El menosprecio de la Información
¿ Qué
es un Estado fallido? Los grandes medios de prensa y las revistas
internacionales han divulgado el diagnóstico realizado por la prestigiosa
revista Foreing Policy, que, califica
a Haití como un Estado fallido. Este enfoque se halla sustentado en el hecho de
que los tres componentes básicos de ese Estado el territorio, el Gobierno y la población han
entrado en un deplorable período de decadencia. Los autores del informe
escoltan con datos irrebatibles esa afirmación, e incluso suelen enriquecerla
que nuevos informes igualmente sombríos.
Los
doce indicadores seleccionados por Foreing
Policy se comprueban sobradamente en
el territorio haitiano:
1.
Una presión demográfico
insostenible;
2.
Desplazamiento masivo de
refugiados y desplazados;
3.
Ciclo de violencias en varias
comunidades;
4.
Emigración crónica y
sostenida de las poblaciones;
5.
Decrecimiento económico
6.
Desigualdades económicas
extremas entre las poblaciones del país;
7.
Criminalización y
deslegitimación del Estado;
8.
Deterioro de todos los
servicios públicos;
9.
Violaciones generalizadas de
los derechoso humanos;
10.
Desestructuración de los
aparatos del Estado;
11.
Fragmentación de las clases
dirigentes del país;
12.
Intervención en su soberanía de otras
potencias;
La
pregunta que cabe hacerse es, ¿para qué sirve toda esa información?. En lugar
de fundamentar sus actuaciones, la política exterior y el comportamiento que
debemos seguir con el Estado vecino en la información de que disponen todas las
agencias internacionales, las cancillerías más influyentes del mundo y los
grandes organismos de seguridad, actuamos pisoteando nuestros intereses,
dándole la espalda al país . El menosprecio que manifiestan el Gobierno
dominicano, los dirigentes empresariales y los medios de la prensa contribuye a
echar al ruedo ideas contrarias a la realidad desoladora que todo el mundo
puede observar en la nación vecina. La gran desgracia nuestra ha sido no haber
afrontado la liquidación del medio ambiente, ni la expansión demográfica de las
poblaciones del Estado vecino y las fatales consecuencias de su colapso social.
Tres
factores fundamentales enfrentan nuestra soberanía
·
La
destrucción del medio ambiente
Haití consume cada año seis millones de
metros cúbico de madera para resolver su falta de viviendas y, sobre todo, para
fabricar el carbón de sus necesidades alimentarias. Hasta ahora
ni las políticas emprendidas por la Comunidad Internacional, ni las llevadas a
cabo por las ONG y por las autoridades haitianas se han
propuestom seriamente, contrarrestar una
catástrofe medioambiental, que, según
los cálculos de la FAO, devora el 4%
anual de la escasísima superficie
boscosa que aún le queda a ese país. En
el 2003 “ la superficie boscosa se estima
en 1,8% del territorio haitiano, es decir, 49.608 hectáreas “ ( Haiti, germes d´espoir, Roma, Cumbre de la FAO, 2008, pág. 24) . La
erosión, las sequías devastadoras , han
disminuido brutalmente los recursos hídricos.
La muerte de territorio lleva a una extinción de la agricultura y a una
colosal mudanza de pueblos haitianos hacia la República Dominicana, donde reproducen,
fatalmente, la depredación que ha liquidado su territorio.
·
La
amenaza demográfica
La
incapacidad de ese territorio devastado para sustentar y contener a más de diez
millones de haitianos, que, empujados a la inseguridad alimentaria, se transforman ferozmente en una amenaza a la paz y a la tranquilidad de los
dominicanos, que compartimos con esa nación una frontera intra insular. Para que podamos calibrar las
magnitudes de
los desafíos que tenemos que afrontar, examinemos comparativamente las
proporciones demográficas de esta población con el resto del continente. La
densidad de población haitiana de 340h/km2 supera de manera abrumadora la de toda América de Sur, calculada
globalmente en 24h/km2; la de América Central estimada en 89h/km2;
la de Estados Unidos contabilizada en
34h/km2; la México que
alcanza 60h/km2; y la de Canadá, que se estima en 4h/km2,. Digamos de paso,
que esta nación casi duplica a su vecina, la República Dominicana. Se trata de la población que padece los
mayores niveles de desempleo del hemisferio (70%); 78% de la población vive con menos de 2
dólares, mayoritariamente analfabeta; sólo el 10% tiene conexión al servicio eléctrico, y menos de la mitad
tiene acceso al agua potable. En toda esa población se observa una prevalencia
de la malaria, la tuberculosis, la hepatitis, el SIDA, cólera y para conjurar
esa catastrófica circunstancia cuenta apenas con 1.392 médicos ( Rapport de la carte sanitaire,
Puerto Principe, MSSP, 2011). Con semejantes características resulta casi
imposible que esa población pueda transfomarse en un factor de riqueza.
·
Un
gobierno desestructurado
El
Gobierno no puede llevar a cabo las misiones del Estado; no
tiene capacidad para proveer a la población de los servicios básicos de salud,
educación, seguridad, infraestructuras.
Carece de estructuras ( policía, Ejército) para constituirse en un polo
de autoridad. Sin legitimidad para ejercer plenamente la soberanía, el
presidente fue electo por una minoría que poseía papeles de identidad. Carece de recursos para
solventar los gastos del Estado; vive de la ayuda internacional; no
tiene instituciones en qué apoyarse.
.1. El ataque al turismo dominicano
1.
. El 9
de mayo del 2014, el Ministerio de Turismo de República Dominicana firmó un memorándum de
desarrollo común del turismo en ambas
naciones. Inmediatamente, comenzó a
promoverse a la República Dominicana conjuntamente con Haití en las ofertas turísticas.
Poco después se vislumbra una alianza
entre grupos haitianos y el Grupo Punta Cana. La Bolsa Turística inicia los viajes de crucero entre Puerto Plata y Cabo
Haitiano, compartiendo las excursiones. Ni las autoridades dominicanas ni los
grupos empresariales ni la Prensa escudriñaron los riesgos que traían consigo
esa decisión
a)
Al hacer figurar a los dos países como un
destino conjunto, estaremos a merced de los remezones de la vida haitiana. Cuando
suenen dos tiros en Leogane, no habrá un
turista en Punta Cana. La imagen
turística del país será rehén de las pobladas y trifulcas y de la inestabilidad que pueda perturbar la
vida política haitiana.
b)
¿ Qué sentido tiene que
llevemos nuestras expediciones de turistas a un territorio, donde escasea el agua
potable;
abundan las enfermedades; y
pululan bandas de forajidos, una circunstancias muy semejante a la piratería
que se ha enseñoreado en Somalia?
c)
Ante el primer acontecimiento
de esa política suicida, la reacción ha sido desconcertante y de alarma social. Un periódico de Montreal (
Canadá) dio a la estampa la noticia de que había brotes de “ Malaria en Punta Cana” ( Journal de
Montreal, 1/2/15). El Presidente del Grupo, don Frank Rainieri, tronó en contra de la publicación canadiense y
amenazó con demandas judiciales. Esas
declaraciones altisonantes fueron
redobladas por las declaraciones de los
miembros de ASONAHORES y por el comunicado del Ministerio de Salud Pública .
d)
¿Qué ocurrió? ¿ Se trata,
como se ha especulado de una conspiración contra el turismo dominicano? ¿ Es,
en verdad, un golpe bajo de los competidores y adversarios turísticos de
nuestro país? Son muchas las conjeturas que
se han fraguado para explicar esta publicación. En el mes de diciembre, dos turistas
canadienses llegaron a la provincia de Quebec, infectados de malaria después
haber pasado sus vacaciones en Punta Cana. La experticia fue realizada por el
Instituto Nacional de Salud Publica de Quebec (INSPQ) y por el director del Hospital de la Universidad de
Montreal., Jean Vincellette, dos
instituciones prestigiosas.
e)
Conjuntamente con la población haitiana, hemos
implantado en esos enclaves sus enfermedades endémicas: la filaria, la hepatitis,
la tuberculosis, la malaria, el SIDA, el
cólera, el dengue. . La cepa haitiana de
la malaria corresponde a la plasmodium falciparum , la más letal de
todas las variedades, y una altísima proporción de la población haitiana ; es
endémica en un 18% . Fue ésa la que
contagió a los canadienses que vacacionaban en Punta Cana. Si las
estadísticas sanitarias no se equivocan,
se halla presente en Verón, en Bávaro,
en Punta Cana y en todos los asentamientos de haitianos. Queda rotundamente
demostrado que esta importación de enfermedades del país más insalubre del
continente, es la mayor amenaza al turismo de la República Dominicana.
La depredación
a)
Las poblaciones haitianas
implantadas en los parques nacionales a desforestan y desmontan la Sierra del Bahoruco, las montañas de Neiba,
las alturas de Puerto Escondido, llevan a término una brutal carbonización
del bosque
dominicano. En sólo un año, se han capturado en las provincias fronterizas más
de veinte mil sacos de carbón; han sido asesinados muchos guardias forestales,
y el contrabando no disminuye.
b)
La descomposición de la sociedad
haitiana ha tocado fondo. En todas las provincias fronterizas nos hallamos ante
el espectáculo del pillaje de los cultivos y las cosechas; el robo de ganado y de aves de corral; el secuestro de personas; el asalto de las patanas y contenedores
y, en el peor de los casos, el
asesinatos de los choferes. Son las
formas de supervivencia de poblaciones que han perdido toda esperanza, ¿ quién
puede asegurar que los turistas llevados por las expediciones de cruceros
destinados a nuestro país, no sean
desvalijados y sometidos a los peores atropellos? ¿ Quién puede
garantizar las vidas de los camioneros que llevan grandes cantidades de
mercaderías y bienes a ese país? Nadie. Cerrar los ojos ante los peligros que
nos plantean la depredación y el pillaje,
es desconectarse de la realidad. Abandonar el compromiso con el país y
renunciar a la obligación y la
responsabilidad de defenderlo Me pregunto. ¿ Que otras cosas deben ocurrir para
que los dominicanos que aún aman su
patria despierten y tomen las riendas de su destino?
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