deseo de confrontación.
No tenemos derecho a defender nuestra independencia tildada de prejuicio por
este señor.
Rubén Silié Valdez |
En las consideraciones del diplomático,
plagadas de resentimiento, se echa
de ver la idea de que la propia existencia de la República Dominicana como país
diferenciado de Haití es fruto del prejuicio racial. Pero en el África, donde todos son negros hay
naciones distintas y rivales, celosas de su identidad. La cultura negra no
existe. Existe la cultura ruandesa, senegalesa, camerunesa etcétera. La raza no
elimina las naciones. Y, desde luego, tampoco hay una cultura blanca,
Martí decía que los negros habían vivido
demasiado tiempo en la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del color. En “la séptima conferencia para el estudio
de la diáspora africana”, el embajador dominicano, se definió como “un negro de
la isla”. Dicho esto, no resulta extraño que imagine una patria común para esa
diáspora africana. Que invoque una especie de sionismo negro. Una especie de
esencialismo racial que elimine quinientos años de historia, de hispanidad, de socialización y de
mestizaje.
Que conste: proclamo mi admiración por
muchas de las culturas africanas. En ese continente, hay más de tres mil lenguas distintas, y la mayor
diversidad de identidades del planeta. Admiro la extraordinaria arquitectura de
Zanzíbar, en Tanzania; las esculturas ifes de Nigeria; la refinadísima música de la Cora del
Senegal; las máscaras de África del sur que
inspiraron a Braque, a Matisse y a Picasso, y trajeron el cubismo. Admiro, igualmente, a los grandes creadores de la música en África.
A Fela Kiti, a Papa Wemba, a Miriam Makeba, la extraordinaria creadora del Pata
Pata; todos artistas fuera de serie.
La admiración que profeso por las artes
africanas, no debe hacerme despreciar mi propia tradición ni ha de conducirme a
ignorar mi propia cultura. La
identidad dominicana no está basada en la raza. Dominicano es más que blanco, más que negro y más que mulato. Sobre
categoría superior de la conciencia fundó su ideario el padre de la patria Juan
Pablo Duarte.
El 5 de noviembre del 2013 un grupo de intelectuales encabezados por don
Juan Bolívar
Díaz, Carmen Amelia Cedeño, el economista Miguel Ceara Hatton,
monseñor Julio César Holguín, la diputada Guadalupe Valdez y otros formaron un
Comité para luchar contra la Sentencia TC168/13. Dieron a conocer un amplio
documento firmado por políticos, empresarios, periodistas e intelectuales que
han decidido apoyar las imputaciones que nos hace el CIDH, las acusaciones de
las ONG y del Gobierno haitiano ante el CARICOM, la Unión Europea y ante los
organismos internacionales. Instrumentos del intervencionismo internacional.
Juan Bolívar Díaz |
El odio a lo dominicano ha llegado tan
lejos que para el martes 21 octubre la Universidad Autónoma de Santo Domingo y
sus altas
autoridades promueven un homenaje a Jean Jacques Dessalines, el
verdugo haitiano que en 1805 ordenó el degüello de Moca y Santiago. Su crueldad era legendaria,
tanto, que Gaspar Arredondo y Pichardo, uno de los supervivientes de esa
matanza, llegó a decir que aquel entonces “ser blanco era un delito”.
El propio historiador haitiano Thomas Madiou, no escatima en detalle al
presentarnos el espectáculo siniestro de la primera limpieza étnica del
continente. “ los pelotones de los saldados guiados por hombres armados de
puñales, que pertenecían a la marina o al comercio o eran parte de la administración, penetraban en las casas de los blancos y los ahorcaban. Sus lamentos horribles llenaban la
ciudad. (…) . La matanza continuó hasta el alba. Entonces los matarifes descansaron un rato. A eso de las ocho, recomenzó la
carnicería. Los blancos que aun no habían sucumbido esa noche fueron apresados,
llevados fuera de la ciudad y sacrificados en la Croix des Martyrs (Thomas
Madiou : Histoire d´Haiti, t.III,
pág. 166).
Iván Grullón |
No hablaremos aquí del degüello
de Moca. Porque la gloriosa Moca merece un artículo aparte. Los historiadores
haitianos lo tildan de criminal, y el propio Dessalines así lo reconoce en los
pasajes de su diario citado por Madiou. Una turba popular lo ajustició en la
emboscada de Pont Rouge en 1806, de su cuerpo nada quedó, sólo su cabeza, que,
una loca llamada Defilee, llevó al cementerio.
¿Cuáles méritos tendrá este
hombre, el haber asesinado dominicanos de piel blanca? ¿A quién rendirán
homenaje, al dictador que se llevó el tesoro público a su casa, que implanto el
derecho de pernada sobre las niñas núbiles, que suprimió todas las libertades?.
Una explicación
¿Cuáles razones han podido llevar al grupo de
dominicanos, organizados tras las falsas banderas de los derechos humanos, a
participar en la anulación de la obra de los Trinitarios, en el desprecio por
todas nuestras hazañas y nuestras grandezas?
·
La primera de todas razones es la
ignorancia.
A muchos se les ha hecho creer que importando las
enfermedades del país más insalubre del continente, que haciendo cargo del territorio con más desempleados y más
analfabetos, que incrustando en el
torso de la nación las gravísimas circunstancias que han llevado a esa nación a
ser la más empobrecida del hemisferio, seremos una nación más fuerte y
desarrollada. ¿Podremos desarrollar nuestro país, importando miseria del país
vecino? ¿En nombre de qué principios se atribuyen el derecho de anular el
porvenir de tantos dominicanos, víctimas de la suplantación laboral, sanitaria y educativa en su propia tierra?.
La segunda
razón es la arrogancia.
Los intelectuales suelen enamorarse de sus ciudades
inventadas y de sus quimeras; no suelen sentir respeto por la
Constitución ni por las normas del Estado. A ese teatro de falsedades, llaman
consenso. En cada una de las grandes crisis, el pueblo dominicano ha dado
lecciones de grandezas, superando a sus políticos y a sus intelectuales. En 1805, se asoció al dominador
galo para hacer recular la soldadesca del emperador Jean Jacques Dessalines.
En 1809, le puso punto final, tras la cruenta batalla de Palo
Hincado, a la ocupación francesa. En 1844, proclamó su Independencia de Haití,
que defendió con la sangre en la cintura. Tras doce años de guerra plena
con sus dictadores y emperadores
sedientos de sangre, padecimos un
paréntesis de pesimismo e incertidumbre. En 1865, enfrentó al imperio español,
restaurando la Independencia perdida. En 1916, en la Barranquita, en el
glorioso Santiago, Máximo Cabral, prefirió inmolarse ante que ver a patria
hundida en la dominación extranjera. Las muestras de desprendimiento y de heroísmo
dominicano son extraordinarias. En 1965,
el sentimiento nacional se mantuvo en la trinchera del honor, representando
toda la dignidad del pueblo dominicano.
·
La tercera
razón es el resentimiento
Hay dos
tipos de resentimiento.
El
resentimiento racial, que es moda e ideología en algunos intelectuales parte del principio falso que dos
pueblos que tienen población de origen africano se están obligados a tener una sola patria. Ni
siquiera en África la raza ha sido factor de unidad de los Estados. Si cada nación de África negra tiene
derecho a tener su Estado independiente, sin que se le acuse de racistas ni se
le someta a los tribunales internacionales, ¿por qué a los dominicanos se les privaría de ese derecho?.
1.
El resentimiento social. Una
falacia que consiste en decir que
los pobres dominicanos y los pobres haitianos pertenecen a una misma nación. Es decir, que el hallarse en
la misma condición social eliminaría la cultura, la identidad nacional, los
modos de vida y las diferencias nacionales. Todavía hay gente que le hace caso
a esas paparruchas. No se han enterado de que la Unión Soviética nacida de un
principio semejante desapareció hace rato, y que, en su lugar, se han fundado
veinte naciones.
Dolores
Ibárruri ha dicho que los intelectuales son personas distraídas,
despistadas, que a veces no
aterrizan, que son unos cabezas de chorlito.
La
Pasionaria no anda lejos de la verdad.
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