martes, 7 de enero de 2014

Descalificar la sentencia 168-13, no la hace pasible de revertirse...


El Problema Migratorio Dominicano

Por Carlos Michelén

Una visión y percepción seria de la realidad parte de algunas premisas insalvables, fundamentales, sin las cuales podemos entender que el análisis derivado es débil enfermo y prejuiciado. Esto nos permite un análisis cualitativo de lo expuesto sin ni siquiera tomarnos el tiempo de intentar comprender lo que se dice. La ausencia o contradicción de estas premisas nos permiten descartar lo expuesto no por la naturaleza del expositor si no por la naturaleza corrupta del mecanismo que engendra lo expuesto. Podría recordar algunas de estas premisas, pero me interesa ahora referirme a una sola de ella: La verdad es independiente de quien la postule. (Friedrich Nietzsche).

Temprano conocí esta verdad en el patio del colegio. Cuando un grupo de amigos sostenían una acalorada discusión que abruptamente termino entre carcajadas porque el de más boto intelecto señaló que el más brillante expositor del grupo llevaba las medias rotas. Perfectamente entendí que haber ridiculizado al expositor no afectaba el valor de verdad de lo expuesto. Pero la mayoría del grupo aceptó la burla personal como mecanismo  válido para desconsiderar los más brillantes argumentos.

Llamar traidores y antinacionales a quienes lucidamente exponen su percepción de los efectos centrales y periféricos de la Sentencia 168-13  del Tribunal Constitucional Dominicano no afecta el valor de verdad de esas posiciones!. Las  ofensas personales a Mandatarios extranjeros  involucrados en el problema no ayuda en nada y debe ser protestada por el sentido comun.  Además de grosero e inapropiado no tiene nada que ver con entender  la situación que como país vivimos, y eso es lo fundamental.

Lo Fundamental es identificar el problema, analizarlo, comprender su origen y mecanismos de permanencia, desarticularlo  hasta sus bloques constitutivos fundamentales. Todo para comprender el problema cabalmente y saber cuáles son nuestros riesgos y posibilidades reales de evitar lo peor. Eso es lo que no se hace cuando se parte del descredito. Se abandona así  lo primero que hay que hacer.

Las discusiones directas e indirectas entre  los  “Nacionalistas” y los “Traidores”  no ayudan en nada y las últimas expresiones han sido empujadas hasta las heces. Es tiempo de detenerse  y recanalizar los esfuerzos.  Usar las  capacidades para entender e intentar resolver el problema y sus derivados es necesario ahora más que nunca. Para eso solo se requiere algo que a los dominicanos nos sobra: Buena voluntad.

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